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Luis Islas, las emociones con Maradona y las dificultades para dirigir en la Argentina: “Sin esos representantes que tienen mucho control sobre los clubes... cuesta”
Sonó el teléfono, del otro lado estaba Diego Maradona. "Te llama tu presidente, sos el técnico de mi equipo", escuchó Luis Islas. Días atrás habían ascendido en los Emiratos con el club Fujairah, pero el Diez estaba en Bielorrusia, desfilando arriba de un tanque de guerra, como nuevo patrón del Dynamo Brest. "Me preparé la valija con ropa de abrigo, y cuando ya estaba por viajar, salió la propuesta de Dorados. Entonces, nos fuimos para México", recuerda el exarquero, compañero de las últimas aventuras de Maradona por el extranjero. Islas perteneció a esa galaxia única, tan intimista como compartir la vida con la divinidad durante meses y meses. Cuando eran veinteañeros y cuando habían pasado los 50.
Se conocieron en 1984. Compartieron la selección, por primera vez a finales del ’85 en Los Ángeles, en un amistoso contra México. Ni sospechaban que estaban a siete meses de la gloria eterna... "Fuimos compañeros en un plantel campeón del mundo, también nos enfrentamos y después, durante casi dos años dirigimos juntos. En el plantel, ya siendo el número 1 del mundo, un extraterrestre, Diego actuaba como uno más. Jamás te hacía sentir ninguna diferencia. Eso habla de la simpleza de los grandes. Era lo máximo, se sentaba a tu lado y se preocupaba por tu vida, por tu familia, se acordaba de cada uno, te preguntaba qué necesitabas..."
Islas volvía más tarde al cuarto que compartía con Sergio Batista en la concentración de México 86 porque después de las practicas se quedaba con Maradona en un largo ritual de tiros libres. "Cada vez que lo enfrentaba, tenerlo mano a mano era una cosa terrible, te venía con esa zurdita y te hacía cualquier desastre. Gracias a Dios, nunca me pudo hacer un gol. Y esa se la facturé siempre, y él me recontraputeaba cuando se lo recordaba".
Islas escucha la pregunta y no duda un segundo ante la posibilidad: claro que volvería a dirigir con Diego. "Disfrutamos muchísimo juntos..., esos abrazos después de cada gol los llevo conmigo. Fue un placer dirigir con él, pero también una responsabilidad muy grande porque lo que genera el Diego no lo genera nadie más. Si está Diego, tenés que ganar siempre porque están los ojos del mundo ahí. Dónde vas, mueve montaña, mueve prensa y gente. Ser Maradona es enorme, imposible de terminar de entender, especialmente con respecto a su vida privada. Es mucha gente queriéndose meter en su intimidad, y eso es muy complejo de sobrellevar".
-¿Qué te pasa cuando lo ves mal?
-Yo no soy nadie para juzgar. Sólo quiero que sea feliz, que esté bien, que lo cuiden. Lo quiero de verdad, él lo sabe. Todos los días recuerdo lo bien que la pasamos juntos. Si está él, yo quiero que le vaya bien a Gimnasia, pero porque quiero que le vaya bien a Diego.
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Esta entrevista con Luis Islas se hizo unos días antes de la muerte de Maradona. El comienzo estaba escrito y era otro, buceaba por rincones menos conocidos de su trayectoria. "¿Sabés cuándo me enteré de que era Van Basten? Diez años después. En ese momento éramos dos pibes cualquiera", contaba Luis sobre el Mundial juvenil de 1983, donde el único gol camino a la final se lo marcó ese holandés que sería crack. En la entrevista, Islas explicaba por qué no se había consolidado en Europa si en la temporada 1989/90 lo habían elegido el mejor arquero de la Liga española, y bajo los ametrallados tres palos de Logroñés. "Podía seguir enfrentándome con Butragueño, con Michel, con Hugo Sánchez, o volver a mi casa, y volví feliz a Independiente porque Atlético de Madrid, dueño del pase, con Jesús Gil y Gil como presidente, nunca pagó ni un solo peso", detallaba. Pero entre la charla y la publicación, se murió Diego Maradona.
A Maradona le costó trabajar en su país... Si conocerá Islas esa sensación. Dirigió en Racing de Córdoba, Colegiales, Español, Central Norte, Almagro, fue ayudante de campo Américo Gallego en Independiente... Sumó experiencias en Bolívar y Aurora, ambos de Bolvia, y en Paraguay, en Guaraní y en Sol de América, su última etapa, que finalizó hace unos meses cuando los resultados lo acompañaban. ¿Por qué no se ha podido afirmar? ¿Le faltó suerte, resultados..., un poco de lobby empresarial?
