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Luis Fabián Artime, el futbolista que huyó para escapar de la presión del apellido, se convirtió en ídolo de Belgrano y hoy es su presidente
Símbolo del club cordobés e hijo de un goleador histórico, se formó con Griguol, falló un penal que le cambió la vida y su pase estuvo a punto de ser comprado por el Potro Rodrigo
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Es el hijo de unos de los más importantes goleadores de la historia del fútbol argentino. Y a pesar de cargar con esa mochila, no lo dudó y, tozudo y obstinado como es, eligió el mismo oficio. Formado en el Ferro de Griguol, tras errar un penal que privó a Independiente de un título internacional, necesitó irse lejos de Buenos Aires para poder ser él mismo y no “el hijo de”. En Córdoba, con Belgrano, fue amor casi a primera vista. Se transformó en el máximo goleador histórico, una tribuna del estadio Mario Kempes lleva su nombre por votación de los hinchas, y en febrero de 2021 lo socios volvieron a elegirlo, ahora para que manejara su destino: es el presidente del club tras vencer a un peso pesado como Armando Pérez. “La vida no es para tibios”, argumenta cuando se le pregunta si no pone en juego la idolatría, como les pasó a Carlos Babington en Huracán y a Daniel Passarella en River. Al igual que lo hacía su padre, Luis Fabián Artime responde las 100 preguntas con frontalidad y sin temor al “qué dirán”, mientras comanda el barco Pirata hacia el sueño del regreso a la máxima categoría. Y está cerca, porque va puntero en la Primera Nacional.
1. -”Trataré de hacer los goles que más pueda y después se verá”, dijiste al llegar a Belgrano, en 1992, y mirá hasta dónde llegaste.
-Es para una película lo mío. El primer grito de combate del cordobés, cuando uno llega de Buenos Aires, es “porteño, hijo de p...” y a mí me terminaron adoptando. Y ese porteño se quedó acá y tuvo hijos cordobeses. Fue un trabajo durísimo, porque esa patria interior es orgullosa. Córdoba es guerrera, peleadora, acá se armó el Cordobazo y a unas cuadras de Alberdi nació la reforma universitaria. Esa característica me quedó muy bien a mí, porque es mi forma de jugar y de vivir.
2. -¿Quién es Luis Fabián Artime?
-El hijo de uno de los más grandes goleadores del fútbol argentino, que aprendió a caminar pateando una pelota, porque así lo hizo mi viejo: me llevaba de las dos manitos con la pelota adelante como llamador. Como mi viejo, que siempre dijo lo que pensó sin importarle las consecuencias y se la bancó, yo soy un tipo sin pelos en la lengua. Siempre defiendo mis ideales. Soy ingeniero: me trazo un objetivo y, aunque haya que hacer un túnel o un puente, llego sin buscar atajos, haciendo las cosas como me enseñaron mis viejos, con respeto, laburo y sacrificio.
3. -Definite como futbolista.
-Fui un 9 del montón, pero siempre llegaba primero y me iba último del entrenamiento. Recuerdo cuando Juan Carlos Olave era el cuarto arquero de Belgrano y, como no existían los entrenadores de arqueros, me pedía si le hacía unos tiritos al arco. Y ahí me quedaba para darle una mano a él y para progresar yo. Fui un laburador. Muy perseverante. Mi fuerte era el juego aéreo y no dar por perdida ninguna pelota. Eso le rompía los huevos a los defensores, que querían uno más estático o que no los chocara tanto.
4. -¿De quién eras hincha de chico y quién era tu ídolo?
-Mi viejo es de Racing y mi mamá, de River, pero tenía un tío que vivía al lado y era de Boca. Y como estaba mucho con él, me hizo de Boca. Pero nunca fui a la cancha. Y además duró poco, porque cuando empecé a jugar cambió mi color y pasé a ser hincha de Belgrano. Mi ídolo era Rubén Suñé y las vueltas de la vida me llevaron a casarme con Marina, su hija, a la que conocí en las vacaciones que compartíamos en el Balneario 12 de Mar del Plata. Tuvimos tres hijos: Iván Artime Suñé, Rodrigo Artime Suñé y Lucio Artime Suñé.
5. -¿Laburaste de pibe?
-En el negocio de deportes que tenía mi viejo con Daniel Onega. Me entrenaba a la mañana en Ferro, almorzaba en casa, me iba a laburar un par de horas al negocio y de ahí a la escuela. ¡Mirá si no se va a poder estudiar y trabajar! Hice las tres cosas a la vez, y mi hermano, lo mismo. Cuando empecé a entrenar en la Quinta de Ferro tuve que pasarme a una escuela nocturna. Había que terminar la secundaria, con Timoteo (Griguol) y el Cai Aimar no se jodía: teníamos que presentar los boletines todos los meses, sino no jugábamos.
6. -¿Cuándo te inclinaste definitivamente por ser futbolista?
-Estaba en el profesorado de educación física y me lesioné haciendo un salto en el cajón y no pude jugar el fin de semana. Estaba en la Tercera de Ferro, entonces les dije a mis viejos que iba a dejar de estudiar para tratar de ser futbolista. ¡El escándalo que me hizo mi viejo! Me daba el argumento lógico, que yo hoy les doy a los chicos de inferiores: llegan muy pocos, tienen que estudiar y estar preparados. Al final, le planteé a mi viejo: “Pruebo estos 9 meses, si a fin de año no me hacen contrato, me dedico al estudio”. Y a fin de año Ferro me hizo mi primer contrato.
7. -¿Siempre fuiste delantero?
-En el campito de enfrente de casa, mi tío Roberto había hecho los arcos de hierro, y jugábamos contra otros barrios. De ahí nos fuimos a probar a Defensores de Moreno, que era el único club con fútbol en Moreno. Empecé como 8, me gustaba tirar la diagonal, y entonces Hugo Rivarola, el padre de uno de mis compañeros, me dijo: “¿Por qué no probás más arriba, si te gusta tanto el arco?”. Y el técnico, Enrique Cinti, me puso de 7… pero no tiraba un centro ni en pedo, hacía siempre la diagonal y entonces al final me pusieron de 9.
8. -¿Alguno de esos compañeros llegó a Primera?
-Como jugábamos los domingos, los sábados nos íbamos a dormir 4 o 5 a una casa, íbamos rotando, la madre del local hacía pizzas y después jugábamos al truco contra los padres. Era como una concentración. Eran todos cracks los de esa clase 65: Polito, Daniel Rivarola, el Negro García, Daniel Abuelo, el Negro Bartolomé, Aguirre… Recuerdo que un día, el Hugo me dijo: “Estos son unos fenómenos al lado tuyo, ¿pero sabés quien va a llegar de todos estos? Vos. Porque vos entrenás todos los días”. Y fue así. No llegó ninguno, yo tenía el profesionalismo muy metido en la cabeza.
9. -¿Cuál es el abecé del goleador, lo que no le puede faltar?
-Como decía mi viejo: hay que tener el arco entre ojo y ojo. Andar siempre bien ubicado, saber dónde está el arco aunque juegues de espalda, hacer de la red y el arco la misma obsesión, estar un segundo adelantado al defensor. Porque hay una verdad: siempre va a decidir el delantero, el defensor nunca sabe qué decisión vas a tomar. Salvo que hagas siempre lo mismo. También es clave perfilarse bien hacia el arco. Yo jugué mucho de espalda, pero cuando descargaba, enseguida apuntaba al arco. Me gustaba ir de 9-11 para enganchar hacia adentro y pegarle de derecha.
10. -El mejor goleador que viste.
