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Mark Fenwick, el arquitecto que diseñó el estadio desmontable de Qatar 2022, un “Lego” gigante con espíritu de circo
El 974 Stadium es el más barato de los ocho recintos mundialistas de Qatar 2022; fue construido con contenedores
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“Hoy en día, el contenedor es como el ladrillo del mundo de tierra”, dice desde Madrid el arquitecto inglés Mark Fenwick, diseñador del “974 Stadium”, el estadio más barato y peculiar de los ocho que se usarán en el próximo Mundial. En el interior de su estructura hay 974 contenedores, separados en una escala cromática para determinar su función: los rojos son los baños y los azules, los negocios. Una coincidencia fortuita: la cifra coincide con el prefijo internacional de Qatar. “Los estadios son catedrales modernas”, agrega Fenwick, fanático de Manchester United a quien alguna vez el mítico George Best casi atropella a la salida de un partido en Old Trafford.
—¿Cómo fue que nació la idea de un estadio desmontable?
—Pensamos que no era necesario tener otro estadio en Qatar. Sobraban. Estaban los elefantes blancos de Sudáfrica o Brasil, por lo que nos pareció que era muy responsable y sostenible proponer un estadio desmontable que se pudiera llevar a otro sitio, casi como un Lego. Fue una idea innovadora: nunca se ha hecho jamás. Hay pequeñas cosas desmontables, pero nunca algo de esta envergadura.
—¿En el proyecto original esa contaban con los contenedores como materia prima y eso hizo que la ubicación del estadio fuera cerca del puerto?
—No. El lugar ya estaba. Cuando nos pusimos a pensar cómo se transporta en este mundo de hoy vimos que transporta todo con contenedores. El contenedor es como el ladrillo del mundo de tierra. Es un ladrillo grande y además perfectamente transportable. Como un elemento homologado. Entonces utilizamos el contenedor como el ladrillo, como la pieza fundamental del proyecto.
—¿Cada contenedor es la piecita del Lego y son 974 piecitas?
—Exacto. Cuando empezamos el proyecto fuimos a comprar una caja de Lego: pusimos las primeras ideas y los primeros colores. Básicamente, los contenedores se pueden ir uniendo y apilando, como en un Lego. De forma de que son como un edificio Lego y luego cada color es un uso. Los contenedores rojos son los baños; los azules son los negocios; los amarillos son de otra cosa. Desde la fachada de afuera los colores te dicen dónde están las cosas. Todo es muy fácil, muy sencillo. Y el estadio como ves es una escultura, como una especie de estantería: fuimos colocando los contenedores como cajas, como piezas. Y como vienen completamente preparados desde origen, desde fábrica, lo único que hay que hacer es enchufarlos y ya funcionan.
Así es el estadio desmontable de Qatar 2022
—¿Desde el principio eran 974 contenedores o se fueron agregando?
—Es absolutamente una coincidencia. Lo tengo en un libro y no me lo acordaba. 974 es el prefijo: tengo contados los contenedores y son 974. Coincidencia. Las cosas que salen a veces en la vida. Lo vieron y alguien dijo: “El 974 es el prefijo de Qatar”. 974 quiere decir Qatar.
—¿Fue el estadio más rápido en construirse de todos los de Qatar?
—Creo que sí. Lo bueno de la prefabricación, aparte de ser más sostenible, es que la calidad es mejor. Hacer los baños en una fábrica es mucho más industrializado, más perfecto, más ordenado. Posiblemente la obra es más rápida porque lo que no se ve es el tiempo que hubo de trabajo en la fábrica. Desde luego, el montaje es mucho más rápido.
—Es el único de los ocho estadios que no tiene aire acondicionado: ¿cómo hicieron para climatizarlo?
—Era un reto que teníamos. Como es desmontable, no se trata de una instalación fija y se va a usar poco tiempo. El Mundial es en noviembre y diciembre: es un estadio abierto que permite la ventilación cruzada. Los resultados son magníficos, incluso en los tiempos de calor.
—¿Cuánta gente trabajó en este estadio?
