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Makkabi Berlin: la historia del primer club judío que disputará la Copa de Alemania y que busca cerrar las viejas heridas del antisemitismo
El equipo participa en la quinta categoría, es semiprofesional y se consagró en la capital germana
- 7 minutos de lectura'
El sorteo de la Copa de Alemania 23/24 que se celebrará este domingo tendrá un participante muy especial, por inesperado y porque pondrá bajo las luces del fútbol grande a una comunidad que desde la Segunda Guerra Mundial ha permanecido alejada de los focos. En alguna medida, por decisión propia, y en mucho, por el tabú y el sentimiento de culpa que invade a buena parte de la población germana. Al ganar la Copa del Estado de la capital del país, el TuS Makkabi Berlín, que juega en la Oberliga Nord (quinta categoría, semiprofesional), se convirtió en el primer club judío de la historia en entrar en el cotizado bombo de la segunda competencia más importante del país.
“Para toda la comunidad judía en Alemania esto tiene un significado que va más allá de las fronteras de Berlín. Es cumplir un sueño”, decía Michael Koblenz, director deportivo de la entidad, incluso antes del partido final ante el Sparta Lichtenberg (el resultado fue 3-1, con dos goles en los últimos tres minutos del alargue).
La historia de los judíos en el país germano es suficientemente conocida, no así la del modesto club berlinés. Su antecesor, el Bar Kochba Berlín, había sido fundado en 1898, y a principios de la década de 1930, una vez fusionado con el Hakoah, formaba parte de un movimiento destinado a fomentar el deporte en la sociedad judía que llegó a agrupar a 40.000 miembros en 24 países. Pero entonces los nazis asumieron el poder, y en 1933 los equipos de la comunidad fueron discriminados y obligados a competir sólo entre sí. Cinco años después llegaría la prohibición absoluta.
El retorno a la luz demoró algo más de tres décadas. En noviembre de 1970, el Bar Kochba, el Hakoah y el Makkabi (especializado en boxeo) se unieron y nació el Makkabi Berlín, que deambularía entre la sexta y séptima categoría del fútbol alemán hasta que el año pasado logró por primera vez el ascenso a la Oberliga. No le fue mal en su estreno: además del triunfo en la Copa estatal acabó tercero en el campeonato.
Hasta alcanzar el éxito de clasificarse para el torneo que puede enfrentarlo a clubes de Primera o Segunda división –”Mis hijos quieren al Bayern Munich como rival; a mí me parece que el Borussia Dortmund tampoco estaría nada mal; y el Hertha o el Unión Berlín tendrían un atractivo fantástico”, se ilusiona Koblenz-, el Makkabi solo había sido noticia a nivel nacional por un único motivo: los ocasionales ataques antisemitas sufridos por el equipo.
El último ocurrió en febrero de este año, en un partido de juveniles ante el Hertha 06. Según el informe del árbitro, una vez finalizado el encuentro con victoria 7-4 para el conjunto judío, y cuando los chicos del Makkabi se disponían a sacarse una foto con la bandera de Israel, un jugador rival de origen musulmán les gritó: “Quiten la bandera o los cremaré a ustedes y a la bandera como les hicieron los alemanes”. Al ser consultado en un programa televisivo sobre el incidente, el padre del niño y presidente del club subió la apuesta: “Mi hijo odiará a los judíos por el resto de su vida. Estoy cien por ciento seguro”. Se retractaría 24 horas después, cuando las autoridades del distrito donde se encuentra la institución amenazaron con quitarle los apoyos económicos.
Por desgracia, no se trata de un hecho aislado. Aunque el Makkabi es una entidad multicultural y el propio equipo se nutre de futbolistas de distintas nacionalidades y creencias religiosas, nunca ha escondido su carácter judío. De hecho, cuando marca un gol como local suena música hebrea por los altoparlantes del estadio. “Siempre hay declaraciones antisemitas”, acepta Koblenz: “A veces pasa que un jugador musulmán me confiesa que no puede jugar con nosotros porque le da miedo pensar en la reacción de su familia. Es triste, pero pasa”.
