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Matías Almeyda: “En un momento pasé a ser el loco y me aconsejaban que no hablara más”
Desde Atenas, donde dirige al AEK en su primera experiencia como DT en Europa, el ‘Pelado’ subraya la depresión y el abandono que sufren muchos futbolistas; “Hay un montón de ‘casos Cirigliano’, pero es mejor esconderlos”, dispara
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La pasó mal y se refugió en el campo. Sembró maíz, vacunó vacas y trabajó en el tambo cuando lo atrapó una profunda depresión, hace años. En el fondo de su última casa, en las afueras de San Francisco, en California, tenía una huerta, pero la dinámica del fútbol mudó la geografía: ahora vive en un departamento en la turística zona de Glyfada, a media hora del centro de Atenas y a cinco cuadras de las aguas turquesas del mar Egeo. “Acá se me complica para plantar algo, pero dame tiempo, voy a buscar la manera”, advierte Matías Almeyda. No duden de su determinación, algo brotará en un tiempo. Suenan Horacio Guaraní, el ‘Chaqueño’ Palavecino y Mercedes Sosa, que viajan con él a todos lados. “Consigo carne de Azul en Grecia, y compro carbón del Chaco, ¿podés creer? Que se enteren por allá”, revela. No se trata de nostalgia, el que asoma es el orgullo. Lleva la bandera argentina tatuada en un brazo, y usa boina y alpargatas también. No hay poses, es identidad. Podrá ir de un polo al otro del planeta, pero el corazón siempre apunta al Sur.
Jugó en Roma y ahora dirige en Atenas. Claro, el futbolista tenía 23 años y el entrenador va para 49. “Al Coliseo lo conocí al año y medio de vivir en Roma… una vergüenza; en cambio al Partenón ya fui, hasta puedo hacer de guía turístico”, bromea. “De aquellos manuales que veía en segundo año de la secundaria, a estar parado sobre la historia misma, es fuerte. Me pasó en el Coliseo, en el Partenón y también en Jerusalén. De repente, y gracias al fútbol, aquella enciclopedia se me hace realidad. Este es un nuevo aprendizaje, otro, para mí, para mis hijas, para mi mujer. En definitiva, el fútbol vale si te permite ser feliz y te ayuda a abrir la cabeza. Eso es lo que te llevás para siempre”. Las emociones, probablemente el tema que más moviliza a Almeyda.
La Superliga griega acaba de empezar, va una fecha. En el debut, AEK, el club que le abrió las puertas de Europa al Almeyda entrenador, uno de los grandes junto con Olympiacos y Panathinaikos, goleó 3 a 0. Pero desde hace un par de meses que el ‘Pelado’ se instaló en la cuna de la civilización occidental. El primer mes, para mezclarse entre la gente. “Quería conocer, escuchar historias, vivir su cultura, recorrí pueblitos, me perdí… Somos muy parecidos, son cálidos, y hay algo medio caótico también. Vengo del orden y las reglas de California [dirigió a San José Earthquakes de la MLS, hasta abril de este año] y acá todo es más relajado. Son cariñosos, respetuosos, viven mucho del turismo, entonces la predisposición y la hospitalidad está en su modo de ser. Mi elección, mi deseo, es involucrarme, no solo cumplir con lo firmado”.
-Y te querés probar en Europa…
-Sí, sí… Después de salir de la Argentina como entrenador, parecía que no me iba a ir más de México, pero fue mi elección pasar a los Estados Unidos. Entonces veía que no iba a ser sencillo entrar a Europa como entrenador porque nadie te analiza como el jugador que fuiste, sino observan al técnico actual. Y a nivel entrenadores, en Europa se mira muy poco el fútbol de México y de Sudamérica. En cambio, el fútbol de los Estados Unidos sí se mira mucho, y yo sabía que ese era un punto para intentar abrir una puerta hacia Europa. No tuve muchas propuestas, sí, algunas de selecciones sudamericanas, de clubes del mundo árabe, de México y algún argentino también, pero la elección de Grecia fue plenamente deportiva. Hay cosas lindas y otras que no, pero yo no vengo a cambiar la Liga, sino a ser parte de ella. El torneo es competitivo, duro, se mete bastante, no se regala nada, está marcada la diferencia entre los grandes y los demás. AEK lleva cuatro años sin ser campeón... Que el club vuelva a ser competitivo es el primer desafío. Veremos cómo nos va y si podemos estabilizarnos. En todo del mundo se vive en base a dos o tres resultados, o ya se cambia. Trataremos de hacernos fuertes para resistir.
