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Lucas Licht, el 'Lobo' que conoce los secretos de Lionel Messi y de Diego Maradona
LA PLATA.– Mayo de 2011. Suena el celular de Lucas Licht. El futbolista observa la pantalla y frunce el ceño. La llamada proviene de un número desconocido y llamativamente largo. Vacila unos segundos y piensa en no atender, pero se arrepiente y contesta. Del otro lado, un poco en inglés y otro poco en español forzado, le consultan cuál es la clave para frenar a Lionel Messi. El ‘Bochi’ se queda callado. No sabe si se trata de una broma o de una consulta seria. Siente pudor y se produce un silencio incómodo. El hombre desconocido insiste con la pregunta.
Febrero de 2020. Licht, que sabe que en el partido de mañana será suplente, recibe un guiño de Diego Maradona. Gesto cómplice de su entrenador, que el jugador detecta y decide no responder. Es más: se pone serio y mira para otro lado. El técnico cree que el ‘Bochi’ no lo vio y repite la acción. El futbolista, otra vez, se hace el desentendido. ¿Está enojado por quedarse afuera del equipo? No, para nada. Están jugando al truco, son pareja y el DT atesora el ancho de basto. Unos instantes después, ganan el "vale cuatro" y chocan sus manos.
Licht tiene 39 años y 19 de carrera profesional. Integró importantes planteles de Gimnasia, entre ellos el del ascenso de 2013. Jugó en un club grande: Racing. Fue parte de un Getafe de España histórico. La principal particularidad de su recorrido, sin embargo, es que pudo condimentarlo con los dos ingredientes más sabrosos del fútbol argentino: Messi y Maradona.
–¿Qué le contestaste al periodista que te preguntó cómo se hace para marcar a Messi?
–Eso pasó antes de la final de la Champions de 2011, entre Barcelona y el United. El llamado fue de un periodista inglés, que quería hacer una nota explicando cómo tenía que hacer el Manchester para frenar a Messi. Me contactó porque me tocó marcarlo varias veces y me fue bastante bien. Incluso una vez [NdeR: noviembre de 2007] ganamos 2-0 y me eligieron como figura; debe haber sido el mejor partido de mi carrera. Al periodista le expliqué que contenerlo dependió de diferentes tareas que tuvo que hacer el equipo. Le dije que intenté tomarlo de cerca y no dejarle espacios para que no me desbordara, pero le aclaré que los movimientos de mis compañeros fueron fundamentales. Nunca lo tomé como un desafío personal: primero porque no era así, y segundo porque no me convenía.
–Jugaste contra él, lo sufriste. ¿Qué fue lo que más te llamó la atención de Messi?
–Me sorprendió muchísimo cómo puede ser tan preciso a toda velocidad. Observarlo de cerca es impactante y quizás por eso lo admiro tanto: pude confirmar lo que todos ven por videos. Es uno de los mejores jugadores de la historia y antes de esos encuentros se me cruzaban un montón de cosas por la cabeza. Es uno de los pocos futbolistas que te puede dejar en ridículo con un solo movimiento. Y lo asombroso es que esa maniobra que para él es simple, para los humanos es imposible.
–Y ahora, Maradona. ¿Cómo fue que llegaron a entablar una relación tan cercana?
–Se dio enseguida y conseguimos un lindo vínculo. Todo comenzó con un abrazo que nos dimos el día de su presentación y hoy, a pesar de que no nos vemos, hablamos bastante: me llamó para mi cumpleaños y siempre me pregunta por la familia. Cuando concentrábamos compartíamos mate, jugábamos a las cartas y charlábamos. Soy de preguntarle mucho y me encanta escuchar sus historias. Creí que Diego era inalcanzable, pero me di cuenta de que es un tipo común. Conocerlo me hizo tenerle más admiración de la que ya le tenía. Cuando él llegó estábamos con el temor de qué decir o qué hacer, pero él nos pidió que fuéramos como siempre porque quería ser uno más.
–¿Y cómo es como técnico?
–A Diego lo critican como técnico y tiene algo que no le vi a ningún otro DT: cuando pone el ojo en un futbolista, no se equivoca. Detecta los momentos de cada jugador y eso, a un nivel tan parejo, no es para nada fácil. Lo hizo más de una vez: de golpe ponía a uno que no venía jugando y respondía. Algunos le reprochan que no asiste a todos los entrenamientos y es algo que nosotros supimos desde el primer día. Nos sirve tenerlo y cuando él no está, contamos con el ‘Gallego’ Méndez, que también es muy importante. Se complementan bárbaro.
–Disfrutaste de cerca a los dos máximos símbolos del fútbol nacional. ¿Cómo lo tomás?
–En el momento se vive con felicidad, pero la dimensión real pasa desapercibida. Cuando transcurre el tiempo te das cuenta que no son cosas normales y que no le pasan a todo el mundo. Pude vivir un montón de experiencias excelentes y eso hace que esté contento con la carrera que hice. No me puedo quejar: a Messi lo enfrenté en varias ocasiones, pude charlar con él y hasta cambiamos camisetas; y con Maradona comparto el plantel.
–No fueron los únicos cracks que te cruzaste: estuviste en una Liga de España repleta de figuras. ¿Quiénes fueron los que más te sorprendieron?
