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Los Rojos, víctimas de sus limitaciones
Independiente cayó 2-1 ante Arsenal y quedó en el fondo; los hinchas pidieron a Gallego e insultaron a Comparada y Menotti.
Por Sebastián Torok
LA NACION
Si alguien creyó que Independiente había encontrado el camino acertado luego del triunfo de hace sólo un puñado de días frente a Argentinos, por la Copa Sudamericana, se apresuró, se equivocó demasiado. Aquella victoria de los Rojos fue una suerte de ilusión óptica, de ficción. Quedó ampliamente en evidencia ayer, con el cachetazo que le propinó el ordenado Arsenal, en Avellaneda. Con simplicidad, empeño y solidaridad, virtudes promocionadas por el técnico Gustavo Alfaro, el conjunto de Sarandí se agigantó en cada sector del terreno y triunfó 2-1, pero más allá del peso de los tres puntos ganados como visitante, literalmente hundió a Independiente. Lo dejó en el fondo de la tabla de posiciones. Y como si ello no fuera suficiente trauma, otra vez el mal clima envolvió cada rincón del Libertadores de América. Los hinchas explotaron de ira y todos los insultos estuvieron dirigidos al presidente Julio Comparada y al asesor César Luis Menotti.
Pero lo más alarmante es que el equipo que -por ahora- conduce Daniel Garnero no posee ni una pizca de claridad futbolística que permita imaginar un cambio, una renovación. Ni siquiera un lavado de cara . Que Independiente haya terminado muy cerca de empatar luego de ir perdiendo 2-0 fue simplemente un hecho casual. Porque si no hubiera sido por las siempre atentas reacciones del arquero Adrián Gabbarini, Arsenal hubiese podido golear, sin dudas. La fragilidad de la defensa roja -por su empuje, solamente Eduardo Tuzzio se salvó del incendio-, la flaqueza de los mediocampistas y la apatía de los atacantes -Andrés Silvera quedó siempre enredado en la telaraña que propusieron los zagueros visitantes- resultaron un combo sumamente perjudicial. "¡Esto no es Racing, la pu... que lo parió, esto no es Racing la pu..!" , tronaron los simpatizantes, furiosos por la escasez de ideas, indignados porque el buzo de DT ya no le pertenece al Tolo Gallego.
La fórmula que lució Arsenal, por momentos hizo rememorar a aquella del Vélez que conducía Carlos Bianchi: larguísimo pelotazo del arquero Cristian Campestrini (José Luis Chilavert) para que los delanteros Mauro Obolo y Luciano Leguizamón (una suerte de Turu Flores y Turco Asad) se las arreglaran... Pese a la repetición, el conjunto celeste y rojo se hizo un festín. Obolo pivoteó y le bajó la pelota a su compañero casi todas las veces que se lo propuso; Leguizamón, ágil y habilidoso, resultó una pesadilla para los defensores rivales. En ese contexto, el impulso de Independiente se mantuvo pocos minutos. Federico Mancuello encaró una y otra vez, pero terminó siempre confundido, el zurdo Nicolás Martínez se extravió en la intermitencia, Silvera quedó aislado y así... En definitiva, Arsenal se dio cuenta las grandes limitaciones del rival y poco a poco controló las acciones. Si en el primer período no hubo goles fue sólo porque Gabbarini lo impidió.
La gambeta de Leguizamón siguió haciendo mella en la zaga de Independiente. Y era natural que desde sus pies naciera el primer gol del partido: fue a los 15 minutos, con un cabezazo del veloz Sena, tras un avance vertiginoso del N° 10.
Lo mal que estarán los Rojos que los hinchas comenzaron a pedir el ingreso de... un lateral izquierdo (Lucas Mareque). Pero la presencia del jugador que en los próximos podría emigrar a Europa nada modificó, lógicamente. Arsenal siguió haciendo circular la pelota a su criterio, hasta que a los 33 minutos el uruguayo Choy elaboró una obra maestra: recibió de espaldas el balón, cerca del córner, hizo dos jueguitos , giró y casi sin ángulo, colocó, de zurda, el tiro en el segundo palo de Gabbarini. Fue allí cuando Avellaneda definitivamente se quebró la paciencia de la gente, que ni siquiera se ilusionó con el descuento de Galeano. Independiente quedó en la cornisa y no sabe cómo salir de esta pesadilla.