"Para mi hoy es fundamental el papel que juegan los representantes, hoy, tener cierto representante te habilita a dirigir cualquier equipo, y entre los mejores. Si no tenés a ése o a esos representantes de turno, esos representantes que tienen mucho control sobre los clubes... y, te cuesta, te cuesta. Tenés que esperar la llamada directa del dirigente. Otros entrenadores, que tienen a esos representantes, salen de un lado y los ponen en otro, y en otro y en otro. Esa es la realidad, pero bueno, yo la acepto, es lo que toca", describe Luis Islas.
-¿Por esta razón creés que nunca te han ofrecido ser el técnico de Independiente?
-El hincha de Independiente, el socio, la historia, el club, la camiseta roja rabiosa están grabados a fuego en mi vida. Estoy ilusionado, esperando, y seguiré esperando, la posibilidad de volver a tener el escudo de Independiente en mi pecho. A Independiente le agradeceré toda mi vida; ahora, no tengo dudas, de que si yo hubiese estado manejado por ciertos representantes, ya hubiera sido el técnico de Independiente. Es así, lo tengo claro. Seguiré esperando.
-Con Hugo Moyano no será...
-Son decisiones de los dirigentes. Independiente está en mi vida y yo, forme parte o no del club, siempre le deseo lo mejor. Sé que va a llegar ese momento de dirigirlo, va a llegar, quizás sea en otra gestión, deberé esperar otro ciclo dirigencial, y lo voy a hacer, porque esa ilusión la voy a tener siempre. Con mucho respeto y con mucha humildad, sé que le puedo aportarle mucho a Independiente. Independiente es mi casa. Esperaré, siempre lo voy a esperar, soy joven.
-¿Por qué sos entrenador? Tuviste como técnicos a Bilardo, a Pastoriza, a Basile..., ¿ves algo de ellos en vos?
-A la hora de trabajar, y me refiero a la metodología, aparece Bilardo. Soy un convencido de la repetición de trabajos, el análisis del rival, los videos... Carlos Bilardo tenía el 100% del control de todas las áreas que debe dominar un entrenador. Y yo trato de no dejar nada, pero nada, librado al azar. Ahí soy Bilardo. Ahora, al ‘Pato’ Pastoriza y al ‘Coco’ Basile, dos fenómenos, los he aprovechado mucho en el armado de grupo, en cómo se debe conducir a un plantel, cómo se le debe hablar a un jugador. La gestión del grupo hoy es muy importante. Pero a la hora de trabajar, yo tengo mucho de Carlos.
-Del plantel el 86, prácticamente todos luego fueron técnicos. ¿Es casualidad o creés que está la mano de Bilardo?
-Yo te puedo responder por lo que me ha sucedido a mí. Cuando dejé de jugar, cuando me retiré en Independiente a los 38/39 años, el técnico ya se venía devorando al futbolista. Yo ya había hecho el curso y tenía el carnet, por eso el traspaso fue algo natural. Ahora, cuando comencé a dar mis primeros pasos como entrenador, advertí que iba por el lado de Bilardo: repito los trabajos, veo cien veces los videos, no salteo ni un doble turno..., todo eso es Bilardo. Al jugador hay que darle toda la información para potenciarlo, y ahí se me viene la imagen de Bilardo. Bilardo está clavado en mi vida; él me fue a buscar a Chacarita cuando yo tenía 16 años para llevarme a Estudiantes. Lo respeto mucho, lo quiero mucho, yo tengo muchas cosas de él y también de otros entrenadores, y de ahí sale mi perfil.
-¿Cómo ves al fútbol argentino? ¿En las canchas y en su organización?
-Yo soy un agradecido del ‘Chiqui’ Tapia, y voy a explicar por qué: en su gestión, la AFA, ha valorizado a los campeones del mundo. Nos ha dado un lugar, nos ha escuchado, eso se lo agradezco. Estábamos al costado, un poco olvidados diría. Ahora, por ejemplo, a mí no me gusta que no haya descensos, eso es quitarle la motivación y la exigencia al juego; debe haber campeón y descenso. ¿Por qué? Cuando hay descensos hay temor a perder la categoría, entonces los dirigentes toman decisiones; sin ese riesgo, todo se achata, y no hay inversión, por ejemplo. Y en la cancha, veo a un River que sostiene el nivel, la estructura y el estilo, a pesar de la pandemia. Otros equipos que están tratando de ser competitivos, porque ojo, el fútbol argentino tiene algo: te prepara para jugar o dirigir en cualquier parte el mundo. Veo bien a Banfield, siempre veo bien a Lanús, a Vélez, a Argentinos... Eso me pone contento y me da tranquilidad como entrenador porque digo: ‘Seguramente alguno de estos equipos un día vendrá a buscarme...’ Como es el caso de Estudiantes, que es otro equipo al que algún día quiero dirigir porque sé cómo se maneja su presidente.