–Me tocó enfrentar a decenas de figuras de primer nivel. Barcelona y Real Madrid eran selecciones. De un lado, además de Messi, estaban Xavi Hernández, Iniesta, Henry, Eto’o. Del otro lado, en el Real: Roberto Carlos, Beckham, Robinho, Ronaldo, Van Nistelrooy. El Bayern que nos eliminó de una forma increíble de la Copa UEFA era otro equipazo: Oliver Kahn, Zé Roberto, Schweinsteiger, Ribéry, Klose. Y los demás equipos también tenían lo suyo. Me acuerdo mucho de Pedro Munitis del Racing de Santander y de Iván de la Peña del Espanyol. El partido que más me costó fue uno contra el Sevilla, que por el costado se me venían dos bestias: Jesús Navas y Dani Alves. Son recuerdos increíbles y recién ahora me doy cuenta de todo lo que viví.
–Con los entrenadores también te diste unos cuantos gustos: Schuster, Laudrup, Griguol...
–Y Míchel González. Y Pedro Troglio. Y así podría seguir. De Schuster, Laudrup y Míchel me llamó la atención las cosas impresionantes que hacían con la pelota, a pesar de las edades que tenían. Yo ya los conocía de observarlos por videos, pero cuando los vi en la cancha no lo podía creer. Griguol es el técnico que me hizo debutar y el que me enseñó un montón de valores; y no hablo de fútbol, hablo de la vida. Y Troglio fue el que más me marcó; si yo pude hacer la carrera que hice, fue por él. Con Pedro fue mi despegue y juntos conseguimos el ascenso con Gimnasia.
–¿Cuál fue el mejor equipo que integraste?
–Lo que viví en España en esos tres años y medio con Getafe fue hermoso. Si bien estuve en un club chico, pude cumplir el sueño de jugar en Europa. Además, siempre mantuvimos la categoría, jugamos dos finales de Copa del Rey y también llegamos a cuartos de la Copa UEFA. Sin embargo, el mejor que integré fue el Gimnasia de 2005, cuando salimos subcampeones. Fue similar al del ascenso de 2013, por mezclar experiencia con juventud y por la intensidad, pero me quedo con el de 2005 por el pie de Lucas Lobos: nos hacía jugar de una manera diferente y nos daba ese plus de calidad que es muy difícil de conseguir en la alta competencia.
–Y en lo personal, ¿cuándo pensás que se vio tu mejor versión?
–Entre 2010 y 2014 fue cuando más cómodo me sentí adentro de una cancha: estaba en plenitud y ya tenía una buena cantidad de partidos encima. Estar bien físicamente es importante y la experiencia es fundamental porque te permite leer el juego de otra manera. En esa etapa creo que conjugué las dos cosas.
–En ese período se dieron dos sucesos destacados de tu carrera: te convocó Maradona a la selección y no pudiste ni entrenar, y decidiste volver a Gimnasia para jugar en la B Nacional a pesar de que podías seguir en primera...
–La convocatoria de Diego fue cuando estaba en Racing, en 2010: me tenía que presentar un martes y el domingo me lesioné feo. Un día que llovía y había barro, sufrí un corte que se infectó y me tuvieron que internar. Me perdí la posibilidad de entrenar y el amistoso ante Jamaica. En ese momento le agradecí a Maradona la citación, sabiendo que pasaba para siempre el tren de la selección. Al menos ahora tuve la revancha de que Diego me dirija. Lo de volver a Gimnasia para jugar en la B Nacional, en 2012, lo hice porque sentí que podía ayudar al club que me vio nacer y del que soy hincha. Ese ascenso fue un sueño que pude cumplir y no lo cambio por nada del mundo.
–Jugaste en una Liga de España de altísimo nivel. ¿Cuáles son las diferencias principales con respecto del fútbol argentino?
–El mayor contraste está en el control de la pelota: acá la mayoría tiene ese déficit y allá no pierden ese segundo. El dominio preciso del balón te ahorra un paso y eso hace que se vean jugadas distintas. Es el primer eslabón de la calidad. Otra diferencia es que allá todos intentan salir jugando desde el fondo y acá muchos no lo hacen.
–Cuándo vuelva la competencia. ¿se notarán más las deficiencias?
–Es una incógnita cómo vamos a estar, pero la vuelta no será fácil. El regreso resultará complicado para todos porque ya pasaron más de 100 días y el ritmo futbolístico sólo te lo dan los partidos. Esa parte, que es trascendental, nadie la pudo trabajar.
–¿En esa puesta a punto les costará más a los veteranos?
–Después de tanto tiempo, creo que estamos todos en la misma. Será difícil para los chicos y para los que estamos en la etapa final. Por suerte yo tengo lugar para entrenarme y pude mantener lo físico; sé que hay compañeros y rivales que no tienen espacio.
–Cumpliste 19 años de trayectoria, a veces te toca ser suplente y no le ponés fecha al retiro. ¿Cuáles son las motivaciones que te llevan a seguir?
–Por un lado, el día a día, porque lo disfruto mucho. Y por el otro, el sentirme competitivo: considero que en mis últimos partidos, como el de Copa Argentina y el de la Bombonera, estuve a la altura. Tengo contrato hasta diciembre y mi idea es seguir porque me siento con ganas. Si me levanto motivado para entrenar solo, es una buena señal. Yo quiero ayudar a Gimnasia desde el lado que me toque y ya lo hablé con Diego: trataré de ganarme un lugar, y sino, alentaré a mis compañeros.
–¿Te queda algún sueño por cumplir como jugador?
–Soy feliz por todo lo que conseguí: jugué en Europa, defendí la camiseta de un grande como lo es Racing, ascendí con Gimnasia y sentí la satisfacción que te genera una convocatoria de la selección. Estoy hecho. Si me queda un sueño es lograr un título con el club que amo y vamos a pelear por eso. Tampoco es algo que me vuelva loco y dejaré el fútbol cuando me sienta sin ganas o no esté a la altura.
¿Veterano? Sí.
¿Soñador? También.
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