-¿A Gallardo también le costará entrar en Europa?
-Nunca se sabe…, el Tata Martino pasó de Newell´s a Barcelona, nunca se sabe. Es cierto que estos ejemplos son los menos. Yo hace 12 años que dirijo, y cuando hace dos meses llegué a Grecia, vinieron de UEFA para revalidar el título de entrenador. Fueron dos horas y media de reunión, se quedaron pensado y recién ahí me habilitaron. Entonces… viste, je, el día a día de Europa es muy diferente a la Argentina, los clubes se manejan de una manera diferente. Hay que adaptarse.
-Y gestionar con los dueños, aunque ya lo aprendiste en México y Estados Unidos.
-Y, sí…por ejemplo acá, en el vestuario de AEK, son 20 las personas del staff, que son del club y están todos los días, entonces te tenés que acostumbrar un poco a que esté el manager, el director deportivo, el team manager, el secretario del team manager, el secretario del secretario del team manager… son un montón de puestos y de funciones. Para llegar a hablar con el dueño…, lo ves muy poco. Es diferente, muy distinto al lugar donde nacimos.
-¿Esto no limita tu libertad de acción?
-Por ahí hay procesos un poco más lentos, pero yo siempre trato de tener una línea directa con los dueños. Por supuesto acepto que es el dueño y le agradezco que me dé trabajo, pero le voy diciendo todo lo que pienso, de lo contrario es todo demasiado protocolar. Pero acepto que vine a un lugar a adaptarme, y no a cambiarlo. Porque pecaría de ser ese argentino soberbio, un estereotipo por el que nos tienen catalogados muchos en el mundo. Tampoco pierdo de vista que, ojalá, mi conducta pueda abrirles paso a otros colegas en algún momento.
-¿El ambiente del fútbol griego sabe quién sos como DT?
-Tiene la curiosidad normal sobre un técnico desconocido para Europa. Yo he sido técnico en Norte y Sudamérica, y lo entiendo y lo acepto. Yo hace 12 años que trabajo, no hay un cuerpo técnico improvisado, nosotros sabemos adónde y a qué venimos a Grecia. No venimos a demostrar nada, pero sí es verdad que somos un poco desconocidos en el ambiente europeo como cuerpo técnico.
-¿Dirigir en la Argentina ya salió de tu radar?
-Mirá, yo este trabajo lo hago porque me da felicidad, y la felicidad me la puede dar Cemento Armado, de Azul, Alumni Azuleño o el mejor club de Europa. No me interesa el lugar. Llevo 12 años dirigiendo, y no me veo 12 años más dirigiendo. Quiero llevar otra vida. El día que no me haga más feliz, haré lo mismo que hice como jugador: se acabó. Porque no es que sin esto me voy a morir, no, no, he aprendido a disfrutar de otras cosas en la vida: la familia, el crecimiento de los hijos, tener tiempo para uno… En algún momento voy a tener que parar por una cuestión de salud mental, también, ¿no?
-Mucho tiempo criticaste y sufriste el ambiente del fútbol. ¿Hiciste un pacto interno para permanecer en el?
-El fútbol es el reflejo de las sociedades… Yo jugaba porque me hacía feliz, de chiquito me tiraban la pelota y yo me reía solo. Después, dejaron de decirme que me divirtiera con la pelota… Vas madurando, creciendo y descubrís que hay gente de todo tipo. Después, me llevó 5 años de terapia darme cuenta que yo amo el fútbol y no me tiene que importar lo que digan de mí. Porque tampoco estoy para juzgar a nadie. Ahora acepto como es. Siempre seré sanguíneo y hay cosas que me enervan, pero trato de trabajarlas como para que no me den un dolor de panza. Acepto. Acepto las cosas que hay y elijo no ser parte de muchas.
-Alguna vez te definiste como un ‘protestante del fútbol’. ¿Te trajo problemas?
