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Manchester City, el equipo más adecuado para devolverle a Messi la alegría de jugar
A estas horas, el destino futbolístico de Lionel Messi todavía no está resuelto, aunque la mayoría coincide en que Manchester City es el club que más opciones tiene de quedarse con su magia. Entonces, sin dejar de lado las posibilidades de Paris Saint-Germain e Inter, de Milán, se me ocurre interesante plantear, aunque sea como simple juego teórico, un análisis del aporte que el capitán de la selección argentina podría brindarles a esos tres equipos.
La primera consideración es que el conjunto dirigido por Josep Guardiola es sin dudas el que reúne las condiciones más adecuadas para el actual Messi. Con el tiempo, un futbolista va transformándose sin proponérselo, por una simple cuestión de posibilidades físicas. Hoy, el Messi de los eslaloms que dejaba a cinco rivales en el camino puede darse sólo en ocasiones muy puntuales y resulta fácil deducir que cuando recibe la pelota su primer pensamiento ya no es la gambeta. Por eso se tira más atrás, intenta asociarse con los volantes y ganar los dos segundos que precisa para hacer un pase de gol, cambiar de frente o llegar al área con la jugada ya hecha para desequilibrar con su talento. En una palabra, se hizo más estratega.
Para lograr estas condiciones Messi a su vez necesita de un equipo armonioso, que tome la iniciativa y cuyos jugadores vayan comunicándose mediante el pase. En ese decorado, su inteligencia le permitiría encontrar sectores donde podría recibir la pelota y a su vez tener alternativas para decidir y apoyos para acompañarlo. Es decir, lo que estaba faltándole en Barcelona.
Hay quienes dudan de la aclimatación de Messi a la dinámica del fútbol inglés. Creo que en este sentido dicen verdades a medias. Es cierto que los partidos son de ida y vuelta y hay más rigor físico, pero después vemos cómo David Silva jugaba al trotecito en el mismo Manchester City, intuyendo los espacios, observando el panorama gracias a su imaginación y su conocimiento del juego. La velocidad de una acción no sólo proviene del ritmo o el vértigo, sino también de un control, un pase sorpresivo, un amague o una genialidad. Determinados futbolistas saben sobrevivir en entornos hostiles y son capaces de ir a una marcha distinta a la que se mueve el resto de los jugadores. Más aun, saben utilizar la dinámica de los demás para jugar mejor.
El Messi de estos tiempos, cuya dependencia de sus compañeros es mayor que antes, necesita alrededor gente que haga lo que a él le falta, y creo que puede adaptarse tranquilamente a un equipo como el City, en el que además el entrenador va a saber entenderlo y buscarle una función en la que el juego vaya encontrándolo. Resulta llamativo comprobar que dos genios, Guardiola y Messi, precisen reunirse otra vez luego de tantos años, lo cual demuestra que la grandiosidad individual no alcanza para superar las complejidades que encierra la competencia.
En ese City imaginario se me ocurre un Messi ubicado en una posición intermedia entre volantes y delanteros, un punto donde a De Bruyne, Gündogan y Rodri les resulte sencillo detectarlo con un pase y que desde ahí él pueda elegir entre descargar, rematar al arco y buscar el área. También en PSG tendría grandes futbolistas alrededor, pero las condiciones serían distintas. Se trata de un equipo que domina con amplitud y facilidad la liga francesa y se juega la temporada en diez partidos por año, pero que además practica un fútbol más anárquico, más individual que colectivo. Es decir, encontraría en París algo parecido a lo que quiere dejar en Barcelona.
Inter es, en cambio, un equipo que le exigiría más esfuerzos, ya que la relación entre volantes y delanteros es menos fluida. En un fútbol italiano que ha cambiado mucho se encontraría con Antonio Conte, uno de los técnicos más tradicionalmente italianos del calcio, que no plantea que su equipo ejerza un dominio continuo. En ese caso las apariciones de Messi en el juego serían más fugaces, menos permanentes, y cabe preguntarse hasta dónde puede interesarlo integrarse en ese tipo de funcionamiento.
Disfrutar en la cancha es el motor que mueve a Messi a renunciar a la placidez de su vida en Barcelona. Está disgustado con lo que ve y siente cuando juega y quiere volver a ser feliz. Futbolísticamente hablando, y en la teoría, ningún otro sitio parece mejor que Manchester.
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