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Messi en PSG: volver a empezar con la energía (y algo más) de aquel adolescente de 17 años
El desembarco del argentino en el gigante parisino revitaliza el último tramo de su carrera, con la Champions y el Mundial de Qatar como grandes aspiraciones
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Uno, dos, tres, cuatro, cinco jueguitos con la pelota, sin que toque el césped. Dos cámaras pegadas a él, como si fueran Casemiro en el Maracaná la noche de la inolvidable final de la Copa América y Sergio Ramos en el Camp Nou, en cualquier clásico de la última década y media entre Barcelona y Real Madrid. Pero no. Ya no. Lionel Messi está ahora en el Parque de los Príncipes para erigirse en su nuevo rey. Es martes de verano, hace calor y pasaron muchas horas de trajín, pero el 10 sigue con la sonrisa inmaculada. ¿El 10? Habrá que corregir y acostumbrarse: ahora es el 30. La señal definitiva que enlaza ayer y hoy: a los 34 años, sin que hubiera podido imaginarlo apenas cinco noches atrás, el futbolista icónico de este siglo vuelve a empezar.
Se relanza, con la energía de quien tiene todavía mucho por hacer todavía y el mismo número con el que todo empezó, cuando tenía 17 años y Barcelona lo recibía en su primer equipo. Pasó toda una vida para que le dé cuerda a una nueva, en un club diferente, otra ciudad, una lengua distinta y, sobre todo, con una familia que entonces ni siquiera había empezado a ser tal. La hora 0 de Messi en Paris Saint-Germain se cuadró este histórico 10 de agosto en un estadio que marca, también, el punto de entrada a la Ciudad Luz. Simbolismos.
La excitación es tal que, de pronto, un par de manos ansiosas se apuran a subir a las redes sociales un video casero tomado con un teléfono: se lo ve a Messi caminando por el campo de juego, vestido de jugador. Pum. Enseguida, la viralización lo lleva a todo el planeta, incluso antes de que las cuentas digitales del club hagan lucir una pieza impresionante, tomada con un drone, que termina con la imagen de Messi parado en el centro de la cancha. Signo de los tiempos: en 24 horas, la cuenta de Instagram del club duplicó sus seguidores, de 20 a 40 millones, y contando.
Apenas una porción de lo que el efecto Messi puede provocar. Como ese seguimiento que los hinchas (y la prensa) hicieron de su primer día en la ciudad, con escenas de persecución cinematográfica a la camioneta que lo paseó por todos lados: del aeropuerto al hotel, del hotel al hospital para la revisión médica, del hospital al estadio para las primera fotos y videos oficiales y del estadio al hotel, para reencontrarse con Antonela, Thiago, Mateo y Ciro y saludar desde el balcón. “Ici c’est Paris”, se lee en su remera (“Aquí está París”), para que nadie se confunda. Pero el zoom se posa en su pantaloncito corto, que descubre el escudo de la AFA. Como si para entrar a París hubiera elegido cargarse de las energías del título que más deseaba y ya tiene.
“Así todo el día”, le grafica a LA NACION alguien del club que lo siguió de cerca en su primer día, otra vez haciendo foco en esa sonrisa plena que el hombre ya había mostrado sentado en el avión y que Antonela publicó, rumbo a París: “Con toda hacia una nueva aventura juntos los 5”, escribió ella. El puente aéreo Barcelona-París (o El Prat-Le Bourget, los aeropuertos de partida y arribo) es un camino de ida, por ahora: el contrato que firmó el capitán de la selección argentina con el primer club privado que integrará en su vida es de dos años, con la posibilidad de extenderlo uno más. Las fuentes consultadas repiten lo que se comenta desde que la idea nació, el jueves pasado: que Messi cobrará alrededor de 40 millones de euros libres de impuestos por cada año. Lo mismo que había arreglado en Barcelona antes de que el acuerdo se dinamitara y Messi terminara llorando frente a millones de espectadores en todo el mundo…
Arrancar de nuevo, de verdad
La era Messi en París tiene al argentino enfocado en adoptar un rol diferente. Santo y seña del club catalán durante tantos años, está dispuesto a asumir un nuevo espacio en este club que pertenece a un fondo qatarí desde hace diez años. El capitán seguirá siendo Marquinhos, otro de los brasileños a los que acaba de derrotar en el Maracaná, y el 10 continuará en la espalda de Neymar, su amigo. Por eso eligió tomar la camiseta 30 que hasta ahora le pertenecía a Alexandre Letellier, un arquero parisino de 20 años que todavía no debutó en primera y ahora podrá golpearse el pecho ante sus amigos por haberle cedido el número a la estrella más grande del fútbol de este tiempo.
Este miércoles, después de otro día agitado que incluirá su presentación oficial (prevista para las 6 de la mañana, hora de Argentina), Messi recién podrá empezar a espiar por la ventana futbolística del asunto. Hay varias cuestiones que cubrir: volver a entrenarse, nada menos, es la primera. Pasó un mes desde la final de la Copa América, el 10 de julio, la última vez que jugó un partido. ¿Cuándo será el próximo? PSG juega el sábado en el Parque de los Príncipes ante Racing de Estrasburgo, una fiesta en todas las dimensiones posibles: será el reencuentro con el público después de la pandemia y también la presentación de Messi en el estadio. ¿Sobre el césped? Aunque parezca precipitado imaginarlo, no hay que descartarlo.
Messi y PSG quieren lo mismo: la Champions League, que el club no ganó nunca y el rosarino no levanta desde 2015. La ilusión volverá a ponerse en marcha el 14 de septiembre
De no debutar entonces, deberá esperar otro mes para que el equipo vuelva a ser local: en el medio PSG tiene dos partidos fuera de París y luego se inicia la fecha FIFA, en la que Messi viajará a Sudamérica para jugar tres partidos con la selección argentina (Venezuela, Brasil y Bolivia) por las eliminatorias. Luego de este sábado, PSG recién regresará a su estadio el 12 de septiembre, cuando enfrente a Clermont por la Ligue 1. ¿Será posible esperar tanto para verlo lucir la 30, en medio de semejante expectativa mundial?
Como sea, el objetivo de fondo del club -que ya el lunes empezó a recaudar por la venta de la camiseta de Messi- es la Champions League, el gran título que le falta, más allá de que el ingreso de Messi se dé un poco antes o después. Allí está puesta la mira, y en eso coinciden los que acaban de encontrarse: el rosarino no gana ese título desde 2015, pero su ilusión renace ahora al incorporarse a un equipo competitivo en serio, algo que ya no le ofrecía Barcelona. Eso y el Mundial de Qatar, para el que falta un año y medio, mueven los últimos deseos de su ambición deportiva. Nada mal para alguien que, de pronto, se encontró con la hoja en blanco cuando creía que ya no habría espacios para sorpresas ni emociones desconocidas. Como llegar a una nueva ciudad, representar a un nuevo club, escuchar una nueva lengua… Y elegir ese número, el hilo que lo transporta a aquellas ilusiones adolescentes que ahora reaparecen en su cuerpo.
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