-He aprendido mucho de mis errores, y también aprendí a aceptar a la gente. Cada uno tiene sus problemas, y muchos sacan esa mierda que llevan… Trato de separar para que no me haga mal. Y me he alejado bastante de todo… hace un año que no daba una entrevista, por ejemplo. Aprendí, con el tiempo, cuándo las entrevistas son genuinas y cuándo llevan una dirección interesada.
-Estás como en guardia, entonces.
-Que digan lo que quieran, ya no me mueven la aguja. Si yo soy feliz, ¿por qué alguien me va a quitar mi felicidad por un comentario suyo? Hoy están muy de moda las redes sociales, ¿no? Bueno, ni las miro. Están muy al pedo, cómo voy a enroscarme con un comentario. Habiendo tantas cosas de tanta profundidad y tan graves en el mundo, yo no me puedo hacer problemas porque alguien diga que Almeyda hizo mal los cambios. ‘Y bueno… flaco, dirigí vos, ¿qué querés que haga? Ahora estoy yo’. Las redes se pueden utilizar bien, ojo... pero fíjate qué pasa con la política: es mostrar mierda todo el día. Y así no cambiamos más, es triste, no sirve. Y se dañan familias. No lo voy a cambiar yo, entonces elegís ser parte o te mantenés afuera. Se perdieron valores, valores como no tener envidia ni resentimiento.
-Mencionaste la salud metal, y vos la pasaste mal. ¿Al jugador se lo prepara para debutar y se lo descuida para retirarse?
-Hace 20 años que advierto esto. Es más, en un momento pasé a ser el loco… y me aconsejaban que dejara de decirlo: ‘No, no, no podés hablar de esto’, me decían. Y es muy grave. A vos te sacan de tu casa cuando sos chico, de tu ciudad, tus papás se enganchan porque ven que vas a cumplir tu sueño… Ahora, en esos lugares a los que llegás hay profesionales, gente que ya sabe lo que va a pasar con los años, esos que entran al vestuario ganador felices y te saludan, pero el día que perdés ya no te quieren mirar. Te preparan solo para jugar y rendir, como un producto, y ahí el fútbol es hipócrita. Y la gran mayoría de los jugadores, que no tienen una preparación de base, se creen que el fútbol es eterno… y sepan que no es eterno. No les mientan. Y también está el jugador que, porque le pega bien a la pelota, se cree que está tres escalones arriba de los mortales. Mentira. Cuando yo asumí como entrenador llevé a River a un biólogo muy reconocido mundialmente [Estanislao Bachrach] porque quería que analizara las mentes y les explicara a los jugadores el funcionamiento del cerebro. Yo dije muchas cosas que quedaron ahí… Es como todo. Si vos abrís cabezas en un país, ¿que pasa?
-Puede ser peligroso para los intereses de determinado sector.
-En el fútbol es igual. No conviene formar ni educar. Así quedan jugadores tirados, campeones del mundo que piden plata a la salida de un restaurante ¿y dónde están los que te apoyaban? Hoy lo estamos viviendo con el caso de ‘Ciri’ [Ezequiel Cirigliano] y yo así conozco a un montón, y también porque lo viví en carne propia. Pero mejor esconderlos. Hace años que digo esto y no fui escuchado nunca, fui minimizado. Y hablaba con profundidad porque me pasaba a mí y porque veía a un montón de compañeros con problemas anímicos. Estos temas se tocan solo cuando hay algún suicidio, y después, otra vez silencio. Todos los días se podría estar ayudando, y no solo con un psicólogo. Psicólogo ponen todos por obligación, pero sin convicción. Es más profunda la problemática. Hay que preparar de verdad al ser humano, no al jugador de fútbol, que es un rato.
-¿Cómo ves a los jugadores en estos tiempos de máxima exposición?
-Tenés a los jugadores que actúan por instinto y lo hacen muy bien. Tenés futbolistas que se guían también por su instinto y cometen errores. Tenés a los futbolistas que vienen con una preparación, con una base de estudios, con familias de muchos valores, y a esos chicos les tenés que explicar el ejercicio dos veces. A los otros se los tenés que explicar toda la vida. Ahora, el instinto hace que pese a no entender el ejercicio, lo resuelvan. Pero cuando se termina el fútbol, con el instinto no alcanza. En cambio, al jugador pensante, cuando se le termina el fútbol no tiene problemas. ¿Por qué? Porque el que comprende un ejercicio también comprende que el fútbol un día se termina… ¿me explico? El instinto, la astucia, puede resolver puntualmente, incluso de manera magistral, pero la vida es otra cosa, es más larga, y premia al que estudia, analiza, interpreta, se prepara…
-Formación, estados de ánimo, olvidos, suicidios...
