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Los tres arqueros favoritos del Pato Fillol y el consejo para Lionel Scaloni
Ni siquiera fue a probarse Fillol, simplemente viajó a Quilmes para acompañar a su amigo ‘Pandito’, que era el crack de Monte y la zona. Pero de repente le iba a cambiar la vida. "¿De qué juega, pibe?", escuchó. "Ehhhh, ¿yo? De 5 o de arquero", respondió. Así, ese orden: de 5 o de arquero, porque en la cuarta del club San Miguel atajaba y en la tercera era un volante central de corte y distribución ‘tipo Redondo’..., asegura. "Me cagó a pedo el señor que me había preguntado, me apretó, me dijo que fuese serio... Entonces respondí de arquero, de arquero..., pero ni preparado estaba... Si yo lo había ido a acompañar a ‘Pandito’, a mi amigo que era un crack", cuenta Fillol. A los 45 días, ‘Pandito’ ya se había vuelto a Monte, y a ese flacucho que bautizarían ‘Pato’ lo esperaba la eternidad.
"Heroico fue lo de Quilmes. Debuté y me hicieron seis goles y Quilmes no me echó. Quilmes me dio la vida, me dio todo. Quilmes, para mí, es inmortal", relata Fillol con una gratitud que no ha dejado de crecer en medio siglo. Tenía 18 años el día del bautismo y muy poco duró su invicto en Primera, porque enseguida convirtió Miguel Ángel Brindisi. Serían seis en total, es cierto. Huracán 6 vs. Quilmes 3, en la Bombonera. Sí, Fillol debutó en la cancha de Boca, en 1969.
Fillol es el manual del arquero. Durante diez años se dedicó a formar, a pulir arqueros en la selección argentina. ‘No quiero que me saques arqueros de acá a un año, haceme una escuela. Yo creo mucho en vos, y con el tiempo tu trabajo se va a ver’, le dijo José Pekerman cuando lo invitó. Cumplió Fillol. Por él pasaron los chicos Willy Caballero, Lux, Romero, Guzmán, Juan Pablo Carrizo, Javier García, Barovero y Marchesín, al que trajo desde Tres Arroyos, entre otros. Emiliano Martínez, antes de irse a Arsenal, fue su última citación. "Tengo una lista de 30 arqueros que jugaron en Primera, jugaron en las selecciones y fueron vendidos. Es decir que no trabajé solo para la selección, sino también para los clubes. Hoy es una satisfacción, pero todos los méritos fueron de los chicos. Y me enojo un poco cuando un pibe me nombra, me jode un poco porque el mérito es de ellos. Porque así como traje a esos 30 que llegaron, traje a otros 30 que no llegaron", confiesa Fillol, hasta con un dejo de culpa.
Armani, Andrada, Marchesín, Musso, Rulli, Sergio Romero, Gazzaniga, Emiliano Martínez y Guido Herrera. Son nueve los arqueros que ha convocado Lionel Scaloni bajo su órbita. Pero, ¿quién es el titular? ¿No han sido demasiados? "Es mucha cantidad y creas confusión. Al arquero lo tenés que potenciar. ¿En que otro puesto tiene nueve jugadores Scaloni? En ninguno. Y en el más difícil, que juega uno solo, tiene 9..., entonces creás dudas. E Insisto: al arquero lo tenés que potenciar", observa Fillol.
De todos modos, el hombre que atajó 13 partidos consecutivos durante los mundiales del ‘74, ‘78 y ‘82 –récord vigente–, tiene sus elegidos: "Yo creo que los tres arqueros de Scaloni son Armani, Andrada y Marchesín. Pero también hoy tengo la sensación de que Scaloni todavía no se decidió por el titular, que recién lo hará cerca de las eliminatorias..., y eso no está mal: tiene dos muy buenos arqueros en una tremenda competencia en los arcos de River y Boca. Dos arqueros que juegan todos los domingos con 40 o 50 mil personas en la espalda. Algo que no le pasaba, pobre, a ‘Chiquito’ Romero, pero igual respondió hasta que la inactividad le pasó factura. En el mundo me gusta el francés Hugo Lloris, pero yo soy defensor de lo nuestro. Armani, Andrada y Marchesín tienen muy buen nivel. A Marchesín no lo vemos todos los días, pero es un arquero impresionante. Acá hay muy buenos arqueros, eso es lo más valioso; incluso, me gusta Jeremías Ledesma, el de Central, ya veremos qué proyección tiene".
