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Matías Biscay, de protector de Gallardo a DT listo para grandes desafíos: la historia de una relación que lleva 29 años
Fines de 1991. Alejandro Sabella decidió llevar al banco de la Reserva de River a un adolescente de 15 años que jugaba en la octava división: Marcelo Gallardo hizo su debut en la categoría al ingresar 15 minutos contra Platense, en Independiente, el 14 de diciembre de 1991. Ya entrenándose con la Reserva, el Muñeco tuvo un aliado, un protector al que conocía desde los 13 años porque se acercaba a mirar a la categoría 76 en la que brillaba el pequeño de Merlo: Matías Biscay , admirador y fiel amigo que, siendo dos años mayor, siempre lo cuidó. Y ayer debió respaldarlo nuevamente, asumiendo el rol de DT en la final de la Copa Libertadores ante Boca.
Pese a la situación, Biscay estuvo muy lejos estuvo de achicarse ante el imponente marco en la Bombonera. Se lo vio activo, de pie para ordenar al equipo, charlando muy seguido con los jugadores y con Hernán Buján, segundo ayudante. Y mantuvo la calma que lo caracteriza hasta en los goles: en el 1-1 se acercó a Palacios para darle una indicación, mientras Buján pedía calma. Es más, por momentos ambos dieron más indicaciones que los Mellizos Barros Schelotto, situados a tan solo unos metros.
"Creo que fuimos dominadores en el primer tiempo. Eso no lo hace cualquiera en cancha de Boca. Es un rival muy difícil, con jugadores de categoría que lastiman con cualquier pelota al área y pudimos hacernos protagonistas. Me quedo con el funcionamiento y poder definir en casa", destacó Biscay en conferencia. Y luego disparó: "Estoy ocupando un lugar que no me corresponde. Marcelo tendría que estar sentado aquí, pero por una sanción injusta, por haber entrado un minuto tarde en el primer partido ante Gremio, no puede hacerlo. Realmente no me siento cómodo porque el DT es Marcelo". E ironizó: "No me he comunicado con él todavía. Nos pusieron inhibidor de señal. Parece que acá vino el FBI para controlar que no habláramos".
El mundo River considera que es exagerada la suspensión al DT –no pudo asistir a la Bombonera y no podrá dirigir en los próximos tres partidos de la Conmebol–, hay un enorme respeto y valoración entre Gallardo, Biscay y Buján, tres amigos que mantienen una relación de hermandad después de conocerse de adolescentes y que trabajan juntos desde la primera experiencia en Nacional de Uruguay en 2011 y 2012. Y cada uno sabe su rol.
"Marcelo era el más chico de todos. Con 15 años, ya jugaba como un grande. Sentía por él una profunda admiración futbolística, y si alguno le iba fuerte, trataba de cuidarlo", cuenta Biscay en el libro "Gallardo Monumental" del periodista Diego Borinsky. "Se dio la coincidencia de que Marcelo dejó su casa en Merlo y vino a vivir a Olivos justo a la vuelta de donde vivía yo. Él estaba sin sus viejos, solo, y entonces estábamos todas las tardes juntos tomando mate, viendo fútbol, charlando. Así nos hicimos muy amigos".
Esa amistad se potenció con el tiempo, pese a que Gallardo jugó hasta 2011 con 35 años y Biscay se retiró en 2002, a los 28. Y el vínculo se fortaleció cuando el Muñeco tenía decidido iniciar el curso de entrenador en la Escuela de Técnicos de Vicente López, pero eligió llamar a su amigo Matías, que estaba en España, para que lo acompañara.
De perfil bajo, casi sin dar entrevistas y de muy buena llegada a los jugadores, fue ganándose el respeto de los hinchas a fuerza de trabajo y presencia para responder en los momentos difíciles: con el 2-2 de ayer en el superclásico, lleva cuatro triunfos y tres empates como DT alternativo. Y también dirigió en el 2-1 en la semifinal con Gremio en Brasil y en el 3-0 a Tigres para alzar la Libertadores 2015.
Estudioso y meticuloso como su amigo Gallardo, en los entrenamientos se lo ve de acá para allá con su clásica carpeta y es la persona con la que siempre conversa el entrenador antes, durante y después de los partidos (con Buján lo hacen mediante un handy, ya que mira los encuentros desde un palco).
Sin poder consagrarse en River –hizo todas las inferiores, debutó en 1995 con Ramón Díaz pero solo jugó siete partidos–, se retiró en 2002 después de jugar en Huracán, Lugano de Suiza y Compostela de España. Se alejó del mundo del fútbol y abrió tiendas de bolsos y bijouterie en Torremolinos y Fuengirola, ciudades de la Costa del Sol cercanas a Málaga. Hasta que Gallardo, 9 años después, lo rescató del exilio. El destino tenía un camino impensado para Biscay, quien ahora afrontará su máximo desafío.
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