-Cuando se habla de un enfermo de cáncer, de diversidad de género, de derechos, hay que tener cuidado porque te pueden saltar a la yugular según qué y cómo lo digas; ahora, si hablamos de depresión, no existe el mismo respeto ni cuidado por el otro. Y la depresión es hoy uno de los grandes problemas que tiene el mundo. Hay chicos y grandes deprimidos; pobres, de clase media y ricos deprimidos… y no se ataca la causa. Si minimiza, se esconde. Y hay grandes problemas emocionales hoy. Pero no conviene hablar ni mostrarlo, se esconden estos temas. Cuando se detecta a un futbolista con depresión, no se lo cuida ni contiene con la misma vara, y tendría que ser así porque es una enfermedad también. ¿Por qué un futbolista no puede decir que es depresivo mientras juega? Noooo. No faltará el que lo señale: ‘Ojo, ojo que es depresivo’, y así se podrá explicar si jugó mal. Eso es meter mierda y no ayudar. Hay albañiles, panaderos, abogados, empresarios y periodistas que va a trabajar con depresión, y seguramente se los cuida, se los ayuda, como debe ser. Pero el futbolista no puede contarlo. Empecemos a cuidarlos en serio, a hacer algo por ellos. Basta de mentir y esconder.
El dolor interminable, el bastón de sus hijas y el silencio obligado
Lo extraña a Oscar, lo extrañará el resto de su vida. “Su muerte es el dolor más grande de mi vida. Era mi padre, mi amigo. Me enseñó a intentar ser una buena persona; junto con mi madre me dieron valores que hoy le faltan al mundo. Me enseñaron a agradecer, me enseñaron a ser humano. Me dieron mucho amor y no hay día que no extrañe a mi padre. Saber que ya no puedo llamarlo, saber que ya no me va a responder, me causa tristeza. Está en un lugar superior, en un lugar más lindo, y lo sé por la fe que tengo. Acepto esta pérdida que me ha caudado tanto dolor”, cuenta Matías. En marzo de 2021 partió, víctima del Covid. Juntos con su señora, Silvia, ambos estaban internados en el hospital Pintos, de Azul. Oscar se marchó.
Ni la angustia detuvo la primera voluntad de Matías: se comunicó con todo el arco político, de Kicillof a Massa, pasando por Bullrich, Santilli y hasta la ministra de Salud, Vizzotti, para explicarles cómo deseaba ayudar: había llamado al laboratorio Johnson y Johnson para comprar 30 mil vacunas para su ciudad. “Pensaba que lo podía hacer. Se estaba muriendo mucha gente y me daba pena que murieran como mi padre”. No fue posible, solo los gobiernos podían establecer las negociaciones. Se quedó con dolor, rabia e impotencia.
-¿Te radicarás en Azul alguna vez?
- Yo he tenido la oportunidad de conocer varias partes del mundo, pero varias partes del mundo no tuvieron la ocasión de conocer el lugar más lindo: Azul. Pero no me imagino nada todavía. Vengo rodando desde los 15 años y voy a cumplir 49, he ido de acá para allá siempre... No sé si soy hombre para estar en un lugar. Viajaré, viajaré, e iré siempre a Azul. Y veremos qué hacen mis hijas, uno pasa a un cuarto plano; ahora será el tiempo de ellas.
-Tenés hijas grandes ya, Sofía de 20, Azul de 18 y Serena, de 15. Más tu mujer, Luciana. ¿Qué has aprendido entre tantas damas?
-Me han ayudado a ver mis errores. Ellas son mi sostén, mi bastón. Donde me desacomodo, ahí me puedo apoyar. Soy un agradecido de mi familia. Todavía, por suerte, las chicas siguen con nosotros, aunque ya están grandes. Aprendo de ellas, trato de mejorar. Soy un papá tranquilo, compañero, abierto con todos al diálogo. Me hago cargo cuando me equivoco y cuando se equivocan, también se los hago saber. Cuando estuve con mi depresión me aislé bastante, por eso estoy tratando de recuperar todo ese tiempo.
