Marcelo Bielsa: cómo se pasó del “no será echado ni con 20 derrotas seguidas” a un despido fulminante en Leeds

Todo se desencadenó a partir del efecto nuclear que tuvieron cuatro goleadas consecutivas, con récord negativos que no solo amenazan la permanencia de Leeds en la Premier League, sino que deterioran la integridad competitiva de cualquier equipo. La última puñalada fue el 4-0 de Tottenham, tan dolorosa como ver que Stuart Dallas, un auténtico soldado de Marcelo Bielsa, el de mayor presencia durante todo su ciclo, se perdía un gol con el arco vacío, preso de una impotencia contagiosa.

Leeds podía seguir siendo el equipo que más corría en la Premier League, como sostenía Bielsa, pero ya no podía con su alma. Y esto fue lo que alarmó al trío que conduce al club: el propietario Andrea Radrizzani, el director ejecutivo Angus Keenar y el director deportivo Víctor Orta.

A mediados de diciembre, cuando la temporada ya pintaba compleja, sin llegar a la debacle actual, desde los altos mandos de Leeds respondieron a una consulta de este diario sobre la actitud desafiante de Bielsa en las conferencias de prensa: “Sí, está agresivo. Retruca más de lo que responde. Es parte de su estado actual. Pero él sabe que aquí nadie lo va a echar, así perdamos 20 partidos seguidos”. No fueron 20 las derrotas consecutivas; bastaron unas cuantas menos, pero lo suficientemente estruendosas, para que los acontecimientos se precipitaran. Aunque fuera expresado off-the récord, aquel respaldo hacia Bielsa era genuino. Nadie se imaginaba terminar la temporada sin él en el banco de los suplentes.

Más incierto era lo que iba suceder en el curso siguiente, con un contrato que había que renovar. En la conducción de Leeds tampoco sospechaban de algún divorcio entre Bielsa y sus jugadores: “El plantel sigue creyendo en él, sin duda. Lo demuestran los números del rendimiento físico, por ejemplo”.

Bielsa no se quería ir. “Nunca presumo de fortaleza. Pero en la adversidad, jamás abandono. No, perdón, cuanto mayor es la adversidad, más me fortalezco para enfrentarla”, había expresado en el día previo al cotejo con Tottenham. Aun en este trance tan adverso, sentía una satisfacción profesional por estar dirigiendo en la liga que considera como “la mejor del mundo”, y en un club “que crece continuamente y ofrece las mejores condiciones posibles para trabajar”.

Hace unos días, Bielsa había agradecido el apoyo incondicional de los hinchas: “Tienen más paciencia de la que merezco”. No la tuvieron los dirigentes, que veían que el entrenador que los había sacado del abismo de 16 años en el ascenso los podía devolver al mismo lugar. ¿Las razones? Múltiples. Las lesiones fueron una plaga durante todo el curso. Largo tiempo sin contar con lo que es la columna vertebral: el zaguero y capitán Liam Cooper, el volante de contención Kalvin Phillips y el delantero goleador de la temporada pasada: Patrick Bamford. Estos dos últimos recibieron sus primeras convocatorias al seleccionado de Inglaterra gracias a un estilo de juego que potenció sus condiciones.

En el mercado de pases de enero le propusieron al “Loco” contratar refuerzos, pero los fue desechando uno a uno porque consideraba que lo que se podía traer de acuerdo con la posibilidad económica de Leeds no mejoraba lo que ya tenía. La formación se transformó en un rompecabezas cada fecha, con un banco de suplentes integrado en su mayoría por juveniles de 19 años, provenientes de la academia del club.

Bielsa pasó varios partidos sin encontrarle una solución a la hemorragia defensiva. Ni siquiera lo consiguió en el último encuentro, cuando armó una línea media de un perfil recuperador mucho más acentuado de lo habitual. Los rivales seguían haciéndose un festival con los espacios que encontraban y los defensores y mediocampistas que no llegaban a ningún cierre. Leeds seguía corriendo mucho, sí, pero con la sincronización que lo hacen pollos sin cabeza.

Se va Bielsa y los números no alcanzan dimensionar su legado: 170 partidos, una efectividad del 53 por ciento, un ascenso en su segunda temporada, un noveno puesto en el primer año de Premier League y la actual 16ª ubicación, con el riesgo de caer a la zona de descenso porque Burnley (18°) y Everton (17°) tienen dos partidos pendientes.

Bielsa cayó bajo el peso de los últimos resultados, pero lejos está de irse como un derrotado en la consideración de los hinchas de Leeds y sus jugadores. Los agradecimientos, tributos y reconocimientos tienen el volumen de una catarata. Su gestión tuvo un poder transformador para rescatar al club de las catacumbas y años de postración. El “dirty Leeds” (sucio Leeds), como se conocía al equipo de Don Revie en las décadas del ‘60 y ‘70 por su juego áspero y propenso a las artimañas, tuvo su reverso en este Leeds de Bielsa, ambicioso, respetuoso de las reglas, capaz de enamorar a sus hinchas y despertar comentarios elogiosos del resto del ambiente futbolístico inglés.

Alrededor de Bielsa se creó una comunidad, un sentido de pertenencia, una identificación orgullosa. “Marching on togheter” (marchando juntos) fue el documental de su primera temporada. Para los hinchas será “for ever”, aunque los caminos se hayan separado.

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