-Cuando era chico admiraba a Bianchi. Después lo vi a mi viejo de veterano. Si no hubiera sido su hijo, el viejo habría sido mi ídolo: tocaba 5 pelotas y metía 4 goles. Ya más en mi época admiré a Batistuta, porque no daba una por perdida, como yo. Claro, hizo 10 millones de goles más que yo (risas).
11. -¿El goleador nace o se hace?
-El goleador nace, porque el instinto feroz viene con uno. Después, se puede mejorar, sin dudas. Yo progresé terriblemente: empecé en mi carrera haciéndoles agujeros en el pecho a los arqueros y un día Timoteo nos juntó a los 9 de Ferro y nos dijo: “el que deje de romperle el pecho al arquero y la acomode contra un palo se va a ir a Europa”. Lo hizo Juancito Esnaider y fue el primero en irse a Europa; los demás nos quedamos.
12. -¿Arrancaste en Ferro por la amistad de tu viejo con Griguol?
-Timoteo era muy amigo de mi papá, compartieron la pensión con él y el Loco Gatti cuando arrancaron en Atlanta. Fuimos de vacaciones juntos muchas veces a Mar del Plata y Timoteo me veía jugar en los picados y le insistía a mi viejo para llevarme a Ferro, pero mi papá no quería saber nada hasta que terminara de estudiar. En la playa era muy habilidoso, me decían el Pelé blanco (risas). No tenía el físico de ahora. Con el tiempo, Tití Fernández, que había sido testigo de esos picados, me decía: “¿En qué te convertiste, Luifa?”, ja ja. Al final, Timoteo insistió tanto, que mi viejo aflojó, y terminé la escuela en un nocturno.
13. -Hablame de Gatti y de Griguol, los amigos de tu viejo.
-Al Loco llegué a enfrentarlo en Boca-Ferro, incluso salió una nota en El Gráfico donde Gatti decía: “Pensar que jugué con el papá y ahora enfrento al hijo”. Y Timoteo era un maestro con mayúsculas. Era tal la relación, que sus hijas eran casi primas para mí. Incluso, Mariana, una de sus hijas, se casó con uno de mis mejores amigos, Gabriel Perrone. Se la presenté yo, cuando el Viejo trajo a Perrone de River a Ferro.
14. -¿Qué enseñanzas te quedaron de Griguol?
-Timoteo fue un adelantado. No te enseñaba solo de técnica y táctica, te trabajaba la cabeza, te inculcaba cosas para la vida. Te traía un contador para que supiéramos cuidar el mango. Te hacía firmar los contratos. Timoteo les salvó la vida a muchos compañeros que no tuvieron la suerte de hacer una gran carrera y con esos ahorros pudieron comprar un par de departamentos y hoy viven de esas rentas. En el ‘83 nos trajo una ginecóloga para que diera una charla de educación sexual, cuando había compañeros que no sabían qué era un condón.
15. -¿Y en la cancha?
-Mucha gente compraba ese verso de que el Viejo te hacía jugar mal y nada que ver. Timoteo daba una charla, se daba cuenta que alguno se aburría y terminaba diciendo: “Ojalá les haya quedado el 10 por ciento de los que les dije”. Me arrepiento de no haber asimilado el 30 por ciento de cada charla, por esa rebeldía de juventud.
16. -Tardó en hacerte jugar.
-Me llevó 5 partidos al banco y no me puso ni un minuto. Jugaba todo el partido en Tercera, y al terminar me esperaba Aimar con la muda de ropa y me mandaba al banco. Así fue durante 5 partidos, y debuté el 20 de enero, un mes después de cumplir 20 años. O sea: no me quería hacer debutar con menos de 20. Y mientras tanto me sentaba al lado de Márcico, Brandoni, Arregui, Cúper, escuchaba la charla técnica, olfateaba el vestuario de Primera.
17. -¿Qué recordás de tu debut?
-Contra Deportivo Español en Caballito, ganamos por 1-0 con gol mío. Palito Brandoni me puso una gran pelota como 10, me dejó mano a mano con Catalano y la metí. Salí festejando por la pista de atletismo, con todos mis compañeros detrás y me paró Timoteo con su manaza, ¿viste que te pegaba un manotazo en el pecho? Bueno, así, porque me estaba llevando a todo el equipo afuera de la cancha (risas). Al partido siguiente no me puso, no lo podía creer. Y así me fue alternando: un partido sí, otro no, uno sí, otro no.
18. -¿Por qué no te puso?
-Para llevarme de a poco. Después de mi debut con gol me hicieron notas de todos lados: el hijo del gol debutó con gol, y esas cosas. Estaba en una nube de pedo y así me fue llevando durante seis meses, para que esté centrado. Por adentro, puteaba como un condenado, pero tenía razón, Timoteo era un crack hasta en esas decisiones. Fijate hoy cómo se queman tantos chicos por su mala adaptación. Ni hablar del rol dañino que juegan las redes sociales, gracias a Dios nosotros no las teníamos. Hoy las redes sociales no sólo pueden frustrar a un jugador por las cosas que se dicen, sino que generan problemas a sus familias.
19. -¿Te pesó el apellido en las inferiores?
-El apellido ayudó a visibilizarme. “El gringo grandote ese es el hijo de Luis Artime”, decían. En Ferro no hubo problemas, pero después en Independiente fue una cruz que tuve que cargar. Me costó mucho. En un verano en Mar del Plata le dije a Timoteo: “Estoy por irme de Independiente”. Y Timoteo me dijo: “Trazá una línea de Capital Federal y andate lo más lejos posible”. Tenía propuestas de Gimnasia y de Estudiantes, de Unión y de Colón, y de Belgrano. “Andá a Belgrano, además es un equipo de tus características”, me dijo el Viejo, que conocía bien el fútbol cordobés. Además, Carlos Biasutto me había pedido seis meses antes, y me convenció.
20. -En Independiente te costó más porque tu viejo había metido un montón de goles, ¿no?
-Sin dudas. Y porque en Independiente tienen ese paladar. Una vez le ganamos por 3-1 a Gimnasia, metí dos goles y en otra lo dejé al Gallego Insúa para que convirtiera. Me subí a mi Fiat Uno bordó en la playa de estacionamiento, se acercó un vitalicio y me dijo: “Bien pibe hoy, pero tu viejo hubiera metido cinco goles”. ¡Era muy difícil!
21. -Cuando le pregunté a tu viejo si habías defendido bien el apellido, tu hermano Javier se adelantó y me dijo: “Como jugador más o menos, habrá hecho el 30 por ciento de los goles de mi padre, pero humanamente sí lo defendió bien”. ¿Coincidís?
-Mi hermano exageró, ja, ja, hice el 10 por ciento de los goles de mi viejo, pero en cuanto al amor por la profesión, al respeto por el trabajo y al compañerismo me considero un Artime auténtico. Después, me faltó el 90 por ciento de los goles (risas).
22. -¿Tu viejo te pidió que no jugaras en Independiente y en Nacional?
-No me lo dijo específicamente. Si me quedó una frustración de no haber jugado en un club del exterior fue justamente en Nacional. Me vinieron a buscar un par de veces, pero no tenía representante y no se dio. En realidad, jugué una vez con la camiseta de Nacional. Tenía 17 años y me tuvieron que autorizar mis padres para salir del país. Fue un tiempo, contra Peñarol. Capaz que si iba a Nacional, me hubiera pasado lo mismo que en Independiente, porque mi viejo es ídolo allá, una cancha del predio de Los Céspedes lleva su nombre. Después, también tuve ofertas para ir al Mónaco y al Betis, cuando metí 12 goles en un campeonato, pero en Córdoba me sentía Dios, y lo digo sin creérmela y sin soberbia. Mi familia estaba muy contenta, y yo era el tipo más feliz del mundo. Y me quedé, debo ser uno de los últimos románticos del fútbol.
