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Messi acaba con la última maldición del Barça
MADRID.- Las cosas son como parecen en la Liga española, que cerró ayer su primera vuelta, 19 partidos que han desmentido todo lo que se pronosticaba antes del arranque del campeonato. El Barça, que se asomó a la temporada en medio de catastróficas previsiones, ganó 2-4 a la Real Sociedad en Anoeta, un campo feroz para Messi y el equipo azulgrana. Es la primera victoria del Barça desde 2007, una extraña parálisis para un equipo que atraviesa su edad de oro. En este periodo, el Barça ha ganado siete Ligas de España, tres Champions League y cinco Copas del Rey.
La Real ha infligido al Barça algunas de sus derrotas más amargas y en más de una ocasión le ha generado crisis hirientes. La más más famosa se produjo en enero de 2015, en el primer partido del año, en una de las habituales lluviosas tardes de Euskadi. Luis Enrique, entrenador del Barça en aquellos días, alineó un equipo sorprendente y dejó en el banco a Neymar, Messi, Alves, Piqué y Rakitic. Los tres jugadores suramericanos acababan de regresar de las vacaciones de Navidad. Sin embargo, Luis Enrique colocó al uruguayo entre los titulares. El fastidio se adivinaba en el gesto de los jugadores. La Real Sociedad hizo lo que acostumbraba: derrotó al Barça, que naufragó durante todo el partido.
Un día después se declaró un incendio institucional de enormes dimensiones. Se habló de una pelea física Messi-Luis Enrique en el vestuario, un incidente que se agrandó un día después, en la festividad de Reyes, utilizada por el club para permitir que los niños acudan al entrenamiento y disfruten con las estrellas del equipo. Aquella mañana, Messi no salió a entrenarse. La tensión creció tanto que la directiva convocó elecciones a la presidencia del club y despidió al director deportivo, Andoni Zubizarreta, que apenas seis meses antes había fichado a Ter Stegen, Vermeulen, Rakitic y Luis Suárez. Lejos de valorar su buen ojo, el Barça sacrificó a Zubizarreta en la crisis. Luis Enrique salvó el pellejo, pero nunca más se permitió rotar a Messi, que comenzó a jugar todos los minutos de todos los partidos, lo mismo que Neymar y Luis Suárez. Ese año, el Barça ganó todos la Liga, la Copa y la Champions League.
Ter Stegen, Vermeulen, Rakitic, Luis Suárez y Messi regresaron ayer a Anoeta, y durante la primera parte sufrieron la humillación de siempre. La Real Sociedad, dirigida por Eusebio Sacristán, integrante del célebre Dream Team que creó Johan Cruyff en los años 90, desactivó de nuevo al Barça con una presión clínica y buen gusto para mover la pelota. El equipo vasco se adelantó 2-0, resultado que confirmaba la maldición barcelonista y empujaba a la primera derrota del Barça, que había ganado 15 partidos y empatado tres. El drama azulgrana no se confirmó, sin embargo. Aunque el Barça ha perdido fulgor, es un equipo fiable, competitivo, con muchas de las cualidades que antes se atribuían al Real Madrid. Su catálogo de éxitos en los últimos 10 es tan abrumador que en el club se ha instalado una cultura ganadora, cualidad que comenzó a aflorar hace casi 30 años, con la revolución futbolística que impulsó Johan Cruyff.
Se recuperó el Barça en la segunda parte, en medio de un diluvio impresionante. No fue un asunto menor la irrupción de Messi en el partido. Anoeta nunca ha sido su escenario predilecto. Ha disfrutado de algún buen momento y poco más. Si el Barça ha sufrido tanto en San Sebastián ha sido en gran medida por la resistencia que ha encontrado Messi. Su primera parte tampoco invitaba al entusiasmo, percepción que giró radicalmente en el segundo tiempo. Emergió Messi, creció el Barça y llegaron los cuatro goles que cambiaron el resultado. Luis Suárez, que estuvo peleado con el gol y con la pelota en los tres primeros meses del campeonato, comienza a hacer barraca con la regularidad habitual. Marcó dos en Anoeta, aunque Messi se atribuyó el golazo de la noche, un tiro libre de 30 metros que subió como un cohete entre la lluvia y cayó a plomo en el arco.
El gol tuvo la virtud de explicar las infinitas novedades que son capaces de producir los genios. Messi ha embocado tiros libres de todos los colores, pero ninguno cómo el que marcó ayer en Anoeta. La distancia, trayectoria del remate y la manera de golpear la pelota fueron un descubrimiento para los espectadores, los jugadores y especialmente para Rulli, el arquero argentino de la Real Sociedad. Se quedó inmóvil, estupefacto, preguntándose qué había sucedido. Messi sí concedió un especial aprecio a su gol. Sabía que iba a figurar entre lo mejor de su repertorio. Lo celebró a lo grande con sus compañeros. Fue el último gol de la cuenta barcelonista en Anoeta. La maldición se ha roto. El Barça vuela en la Liga y se olvida del Real Madrid, que perdió con el Villarreal en el Bernabéu y termina la primera vuelta del campeonato a 19 puntos. Lo más extraño es que nadie se queja. El Madrid, el más sensible de los equipos a las derrotas, bate todos sus registros más negativos y sólo se escucha el silencio.
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