—En el proyecto, arquitectos, paisajistas, ingenieros de estructuras, ingenieros de la cubierta, que es complicada, y de instalaciones. Podría ser que hayamos trabajado como 60 personas. En la obra no lo sé, pero en una obra de estas hay por lo menos 1500 personas.
—¿Es el estadio más barato de todos los de Qatar 2022?
—Sin dudas. Tampoco tenemos cifras de costos, pero sí lo sé. Es el más barato de los ocho. Eso también a mí me gusta mucho y es extraño: el país más rico del mundo es el que ha hecho realidad una solución que deberían haber hecho los países más pobres.
—Sudáfrica por ejemplo...
—Sudáfrica sin dudas. Y Brasil. Esta solución... la ha hecho Qatar. En Manaos, Brasil, es una pena ver a los estadios como están ahora. Ha sido una responsabilidad de de futuro. O sea, para los siguientes mundiales.
—Si pudiera decidir dónde trasplantarlo una vez que lo desmonten, ¿qué ciudad del mundo elegiría?
—El camino más potente es al siguiente mundial. Llevarlo a una de las ciudades de Estados Unidos, Canadá y México. Yo creo que México sería un lugar fantástico. Un estadio de estas características, ventilado... México sería una buena ubicación.
—¿Se lo imaginan como un estadio-circo, una construcción itinerante?
—Diste en el clavo. Cuando yo presenté el estadio, el ejemplo que di era el circo. El circo llega con un tren, camiones...se monta. Tienes el evento, se desmonta y se lleva a la siguiente ciudad. Todo sería fantástico porque además con cuatro años hay tiempo más que suficiente para desmontar, transportar y montarlo otra vez. Se puede hacer. Y siguiendo hasta tres, cuatro y hasta cinco mundiales más.
—¿Cuánto se tarda en desmontar, transportar y volver a levantar?
—Eso hay que verlo, eh. Se desmonta en un año. Es un poco de arqueología, ¿no? Porque hay que desmontar con las piezas numeradas para que sepa que cuando a dónde van la siguiente vez.
—Es como un rompecabezas numerado.
—Como un rompecabezas, sí. El transporte es curioso. Yo pensaba que serían varios barcos y no: es un tercio de un barco. El estadio cabe en un tercio de un barco de contenedores. Los barcos son enormes y son 974 contenedores. Transporte: tres semanas para llegar a México y yo diría que año y medio para levantarlo otra vez. Para hacer todo el proceso tres años. Y queda un año para afinar las cosas.
—¿Cuál es el el estadio de fútbol en el mundo que más lo sorprendió en su vida?
—Los estadios han sido bastante básicos hasta hace muy poco. En los ‘80s-’90s eran contenedores de hormigón con personas. Uno que me hizo mucha sorpresa era el estadio del Allianz Arena, de Munich. Ahora hay montones de estadios brutales.
—¿Le gustaría que su equipo en Inglaterra reemplazara su estadio por el desmontable de Qatar?
—Sí, por supuesto. No tengo problemas con los equipos. Siempre digo que soy del equipo que me paga.
—¡Como los futbolistas!
—Más o menos. La relación con las personas y con el equipo, con el presidente, es cariñosa. Te haces muy de ese club. Cuando conoces a las personas, a la gente, al lugar donde vas, a sus problemas, te encariñas, con lo cual yo me voy haciendo muchos equipos.
—¿Y qué pasaría si su equipo le encarga un estadio? ¿Cómo se sentiría?
—Los estadios tienen que ser muy personales. No me gusta nada la arquitectura global. Un estadio nuestro sólo puede estar en un lugar y con ese club. Salvo este, que es desmontable. Espanyol o Valencia tienen algo con el lugar. Utilizamos el simbolismo del club, con lo cual nos metemos muchísimo en en el alma del club. No solo es un edificio. Yo lo que quiero es que el estadio tenga algo que ver con el alma del club. Y eso son las personas, los colores, la historia, la ubicación, todo esto es algo que que metemos en los proyectos que hacemos. Los estadios actuales son catedrales modernas porque el fútbol es una religión. Hay que hacer que la arquitectura responda a ese culto.
—¿Le gusta el fútbol?