23. -Lo decís porque no fuiste detrás de la plata.
-Exacto. Había logrado lo que quería deportivamente, no tanto en lo económico. De hecho, en 2002 vine de Perú a Belgrano siendo goleador y ganando 10 mil dólares por mes, para ganar 3 mil en papelitos de colores y cobrando salteado (risas). Ese día mi viejo se enojó conmigo. Estábamos en casa y me preguntaba si iba a seguir en Perú y yo me hacía el boludo y no le contestaba, cambiaba de tema, hasta que mi hermano le dijo: “Papá, si vos lo conocés a Luis Fabián, nunca pensó en la plata”. Se enojó el viejo y no me habló por un mes.
24. -¿Qué recordás de tu ciclo en Independiente?
-Me llevó el Indio Solari y luego me dirigió Pastoriza. El Pato era un gran tipo, con códigos. Se reían de sus asados, pero servían para armar grupo: el Pato traía la carne y se armaba todos los viernes. Un crack, y te lo digo aunque fuera un hombre de Talleres acá, eh. Un día ganamos el clásico con goles míos, me agarró antes de entrar al vestuario, me dio un abrazo y me dijo: “¡Qué hijo de p..., me arruinaste hoy, pero sabés cómo te quiero!”. El Pato me quiso llevar a Boca, pero no se dio. Fue compañero de mi viejo en Independiente y en la selección.
25. -¿Por qué pateaste un penal en la final de la Supercopa con Boca siendo de los más jóvenes?
-Porque el Indio me dijo: “¿Pateás, Luifa?”. ¡Cómo le iba a decir que no! Había entrado faltando cinco minutos, por una lesión de Alfaro Moreno. Toqué una sola pelota en la mitad de cancha y Marchesini casi me parte. La segunda que toqué fue el penal. Pateé el cuarto, abrí el pie y me lo atajó el Mono (Navarro Montoya), después la metió Giunta y fueron campeones.
26. -¿Ese penal fue determinante en tu carrera?
-Y... es probable que si metía ese penal hubiésemos salido campeones y me hubieran vendido a Europa y yo capaz no me ponía jamás la camiseta de Belgrano, así que no me arrepiento ni maldigo lo que pasó, sino todo lo contrario. Mi historia estaba escrita para que fuera así. Después de esa final estuve siete días sin poderme moverme, seguía acalambrado por los nervios. El primer partido después de la final, apenas salí como suplente, la hinchada de Independiente coreó mi nombre. Es algo que le voy a agradecer a la gente del Rojo, aunque seguramente la mayoría no tendrá un buen recuerdo de mí. Por suerte, después Independiente pudo ganar dos veces la Supercopa.
27. -¿Por qué tu viejo no te iba a ver a la cancha?
-Mi viejo me vio en el debut contra Español. Estaban en Mar del Plata, les avisé dos días antes y vinieron. Y en Buenos Aires nunca más, sólo me veían por la tele. En el único lugar que me veía feliz y sentía que no jugaba su hijo era en Córdoba. Acá no sufría, porque acá yo pateaba al arco, la pelota pegaba en el banderín del córner y no me decían nada.
28. -¿En Belgrano te fue siempre bien?
-Los siete primeros partidos fueron malos. Contra el Newell’s de Bielsa en Alberdi, un viernes a la noche, perdimos por 3-1 y Victorio Cocco me sacó a los 10 del segundo tiempo y me puteó toda la cancha. Esa noche fui a la terminal para tomarme un micro a Buenos Aires... y estaba lleno de hinchas de Belgrano volviendo a sus cuidades. “Ey, gringo, ¿cuándo vas a empezar a meterla?”, me decían. A los dos partidos le ganamos por 3-0 a Estudiantes y metí mis primeros dos goles. Ese día me hicieron una nota en vivo y, al terminar, un monstruo del periodismo cordobés, el Negro Víctor Brizuela, dijo con estas palabras (le imita la voz): “Algún día, alguna calle en Alberdi se llamará Luis Fabián Artime, el Luifa”. Escuché ese final con los auriculares puestos y pensaba: “Mirá lo que dice este viejo culeao, que habrá visto mil mundiales”. Su opinión era palabra mayor.
29. -Tu estilo encajó perfecto en el paladar del hincha de Belgrano.
-Así es. Siempre fui un tipo metedor, de pechar, de ir al frente, de no arrugar. Aun en los partidos en que no convertía, igual chocaba a todos. Le erraba el arco porque era un burro (risas), o le rompía el pecho al arquero porque no sabía ponerla contra un palo, pero siempre me entregué. Yo fui un 9 que maduré tarde; si hubiera madurado antes, quizá nunca pisaba Córdoba, me hubiera ido a Europa.
30. -¿Cuándo comenzó el idilio con la gente de Belgrano?
-Le metí los dos primeros goles a Estudiantes y a la semana me tocó meter un gol increíble en el clásico contra Talleres, con el brazo entablillado. Ese fue un quiebre, porque ese día escuché por primera vez el “Luifa, Luifa”. Jugábamos en el Chateau, cancha a reventar, Catalino Rivarola salió como BJ McKay, el camionero, yo adelanté la pelota, lo salté y me enganchó en el aire. Caí con todo el cuerpo sobre el brazo izquierdo y me corté los ligamentos del codo. Me atendieron, la gente de Talleres empezó a cantar “el porteño se cagó”, me entablillaron el brazo, le hice la seña a Victorio Cocco de que no me sacara y en la primera pelota que recibí, giré y metí el 2-0. Salí gritando con un solo brazo, una locura, y enseguida pedí el cambio, no aguantaba más del dolor. Ganamos por 2-1 al final. Después del partido, fui a un sanatorio a hacerme la resonancia y los hinchas me acompañaron, a tal punto que cortaron la calle.
El gol a Talleres con el brazo entablillado
📅🔙 #UnDíaComoHoy, en 1992, #Belgrano se imponía por 2-1 ante Talleres en el Chateau Carreras, con goles del Diablo Monserrat y @luifagol. ⚽
— Belgrano (@Belgrano) April 19, 2021
👉 Con esa victoria, el Pirata prolongó el invicto más extenso del clásico cordobés: casi 15 años ininterrumpidos, entre 1982 y 1996. 😀 pic.twitter.com/aG761nNQfH
31. -¿Quién fue Oscar Díaz?
-El Chinito era el alma mater del vestuario, era utilero, pero a la vez psicólogo, como también lo eran el masajista Pupito Araya o el kinesiólogo Carlos Arbulú, los tipos que te cortaban el aire triste de una derrota con su alegría. Cuando pisé por primera vez Belgrano, la práctica era a las 8.30 y a las 7.15 ya estaba ahí: me presenté en la utilería y esperé que el Chino me diera la ropa. Venían todos, agarraban su canasto y se iban a cambiar. Y yo esperaba. Un tiempo después me lo contó: “Luifa, como vos venías de Independiente, trataba de buscar las medias y las camisetas que menos agujeros tuvieran”.
32. -Viviste cuatro etapas en Belgrano.