-¿Seguís la cotidianeidad de la Argentina?
-Todos los días le dedico una hora a la información de la Argentina, y hablo con mi familia y con mis amigos. Y sí, obvio, yo estoy enterado de lo que pasa… yo pago impuestos en la Argentina. Mantengo el deseo de que algún día tengamos el país que queremos, y dejar de ver que se vive mal. Tenemos un país maravilloso, hermoso. Lo bueno me da mucha alegría y lo malo, mucha tristeza.
-¿Padecés el trato que recibe el campo?
-Yo antes hablaba bastante del tema, y después de la muerte de mi padre me di cuenta que no… Ahora prefiero guardarme todo lo que pienso. Porque no suma, es verdad… Yo no evadí nunca impuestos en la Argentina, nunca, pero vi cómo murió mi padre sin vacunas y me dio mucha bronca. Muchísima. Pero lo dejo adentro, es mejor no contaminar más lo que ya está tan contaminado. Es mi colaboración en este momento.
¿Bielsa, Sacchi, Eriksson o Bilardo? La magia de Pipo Gorosito
Jugó con Prosinecki, Bebeto, Nesta, Nedved, Mancini, Stankovic, Vieri, Buffon, Fabio Cannavaro, Thuram, Taffarel, Materazzi, Recoba, Adriano... “Y con tantos más, como los muchachos de la selección, todos buenísimos”, aclara. Pero si se trata de elegir a uno, a dos, y aun a riesgo de ser algo injusto… “Por humildad y don de gente, Cedrés es el número 1, me marcó mucho, un hombre, muy frontal; el otro es José Chamot, un genio de tipo, minimizado porque no hablada. Casi no le hicieron notas y estuvo en tres mundiales”, describe. ¿Sorprende la elección? Pasa a los entrenadores: “Tuve a Passarella, a Sabella, al Tolo Gallego, a Eriksson, a Bilardo, a Sacchi, uno de los que marcaron la historia, a Zaccheroni, a Bielsa, a Cúper… y también me dirigió uno de los mejores, ‘Pipo’ Gorosito. Y es verdad lo que digo; ‘Pipo’ me invitó a jugar a la pelota, y es una frase que hoy utilizo: ‘Jueguen a la pelota’, la esencia de cuando íbamos al campito”.
-Discutirías con el Cholo Simeone. Para él, jugar a la pelota es algo muy diferente a jugar al fútbol.
-¡Pero el Cholo no tuvo campito! Jajaa, es un genio el Cholo, y él lo vive así. Es respetable y le va excelente.
-Dirigiste River sin experiencia como DT, como Scaloni en la selección. ¿Se parecen?
-Por algo le eligieron y rindió. Tiene un gran cuerpo técnico. A él se lo ve humilde, desde afuera se ve un grupo unido, comprometido con un país. Y nos llena de esperanza, porque lo van a intentar en el Mundial. Ya ganaron la Copa América y pueden soñar con ir por la Copa del Mundo. Es gente que trabaja, y los que trabajan y mantienen la humildad, se merecen lo mejor.
-Y tienen a Messi.
-Está Messi, y él absorbe presión y a los demás les da mucha tranquilidad. Eso nosotros no lo tuvimos en 1998, al contrario, fuimos los primeros post Diego. Diego fue a relatar en Francia ‘98, ¿sabés lo que era jugar y tenerlo ahí arriba…? Pensar que por edad, tranquilamente, podía haber estado con nosotros en ese Mundial, si tenía 37 años...
-¿Asumís que ya no está?
-Hay días que me parece mentira que ya no estén Diego ni mi padre. Para mí, una parte del futbol murió con él. Diego era fútbol, era el fútbol nuestro. Era el Diego. Lo querías ver caminar, aunque estuviese gordo. Él fue nuestra bandera, y fue el que hizo la magia. Él fue el mago. Hay una parte que está muerta, no está más. Levantaba una pelota y yo me emocionaba. Y yo conocí a la persona, además; hablábamos de muchísimos temas… fue demasiado triste el final que tuvo. Tuvo una vida rara, difícil de vivirla. Tanta fama a veces te limita. Diego es eterno, Messi lo será también. Tuvimos a los dos, a los dos… ¿Los habremos valorado? Con el tiempo diremos: ‘Mirá lo boludo que fuimos…’
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