—Sí, obviamente. Bueno, soy británico. Hemos sido conocidos por el rugby, es que es muy brutal. El fútbol es espectacular y obviamente yo sigo muchísimo la liga española: estamos a 2 km del Real Madrid y a 3 km del Atlético de Madrid.
—Además, tiene un apellido de un ex jugador de la selección inglesa.
—Exacto. Tanto de fútbol como de rugby.
—¿No es familiar de ninguno de los dos, verdad?
—No, no. Más quisiera. Tengo que hacer algo con la Argentina, porque mi hija se acaba de casar con un argentino. Ahora me tengo que hacer...
—¿De qué club es su yerno?
—Creo que es de Boca.
—Tiene que pisar la Bombonera, ¿la conoce?
—No. No he estado nunca. Tengo que ir para allá. O que nos llamen y hacemos algo, porque ya tendré algo familiar ahí.
—La van a reformar, con lo cual quizás precisen un arquitecto.
—Totalmente: aquí estamos, además con familia de allí.
—¿Cuál es el primer recuerdo del fútbol que tiene?
—Yo me acuerdo mucho de un futbolista un poco rebelde británico que se llamaba George Best. Me acuerdo que fui a Manchester y en un paso de peatones...de pronto, un Jaguar se frena a dos centímetros de mi pierna. Era George Best. ¡Casi me atropella! Pero, un tipo muy simpático. Fue un momento brillante del fútbol inglés: Jackie Charlton, George Best y todos estos. Y también recuerdo el enojo con Maradona por la mano de Dios. Un jugador espectacular. Hay que reconocerlo: podía ser el mejor del mundo.
—¿Qué edad tenía cuando pasó lo de George Best?
—16-17 años. Un adolescente. Best iba con una rubia espectacular y por eso no me vio y casi me atropella. Era encantador. Lo conocí tres minutos. Pidió disculpas. Atropellas a alguien en un paso de peatones y tienes problemas. Ah...¡Iba sobrio!
—¿O sea que usted es del Manchester United?
—Sí. Ahora nos hemos movido a España. A veces voy entre Atlético de Madrid y Real Madrid. Me gustan los dos. Y soy muy de Espanyol y Valencia.
—Como estudio de desarrollador de tres estadios del Mundial, ¿cuál es la postura que tienen sobre las condiciones de trabajo de los obreros de Qatar 2022?
—Somos muy responsables socialmente. Creo que los Mundiales sirven para algo. Igual que en Sudáfrica hubo apartheid y luego hubo un cambio muy importante en en la sociedad a raíz del Mundial, yo creo que en Qatar esto ha servido para ayudar en este tema. Puedo decir (y aparte es que si no fuera así yo no estaría involucrado) que los qataríes al principio han hecho un esfuerzo enorme en mejorar las condiciones tanto de trabajo como de vida. He estado en los campamentos: no es el Ritz ni ningún sitio maravilloso, pero hay respeto. Hay calidad. Hay sitios médicos. Hay áreas deportivas. Están viviendo de una forma bastante respetable. En cuestiones de seguridad, las obras son tremendamente vigiladas. Yo diría que más que las obras nuestras en España, que están vigiladas por empresas extranjeras. Y de hecho ninguna de las obras es qatarí. Son extranjeras. Veo a estadounidenses y británicos criticar a Qatar cuando son sus empresas las que están construyendo. La mortalidad es muy baja. En nuestros tres estadios no ha habido ningún muerto. The Guardian habla de 4500 muertos en las obras de los estadios en Qatar. No es verdad. Yo creo que uno de los grandes logros es el esfuerzo que han hecho en mejorar, de cara a los obreros y a los trabajadores en este país. Realmente creo que han hecho un esfuerzo muy grande y si este mundial ha podido cambiar socialmente este aspecto, creo que es una buena cosa.
—¿Cree que la publicidad negativa tiene que ver con que a Inglaterra y Estados Unidos todavía les dura el enojo por haber perdido la sede?
—Totalmente. Creo que hay un gran enojo por parte de ellos. El Fair Play es reconocer cuando has perdido y saludar al contrario. Falta eso. Yo que he estado en Qatar. He visto el esfuerzo y la calidad en materia de seguridad. Es mucho más que en muchos países de Europa.
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