-La primera vez integré un equipo espectacular. Recién habíamos ascendido y la gente ni conocía a los jugadores, y se sorprendían: estaban el Diablo Monserrat, Beto Fernández, el Chiche Sosa. Me acuerdo un partidazo que le hicimos a River, terminamos 3-3. Después, siempre fue complicado. Peleábamos con escarbadientes contra dragones. Belgrano cobraba la plata de la televisión y era toda para pagar deudas y levantar inhibiciones, entonces vivíamos con la recaudación de domingo a domingo. En la quinta fecha podíamos presentar los refuerzos porque recién ahí se levantaba la inhibición.
33. -¿A qué se debió tu primera salida de Belgrano?
-A una pelea con el Nano Areán, que fue uno de los mejores técnicos que tuve, un tipo que en el entretiempo te cambiaba el destino del partido con un par de indicaciones, pero hubo algunas cositas que hizo y no me gustaron y que tampoco diré ahora por respeto a los muertos. Y ahí apareció San Lorenzo.
34. -No te fue bien en San Lorenzo.
-En mi debut oficial, contra Boca en la Bombonera, jugué unos 25 minutos iniciales impresionantes, pero en una jugada el Manteca Martínez me corrió de atrás y sin querer me dio una patada y me cortó un ligamento del tobillo. Estuve 45 días para volver a jugar, y en ese interín apareció el Balín Bennett, metió un montón de goles y ya no tuve más chances. Biaggio era el otro delantero y la rompía, un crack como persona el Pampa. Cuando ya no estaba el Nano, volví a Belgrano y fui otra vez el de siempre. En cada regreso a Belgrano era el Ave Fénix, resurgía de mis cenizas (risas), tenía un aura especial. Nací para jugar en Belgrano, eso está clarísimo.
35. -De Tigre te fuiste peleado con el técnico, también.
-No, ahí el tema fue con la subcomisión de fútbol. El club había descendido y querían limpiar a 10 jugadores, entonces hablé con el presidente y le dije: “No limpien a 10 jugadores, el club los necesita, me voy yo y listo”. Yo sabía que Merlo me quería en Belgrano y era lo más saludable para todos. Lo cierto es que en Tigre no rendí.
36. -¿En Tigre te apretó la barra?
-En Tigre había una barra pesada en esa época, y fijate cómo está hoy Tigre, es un ejemplo de cómo superaron ese problema, cortaron con todo. En Belgrano también viví mil apretadas, como capitán yo daba la cara. “Vamos a ganar el fin de semana porque si no va a haber daños materiales, eh”, te decían, entonces esas semanas los muchachos iban a entrenar en taxi, dejaban los autos en sus casas (risas). Siempre me comprometí mucho con el club donde jugaba y he tenido que pegar algún grito cuando vi cosas que no correspondían, como la última vez que me tuve que ir del club, pero al menos le hice perder la elección a Chichín Ledesma. Bah, ni se presentó al final, pero no me iba a callar del entuerto en el que estaban. En ese aspecto, heredé el carácter de mi viejo.
37. -¿Te enfrentaste a la barra de Belgrano?
-Fui a encarar al Turco Salomón, un referente de la barra, porque tenía un negocito. Nosotros les dábamos plata a los hinchas: si íbamos a jugar a Tucumán, antes de subir al micro les dábamos para el sandwich y el vino, pero después me enteré de que este muchacho les sacaba en la semana 100 pesos a los pibes de primer contrato. Y si no le daban, los puteaban en la cancha. Entonces lo encaré de una y al final terminó afuera de la barra.
38. -¿Cómo te fue en Gimnasia?
-Como le hice perder esa elección a Chichín Ledesma, Belgrano me mandó el telegrama de no renovación, a modo de revancha. Se me hacía difícil conseguir equipo por la edad, y ahí apareció mi amigo Gabriel Perrone, que era ayudante de Griguol en Gimnasia, y fui para allá, pero a los seis meses se fue Timoteo y erradicaron a todo el griguolismo. Me pidieron rescindir el contrato y otra vez surgió el Viejo Biasutto y me llevó a Melgar, en Perú.
39. -¿Afecta jugar en la altura o es mito?
-Por supuesto que afecta. Y eso que jugábamos en Arequipa, a 2.400 metros. En el primer entrenamiento, el presidente me quería ver, para saber qué había comprado. Biasutto me quería cuidar, me dijo que no me iba a poner en los primeros partidos, pero el presidente insistía y me tuvo que meter un rato. “No salgas del área, que los wines y el 10 te van a llenar de centros”, me dijo al entrar. Y metí 4 goles en 40 minutos. Eso sí: no me moví del punto del penal, no picaba, ni siquiera gritaba los goles, ja, ja. A las 3 semanas sí corría como un arequipeño más.
40. -Hiciste jugar al Melgar con camiseta celeste, ¿puede ser?
-Estábamos complicados con el descenso y dije “con la celeste no vamos a perder”. Era la tercera camiseta: celeste con una franja vertical roja y negra. Y nos salvamos con esa camiseta y yo terminé goleador del campeonato.
41. -¿Por qué volviste de Perú si estabas tan bien?
-Me levantaba a las 6 de la mañana, y mientras tomaba unos mates veía las noticias por internet. Belgrano no pasaba un buen momento, estaba por descender al Argentino A, y la gente pedía que volviera. Chiche Sosa y Jorge Guyón me decían: “Luifa, te necesitamos”. Y volví, pese al enojo de mi viejo, que no me habló por un mes. Llevaron a Pontiroli, para asegurar el arco, y a mí para meter goles. Metí 11 en 14 partidos y nos salvamos del descenso. Y por un punto no entramos al reducido por el ascenso.
42. -¿Cuál fue tu mejor momento en Belgrano?
-Me queda el recuerdo muy lindo del ascenso del ‘98 con Ricardo Rezza, un gran tipo. Lo bueno es que siempre hubo grandes grupos humanos. La figura era el equipo, la teníamos que pelear todos los años. Me fui al descenso con Belgrano, pero era imposible mantener la categoría, sabía que en algún momento me iba a tocar.
43. -¿Cuál fue tu mayor hazaña en Belgrano?
-Lo más importante fue haber ascendido en el 98 y haber mantenido la categoría en las dos reválidas contra el Quilmes del Exxel Group, que tenían los sueldos al día y los premios adelantados, y nosotros con los escarbadientes les ganamos las dos veces. Esas reválidas eran como jugar la final de mundo para nosotros. Además, lo conseguimos con remontadas históricas: en la primera tras perder por 3-1 de visitante, lo ganamos por 3-1 en Córdoba con el gol de Chiche Sosa al final y en la segunda, luego de perder por 1-0 allá, lo ganamos por 1-0 con el gol agónico de Mugnaini. Para mí, esas reválidas son dos títulos de campeón.
44. -¿Por qué creés que sos ídolo de Belgrano?
-Ehhhh, porque vine e interpreté en la cancha lo que haría un hincha jugando con su camiseta. Básicamente por eso. Creo que me estaban esperando con la camiseta de Belgrano para que me la pusiera. Sentía que me perdonaban todo, por ahí erraba un penal y no me decían nada, la tiraba al banderín del córner y lo mismo. Pero me pasaba algo curioso: por ahí el arquero me desviaba el penal y de ese córner metía el gol de cabeza, ja ja, increíble.
45. -¿Cómo fue el día que Francescoli te pidió la camiseta?
-Jugábamos contra River en el Monumental, ganábamos por 1-0 por un gol que le había metido a Burgos y al terminar el primer tiempo Tití Fernández me hizo una nota, y de reojo veía que Enzo estaba atrás esperando. Supuse que le iban a hacer una nota a él, y apenas terminé, me dijo: “Luifa, ¿cambiamos la camiseta?”. No entendía nada, pensé que se estaba equivocando (risas). En realidad, era una camiseta muy linda, la que tenía la imagen de Rodrigo.
