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Marcelo Gallardo: la aclaración de la frase sobre la final de Madrid, por qué nunca se relaja el recuerdo de la noche en la que atajó Enzo Pérez
El “Muñeco” brindó una extensa entrevista en la que repasó algunos de los momentos más anecdóticos de su carrera
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Un Marcelo Gallardo sereno se presentó en una entrevista televisiva en TyC Sports para charlar a fondo sobre River y el pasado. Trajo de nuevo anécdotas que habían quedado en el olvido y se refirió a acontecimientos ocurridos en las últimas semanas. A fondo, esta vez con un tinte anecdótico. Es que, luego de confirmar su continuidad, parecía que no quedaba mucho por decir. El entrenador de River, primero, evitó el conflicto cuando le preguntaron por la frase que utilizó en la reciente celebración del aniversario de la Copa Libertadores obtenida ante Boca el 9 de diciembre de 2018. En el festejo, el ex número 10 de la institución de Núñez había invitado a los presentes a “cerrar los ojos e imaginar qué habría sido de ellos si hubieran perdido aquella final”.
“No podés contentar a todo el mundo y hay gente que espera para atacarte. Traté de transmitir lo que significa ganar lo que ganamos. Será un tesoro para toda la vida, será muy difícil de repetir y no había existido en la historia. Quería que los hinchas disfrutaran de un momento eterno que no se los va a quitar nadie. Estoy fuera de la discusión. Es problema de los demás que quieran atacarme. El que quiere generar eso, no me conoce, no sabe cómo actúo”, dijo el “Muñeco” en TyC Sports, ante las críticas que recibió. Mucho de ese fuego enemigo fue causado por un malentendido. La frase, según muchas personas, fue una manera de hacerle ver al hincha lo afortunado que es River por haber salido campeón de aquel torneo.
Gallardo también reveló detalles de los momentos previos a decidir que iba a seguir un año más en el club de sus amores: “La decisión de mi continuidad la tomé con felicidad, con un rango muy sentimental y por la respuesta que vi de los jugadores. Estoy contento de la decisión que tomé. En el último tramo nos reconocimos como equipo, fuimos un equipo atractivo para ver y eso me conmueve como entrenador. Cuando vi esa respuesta, signos que fueron buenos, estoy feliz de haberme quedado. Firmé por un solo año porque involucrarme en un proceso largo en el que necesitás mucha energía no me iba a hacer bien. Estímulos cortos para saber cómo la voy llevando. No estaba preparado para un proceso largo”.
Y dio a entender que se mantiene con el mismo espíritu competitivo de siempre: “En realidad, relajado no estoy nunca. Solamente cuando me tomo días de descanso. En la dinámica del laburo, una cosa me va llevando a la otra y encuentro momentos para mí. Fuera de cuando corto, digo basta, me voy a hacer algo que me gusta y trato de disfrutar. Es difícil estar relajado cuando se trata de competir, uno convive con la tensión, la preparación de un partido y la dinámica de jugar seguido. Es difícil relajarte en ese período. Sin la doble competencia encontramos espacio para preparar el partido con una dinámica más tranquila. Es difícil relajarse”.
Se trasladó al pasado, luego. Precisamente, a un momento bisagra en la historia de River, aquel 2014 en el que firmó como entrenador: “Al asumir como DT de River, más que soñar, lo único que deseaba era demostrar que me había preparado para llegar a este lugar. Conocía y entendía que había que desarrollar una estructura. Habíamos sufrido años anteriores, habíamos salido campeones, mi llegaba fue inesperada, pero me encontré con dirigentes con deseos de posicionar al club y sanearlo. Creo que coincidimos. Quería demostrar que estaba capacitado para formar una estructura que se pudiera sostener”. Y dijo sobre un momento anecdótico que vivió con Rodolfo D’Onofrio en aquel entonces: “Yo puedo decirte que el primer semestre fue muy bueno, tuvimos tiempo para trabajar en la pretemporada, seis semanas para trabajar limpias. Dos fueron en Ezeiza, dos en Estados Unidos y eso nos permitió inyectar, bajar una línea. En los primeros partidos no salió lo que procesamos, pero siempre hay un tiempo hasta hacer el click. Cuando nos tocó ir a Mendoza lo invité a jugar al golf a D’Onofrio e hizo una mención que vale la pena recordar: era el tercer o cuarto partido y me dijo que él estaba convencido de que los cuatro años de gestión los íbamos a terminar juntos. No habíamos ganado y lo recuerdo porque para mí fue valioso, no tenía la necesidad de decírmelo, pero lo sintió”.
Después, cerró con uno de los momentos más paradójicos del año de River, el día en el que Enzo Pérez se puso los guantes de Franco Armani, con victoria por 2-1 sobre Independiente Santa Fe por la Copa Libertadores. “Nunca pensé que iba a salir a jugar con un jugador de campo de arquero. Fue una de las cosas inéditas que atravesamos, que vivimos. No están en los registros. Y como inédito, tuvimos que lidiar con eso, no está en ninguna escuela, no te lo enseñan en la escuela de técnicos, nadie te dice cómo reaccionar al tener que salir un partido de Libertadores en plena pandemia con jugadores contagiados, juntando 11 jugadores y sin tener arquero y que encima vas a ganar el partido. Fue una satisfacción. Salimos a defender a un compañero nuestro, sabiendo que cada pelota que fuera al arco podía ser algo. Ejecutamos un plan de defensa para que no patearan, requirió mucha concentración. Enzo Pérez fue el valiente que se vistió de arquero, pero hubo 10 valientes que defendieron como defendieron y fue un mérito mucho gran grande. Defendieron a un compañero que pudo quedar en ridículo. Quedó como héroe, pero pudo haber quedado como el jugador de campo que hizo el ridículo más grande de la historia del fútbol”.
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