Martín Terán: a 25 años de la proeza del wing de los Pumas que terminó jugando al fútbol

En 25 años el rugby argentino dio un vuelco enorme, pero hay cosas que no cambiaron. Como la presencia de wings pequeños. En la actualidad, Santiago Cordero viene a vestir una camiseta que en el pasado llevaron pequeños gigantes como Diego Albanese o Gonzalo Camardón.

El 4 del actual se cumplió un cuarto de siglo de la proeza de otro diminuto wing de celeste y blanco: el 4 de octubre de 1991, en Llanelli, Gales, en la presentación del Mundial disputado en las Islas Británicas, Martín Terán le apoyó dos tries a Australia, que un mes más tarde sería campeón de la mano de John Eales, Tim Horan y David Campese.

Los Pumas volvieron a enfrentarse con los Wallabies en tierras británicas, esta vez en Twickenham y por el Rugby Championship. Pero la cabeza de Terán revive aquel choque del 91. “Le hicimos un gran partido a Australia”, recuerda en diálogo con LA NACION desde su Tucumán natal. “Teníamos un equipazo, con grandes jugadores. Teníamos la expectativa de clasificarnos a cuartos de final, pero pecamos de inexpertos y tuvimos mala suerte en el partido con Samoa.”

Perteneciente a una familia de rugbiers que incluye a su primo Gabriel, también ex Puma, Terán medía 1,69 m y pesaba 76 kg en aquella época. Multifacético, luego del Mundial 95 jugó al fútbol en la primera de Atlético Tucumán. Convirtió 18 goles en la Liga tucumana y marcó el tanto para salvar al equipo del descenso en la B Nacional el 11 de mayo de 1997 (triunfo por 2-1 sobre Douglas Haig). Luego volvió a Tucumán Rugby como entrenador. Pero nada se compara con aquellos dos tries a los Wallabies.

Los tries de Terán en un documental internacional

“Siempre digo que soy un tipo con suerte”, recuerda Terán, hoy empresario gastronómico. “El primero fue una salida de Lisandro Arbizu: uno de los forwards va a cargar y cachetea la pelota; el rebote le queda a Arbizu, que me tira un rastrón; la agarro cinco metros antes del in goal, me tacklean entre dos y llego con lo justo contra la bandera. Si en esa época hubiera habido TMO no sé si me lo daban. La jugada del segundo try casi nunca la practicaba porque de ese lado jugaba Diego Cuesta Silva; yo jugaba de wing izquierdo. La jugada se llamaba ‘Josefina’, como la novia de Diego, que ahora es la mujer. Como enfrente jugaba David Campese y Diego era más experimentado nos cambiamos de punta para sacarme la presión y tuve la suerte por haber quedado en la derecha. Fue un redoble entre medio scrum [Gonzalo Camardón] y el centro [Hernán García Simón] y yo entré cruzado, haciendo una tijera.”

-¿Qué recordás de aquellos Pumas?

–Teníamos un equipo de muchos changuitos con algunos jugadores experimentados. Como individualidades era un equipazo. Aparecíamos pibes como Arbizu, Camardón, Federico Méndez, Pedro Sporleder, que teníamos entre 19 y 21 años. Diego Cash y Cuesta Silva eran los más grandes. Fue la base de lo que sería el plantel del Mundial 95, al que llegamos con más experiencia, pero no tuvimos suerte.

–Y después de ese Mundial te dedicaste al fútbol…

–Yo soy muy deportista: jugaba fútbol, rugby, golf... y era fanático de Atlético. Cuando no viajaba con los Pumas iba a la cancha. A veces no me entrenaba para ir a jugar al fútbol. Haber jugado en la primera de Atlético fue un sueño para mí.

–¿Cómo llegaste a Atlético?

–Un verano estaba jugando con unos amigos, me vio gente de Atlético y me invitó a probarme. El primer año jugué en la liga local e hice 11 goles. Después jugué un año y medio en el Nacional B. El mejor recuerdo es el de un partido en el 97. Perdíamos 1-0 con Douglas Haig y nos estábamos yendo al descenso. Yo estaba en el banco y, a los 35 del segundo tiempo, la gente me empieza a pedir. “Dios mío, justo ahora”, pensé yo. Entré, empató Alejandro Kenig, a los 41, y yo hice otro a los 45. Tuve un paso corto, pero he dejado mi huella.

–¿Tus hijos juegan al fútbol o al rugby?

–Tengo cinco hijos: una mujer y cuatro varones. Sol, de 17, salió como la madre: no le gusta el deporte. A Martín, de 14, y Mateo, de 6, les gusta el fútbol; son zurdos. Félix, de 12, y Andrés, de 10, juegan al rugby.

–¿Con qué jugador del plantel de ahora te identificás?

–Me gusta mucho Santiago Cordero porque tiene características parecidas a las mías. Me gusta muchísimo como busca la pelota por todos lados, no la espera, ahí hace el desequilibrio.

–¿Se puede comparar tu época con la actual?

–En toda la historia los Pumas han tenido jugadores que técnicamente estaban a la altura de los grandes. Ahora han emparejado la cuestión física. El día que haya 30 jugadores al mismo nivel vamos a dar mucho que hablar. Todavía hay diferencia entre los que son titulares y los que son suplentes. Con el tiempo vamos a llegar a ser una potencia. Los jugadores tienen las condiciones y ahora contamos con la competencia de la que antes no disponíamos.

–¿Cómo ves a los Pumas actuales?

–Están trabajando muy bien. Da la impresión de ser un equipo que si juega más concentrado durante los 80 minutos le puede ganar a cualquiera. Contra estos equipos te descuidás un segundo y no te perdonan. Los partidos se definen en pocas jugadas. Pero tenemos muy buenos jugadores.

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