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Marcelo Gallardo cumplió 7 años como DT de River: cómo lo transformó en un equipo ganador (e insoportable)
El 6 de junio de 2014 era presentado en el Monumental y gestó un ciclo que todavía hoy perdura en competitividad y títulos; su legado, inspirado en lo que veía de Sampaoli en la Universidad de Chile y su deuda en su etapa como jugador, irá más allá de las vueltas olímpicas
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Ni Marcelo Gallardo imaginaba que, cuando asumió como DT de River el 6 de junio de 2014, iba a transformarse en el entrenador más ganador de la historia millonaria con doce vueltas olímpicas, incluida una final de Copa Libertadores ante Boca en Madrid. En ese momento, no proyectaba ni siquiera qué iba a suceder en los próximos seis meses, importaba el hoy, importaba empezar a cambiar la historia de su querido club. El desafío, tras aquellos primeros pasos por el Monumental, era seguir ganando (porque él heredó un equipo que venía de salir campeón con Ramón Díaz), pero además era ir un poco más allá desde la concepción global: él venía a saldar las deudas que ‘el River de Gallardo-jugador’ no pudo.
Gallardo ya había empezado a definir su perfil como entrenador en Nacional de Uruguay, pero River no solo le significaba como reto regresar al club donde se formó, sino que tenía en mente empezar a saldar “pagarés”, en aportar su granito de arena para que River empiece a traspasar varias fronteras. El gen Gallardo nace de lo que el propio enganche había vivido en su época de jugador: no entendía, mientras transpiraba la camiseta, cómo varios equipos de los que él integró tenían nombres rutilantes y desplegaban un juego vistoso, ganaban con amplio margen en algunos casos el campeonato local y en forma sostenida, pero tropezaban en el ámbito internacional.
Gol de Pisculichi a Boca en 2014
“No lo sé... Por las experiencias personales que he tenido y basándome en el paso del tiempo, hay circunstancias que uno recuerda que podrían haber sido mejores. Esa década del 90 en la que a nosotros nos tocó ser un equipo muy representativo a nivel local, nos quedamos cortos con los logros, podríamos haber ganado algo más. Había cualidades y capacidades, pero…”, reflexionaba el Muñeco en una charla con LA NACION en septiembre de 2016. Entonces, ahí se explica porqué Gallardo intentó generar en su ciclo un estilo de juego futbolístico propio pero que –al mismo tiempo– muestre desde lo mental un carácter fuerte que le permita a River alcanzar objetivos que en la época del Muñeco jugador le eran esquivos.
Ahora bien: si bien durante toda su gestión se vio un River protagonista y ganador, que tenía sobre todo la ambición de conquistar el ámbito internacional pero imponiendo condiciones, no apostando a la suerte como bandera, también es cierto que –sobre todo de 2018 hasta acá- hubo un quiebre en el propio ciclo de Gallardo. Más allá de que los equipos suelen armarse en función de las características con los jugadores que fue contando, el propio River que ganó la Copa Sudamericana 2014 (con Pisculichi como bandera) no fue el mismo que terminó levantando la Copa Libertadores 2015 (con un estilo más combativo desde el tándem Ponzio-Kranevitter).
Pero el River que consiguió la aceptación casi total del mundo del fútbol (desde un rendimiento arrollador y también consiguiendo resultados) fue desde 2018 hasta la actualidad. Incluso más: el mejor River de Gallardo no salió campeón, perdió esa final increíble ante Flamengo, en Perú (2019). Pero lo que jugaba ese equipo no lo hizo ni el de Pisculichi ni el de Pity Martínez. Fue casi perfecto desde la concepción táctica y el armado de sus individualidades.
Ese equipo de 2019, con Exequiel Palacios como diamante silencioso y Enzo Pérez como 5 táctico y sublime, terminaba avasallando a sus adversarios tanto ofensiva como defensivamente. El River de Gallardo, de 2014 a 2018, se basó en darle prioridad al armado del mejor equipo posible para ganar; el de 2018 hasta la actualidad, quiere seguir ganando, obvio, pero no renuncia a determinados conceptos estético del DT. Logró imponerse el estilo por encima del resultado.
