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Messi y un año pleno de desafíos: llegar a la meca en plenitud
El rosarino, que hoy celebra su 30° aniversario, estrena técnico en la selección nacional y en Barcelona; la mira está en el Mundial de Rusia
BARCELONA.- Alfredo Di Stéfano ya había cumplido 27 años cuando debutó con la camiseta de Real Madrid en 1953. Cuatro años más tarde, en la campaña 1956-1957 registró la mejor marca de su carrera: además de levantar la Liga española y la Copa de Europa, firmó un promedio de un gol por partido. Nada mal para una persona de 31 años.
Pelé heredó el trono de la Saeta Rubia. Pero el Rey ya se había devorado a Edson Arantes do Nascimento antes de soplar las 30 velas. Pelé ganó su último Mundial con 29 años en 1970 y -a partir de entonces- sus goles fueron más una cuestión de marketing que otra cosa. A los 31 se retiró de la verdeamarela y a los 35, después de un previo amago de despedida, se fue al Cosmos de Nueva York para globalizar su leyenda.
Aunque nunca perdió su elegancia, dicen los que lo conocieron que el auténtico Johan Cruyff jugó con la camiseta del Ajax. Al Barça llegó con 26 años en 1973 y, un año después, consiguió lo nunca visto en el fútbol: su Naranja Mecánica ganó sin ganar en el Mundial de Alemania. Después de la final en Munich ante el equipo de Franz Beckenbauer, ya nada fue lo mismo. Con la camiseta azulgrana sólo conquistó la Copa del Rey de 1978, antes de armar las valijas rumbo al fútbol estadounidense con 31 años.
Diego Maradona se ganó el cielo en México 86 con 25 años. Cuatro veranos más tarde obtuvo el scudetto con Nápoli; después su fama ya era más grande que su fútbol. A los 30 le cayó la primera sanción por doping. Se fue. Volvió. Y no se sabe cuántas veces saltó de la luna al sol, hasta que el fuego de su botín izquierdo se apagó en la Bombonera.
De los cuatro máximos mitos del fútbol, el único que alcanzó los 30 años en plenitud fue Di Stéfano. Hace rato que Lionel Messi se sienta en la misma mesa que Di Stéfano, Pelé, Cruyff y Maradona. Y, cómo el muchacho de Barracas, el crack del Barcelona celebra su trigésimo aniversario en plenitud. Se quedó con la Bota de Oro (sus 37 goles en los 34 partidos que disputó en la Liga lo certifican como el mejor goleador de los torneos europeos) y aspira a que su Barcelona recupere el reinado en España y en Europa de la mano de Ernesto Valverde. El Txingurri (así lo llaman al nuevo técnico de Barça) no es la única novedad en la vida del rosarino: acaba de estrenar DT en la selección argentina, Jorge Sampaoli.
Dicen los que lo conocen que Messi está atravesando un momento de armonía. En el retrovisor quedó la tormenta del verano europeo pasado, cuando el Nº 10 del equipo catalán pasó las de Caín. Primero sufrió el cachetazo de Hacienda -ayer hubo novedades, como se explica por separado- y luego se le atragantó, nuevamente, la Copa América. "Está más sereno y maduro que nunca", insisten desde su entorno. Su vida se parte entre la pelota y la familia. De la Ciudad Deportiva Joan Gamper a su casa en Castelldefels, previa escala en el colegio de Thiago y Mateo. Almuerza con su mujer Antonella y sus hijos, duerme la siesta y después, generalmente, organiza algún plan con la familia de su amigo Luis Suárez. "Luis y Leo tienen vidas muy parecidas. Son muy tranquilos y familieros", cuentan desde el club azulgrana.
Hoy Messi festeja sus 30 años en Rosario. Siempre con la familia alrededor de su mesa. No hará nada especial, lo espera una súperfiesta de casamiento el próximo viernes. Se tomará unos días de descanso para la Luna de miel y de vuelta al trabajo en su club. No le espera un año cualquiera. Y lo sabe. Cuando regresó de sus vacaciones en Ibiza, Messi ya pasó por Barcelona. No perdió el tiempo: se juntó con Valverde. El Nº 10 es el líder futbolístico y espiritual en un vestuario vacío de caudillos. Los cuatro capitanes del conjunto culé (Iniesta, Messi, Busquets y Mascherano) no se destacan, precisamente, por su voz de mando. Pero el "presidente" (así lo llaman a Messi en el vestuario) ejerce el liderazgo a su manera. "Que después de volver de sus vacaciones se haya visto con Ernesto demuestra el compromiso de Leo", explican fuentes cercanas al nuevo técnico azulgrana.
A Valverde le preocupa tener contento a Messi. Y a Messi le preocupa volver a ganar. Además, con el Mundial a la vista, el rosarino necesita llegar fino físicamente a Rusia 2018. "Leo no llegó bien a Brasil. Así y todo, metió a la Argentina en la final", cuenta uno de los ex pesos pesados del vestuario azulgrana. El año previo al Mundial 2014, en el banco de Barcelona se sentó el Tata Martino, junto a Elvio Paolorosso como preparador físico. "Los entrenamientos eran un chiste. Ese año Leo tuvo un par de problemas musculares, y en uno de los dos se fue a tratar a la Argentina", explica la misma fuente. Valverde delega el trabajo físico en José Antonio "Ros" (rubio en catalán) Pozanco. "Ros es de la escuela de Paco Seirul.lo (el gurú de la metodología azulgrana). Tiene algo especial", subrayaba Pep Guardiola.
Ya conoce a Valverde, también a Sampaoli. Los dos buscan la misma fórmula: la felicidad del Nº 10. Messi, como Di Stéfano, quiere llegar a su meca a los 31 años. Lo espera Rusia 2018.
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