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Mauricio Larriera: "Valdrá la pena pagar para ver a Godoy Cruz"
El entrenador del Tomba se ilusiona con el juego de su equipo
Anunció José Manzur, presidente de Godoy Cruz Antonio Tomba: “Mauricio Larriera será el nuevo técnico del equipo”. Sucedió el 11 de julio pasado y la primera reacción de hinchas, periodistas y futboleros en general fue correr a Google. ¿Dijo Larriera? ¿Quién es? ¿De dónde salió?
“Ja, ja. Ya estoy acostumbrado al escepticismo de la gente, llegué como un desconocido a casi todos los lugares adonde fui. Incluso a Racing de Montevideo, aunque jugué ahí. Pero como no fui figura los más jóvenes no se acordaban”, dice sin preocupación aparente este uruguayo de 46 años que responde a varios de los prototipos de nuestros vecinos rioplatenses: cordial, amable, formal, conversador, de voz gruesa y hablar pausado.
Google cumple las expectativas y permite que uno se entere de que antes de llegar a Mendoza Larriera fue durante siete años ayudante de Gerardo Pelusso, a quien acompañó en Perú, Chile y Paraguay; y que tras independizarse dirigió a Racing y Defensor en su país, más una experiencia en el Al-Wakrah de Qatar. También que fue elegido “mejor entrenador de Uruguay” en 2015. “No estoy muy de acuerdo con los premios, aunque sí en ese caso por las razones que llevaron a otorgarlo. No fui campeón con Racing, pero el reconocimiento destacó un estilo, una manera de entender el juego”, recuerda.
–¿De qué hablamos exactamente?
–Nosotros queremos ganar a través del mérito, que el equipo luzca en la cancha para lucir en la tabla. Le doy importancia a la estética porque así fue como jugué al fútbol y así es como lo vivo. Nos gusta asumir el protagonismo y ser un equipo de propuesta, no sólo de respuesta. Pero además, nos gusta ganar dentro de las 17 reglas que tiene el fútbol, que el equipo juegue limpio, sin incumplir las reglas ni hacer trampas. Hay que inculcarle al jugador que colabore con el equipo arbitral, y si creemos que nos están robando, busquemos pruebas. No creo en lo de ganar de cualquier manera, no coincide con mis valores.
–Discúlpeme, no se ofenda, pero su discurso no suena muy uruguayo...
–Sí, acepto que es atípico. Pero ahí está el aspecto diferencial para haber tenido reconocimiento en poco tiempo en mi país; nos destacamos con un estilo que poco y nada tiene que ver con las raíces del fútbol uruguayo. Quizá tendría que haber nacido en otra parte...
–“El camino es la recompensa” se lee en su estado de Skype, y no habla de ganar a cualquier precio, ¿no le importa el resultado?
–Claro que me importa, pero tratamos de buscar la “divina proporción”, de lograr el justo equilibrio entre estética y eficacia. Nosotros queremos tener éxito deportivo pero a través de un camino seductor. Estoy cansado de escuchar que ganar es lo único y no estoy de acuerdo. Pueden decir que soy un romántico o un lírico, que no lo soy, pero sólo estoy en condiciones de garantizar trabajo y que el equipo apunte determinadas cosas. No estoy adentro de la cancha para asegurar hacia dónde va a salir la pelota después de pegar en el palo.
–Pero imagino que usted sabe a qué fútbol vino.
–Mire, yo tuve una primera charla con el presidente de Godoy Cruz en diciembre, pero en ese momento decidí parar un poco la máquina y descansar. En esa ocasión ya le expliqué cuál es nuestra idea del fútbol, que incluye una forma muy humana de liderar y gestionar el grupo. Ahora volví a decirle lo mismo, los dirigentes estuvieron de acuerdo y por eso acepté venir. Si me hubieran hablado sólo de ganar y que lo único que valen son los tres puntos, le aseguro que no estaba acá.
–Está perfecto, pero la realidad del fútbol argentino indica que si los resultados no se dan...
–Mire, si el día de mañana tengo que irme por los resultados me dolerá mucho menos que si es porque el equipo no tiene un patrón de juego, un estilo o una ideología marcada. No soy extremista, no me gusta vender humo ni mentir, no vamos a hacer la presión alta durante los 90 minutos, pero sí vamos a respetar la pelota, tener una actitud dominante y tomar la iniciativa. Mientras el equipo haya hecho todo por lograr estos objetivos, si me cesan por los resultados no hay problemas.
–Es decir, que ahora que habrá que pagar por ver fútbol por televisión usted asegura que Godoy Cruz será una buena inversión.
–Ese también es un objetivo. Vamos a ganar, empatar y perder, pero la de Godoy Cruz será una propuesta con juventud, frescura y un valor estético. El compromiso es que se pueda ver un fútbol agradable. Creo que valdrá la pena pagar unos pesos para vernos.
–¿Dirigir en la Argentina era una meta?
–Sí, desde muy chiquito me dormía mirando fútbol argentino, cuando relataba [Marcelo] Araujo y comentaba [Enrique] Macaya Márquez. Siempre miré para este lado y era un objetivo personal, aun sabiendo que era difícil acceder a este medio sin pasar por Peñarol o Nacional, y sin haber jugado una competición internacional. Digamos que estoy empezando a cumplir un sueño.
–¿Aunque el momento del fútbol argentino tal vez no sea el ideal?
–Sé que el ambiente está bastante convulsionado desde hace tiempo, que ha ganado la violencia y se ha perdido un poco de nivel futbolístico. Esto se ha transformado en un negocio que es una picadora de carne para jugadores y entrenadores. Pero me parece que ahora lentamente se quiere volver a las raíces, con la disminución de equipos en Primera y un torneo más competitivo y parejo.
–Al menos coincide con un grupo de técnicos que quiere proponer un fútbol más atractivo y arriesgado.
–Es cierto, hay una camada que quiere un fútbol más sofisticado, más moderno, y quizás eso ayude a volver a las raíces de ese fútbol argentino que a mí me encantaba. En ese sentido, cuentan con Marcelo Gallardo, al que vi trabajar en Uruguay y me parece una referencia por su calidez humana para liderar, conducir y gestionar. Además de que está muy relacionado con la neurociencia, algo que me he ocupado de estudiar y quiero implementar en Godoy Cruz porque en definitiva el fútbol es mental y emocional.
–¿Se incluye dentro de este grupo?
–No desecho todo lo pasado, no me doy ese lujo. La antigua intuición de los entrenadores va perdiendo pie pero hay que mantenerla. Por algo trabajé siete años con un sabio superintuitivo como Pelusso. Pero sí, creo que estoy dentro de esta camada más actualizada en algunas cosas.
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