El antisemitismo, en todo caso, continúa latente en ciertos sectores de la sociedad alemana: “Se manifiesta en formas agresivas o sutiles, desde difamaciones e insultos verbales hasta ataques físicos, claramente menos frecuentes”, señala un estudio publicado en 2022 en la revista International Review for the Sociology of Sport. Los autores del trabajo -Lasse Müller, Jan Haut y Christopher Heim- recopilaron datos entre miembros de clubes deportivos judíos y el 39% de los encuestados dijo haber sido afectado personalmente por ataques debido a su creencia religiosa. De estos, el 68% tuvieron lugar antes, durante o después de un partido de fútbol. Un análisis anterior, efectuado en 2019 y citado en el informe, había determinado que: “Aparte del fútbol, no hay otro entorno social donde grupos de personas insulten a otros con connotaciones antisemitas y usen la palabra judío como el mayor insulto posible”.
En octubre de 2021, la UEFA sancionó al Unión Berlín después de que un grupo de aficionados locales hostigara e insultara a sus pares del Maccabi Haifa durante un partido de la Europa Conference League. “Mientras que los casos de antisemitismo en el fútbol profesional son instantáneamente reconocidos y discutidos en los medios de comunicación, lo que ocurre en el fútbol amateur es menos público”, subraya la investigación realizada por Müller, Haut y Heim.
Conocedores de la situación, los dirigentes del club que ha tenido el mérito de colarse entre la élite del fútbol teutón están empeñados en demostrar su integración con el resto del mosaico de etnias y creencias que componen Alemania. En noviembre pasado, Annalena Baerbock, ministra federal de Relaciones Exteriores, visitó las oficinas de Makkabi Deutschland, la entidad que nuclea a todas las instituciones deportivas judías del país y funciona en el recinto donde se celebraron los Juegos Olímpicos de 1936. Allí, los dirigentes del club berlinés aprovecharon para reafirmar su lucha “contra cualquier tipo de discriminación religiosa, sexual o cultural, porque son un ataque a los valores del deporte y una amenaza para nuestra democracia”.
“Para nosotros, llamar la atención de la prensa nacional con un plantel multicultural es un éxito notable”, decía sin disimular su euforia Doron Bruck, capitán del equipo tras el partido que le otorgó al Makkabi su clasificación para la Copa. Berlinés de nacimiento, Bruck tiene nacionalidad israelí, pero en el equipo hay también jugadores de Senegal, Serbia, Mali, Ghana, Rusia, Costa de Marfil, y hasta un iraní y dos turcos. Uno de ellos, Caner Öczin, marcó el tercer gol que sentenció la final.
El gol con el que hizo historia
For the first time ever, a Jewish club will take part in the German Cup’s first round.
— Felix Tamsut (@ftamsut) June 3, 2023
TuS Makkabi Berlin (5th tier) have won the Berlin Cup after beating Sparta Lichtenberg 3-1 at extra time, securing their place in next season’s #DFBPokal.
History.pic.twitter.com/H1CF23zNgs
La participación en la primera ronda de la Copa le proporcionará al club un ingreso extra de 200.000 euros para engrosar un presupuesto que, según Koblenz, “estará en el tercio superior de nuestra categoría, pero claramente rezagado con relación a los equipos de la liga regional, a la que aspiramos ascender la temporada que viene”.
Si este domingo el sorteo le sonríe y lo enfrenta con uno de los grandes de la Bundesliga, el Makkabi deberá trasladar su sede desde las modestas instalaciones donde habitualmente juega sus partidos, a los que suelen acudir unas 300 personas, al estadio Mommsen, con capacidad para 15.000 (en las etapas iniciales la Copa se juega a partido único en cancha del equipo de menor categoría). A cambio, alcanzará la notoriedad que persigue. Será un paso más para reforzar la presencia de la comunidad judía en Alemania y también un altavoz para recordar que, 75 años después de la guerra, el huevo de la serpiente todavía permanece escondido en algunos rincones de la sociedad.
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