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Maradona en Gimnasia: la pasión por Diego y el Lobo, y una fiesta más allá de la derrota
LA PLATA - Gimnasia vivió un domingo inolvidable con el debut de Diego Maradona como técnico: 25 mil hinchas coparon el estadio del Bosque desde temprano, vibraron con el partido, y pese a la derrota, se fueron con la esperanza de que es posible mantener la categoría.
En el Bosque los hinchas triperos se sienten parte de una revolución inesperada, en un momento necesario para volver a creer. Los sentimientos fluctúan entre el agradecimiento a Maradona por el envión anímico que significa que él haya decidido sentarse en un banco caliente, y la incredulidad por esa decisión de tener al futbolista más grande de la historia en su casa.
Esa rebelión futbolera que se vive alrededor de Gimnasia se pudo palpar desde bien temprano. Habían pasado pocos minutos de las 7 de la mañana, cuando el habitual silencio se rompió con los primeros cánticos de un grupo de fanáticos que marcaban el inicio de lo que sería una jornada inolvidable.
"A las gorras del Diez, a las gorras del Diez", gritaba con fuerza Ricardo desde su puesto de venta, que se completaba con camisetas y buzos, todos estampados con el número 10. En su cara se dibujaba una sonrisa permanente, sabiendo que la oportunidad le podría permitir llevarse a su casa un ingreso mayor al habitual.
A metros de allí se concentraba la mayoría del pueblo albiazul. En derredor del monumento a Bartolomé Mitre, en la intersección de las avenidas Iraola y Centenario, se reunían los simpatizantes para compartir historias de Diego y de Gimnasia, claro. "Llegamos cerca de las nueve, con la ilusión renovada como todos los triperos. Nos juntamos acá para disfrutar la pasión que sólo nosotros tenemos y entendemos", contaba emocionado Mauro, que pisando los 30 años, como la mayoría de su generación, llegó a disfrutar de niño del título de la Copa Centenario en 1993, y después vibró con las grandes campañas que realizó Carlos Timoteo Griguol al frente del equipo.
En las distintas puertas de ingreso al estadio se repetían las imágenes. Abuelos que recordaban lo vivido en el ascenso del ´84 (casualmente ante Racing Club), padres que no se querían olvidar de todo lo que brindó Pedro Troglio, y nietos impactados con lo que están viviendo, sacándose fotos en un día que quedará grabado en la memoria de todos los triperos.
Para atenuar la expectativa, las puertas se abrieron unos minutos antes de las 9. El amplio operativo de seguridad, facilitó el acceso de los casi 25 mil socios con cuota al día -se asociaron cinco mil personas en la última semana- que permitió la Agencia de Prevención de la Violencia en el Deporte (APREVIDE). Media hora más tarde arribó el micro desde Estancia Chica con Maradona a la cabeza, lo que despertó las miradas hacia el ingreso al vestuario de los primeros simpatizantes que ya estaban instalados en la tribuna. Desde abajo, el presidente Gabriel Pellegrino devolvía la observación, sin poder creer el momento: "Lo que está transmitiendo es una alegría contagiosa que cambió todo".
La final del Mundial que disputaba la selección argentina de básquet retrasó la llegada de muchos. Sin embargo, cuando faltaba poco para el inicio del encuentro, el Juan Carmelo Zerillo lucía a pleno, al ritmo de la música de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota. En la semana, el propio Indio Solari, exlíder de la mítica banda de rock, había expresado sus mejores deseos para la llegada de Maradona y su cariño por la institución mens sana.
Ya en las tribunas, se exhibían banderas y pancartas de cartón con la cara del nuevo técnico, y hasta se destacaban entre el público algunas camisetas del Nápoli y de Dorados, su último paso como DT en México. Además, el repentino "calorcito" platense dejó al descubierto las pieles tatuadas de azul y blanco, con el 22 y el 10 como números favoritos.
El ingreso del equipo a la cancha fue al ritmo de "El que no salta es un inglés", en alusión al referente máximo de su acérrimo rival, Juan Sebastián Verón, con globos alargados que formaban una bandera gigante en una de las cabeceras y humo de colores.
Ni bien Diego Abal marcó el inicio, bajó el aliento para los jugadores, que mostraron una actitud positiva, contagiándose del clima externo. Sin embargo, tras contar con dos situaciones claras de gol que frustró Gabriel Arias, en el momento en el que los locales se ilusionaban, llegó el gol de la Academia tras un error del arquero Alexis Martín Arias. La felicidad por el rápido empate en la segunda parte a través de Matías García, duró poco ya que otra vez la fortuna le jugó en contra y un rebote le permitió a Matías Zaracho volver a poner arriba a la visita, en un resultado que no se modificaría hasta el cierre.
Una bandera con la cara de Diego al lado de la del reconocido médico René Favaloro, fanático tripero nacido en el corazón del barrio El Mondongo, es el mejor resumen de lo que hoy sienten los hinchas: pasión popular, y un hilo de esperanza más allá de la derrota inicial, en la que se repitieron viejos errores, pero de la cual se puede rescatar la intención de buscar hasta el final.
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