46. -¿Lo conociste a Rodrigo?
-Claro, Rodrigo decía que yo era su ídolo y estuvo a punto de comprarme el pase, cuando me fui a Tigre. Hizo una oferta, pero se la hizo al dirigente equivocado, el que no me quería más en Belgrano. Y después charlé mil veces con él, tengo muchas anécdotas.
47. -Contá alguna...
-Un domingo a la mañana nos encontramos en Aeroparque. Nosotros habíamos jugado en Buenos Aires y volvíamos a Córdoba y él tenía que salir para un show en Tucumán. Charlábamos en el preembarque, su avión salía y él no subía. “Por favor, señor Rodrigo Bueno, último llamado para embarcar al vuelo 311 a Tucumán”, anunciaron, y el loco seguía con nosotros “Te están llamando”, vinieron a decirle. “Tranquilo, estoy hablando con los jugadores de mi gran equipo”, les respondía. Una mañana, en un partido contra Argentinos en cancha de Español, yo estaba en el banco, íbamos ganando, lo dio vuelta el Bicho y ya no teníamos más cambios. “Eh, Rezza, culeao, ya hiciste todos los cambios, lo tendría que haber puesto a Luifa antes”, le gritó, ja, ja. El Potro le pegaba derecho sin dormir del sábado a la noche. Muchas veces desayunaba con nosotros los domingos en el hotel, cuando jugábamos en Buenos Aires. Era un loco hermoso. Vivió a mil. Muy a lo Belgrano.
48. -¿En Córdoba tu viejo es el padre del Luifa?
-La verdad que sí, algo increíble. Me pasó de ir caminando con mis viejos por el shopping de acá y escuchar a gente decirles a sus hijos: “Ese es el papá del Luifa”. Acá la gente se imaginaba a mi viejo por las fotos de El Gráfico o por los comentarios de la radio, no lo habían visto, y eso me ayudó para que no lo tuviera presente y me permitiera crecer sin esa comparación permanente.
49. -¿Qué te enamoró de Belgrano?
-Mi primer entrenamiento fue en la Isla de los Patos, enfrente de la cancha. “No demos toda la vuelta hasta el puente, crucemos el río a pata”, me dijo el Tano Spallina. Me saqué las zapatillas, me las puse al hombro y cruzamos a pata. Yo venía de Independiente, donde nos daban una muda de ropa toda la semana, y los fines de semana yo le regalaba esa ropa a vecinos y amigos. En Belgrano se caía la mampostería, y me enamoré de ese ambiente, de los mates en el vestuario. Me enamoré de salir a la cancha y sentirme querido a los pocos partidos. Se dio un ida y vuelta muy rápido, como un noviazgo fulminante: doy todo y me dan todo. Hoy me sigo emocionando como presidente cuando entro a la cancha reventada por 30 mil personas que cantan. Y pienso: ¡lo que daría por estar 30 segundos con la camiseta ahí, sentir lo que siente Vegetti! Es impresionante.
50. -¿Te acostumbraste a que en medio de una transmisión digan “la tribuna Artime”?
-A esta altura, sí. Eso surgió por una encuesta que hizo La Voz del interior para que cada tribuna del Kempes tuviera el nombre de un símbolo de los cuatro clubes más fuertes de la provincia. Si se hubiera hecho unos años después quizá salían Farré, Olave, no sé, podría ser Cuellar o Sosa, hay muchos. Hoy son Ardiles, Willington, Gasparini y Artime.
51. -Si tuvieras que armar el podio de idolatría en Belgrano con Villagra, Olave, Chiche Sosa, Zielinski, Cuellar, Milonguita Heredia, Luifa...
-No es simpático, no me gusta, además todos tienen su historia en el club, eso es lo bueno de Belgrano, que recuerda a sus ídolos con cariño siempre.
52. -¿Qué hábitos cordobeses agarraste?
-Soy un cordobés por adopción. Las veces que me fui, siempre volví. Mate tomé toda mi vida, asado comí siempre, le agregué el fernet. En Ferro visitaba a Mafalda, la mamá de Timoteo, y ahí se tomaban unos mates espectaculares con peperina. Y la peperina es cordobesa.
53. -¿Se puede decir que en tu carrera sólo rendiste muy bien en Belgrano y en Melgar, y que en el resto no aprobaste?
-Puede haber muchas explicaciones, pero la realidad es esa: mi mayor puntaje lo saqué en Belgrano y cuando fui, de grande, a Melgar.
54. -¿Eras de dar arengas en el vestuario?
-En Belgrano daba la arenga hasta cuando no jugaba. Eran cortas, siempre inventaba algo que me parecía en el momento para movilizar a mis compañeros. Por ahí si nos tocaba jugar un día de la madre, decía: “Hoy no jugamos solamente por los que están acá, también jugamos por la vieja, por los que la tenemos y por los que no”. Y salíamos a jugar con la vieja a cococho (risas).
55. -¿Dónde viviste el ascenso de Belgrano contra River?
-Estuve en la cancha con mis hijos en la ida y para la revancha me había invitado a su palco Daniel Onega, que es amigo de la familia de siempre, pero preferí no ir. Supuse que podíamos pasarla mal, y terminé viendo el partido en la casa de Beto Fernández después de comernos un asado. Y salimos a festejar, por supuesto.
56. -¿Pensaste que iban a ascender o que de alguna manera iban a evitar que River cayera?
-A Belgrano lo vi ascendido cuando ganó por 2-0 en Alberdi. Ahí pensé: “De esta, River no se repone”. Sentí un pequeño escalofrío cuando Pavone metió el 1-0 bastante rápido, pero después Belgrano controló bien el partido, Zielinski es muy inteligente. Ese Belgrano era un equipo en el sentido estricto de la palaba. Del otro lado había individualidades y mucha desesperación. Lo lamento por el Negro Jota Jota, al que tuve como ayudante de Marchetta y me parece un gran técnico y un tipazo.
57. -¿Cómo evaluás la gestión de Armando Pérez en Belgrano?
-Hizo grandes cosas por las que el hincha y el socio está agradecido, pero después hubo otras que no nos gustaron y por eso nos presentamos como oposición. Creemos en otra forma de manejar el club, más participativa, sin la necesidad permanente y urgente de vender jugadores. Queremos sostenernos con jugadores del club, y el día que se vaya Zapelli, por ejemplo, reemplazarlo con un chico formado en la cantera. Eso se había cortado. Se había perdido la identidad. Por eso trajimos a un referente como Diego Novaretti, a Farré como técnico, subimos a chicos como Longo, que jugó mucho en inferiores. El hincha no se sentía identificado con el equipo, hoy creo que cambió. Por eso llena siempre Alberdi o van 25 mil hinchas a La Rioja por Copa Argentina, o 1.200 a Madryn. Eso es un logro.
58. -¿Les faltó coronar con un título los años dorados?
-Como hincha, si hay algo de lo que reniego, fue el hecho de haber estado tan cerca de ganar un campeonato y no haber ido por un poquito más: traer a ese 9 que ayudara al Picante (Pereyra) a hacer 4 o 5 goles más para ser campeones. No se arriesgó en el momento en que se tendría que haber arriesgado, estábamos conformes con ese colchón de puntaje que nos tenía bien.
59. -¿Por qué le hiciste juicio a Armando Pérez?
