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Messi pasó por primera vez por el San Paolo sin emular a Maradona ni al mejor Messi
Lionel Messi era el indicado, pero finalmente no fue el que tuvo un rapto de inspiración maradoneana. Ese instante le correspondió al belga Dries Mertens, que con un derecha digna de la zurda de Diego colgó desde afuera del área la pelota en un ángulo del arco de Ter Stegen para el gol de Napoli, que empató 1-1 con Barcelona en la ida de los octavos de final de la Champions League.
Finalmemte, en la casa de Maradona, Messi fue un visitante con un andar terrenal, sin la genialidad que los pone en un pie de igualdad y los diferencia del resto. Tantas veces comparados, los tifosi de Napoli no sufrieron con la posibilidad de que el rosarino recreara en el San Paolo algunas de las maravillas futbolísticas con que Diego los cautivó durante ocho años. Leo fue más amenaza que concreción, apuntes sueltos y no un guion de juego poderoso en la trama del 1-1 final que a Barcelona no le sentó mal, pensando en la revancha en el Camp Nou.
Recibido en la ciudad con respeto y admiración, dentro de la cancha recibió el trato de un adversario en un partido importante, como lo es la ida de los octavos de final de la Champions League. Hubo silbidos cada vez que Messi tomaba contacto con la pelota, reacción similar cuando la tenían sus compañeros. El N° 10 se ubicó de arranque como falso centrodelantero, con Vidal a la derecha y Griezmann a la izquierda. En el primer tiempo, nunca se metió en el partido ni pudo asociarse. Se mostró tan inofensivo como su equipo. No ocurrió lo que cada vez es más habitual en Barcelona: que Messi activa al resto, un equipo que demanda una dependencia creciente de su capitán. Si él se apaga, como en esta excursión por Italia, la oscuridad se hace más profunda.
El resumen del 1-1
Quizá su primera intervención fue premonitoria: tocó la pelota recién al 1m53s, cuando la bajó de pecho y originó la primera rechifla de la noche. Lo que tardó en intervenir fue un síntoma de un rendimiento demasiado intermitente e intrascendente en los 45 minutos iniciales.
A los 8 minutos, tras una pared con De Jong, remató alto y desviado. Napoli lo hizo sentir incómodo con un esquema en el que achicó espacios en campo propio. Cuando encaraba, no podía con los centrales Manolas y Maksimovic. Si se tiraba atrás, caía en la zona del volante central Diego Demme –un alemán de padre calabrés que lo bautizó con el nombre de Maradona– o de los interiores Ruiz y Zielinski. En algún momento discutió con Mertens, autor deln golazo y reemplazado en el segundo tiempo por una fuerte entrada de Busquets. El delantero belga llegó a los 121 goles en Napoli y alcanzó el récord Marek Hamsik, que hace un tiempo había dejado atrás la plusmarca de los 115 de Maradona.
Más activo se lo vio en el segundo tiempo, urgido como Barcelona por remontar una desventaja en una competencia que mostró lo peor del equipo en las últimas dos temporadas, en las eliminaciones de visitante contra Roma y Liverpool. Messi participó en el comienzo de la jugada que derivó en el centro de Junior Firpo y la definición de Griezmann para el 1-1. Se empezó a mostrar más para hacerse cargo de los avances; esa implicación lo llevó a estar cerca del gol, en una jugada en la que terminó golpeando con su pie izquierdo el pecho del arquero Ospina. Con un criterio demasiado riguroso, porque su entrada no había sido violenta ni malintencionada, el árbitro amonestó a Messi.
Amonestado por el golpe a Ospina
Fue el partido 141 del rosarino por la Champions League; igualó a Ryan Giggs en el quinto lugar de un listado de presencias que encabeza Iker Casillas, con 177. Estuvo lejos de ser uno de sus mejores encuentros. Con 63 pases, quedó quinto entre los futbolistas de Barcelona que más pelotas repartieron. Tampoco explotó la faceta de asistidor en la que se viene destacando. A favor le quedó un empate con goles que deja bien posicionado para el desquite a Barcelona, aunque se vuelve con la preocupación por las bajas de Busquets (acumulación de amarillas) y Vidal (expulsado), más la incertidumbre por la lesión en el tobillo izquierdo con que salió Piqué.
En una entrevista reciente, Messi había dicho que le daba "mucho ilusión jugar por primera vez en el San Paolo por las historias de pasión de los hinchas" que le había contado Ezequiel Lavezzi. Tras los 90 minutos, no dejó alguna intervención equiparable con las que Maradona enloquecía los napolitanos. Una horas antes, Maradona había respondido a una consulta del diario Il Mattino: "Leo es un gran talento, un chico muy bueno, pero quieren cargarlo injustamente de peso. Tengo un hermoso recuerdo de él durante el periodo de la selección. Eso sí, ojalá no juegue bien contra Napoli". Messi no lo contradijo, quizá se reserve para el Camp Nou, su casa, la que también ocupó Maradona sin sentirla nunca como propia hasta que se mudó a Nápoles.
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