-¿Por qué no hay exarqueros que triunfen como técnicos?
-... Ni mejores ni peores, el pasito adelante que te da haber sido arquero es una rápida lectura del partido. ¿Por qué? Porque yo durante 28 años de jugador estuve viendo todos los partidos de frente. El central, el volante, el punta, lo miran de espalda, corren, giran... Eso creo que está a favor de los arqueros. Ahora, es verdad que no hay muchos entrenadores que hayan sido arqueros. Pero yo soy un apasionado, hace un par de meses que no dirijo y me la paso viendo videos.
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-¿Qué virtud es imprescindible que tenga un arquero?
-Tiene que tener un montón de cualidades, pero primero, debe trasmitir seguridad. Después, tratar de ser lo más completo posible, que no digan ‘bajo los palos bien, pero saliendo no’. A mí no me gusta el arquero que ataja bien, pero no sale.
-¿Cuál es el principal error que observás actualmente en los arqueros?
-Hoy, lo que más les cuesta es salir. La pelota es muy rápida, entonces hay que ser muy tiempista, muy explosivo, hay que tener mucha convicción para salir y cortar. Creo que es algo que no se está trabajando mucho en las inferiores; el arquero tiene que acostumbrarse a salir, a cortar los centros, pero reitero, eso viene de abajo: al arquerito lo tenés que ir preparado desde las divisiones inferiores.
-Amadeo, Fillol, Gatti, Santoro, Pumpido, Cejas, Chilavert… ¿estás entre los mejores de la historia?
-Es horrible..., no desconozco que es antipático si lo señalo yo, son ustedes los que deben decirlo..., pero quedate tranquilo que estoy ahí. Amadeo, el 'Pato'... entrar en esa terna ya es un honor. Suena feo que yo lo diga, pero siento que estoy.
-¿El futbolista hoy es más frívolo o más vanidoso, pendiente de las redes sociales?
-Pero es la vida la que va cambiando. Yo me crié en la calle, y hoy a mis hijas yo no las dejó jugando en la vereda. Mis hijas tienen la tablet y la computadora, es la vida. Ahora, la que no cambia es la pasión. A mí me concentras en una habitación con su cama y su bañito y trato de armar el mejor equipo del mundo, y me concentrás en el hotel más distinguido y al otro día también voy a programar el mismo trabajo. Mirá, para mí, las redes sociales no son nocivas, la tecnología es una gran herramienta, te abre las puertas del mundo, sabés todo al momento. Si rechazás ese aporte de la tecnología, estás muy lejos de ser un gran entrenador. Lo que sí digo del jugador, es que no tiene el sentido de pertenencia que teníamos nosotros. Pero no por culpa suya, sino porque juega cinco partidos, lo venden y se va. Entonces ese sentido de pertenencia no se construye.
-Empujado por las nuevas generaciones, más abiertas, ¿te imaginás que estamos cerca de vivir con naturalidad la homosexualidad en el fútbol o todavía le falta seguir evolucionando? Y te lo pregunto a vos, que sos de una época en la que el tema suponía un agravio y lo viviste...
-Mirá..., evaluar a las personas por sus gustos, y detenerse en si son lindos, gordos, flacos, negros o rubios, habla de la chatura de la gente. Son muy básicos los que analizan esas cosas. Nos hizo Dios, y nos hizo a todos iguales; después, hay buena gente, gente no tan buena, gente que hace las cosas bien y gente que hace las cosas mal. Si hay gente que discrimina a un jugador de fútbol porque es gay o no, es muy chato, muy pobre su pensamiento. Es cierto que hay gente que cree que con eso ofende, lastima… Bueno, tiene una mente muy corta. El que analiza a un futbolista en función de si es negro o blanco, por ejemplo, es básico. Yo nunca rotulo.
-El fútbol tuvo y conserva rasgos sectarios. En otro plano, a Valdano lo apuntaban como ‘intelectual’, cargándole la etiqueta de sapo de otro pozo.
-Jorge es un tipo culto y estudioso, ni mejor ni peor, es su forma, su estilo, su gusto. Los que toman una vara y dicen esto está bien y esto está mal, este sí y este no, le hacen un gran daño a la sociedad y atrasan. Obviamente, hago una aclaración: el delincuente es delincuente, el chorro es chorro, y el corrupto es corrupto. Esos me chocan muchísimo, ellos son mi límite.
