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Messi necesita a un Jordi Alba en la selección
Allá están las estrellas, el poderío económico y los grandes espectáculos. Con tantos equipos y jugadores para deleitarse y analizar, ningún amante del fútbol debería permitirse no mirar a Europa a la hora de hacer un balance del año, porque sería negar la excelencia.
El problema es elegir por dónde empezar. ¿Acaso por Pep Guardiola y su obra en el Manchester City? ¿Por el Real Madrid ganador de cinco de los seis títulos que disputó? ¿Por Juventus y Bayern Munich, que siguen sumando ligas? ¿O tal vez por el París Saint Germain que sacudió el mercado a mitad de año sumando a Neymar y Mbappé?
Debo confesar que no me seduce la idea de un magnate multimillonario que llega a un club y lo transforma a partir de una poderosa inyección económica. No estoy en el sentimiento de los simpatizantes del PSG o del City, que alimentados por la ambición de ganar estarán felices, pero percibo algo artificial en el modelo.
Quizás seamos nosotros los que no entendemos esta nueva visión. En definitiva, venimos de otra cultura, de otra concepción del fútbol. Nos mueven el hinchismo y el sentido de pertenencia, la pasión y el amor por unos colores. No me gusta imaginar que el día de mañana viene un millonario chino y compra Boca o River. Pero en Europa es moneda corriente, y gracias a eso hoy el PSG, dueño de un plantel riquísimo salvo quizás en el arco y el centro de la defensa, puede convertirse en candidato a ganar la Champions League.
Claro que tendrá que superar en octavos de final al Real Madrid, que no es cualquier equipo, por más que siempre parezca depender más de las individualidades que del funcionamiento, tal como pudo verse en el clásico de ayer. Por eso se resiente demasiado si las figuras bajan un poco su nivel. Pero cuando los Modric, Kroos, Isco, Cristiano o Benzema lo recuperan, como en el final de la temporada pasada, muestran lo mejor de su repertorio.
Aunque el equipo del momento, sin duda, es el City. Al llegar a Manchester, Guardiola, que si no es el mejor entrenador de la historia tiene seguro un sitio en el podio, pidió un plazo de 15 meses para que su tarea empiece a dar frutos, y lo está logrando. El técnico catalán es un innovador, alguien que ve más que los otros porque tiene un conocimiento superior.
Retrasar la posición de De Bruyne en el campo, por ejemplo, fue una medida extraordinaria que permitió terminar de descubrir a un jugador completísimo que hace todo bien: es versátil, tiene dinámica, interpreta a la perfección la secuencia de pases y las transiciones, se incorpora al ataque, tiene remate desde afuera del área… Pero no es solo el belga. Con Guardiola evolucionaron Fernandinho, Delph, Otamendi… y Silva, un futbolista fascinante que juega en puntas de pie, puede desplegar toda su imaginación.
La riqueza que ofrece el City contrasta con lo que le ocurre al Barcelona. Sé que la tabla indica otra cosa, admito que gana muchos partidos, que Valverde le dio más equilibrio y que quizás pueda ser campeón, incluso de la Champions. Pero la exclusiva dependencia de Messi, semejante a lo que ocurre en la selección argentina, lo distancia mucho de aquel conjunto que ganaba copas pero también los corazones de los espectadores.
La esencia pura del Barcelona se ha ido deteriorando con los años. Hoy el equipo sostiene un rendimiento mínimo esperando que se ilumine el 10, cuando antes era el conjunto el que lo alentaba a participar mejor.
Y ya que mencioné a la selección habría que tomar nota de la cada vez más aceitada sociedad Messi-Jordi Alba. Con Leo en el borde del área o llegando desde segunda línea, al ataque argentino le harían falta centros atrás como los que tira Alba. Se dice que no contamos con buenos laterales. Dudo que sea así, y creo que debemos buscar nuestro Jordi Alba porque sería un aporte descomunal para aprovechar a Messi.
La última escala es Italia. Resulta paradójico que la selección no vaya al Mundial justo cuando la Serie A ha subido el nivel, en paridad y riqueza de juego. Ya no es sólo la Juventus. Están el Nápoli y la Roma, se acercan el Inter y la Lazio, hay más equipos que aspiran a ganar el título, más competencia. Es cierto que los clubes están plagados de extranjeros, pero un torneo local con jerarquía acaba reforzando el crecimiento de los jugadores locales. Es la tarea pendiente que le queda al Calcio a partir del año que viene.
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