-Porque dijo que me había pagado un millón de dólares por la quiebra y es absolutamente mentira. No sé por qué lo dijo, me parece que lo declaró cuando las encuestas empezaron a darle mal. Le hice una querella, el juez lo citó a la conciliación y no fue. Ahora estamos esperando que el juez baje el martillo y me dé la razón, porque Pérez no tiene ninguna prueba para sostener esa barbaridad que dijo. Y no tiene pruebas porque no las hay.
60. -¿Cuándo se inicia la decadencia de Belgrano que termina con el descenso?
-Creo que hay un tobogán y ese tobogán se llama Curitiba, en 2016, por la Sudamericana. Ganamos por 2-1 en Brasil con Teté González de técnico, y acá jugamos un partidazo en el Kempes, pero perdimos por 2-1 y luego por penales y de ahí en adelante fue golpe tras golpe, una hecatombe, caímos en cascada.
61. -¿A quiénes atribuís esa caída?
-Somos culpables todos como socios del club, alguno con mayor responsabilidad que otros. A lo mejor nos dormimos en esos laureles de bienestar y no quisimos ir por más. Y se fue equivocando el camino en la elección del entrenador y de los refuerzos y después hay una realidad: tenés dos malas temporadas y estás peleando el descenso.
62. -Tu día más feliz en el fútbol.
-Mi felicidad era entrar a Alberdi y vestir la camiseta de Belgrano, sentía que me ponía una armadura y era el mejor del mundo. Si tengo que elegir un partido, se me viene a la cabeza un 3-1 a Colón, en 2001. Teníamos que ganar porque nos íbamos al descenso directo, metí dos goles, y cuando salí de la cancha por Arturo Orgaz para buscar el auto con mi hijo a cococho, toda la gente me esperaba y gritaba, me hicieron sentir Dios, es inentendible lo que sentí ese día. Un borrachín me dio un beso, me babeó todo y me dijo: “Te amo más que a mi mujer”. Y ya sabemos que lo borrachos dicen la verdad, ja, ja, al menos ese día debe haber sentido eso.
63. -El día más triste.
-Cuando erré el penal en la final de la Supercopa.
64. -El mejor gol y el que más gritaste.
-El que más grité fue el que le hice a Talleres con el brazo entablillado, porque además fue un click en mi vínculo con Belgrano. El mejor fue uno a Boca: entré gambeteando y se la clavé de zurda a Córdoba, fue más maradoneano que artimesco el gol, ja, ja, ése no era yo.
65. -El mejor técnico que tuviste.
-Tuve dos grandes maestros, el principal fue Timoteo, mi segundo padre, y el Viejo Biasutto, que me llevó a Belgrano por primera vez y después a Melgar. Y también tuve otros muy buenos como Aimar, Rezza, Marchetta, el Indio Solari...
66. -¿Y el peor?
-No puedo decir uno, porque de todos aprendí, incluso de los que no te iban de frente, para saber cómo no tenía que actuar. Todos de alguna manera me ayudaron a ser lo que soy.
67. -Los mejores amigos del fútbol.
-Tengo millones y me olvidaría, siempre hicimos muy buenos grupos. Al que veo casi todos los días es a Chiche Sosa, porque trabaja conmigo. Me enorgullece que levanten el teléfono para felicitarte tipos como el Beto Fernández, o Leo Torres o la Tota Medina, que me tenían como consejero, y acaban de salir campeones en Honduras. Te hace sentir que les dejaste algo, como hicieron conmigo Pipo Gorosito, Craviotto, Garré, Cúper, Cancelarich o Palito Brandoni. Hoy somos lo que somos gracias a ellos.
68. -¿Te agarraste a piñas con algún compañero?
-Pude haber tenido alguna discusión, pero nunca me agarré a piñas en una práctica y nunca le pegué a un jugador de inferiores. Me enojaba cuando algún profesional lo hacía.
69. -¿Cómo nació la historia de la remera de tu abuela?
-Mi abuela Deodina falleció el día que jugamos contra Quilmes la primera reválida. Me enteré después del partido y le pedí permiso al cuerpo técnico para ir al velatorio en Junín. Volví a Córdoba y al otro día cayó a la concentración un gran amigo, el gordo Raúl Bellido, un fotógrafo que me hizo mi primera y mi última foto como jugador de Belgrano. Traía tres remeras con la cara de mi abuela. Me la puse por debajo de la de Belgrano, ganamos por 3-1: yo metí un gol, tiré el centro del segundo que Váttimos la metió en contra y jugué como nunca. Nos salvamos. Ese día jugó mi abuela, te lo juro. Y desde ese día me puse la remera de mi abuela debajo de la de Belgrano todos los partidos.
70. -¿Nunca te interesó ser director técnico?
-Soy técnico recibido y debí haber seguido ese camino, pero por una cuestión familiar decidí quedarme en Córdoba, y me puse a trabajar en la organización de seguros. Estoy con el Grupo Sancor desde hace 18 años, y de eso vivo, pero el fútbol me volvió a picar. No tenía muchas opciones. En mi entorno me cargan, dicen que siempre dije que iba a ser presidente de Belgrano. De hecho, en mi etapa de jugador, cuando nos salvábamos con las reválidas, declaraba: “Espero que los dirigentes hagan las cosas bien para no tener que pasar otra vez por esto”. Ya era un poco político cuando jugaba.
71. -¿Te aburrías con los seguros?
-Diría que me faltaba la adrenalina del fútbol, ese cosquilleo que siento hoy como presidente, y no sólo en el aspecto futbolístico sino por dirigir una institución tan grande como Belgrano, con un arraigo social tan masivo, con un compromiso con la provincia, con la cultura, con los otros deportes, con el área de género. Tuve que armar equipos de trabajo, que eso es muy importante, y tuve la suerte de juntarme con gente capacitada. Con grandes equipos hemos traccionado a la masa societaria para tratar de llevar a Belgrano a lo más alto posible.
72. -¿Hubo algún disparador para que te presentaras como candidato?
-No. Las agrupaciones de socios me insistían, “dale, Luifa, vamos”, y cuando se dio la caída en picada me dije a mí y a los que me acompañaban: “Listo, dejemos de gastar tres lucas por sesión en el psicólogo, terminemos con la charla de café, que ahí no se resuelven las cosas, involucrémonos”. Así, hace cuatro años empecé con las reuniones para armar equipos de trabajo y aquí estamos.
73. -¿No se te cruzó por la cabeza el “fantasma Passarella”? Quemarte, perder la idolatría que habías ganado como jugador...
-No (terminante). La vida es para jugársela, esto no es para tibios. Yo tengo en mi papá a uno de los más grandes goleadores en la historia del fútbol argentino, pero igual me dediqué a jugar y a tratar de meter goles, aunque hubiera sido más cómodo y menos riesgoso dedicarme al profesorado de educación física.
74. -¿Y no tuviste miedo de perder las elecciones, que el socio te diera la espalda?
-Tampoco. Sé que Armando Pérez me podría haber ganado, porque fue un presidente importante, pero también sabía que el único que podía ganarle una elección a Armando era yo. Sé que me estoy jugando todo, sé que me juego la idolatría y la tribuna, sé que me juego poder venir a la cancha con mis hijos después de mi mandato y que no me puteen, porque eso ha pasado en otros caos, pero la vida no es para tibios y a mí me enseñaron a vivirla así. Disfruto la vida y a lo mejor la sufro, pero la vida es sufrir y disfrutar, como el fútbol, donde son más las derrotas que las victorias.
75. -¿Qué te decían los familiares y amigos cuando les contaste que querías postularte a presidente?