–Con Menotti como secretario técnico de las selecciones, ¿pensó que tal vez se le podían reabrir las puertas de la AFA?
–Me apasionó, me puso loco de contento por él su designación, pero en ningún momento pensé en la posibilidad de volver a la selección de su mano. Hoy, mi mundo es River. Por ahí, si me llaman por teléfono o me consultan, podría coordinar algo..., pero sinceramente me puse muy contento por el reconocimiento que le hicieron a César. Y me sigue emocionado, pero solo por él, no por una posibilidad laboral para mí.
La leyenda que cerca de los 70 años supo que se había retirado
Fillol revela un diálogo interno, una conversación con su otro yo que tenía hace más de 50 años. Miraba a Cejas, al ‘Gato’ Andrada, al gran Amadeo, al ‘Tano’ Roma, a Buticce... "Los veía inmensos, pero aun así soñaba con poder superarlos con el tiempo", susurra. Y confiesa su secreto: "Pelota de entrenamiento es pelota de partido, siempre me preparé sin guardarme nada". Habla como si fuera a jugar el próximo domingo, pero no, si se retiró…, el verano pasado. Pisando los 70, en Mar del Plata participó del enésimo River-Boca en enero, pero unos mareos le llamaron la atención. Una resonancia diagnosticó artrosis cervical, y el médico le prohibió jugar. "Y yo que pensaba que me había retirado a los 40…, le dije entre bromas. Hay que aceptar el paso del tiempo. Yo quiero calidad de vida, por eso no protesté ni renegué. No extraño ahora que no me pondré nunca más los guantes, como tampoco extrañé cuando me despedí profesionalmente", cuenta.
En su autobiografía "El Pato", Fillol dice: "Cuando me retiré no sabía compartir la mesa con mi familia". Y le amplía a LA NACION: "Me sentía perdido, incómodo, pero después, creo, fui inteligente y busqué la manera de adaptarme. Yo tuve muchos miedos, pero ninguno de esos miedos que me imaginaba se me apareció tras el retiro. Me preguntaba: ‘¿qué va a ser de mi vida después del fútbol? ¿Y si quiero volver a insertarme y nadie me recibe?’ Ahí me di cuenta de que no me había preparado para el día después. Lo único que había hecho era el curso de técnico, pero como un pasatiempo, porque en realidad nunca me había gustado la idea de dirigir. Me dediqué a vivir con mi familia y al principio me costó horrores".
En los ’70 y comienzos de los ‘80, Fillol vs. Gatti fue un clásico que, casi, casi, dividía al país. "Sí, sí, ese duelo nos potenció, sí, nos ayudó a superarnos. Aparecía ese amor propio en cada uno para ganarle al otro, pero fue una competencia sana", retrata hoy el Pato. Y acepta que en la selección le faltó un partido más. Uno. "Hubiese querido ser eterno. Lo que me dolió es que ese partido contra Perú, el del gol de Passarella, acá, nunca me hubiese imaginado que iba a ser el último. Me hubiese gustado despedirme. Se lo dije a Carlos [Bilardo], que si quería llevar a Pumpido al Mundial estaba muy bien, yo lo adoro a Nery, pero hubiera preferido que me dijera ‘no te voy a llevar’, porque la selección es la bandera. Por respeto a la persona, ya no al arquero, sino al hombre".
Grandes ídolos son refractarios, inoportunos con sus declaraciones. Gatti, Bochini, Chilavert, el Beto Alonso, Riquelme..., hablan y en ocasiones lastiman, descalifican, subestiman. Como si no terminaran de aceptar el paso del tiempo, la llegada de nuevas generaciones... "La vida deportiva son etapas, y yo siempre lo entendí. Cuando era pibe veía a los abuelos y pensaba, ‘pero los abuelos, qué papel que hacen…’ Y hoy soy abuelo y es maravilloso. Tenés que saber aceptar que el tiempo pasa".
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