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Messi y Neymar en PSG: dos astros que se entendieron para evitar un choque de planetas
Desde la experiencia compartida en Barcelona, se pusieron por encima de la rivalidad Argentina vs. Brasil; los antecedentes de Maradona-Careca en Napoli y Doval-Zico en Flamengo
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Salvo que lo impida una lucha de egos, algún otro encono o incompatibilidad, la reunión de talentos debería ser una cuenta de sumas, y hasta de multiplicación en el mejor de los casos. En Paris Saint-Germain Lionel Messi vuelve a juntarse con Neymar después de los cuatro años, gloriosos excepto el primero –con Gerardo Martino–, que compartieron en Barcelona.
El mejor jugador argentino y su par brasileño en un mismo equipo podrían derivar en un choque de planetas. La rivalidad futbolística entre ambos países es una amenaza latente para la integración. Ese riesgo fue advertido por Johan Cruyff, palabra sagrada en el barcelonismo, cuando pronosticó que la sociedad Messi-Neymar no funcionaría porque era “juntar dos gallos en un gallinero”. Al principio, el sabio neerlandés no estuvo tan errado. Messi se tomó un tiempo para estudiar a Ney y llegó a chicanear al presidente Sandro Rosell, que lo había contratado llevándolo desde Santos: “Tu brasilerito no arranca”.
Con la llegada de Luis Enrique Neymar arrancó y conformó un tridente de ensueño con Messi y Luis Suárez. Interpretó su papel de príncipe y ambos comprendieron que tenían más por ganar que por desgastarse en luchas intestinas. Messi impulsó a Neymar a ser sí mismo, sin condicionamientos. Cuando éste tomó nota de que su aspiración de ganar el Balón de Oro iba a ser imposible siendo escudero del rosarino, fue a perseguir el premio como cabeza de león en PSG. Su objetivo siguió incumplido y ahora habrá que ver si “el refuerzo” Messi lo ayuda a conseguirlo o si se le adelanta en la valoración de rendimientos.
La complicidad Messi-Neymar trascendió al entendimiento en la cancha; uno y otro forjaron una amistad afuera, si bien el rosarino lleva una vida más familiar. Ni siquiera hay conflicto por quién llevará la camiseta Nº 10. Neymar se la ofreció, y Messi le agradeció el gesto y se quedó con la 30. El deseo mutuo de volver a compartir un equipo se les hizo realidad cuando menos lo pensaban. Messi había auspiciado la vuelta del brasileño a Barcelona, pero el entonces presidente Josep María Bartomeu le llevó a Antoine Griezmann. Los giros imprevistos del fútbol los visten ahora con la camiseta de Paris Saint-Germain.
La sintonía de Messi con los talentos brasileños es previa a Neymar. Ronaldinho fue una suerte de padrino futbolístico cuando el rosarino apareció en la primera de Barcelona. La alegría contagiosa de Dinho cobijó a aquel adolescente introvertido, que prefería expresarse sólo con gambetas a velocidad de vértigo. Messi hizo su primer gol por la liga de España tras una asistencia de Ronaldinho; lo marcó con la camiseta 30, el mismo número que llevará ahora.
En los años siguientes, el argentino armó un corredor de ataque por la derecha con las proyecciones de Dani Alves, otro brasileño. Se entendían con los ojos cerrados. Lo ratificó hace unos días el propio defensor, de regreso de los Juegos Olímpicos de Tokio: “Después de mi chica, fuiste mi mejor par”.
En su despedida de Barcelona, Messi le planteó una sana rivalidad de superación al actual jugador de San Pablo: alcanzar su récord de títulos, colección que éste engrosó recientemente a 43 con la medalla dorada olímpica. PSG tiene el potencial suficiente para que Leo incremente sus 37 coronas; el calendario francés le ofrece tres competencias por temporada: Ligue 1, Copa de Francia y Copa de la Liga. Para el caso de que el rosarino le dé alcance, Dani Alves ya dejó en claro que lo espera con los brazos abiertos: “El más grande de todos. Puedes superarme cuando quieras, será una asistencia más para vos. Gracias por todo lo que nos regalaste, por compartir tanto y dejarme formar parte de tu historia”.
La sinergia entre grandes futbolistas argentinos y brasileños encuentra un antecedente valioso en Diego Maradona y Careca, integrantes de una fórmula ofensiva durante cuatro temporadas en Napoli. Un año antes de su fallecimiento, Maradona reconoció en una entrevista: “La mejor dupla de ataque la hice con Careca”. Una conjunción determinante para conquistar un scudetto, una Copa UEFA y una Supercopa de Italia. “Rechacé una propuesta de Real Madrid para ir a Napoli y jugar con Maradona. Con Diego era más fácil hacer goles. Nos entendíamos con sólo mirarnos. En mi primer año en Napoli ya hicimos grandes jugadas y muchos goles. La mejor asistencia que me hizo fue contra Roma. Vio un milímetro y me puso la pelota para hacer el gol. Un monstruo”, expresó Careca.
Por su forma de entender el fútbol, con un espíritu similar al del jogo bonito brasileño de la década del ’70, Narciso “Loco” Doval encontró en Río de Janeiro el hábitat ideal para congeniar con dos cracks contemporáneos. Zico definió a Doval como uno de sus mejores socios en Flamengo, y le concedió la categoría de ídolo para la hinchada del Mengão. De su asociación con Zico, Doval fue tres veces máximo goleador, entre 1972 y 1974. Dueño de un estilo tan creativo como desinhibido, conquistó a una hinchada que llegó a llamarlo “el Pelé blanco”. En Fluminense, el extremo que en la Argentina integró los Carasucias de San Lorenzo supo complementarse con Rivelino, uno de los cerebros del Brasil que deslumbró en el Mundial México 1970.
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