-Tenía a todos en contra, ja, ja, salvo a Javier, mi hermano, que es profe y trabajó mucho en el fútbol, incluso estuvo con los Solari en el Mundial ‘94 con Arabia. Javier siempre me apoyó en todas las decisiones que tomé. Por otro lado, no tengo aspiraciones políticas a otro nivel: ni provinciales, ni municipales ni nacionales. Yo entré en la política de Belgrano para devolverle al club algo de lo que me había dado. Se lo di en la cancha, pero me siento todavía en deuda. Me alineé con gente que piensa como yo, y en eso estamos, con muchas horas de trabajo y mucha cabeza, gestionando. Era ahora o nunca, porque hoy con 56 años tengo las ganas, la fuerza y la energía. Y siempre caminando por el sendero que me marcaron mis padres, el de la honestidad.
76. -En una asamblea de 2019 dijiste: “Belgrano no está bien visto en la AFA”. ¿Hay que estar “bien” con la AFA para que no te perjudiquen?
-Cuando empecé a juntarme con dirigentes me di cuenta de que Belgrano no estaba bien visto en la AFA, porque un expresidente había estado en la Comisión normalizadora y no de buena forma. Había que revertir esa imagen y estar bien con el resto de los clubes, no me refería a nada oscuro.
77. -Propusiste un “Belgrano positivo”, similar a lo que implementó Racing con Víctor Blanco.
-Exacto, y es porque veo a Belgrano muy parecido a Racing en varios aspectos: un club históricamente sufrido, con hinchas que acompañan siempre. Mi viejo y mi hermano son hinchas de Racing, así que lo viví de cerca. Racing lo implementó bien ya desde hace varios años y volvió a ser un grande, y hoy es candidato a ser campeón en lo que juega. El tema no pasa por hacerle creer a la gente que sos grande sino hacerse sentir grande ante los rivales.
78. -Apostar con mentalidad ganadora.
-Exacto. Tenemos todo para ser así con Belgrano, falta el último eslabón, que es creer y serlo, decir “che, se puede”. Somos la institución más grande del interior del país, se enoje quien se enoje. La pasión de Belgrano de Córdoba es superior al 80 por ciento de los clubes de Primera División. Con esa mentalidad yo salía a jugar. Entraba al Monumental y pensaba en ganarle a River. Después, venían Francescoli, Ortega y Gallardo y nos metían 3 goles, pero mi intención era salir a ganar, nada de pensar en un puntito, porque con esos puntitos nos terminamos yendo al descenso.
79. -¿Cuál es el presupuesto de Belgrano?
-El club nos sale 90 millones de pesos por mes, hablo del club en general, y la tele te paga 3.700.000 pesos por mes, ¡imaginate! ¿Cómo lo hacemos? Potenciamos la marca Belgrano con mejores acuerdos con las empresas. Acá siempre el jugador de Belgrano venía corriendo de atrás y entonces negociabas como perdedor, los precios lo ponían los compradores. Así se llevaron a Bruno Amione por muy poco porque quedaba libre y sin que lo pudiéramos disfrutar en Belgrano. Hoy estamos empatados y tenemos algunas figuritas que están cotizadas, las vinieron a buscar a principio de torneo y pudimos decir que no. Belgrano ya no se para como perdedor ante las ofertas.
80. -¿Ser presidente era lo que esperabas?
-No me sorprendió. Yo estoy en el predio, miro no sólo los partidos de la Primera, sino también los de inferiores y de la liga cordobesa. Me gusta ir y debatir con Pichi Campana en la Agencia Córdoba Deportes, charlar con los entrenadores de inferiores, con la secretaría técnica, con las chicas del equipo de fútbol. Tuve reuniones para hacer un vacunatorio en el club, una jornada de donación de sangre y para firmar un acuerdo con la Universidad Nacional de Córdoba. Este es un club con un gran compromiso social. Yo delego mucho en gente de confianza, pero también me gusta estar y participar en todo lo que pueda para la toma de decisiones.
81. -¿Por qué elegiste a Farré como técnico?
-A Guille lo fuimos a buscar antes de las elecciones. Le dijimos que lo queríamos en la estructura del club pero le prometimos que no íbamos a hacer campaña con su nombre ni con el de ningún otro símbolo, mientras la otra lista sí usó a varios.
82. -¿Qué te respondió?
-En ese momento estaba por arrancar como ayudante de Zielinski. “Ya le di mi palabra al Ruso”, nos contestó. A la segunda llamada que le hicimos, ya fui más preciso: “Te vuelvo a hacer la oferta, pero ahora queremos que seas el técnico de la Primera”. Me pidió un tiempo para pensarlo, pero al mediodía ya me había dado el sí. Era muy difícil decirle que no a Belgrano dos veces.
83. -¿Te gustaría tener otra vez a Zielinski como técnico, o creés que ya voló muy alto y es imposible?
-¿Por qué no? Belgrano también puede volar muy alto. Sin dudas, Zielinski es uno de los técnicos más cotizados y queridos del fútbol argentino.
84. -¿Opinás de fútbol con Farré y con los jugadores?
-Siempre, pero no me meto en el armado del equipo. Comento cosas con los muchachos, cuando da la situación, porque me ha tocado estar ahí adentro como capitán muchos años. No sólo opino yo, sino también Mauro Óbolo o Chiche Sosa, que están en la secretaría técnica, o Enrique Borrelli, que es el coordinador de inferiores. Hoy camino por el predio y conozco al 99 por ciento de los jugadores de las inferiores por el nombre.
85. -¿Bajarías del micro a tus jugadores, como hizo Riquelme?
-Hay que ver las circunstancias y qué fue lo que sucedió. Sí te digo que entro al vestuario después de los partidos para saludar a todos, así ganemos o perdamos. Si no sacamos un buen resultado doy una palabra de aliento para apoyar. Para mí, el dirigente tiene que estar siempre.
86. -Si ves algo que no te gustó, ¿también lo decís?
-Eso se puede charlar a las 48 horas con algún referente o un jugador puntual. Al vestuario entro para dar aliento o felicitar, siempre para adelante. El fútbol pasa mucho por lo anímico y la cabeza. En la Primera Nacional lo físico y lo técnico está parejo y define la cabeza. Tenés que estar encima del plantel, sin atosigar, para que estén bien de la cabeza, que eso termina haciendo la diferencia.
87. -¿Pablo Vegetti es el Luifa de este equipo, te ves reflejado en él?
-Por supuesto que sí, Pablo hasta sale gritando los goles como hacía yo. Tiene condiciones superiores a las mías, la única diferencia es que a Pablo no le gusta ir al primer palo como me gustaba a mí. Yo le digo que si fuera al primer palo metería 8 goles más por campeonato. El primer palo es la puerta del gol, porque si salís un segundo antes del que te marca, tuc, la rozás y es gol. En el segundo palo te tiene que caer, es más difícil.
88. -Consiguieron una buena ventaja, ¿están para ascender o creés que van a sufrir hasta el final?
-La ventaja es importante pero la realidad es que este es un campeonato durísimo de 37 equipos, y respeto a todos los rivales. Hay que ir paso a paso, y como presidente trato de transmitir eso. Además, todos nos quieren ganar, como me pasaba a mí cuando en la A enfrentaba a Boca o a River.
89. -¿Por qué son pioneros en Córdoba con el equipo femenino?
-Tuvimos la osadía de presentar el equipo femenino en la AFA, el año pasado salimos campeones de la C y hoy estamos peleando arriba en la B para llegar a la máxima categoría. Fuimos el primer equipo de Córdoba en hacerlo, en profesionalizarlo. Dijimos que íbamos a apoyar el fútbol femenino y cumplimos.