La selección de Scaloni: "Veo jugadores a los que la camiseta les empieza a quedar bien"
Apenas intentaba escaparse de la adolescencia en septiembre de 1984, pero estaba ahí, en Berna, parado entre los postes del arco de la selección. "Casi me duplicaban en edad algunos muchachos. Yo tenía 18 y otros 26/27, con historia, consagrados... Que un chico debute en la primera de Chacarita a los 15 y un par de años después en la selección mayor..., no fue normal. Yo jugaba en primera, pero ellos sabían que era un pibito, y me acompañaron, me apoyaron, me cuidaron", agradece Islas. Aquel día del debut, 2-0 a Suiza y valla invicta, jugó con Miguel Russo, Bochini, Ponce, Trobbiani, Márcico, Garré, Ruggeri... "Bilardo sabía lo que estaba haciendo, y me dijo: "Andá y jugá que yo confío en vos". Eso lo valoré siempre. Con muchos de aquellos muchachos sigo hablando, ellos me ayudaron a superar esas situaciones fuertes que tenía que vivir a tan corta edad", detalla.
En las dos últimas consagraciones grandes de la selección, estuvo Islas: México 86 y la Copa América de Ecuador 1993. ¿Por qué el apagón, la sequía? "Yo igual estoy agradecido con los entrenadores y los planteles que pasaron por la selección, soy un agradecido de los Messi, los Sabella, los Mascherano, todos, todos, que nos llevaron a jugar finales. ¿Sabés qué difícil es llegar a jugar una final? Claro que la queremos ganar, pero hay que ser agradecidos del lugar al que nos llevaron. Y se los criticó mucho acá..., no, no. Me encantaría que Argentina vuelva a ser campeona del mundo, que no seamos más nosotros los últimos. Si ganamos, eso nos potencia a todos. Nos lleva a todos para arriba".
-¿Qué opinás de la selección actual?
-Me pone contento por Scaloni, creo que está haciendo las cosas muy bien. Está en la búsqueda de la idea futbolística y de apoco la va consiguiendo. Veo jugadores a los que la camiseta les empieza a quedar bien, como a Paredes, a De Paul, ahora a Nico González. Creo que van por el un camino correcto, que abre una esperanza.
-¿A quién preferís en el arco?
-Armani, Andrada, Marchesín, los otros muchachos, cualquiera le dará tranquilidad a la selección porque todos están muy bien. Pero ya me parece que Armani sacó una ventaja y está bien, el arquero necesita confianza y continuidad.
-Sos muy elogioso y agradecido con Bilardo, pero elegiste no ir a Italia 90. A 30 años, ¿te arrepentís?
-En el 90, yo ya había pasado por dos mundiales, un juvenil y uno de mayores. Había ganado títulos, estaba en Europa, había sido el mejor de la Liga española..., ya no era el pibito de 17/18, tenía 22/23 y con recorrido. Carlos me convoca al Mundial, me dice que voy a ir a Italia y yo le digo que sí, feliz de la vida. Pero él comete un error como entrenador. Me dice: "Luis, el primer partido no lo jugás". Entonces me quitó la ilusión. Si él no me hacía esa aclaración, solo me decía que era uno de los convocados, iba feliz. Con el tiempo pensé que, si él me hizo esa aclaración, era porque sabía que yo podía ser el titular, sino, no me aclaraba nada, ¿me explico? Carlos sabía que por mi nivel, yo podía atajar en Italia 90. Tal vez pensó: "A ver si a este lo llevo, en el primer partido no lo pongo, y ahí me dice que no quiere estar más…" O habrá dicho: "Se lo voy a anticipar porque yo sé que tiene que atajar...", pero por otro lado él quería bancar a Nery [Pumpido], que venia de atajar en México, nada menos. Creo que Carlos pensó un montón de cosas, pero a mí, en ese momento, me quitó la ilusión".
-En el Mundial '94, ¿hasta vos te sorprendiste con la titularidad? Sergio Goycochea parecía una fija por aquellos años.
-Cuando ‘Coco’ [Basile] me vuelve a convocar a la selección, me cita en la oficina de su representante y la charla duró 5 segundos: "Conmigo ataja el mejor, mañana lo quiero en Ezeiza". Y eso me dio una gran tranquilidad y me sacó una presión de encima. Me motivó, que es lo que un entrenador tiene que hacer. Y cuando vos ya estás concentrado, y hacés pelota parada, trabajás la barrera, los córners, los movimientos defensivos, y... se va armando el equipo y va olfateando que puede ser tu momento.
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