El gol de Pratto a Boca en Madrid
Si el equipo que jugó la primera final en la Bombonera por la Libertadores 2018 jugaba muy bien, adaptándose con esquemas o rivales, había aplicado el sistema 5-3-2 con: Armani; Montiel, Martínez Quarta, Maidana, Pinola y Casco; Palacios, Enzo Pérez y Pity Martínez; Pratto y Borré) el que llegó a la final de 2019 lo hacía aún mejor. Ese River de 2019 quizás tenía menos poder ofensivo, aunque era más completo. Bajo el esquema 4-1-3-2 jugaba con Armani; Montiel, Martínez Quarta, Pinola y Casco; Enzo Pérez; Nacho Fernández, Palacios y De la Cruz; Santos Borré y Suárez.
Cuando el 6 de junio de 2014 fue presentado como DT de River, dijo: “Creo que nací para esto. Para asumir los grandes desafíos”. Y ambién hubo una promesa que salió desde lo más profundo de su sentir: “River va a recuperar su historia”. Siete años después, hay un legado de Gallardo que va más allá de los 12 títulos conseguidos. Las estadísticas que aporta DataRef son elocuentes: el Muñeco suma en Núñez 339 partidos dirigidos, 58 de 72 duelos mano a mano ganados; 9 sobre 10 en eliminaciones ante los grandes de la Argentina. También sufrió algunas derrotas dolorosas, como ante Barcelona (2015), Lanús (2017), Al Ain (2018) y Flamengo (2019), pero entre sus éxitos hay que destacar también cómo potenció a todos los jugadores que pasaron por su gestión, y también el reconocimiento de las excepciones que no pudieron destacarse: “Si no pude, es porque no me dio, no pude estar a la altura, pero Gallardo hizo todo lo posible para que yo rindiera”, suelen decir incluso aquellos que se fueron opacados por las luces del éxito.
Hasta logra el reconocimiento casi unánime de sus colegas en la actualidad. Y Abel Ferreira, el DT de Palmeiras, tras eliminar a River en la Libertadores 2020, le dijo a Gallardo que era el mejor entrenador del momento y luego copió una estrategia suya para ganarle un partido a Corinthians en el torneo brasileño: “Cuando jugamos el partido de ida por la semifinal de la Libertadores compré en Buenos Aires el libro ‘El Pizarrón de Gallardo’ y ante el Corinthians puedo decir que ganamos porque usé un movimiento de Gallardo que no diré en qué sector fue y que lo vi en el libro de Gallardo”, reveló Ferreira.
Cuando Gallardo dirigía a Nacional de Uruguay, en 2011, le tocaba jugar con Universidad de Chile, dirigido por Jorge Sampaoli, por la Copa Sudamericana. “Yo me vi los 9 partidos de la Universidad de Chile y dije: ‘la p… m… ¿Contra este equipo nos toca jugar?’ La gente piensa: vos estás en un equipo grande, Nacional, que desde la historia era superior a la U, pero nosotros estábamos recién arrancando y ellos tenían mucho más rodaje. Yo volvía a repetir: ‘¿Contra este equipo nos toca jugar?’ Claro, hasta ahí nadie sabía quién era Sampaoli, menos cómo jugaba la U de Chile. ¿A qué iba esto? Cuando nosotros lo enfrentamos a Sampaoli en aquel torneo, la U de Chile era un equipo insoportable para cualquiera. No lo podías atacar porque todo el tiempo te tenía sometido a su presión e intensidad de juego…”, contó como anécdota en el libro “El Pizarrón de Gallardo”.
Siete años después, Gallardo logró esa expresión en los demás. Aún en medio de su mayor reinvención de un plantel millonario en los últimos tiempos, si los otros entrenadores tuvieran que definir a su River en la previa de cada semana que deben enfrentarlo por el torneo local o internacional, lo primero que reconocerían es que es un “equipo insoportable”. Hoy, el resto de los DT agarra el pizarrón para planificar el partido, empiezan a mover las fichas y lo primero que piensan en la intimidad es: ‘¿Contra este equipo nos toca jugar?’. Si Gallardo se acuerda de estas palabras, seguro sonreirá.
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