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Luces y sombras del atípico año de Lionel Messi
El 2013 de Leo fue de mayor a menor, estupendo hasta principios de abril e inestable de ahí hacia adelante; accedé a la infografía
Hace rato que Lionel Messi no pasa tanto tiempo en la Argentina. Llegó el 30 de noviembre a Buenos Aires, acompañado por su pareja, Antonella, y su hijo, Thiago, para continuar con el tratamiento de recuperación del desgarro en el bíceps femoral izquierdo sufrido el 10 del mes pasado, cuando a los 20 minutos del primer tiempo del partido contra Betis el físico le puso los límites que generalmente no pueden los defensores rivales. Esa tarde, como si fuera una pesadilla repetida, otra vez cayó en el acto reflejo de llevarse la mano para tocarse el músculo, el gesto contrariado, cabizbajo.
Fue el momento de parar definitivamente, de encarar una rehabilitación sin apuros, que no estuviera supeditada a las urgencias o compromisos futbolísticos de nadie, fuera Barcelona o el seleccionado. Tenía que salir de la nociva dinámica instalada desde abril, cuando se desgarró en la pierna derecha contra PSG y su año empezó a ser irregular como hacía rato no ocurría, salpicado por reapariciones y nuevas dolencias.
En su Rosario natal, donde hoy pondrá en marcha la tercera y última etapa de la recuperación, Messi cierra un año atípico, de mayor a menor, estupendo hasta principios de abril e inestable de ahí hacia adelante. Con luces y sombras, incluso con algunas controversias fuera de las canchas.
Es cierto que Leo corría el riesgo de perder en la comparación consigo mismo, a falta de rivales que pudieran alcanzarlo, aun con producciones notables como la de Cristiano Ronaldo. En 2012, Messi, entre Barcelona y el seleccionado, convirtió 91 goles en 69 partidos, con un promedio de 1,31 tantos por encuentro. Una enormidad. Batió récords añejos como si fuera lo más natural. Estaba claro que él mismo elevaba cada vez más el listón y que en algún momento no iba a poder superarse. Ocurrió en estos últimos 12 meses, muy condicionado por las lesiones que lo mantuvieron inactivo. De todas maneras, sus números en 2013 serían la envidia de más de un futbolista terrenal: sumados los encuentros con la camiseta azulgrana y la albiceleste, redondeó 45 goles en 47 partidos. Nada despreciable.
Gol más, gol menos, Messi quedó marcado este año por el recrudecimiento de las lesiones. Como sus estadísticas frente al arco, su cuerpo también entregó un resumen concluyente: en los últimos siete meses sufrió cinco roturas musculares, un tipo de afección que marca su carrera, ya que 9 de las 12 lesiones acumuladas en siete años son en el bíceps femoral (cuatro en el izquierdo y cinco en el derecho).
Desde todos los sectores se habló de que Messi necesitaba descanso. Quizás el que no tuvo en su justa medida durante las vacaciones de mitad de año, cuando entre compromisos comerciales y amistosos benéficos emprendió un raid de 14 días que abarcó 40.000 kilómetros en viajes, tres continentes.
Acostumbrado a expresarse en la cancha, donde construyó una imagen incuestionable, Messi pasó a ser materia de consumo en circunstancias menos edificantes, que pueden perturbar
Enero le había dejado el cuarto Balón de Oro consecutivo, una plusmarca que probablemente no tenga continuidad dentro de 20 días. Su presencia en el seleccionado también disminuyó (6 goles en 7 cotejos), pero igual le alcanzó para posicionarse como el segundo goleador histórico, con 37, delante de Crespo (35) y Maradona (34), y detrás de los 56 de Batistuta.
Acostumbrado a expresarse en la cancha, donde más cómodo se siente y construyó una imagen incuestionable, Messi pasó a ser materia de consumo en circunstancias menos edificantes, que pueden distraer o perturbar. Que firme autógrafos no es noticia, pero sí que lo haga a la entrada o incluso dentro de un juzgado de Gavá (Barcelona), donde debió declarar en un proceso que tenía a su padre, Jorge, como principal responsable en la administración de los derechos de imagen. Para evitar un proceso penal por evasión fiscal, la familia Messi acordó pagar una indemnización de 10 millones de euros.
Todo esto fue contemporáneo con el nuevo entorno futbolístico que Messi tuvo en Barcelona a partir de la llegada de su coterráneo Martino, un técnico de su agrado, y de la estelar contratación de Neymar, en una sociedad futbolística que no pasó de lo embrionario por lo poco que jugó Leo en este semestre.
En los últimos días, mientras completaba la recuperación en el predio de la AFA en Ezeiza, a sus oídos llegó la sospecha sobre el blanqueo de dinero que habrían hecho los organizadores de sus partidos a beneficio en 2012. Y sorprendió en una grabación con fuertes declaraciones contra el vicepresidente económico de Barcelona ("No sabe nada de fútbol", lo acusó) sobre la mejora de su contrato, que vence en 2018. Por estas horas, seguramente en Rosario recargará pilas y empezará a imaginar su reaparición, que podría ser el 5 de enero, ante Elche (Liga), o el 8, contra Getafe (Copa del Rey). Atrás habrán quedado dos meses que le adelantaron el balance de 2013 y también los sueños mundialistas de 2014.
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