90. -Con una mano en el corazón, ¿quién tiene más hinchas: Talleres o Belgrano?
-¡Belgrano! Lo demostramos día a día, o llevando 25 mil hinchas a La Rioja por Copa Argentina. Después del éxodo jujeño fue el movimiento masivo de gente más grande que vi de provincia a provincia (risas).
91. -¿Cómo te llevás con Andrés Fassi, el presidente de Talleres?
-Tenemos una buena relación. Andrés hizo muy bien las cosas en Talleres, es una persona abierta, y más allá del folclore o de las bromas que nos cruzamos cuando nos juntaron para una nota, la posibilidad de jugar un clásico en el Kempes con las dos hinchadas después de muchos años es un hecho para destacar. Podemos pensar distinto, no tener el mismo gusto y olfato en ciertas cosas, pero los dos tiramos para que el fútbol de Córdoba sea cada vez más grande, y para eso Belgrano necesita de Talleres y Talleres, de Belgrano. Mientras podemos caminar juntos. lo haremos de la mano.
92. -¿Cómo ves la gestión de Chiqui Tapia en la AFA?
-Nosotros estamos para apoyar con el impulso del interior del país con la idea de tener una AFA cada vez más grande y fuerte. Hay que involucrarse y remar desde adentro para cambiar las cosas. Hoy, Claudio Tapia es su presidente y a mí me recibió desde antes que ganáramos las elecciones y nos dio su apoyo. Tapia sabe que Belgrano es un grande y está en una categoría que no debe estar y es tarea nuestra hacer las cosas bien para volver. Nosotros entablamos relaciones con todos los clubes, les prestamos el predio para que se entrenen el día anterior al partido. Creo en esas actitudes. Llegó el momento de dejar de lado las pequeñeces y tirar todos verdaderamente para el mismo lado, aunque pensemos distinto. Para tener una mejor liga, una mejor ciudad y un mejor país. Hay que terminar con la grieta de una vez, con las mezquindades de nuestro bendito país, donde cada uno se mira el pupo y no le importa el bien común.
93. -¿Con Scaloni hay que quemar los libros?
-Para mí no es Scaloni solo, porque a su lado tiene a un Pablo Aimar, a un Walter Samuel, a un Roberto Ayala que lo potenciaron. Es un equipo. Y eso es lo que sirve: armar equipos de trabajo. Acá ya no te va a salvar más un Menotti, un Bilardo o un Bielsa.
94. -¿Imaginabas que el Cuti Romero sería lo que es hoy?
-Lo conocí cuando jugaba en inferiores. Y ya por cómo caminaba te dabas cuenta de que era un crack. Alguna vez lo enfrentó a mi hijo Iván, que estaba en Las Palmas, y ya veías que el Cuti iba a llegar. Era distinto: medía a los rivales, dejaba que recibieran, salía al cruce y les sacaba la pelota. Igual que ahora. Tenemos central por 10 años en la selección. El Cuti no se fue bien de Belgrano y con los que no se fueron bien trato de que se amiguen, por eso lo invitamos al predio, charlamos con él.
95. -De todos los ex Belgrano, ¿cuál creés que es el que puede volver primero?
-Y... el más cercano puede ser el Mudo (Vázquez), le queda un año de contrato en Parma. El otro día estuvo en el predio. Después, está el Chinito (Zelarayán) en la MLS, Pablo Chavarría en Málaga, Renzo Saravia, veremos... Yo siempre les digo: “Tienen la puerta abierta para cuando quieran”. El Mudito me viene diciendo que tiene contrato hasta 2023, pero yo por las dudas le repito la frase, no vaya a ser cosa que se arrepienta y quiera volver antes (risas).
96. -¿Cómo está tu papá?
-El viejo está bárbaro, impecable con sus 83 años. Sufre un poco con Belgrano, cada tanto mi hermano lo trae, vino a ver 4 o 5 veces a Belgrano después de la pandemia, fue a Campana contra Dálmine. Me hace comentarios, te lo dice a su manera, porque le cuesta. Debido al ACV que sufrió, le quedó esa dificultad en el habla, pero se expresa. Mi mamá lo cuida mucho, aunque hace poco la tuvieron que operar de la cabeza y va saliendo con la rehabilitación.
97. -¿Qué significan los Onega para vos?
-Son parte de la familia, son tíos para mí. Con Daniel tiene una de esas sociedades irrompibles desde hace años, la casa de deportes. Mi viejo siempre dijo que Ermindo fue el mejor jugador que tuvo como compañero. Ermindo era un crack, yo lo veía jugar en la playa, porque vacacionábamos siempre juntos en Mar del Plata y nos prendíamos en los picados. Los mejores recuerdos.
98. -En tu partido homenaje en 2007 dijiste: “Pensemos en un Belgrano en 2011″. ¡Y en 2011 ascendieron! ¿Tenías la bola de cristal?
-Lo tiré para que pensáramos en un Belgrano a futuro. Como hoy, que tenemos prácticamente 45 mil socios, digo: pensemos en un Belgrano cada vez más grande, lleguemos a 50 mil a fin de año. Y pensemos en un Belgrano a 3 o 4 años, consolidado en Primera, y peleando por ganar una Copa. Pensemos en grande, soñemos en grande, ¿cómo nos vamos s soñar si tenemos el motor para ser grande? Belgrano es un león dormido, hay que despertarlo
99. -¿Tus hijos no intentaron con el fútbol?
-Los dos más grandes dejaron el handball en la pandemia, Iván se está por recibir de psicólogo en la Universidad Nacional de Córdoba, y Rodrigo, al que le puse así por el Potro, fue por la pastelería. Y tengo a Lucio, de 6 años, que es el que me volvió a hacer tirar debajo de los sillones para buscar los autitos. A todos les insistí para que practicaran deportes, estuvieron los dos en Las Palmas, Iván llegó a ir a Ferro, porque le aconsejé que se despegara un poco de Córdoba, pero dejó, no es fácil ser hijo de futbolista y buscó ser feliz de otra forma, entonces juega con los amigos y es feliz así.
100. -¿Quién fue mejor deportista: Luifa Scola o Luifa Artime?
-Noooo, Scola, olvídate, aunque no sé si sabés, que a Scola le pusieron Luifa por mí. Fijate que se llama Luis Alberto, no Luis Fabián, y Diego Osella y algunos cordobeses más le empezaron a decir Luifa por cómo encaraba hacia el aro, porque era un tanque y la embocaba. Incluso una vez, hará unos 15 años, se hizo un partido en el Orfeo y como el Grupo Sancor era sponsor, fui a la cena posterior, y ahí me agarró Manu Ginóbili y dijo: “Ey, Scola, este es el verdadero Luifa, no un trucho como vos”, ja, ja, ja.
Ficha técnica
- Nombre: Luis Fabián Artime.
- Nacimiento: 15/12/1965 en Ramos Mejía, Buenos Aires.
- Trayectoria: Ferro (1986-88); Independiente (1988-91); Belgrano (1992-93), San Lorenzo (1993-94); Belgrano (1994-99); Tigre (1999); Belgrano (2000-01); Gimnasia La Plata (2001); Melgar, Perú (2002); Belgrano (2003-05).
- Logros: ascenso a Primera División con Belgrano (1998); goleador del campeonato peruano con Melgar (2002).
- Es el máximo goleador de la historia de Belgrano en torneos de AFA: 94 goles en 336 partidos.
- Una tribuna del estadio Mario Kempes, la dedicada a Belgrano, lleva su nombre (por una votación entre hinchas).
- Es el presidente de Belgrano desde el 6 de febrero de 2021.
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