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Messi en ojotas y una estética poco habitual: 15 mil hinchas de Boca se hicieron sentir en el Camp Nou
MADRID.- Sobre el césped, cuatro columnas de humo a modo de paseo triunfal. En las gradas, una hinchada catalana volcada, dispuesta a aplaudir lo que le pusieran. Se calcula que hubo 15.000 hinchas xeneixes en el Camp Nou. Salvo por ellos y por numerosos turistas que aprovechan estos amistosos para lograr entradas de último momento, el estadio fue una sola garganta cantando el himno del Barcelona.
Un mismo grito, uniforme y entusiasta, para vivar al nuevo plantel. La Copa Joan Gamper es un rito anual para presentar al plantel. La estética habitual -los niños, los globos, las familias- sumó la menos usual que aportaron los visitantes. Hinchas "colgados" de los alto de la tribuna, revoleando las remeras. No es algo que en España ni en Europa se vea todos los días.
Allí estaban los de Boca y su "¡dalebooo, daleboooo!", aún cuando la confusión se adueñaba del equipo, a medida que llegaban los goles de los locales. ¿El mejor? Dicen que posiblemente el que marcó Messi para anotar el 2-0. Una joyita que, sin embargo, el rosarino apenas celebró. No solo porque suele ser cortesía en los amistosos sino porque, enfrente, estaba Boca. Un pedazo de su país.
Era la edición número 53 de la tradicional copa catalana pero era el primer día para muchas cosas. Entre ellas, que el "10" argentino está debutando en esta temporada como primer capitán azulgrana, una responsabilidad que la grada saludó no sólo con el afecto sino con la casi devoción que le demuestra.
"Para mi este es un gran honor. Un orgullo grande que asumo con los ejemplos que me dejaron los que me precedieron. Piqué, Xavi y el gran Andrés Iniesta , al que mucho vamos a extrañar", dijo Messi en su breve discurso. Y la grada lo ovacionó y el equipo también: la clase de respeto que se gana en el césped y en el vestuario.
Asumió su nueva función de jefe, incluido el mensaje en el corrillo previo al partido, pero con las distracciones del debut: la ceremonia final lo tomó por sorpresa y, cuando llegó la hora, fue a recibir el trofeo en ojotas. Se había quitado las zapatillas al salir del campo y no se las volvió a calzar. Así quedó para la foto oficial.
Boca, primero asustado y luego confundido, se fue con menos de lo que esperaba. No sólo por la goleada. Los hinchas argentinos se quedaron con ganas de ver más de Carlos Tevez , el carismático que entró avanzado ya el segundo tiempo.
Partieron, todos, con su recuerdo a cuestas. Unas bonitas bufandas con el nombre de los dos equipos, especialmente confeccionadas para la ocasión. Dado el calor, sirvieron, claro está, más para el revoleo que para otra cosa.
La gente de Scholas Ocurrentes, la organización educativa del Papa Francisco logró un espacio para sembrar un olivo antes del partido. Un mensaje de paz y de conciliación a caballo del deporte. Que la planta y su deseo duren mucho.
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