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Arde Barcelona y Messi duda: los detalles de una crisis sin final que paralizó al capitán
BARCELONA.- "¿Cómo que Leo y Luis se llevan mal con Antoine?". El fútbol moderno tiene cosas curiosas. Hay futbolistas que se perfuman antes de salir a la cancha, hay entrenadores que caminan por la zona técnica lookeados para un desfile de moda y las relaciones entre los protagonistas se explican a través de su interacción en Instagram. "Si Suárez le acaba de hacer un comentario a Griezmann en su Insta", subraya un allegado al delantero francés. No miente. El delantero uruguayo agregó un comentario a una foto del francés después de que el entorno del campeón del mundo con Francia en 2018 calificara de "humillación" los cinco minutos que le había dado Quique Setién ante el Atlético de Madrid en la noche del martes, cuando Barcelona dejó media liga en el Camp Nou. "Siempre positivo y mirando hacia adelante bo", publicó el Nº9 charrúa. No es menor la actitud de Luis Suárez, fiel aliado de Lionel Messi. Hay en el club quien intentaba justificar en la mala relación con el rosarino la suplencia de Griezmann, por el que hace un año el club pagó 135 millones de euros.
"Es de risa que digan que Antoine es suplente por culpa de Leo cuando el día anterior estaban comiendo juntos con sus parejas", comenta un empleado del Barcelona. La relación entre Messi y Griezmann no siempre fue de armonía. De entrada, el rosarino miró con recelo el fichaje del francés. El Nº10 quería el regreso de su amigo Neymar. "No sé si el club hizo todo lo posible para que viniera Neymar, solo sé lo que él me contaba", se quejó después del cierre del mercado de verano. En mayo de 2019, el presidente del club azulgrana, Josep Maria Bartomeu, les aseguró a los veteranos del vestuario que no ficharía a Griezmann. Tiempo después se enteraron de que no sólo el traspaso del francés estaba pactado desde marzo sino que Bartomeu y Griezmann comparten abogado.
Griezmann se ganó la confianza de Messi, como en el pasado ya lo habían hecho Neymar y Luis Suárez. "Dejá de decir que soy tu ídolo y dedicate a jugar", le había advertido el rosarino al paulista. Y el uruguayo tampoco congenió con Messi de buenas a primeras. Hoy, el goleador de Salto tiene en su vida un status similar al del Kun Agüero. Hay quien cree que hasta superior: Antonela, su mujer, y Sofía Balbi, pareja de Suárez, son íntimas amigas. Las dos familias comparten vacaciones de verano y encuentros a diario en Casteldefels, donde viven.
Messi se quedó sin Neymar. Y seis meses después sin su entrenador. Ernesto Valverde entendía a la perfección cómo manejar al rosarino. "Ernesto y Leo se querían mucho", explican los amigos del entrenador echado en enero. Desde el club, también le quisieron colgar a Messi el adiós de Valverde. "Ahora dicen que Leo le bajó el pulgar", apuntaban los que conocen al rosarino. El director deportivo no ayudó a calmar la crispación. Al contrario. "Muchos jugadores no estaban contentos ni trabajaban con Valverde", subrayó Eric Abidal. Messi estalló: "Cuando habla de jugadores tendría que dar nombres. Nos ensucia a todos. Que cada uno se haga cargo de sus responsabilidades".
Quique Setién, reemplazante de Valverde, prometió el regreso al cruyffismo. "Solo puedo garantizar una cosa: mi equipo va a jugar bien", anunció el ex DT del Betis el día de su presentación. Y, para mostrar fortaleza, añadió: "He hablado con Messi y con otros para decirles que una cosa es la admiración que sienta por ellos y otra es que cada uno tiene que estar en su sitio". Pero el Camp Nou no tuvo ningún dejà vú con el fútbol del pasado y Setién perdió las llaves del vestuario nada más pasar por la puerta. En su primer entrenamiento en la Ciudad Deportiva del Barcelona, Setién le entregó a Messi una pechera para el fútbol en espacio reducido. Nadie se lo esperaba. En Ezeiza y en Sant Joan Despí, el Nº10 juega de comodín (para el equipo que ataca), es temerario mandar a defender a Messi en un entrenamiento. El capitán se calzó la pechera e hizo silencio.
"¿Qué le iba a decir?", pregunta un empleado del Barça; "Estos tipos son listos. Te estudian poco a poco. Si los entrenadores les dan soluciones y ganan, no pasa nada. El problema es cuando eso no pasa". El equipo seguía perdido. No, para los ojos de Setién. "Nos alcanza para ganar la Champions", dijo el DT. "No podemos ganar la Liga de Campeones jugando como antes del receso. Mi opinión se basa en que llevo años jugando esta competición", contestó Messi. El capitán azulgrana es el segundo máximo goleador de la Copa de Europa (114) y levantó cuatro veces la Orejona. Setién dirigió un partido: ante Napoli en el San Paolo, un insípido 1-1.
El Barcelona regresó a la competición, pero ni noticias del fútbol que prometió Setién. Antes del receso, el Barça era el líder a dos puntos del Madrid. Ahora, seis partidos después, son cuatro los puntos pero a favor del equipo de Zidane. El punto máximo de tensión se vivió en la cancha del Celta, el sábado pasado. Messi ignoró los consejos del segundo entrenador en un descanso para tomar agua -a la vista de las TV-,Luis Suárez le apuntó a Setién no bien le pusieron un micrófono delante y en los vestuarios hubo un fuerte cruce entre los pesos pesados y el técnico. "Pensábamos que no volvíamos a Barcelona", se sorprendió un empleado del club, presente en la discusión.
Messi mira a su alrededor y encuentra las mismas caras de siempre. Del once ante el Atlético, siete estuvieron presentes en la última Champions que ganó el Barça contra la Juve. Pasaron cinco años. Ter Stegen (28 años) negocia su nuevo contrato. A Rakitic (32) se lo quieren sacar de encima. Piqué (33), Busquets (32) y Alba (31) tienen contrato hasta 2022, 2023 y 2024 respectivamente. A Luis Suárez se le termina el vínculo en 2021, el mismo año que también expira el suyo.
El rosarino ya había comenzado a negociar su décimo contrato con el club. Todo iba bien, se habla de ir año a año y de cobrar una cantidad similar a la que actual, 60 millones de euros anuales. Pero el Nº10 le dijo a su padre que congele las conversaciones. Se cansó. Lleva un año agitado, con dimes y diretes fuera de las canchas y sin resultados en el verde. Y, aunque ni él se imagina un futuro lejos del Camp Nou, por ahora quiere calma. La Premier no es opción. Dos veces le dijo que no al Manchester City (en 2013 y en 2017) y no se vislumbra una tercera. Mucho menos cuando el City está sancionado por la UEFA por no cumplir con el Fairplay financiero.
Tampoco al Barcelona le sobra dinero, mucho menos paz. En los despachos del club calculan que perder al capitán incluiría un déficit de 100 millones de euros. Y eso, solo si se habla de dinero. Arde el Barça y a Messi solo le preocupa el futuro deportivo del club. Sigue esperando por su amigo Neymar y le gusta la idea de compartir vestuario con Lautaro Martínez, también en el Camp Nou. Hay algo que no cambia nunca en Messi, sigue haciendo goles (27 tantos en 37 partidos esta temporada) y quiere ganar. Sabe, sin embargo, que lo tiene complicado. Y eso lo tiene en ascuas.
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