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Pelé en África: regímenes sangrientos, las presiones del poder y el mito de que “frenó una guerra”
Junto a su equipo, Santos, el astro brasileño viajó por todo el mundo para desplegar su fútbol, pero en varias ocasiones sus giras lo llevaron a lidiar con gobiernos autoritarios que buscaron legitimarse
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El fallecimiento de Pelé, a los 82 años, sacudió al mundo del fútbol. A pesar de que era sabido que su estado de salud se había deteriorado en los últimos meses, la pérdida causó un impacto muy profundo en el deporte que el brasileño ayudó a popularizar masivamente, cautivando a hinchas de todo el planeta a partir de su deslumbrante habilidad con la pelota y olfato goleador, al punto que muchos se enamoraron del juego gracias a él.
En sus tiempos como jugador, uno de los métodos que más empleó para expandir su alcance fue el armado de giras por todo el mundo junto a Santos, para que quienes no pudieran acceder a su espectáculo por las limitaciones tecnológicas de la época lo pudieran disfrutar en su país. En ciertos casos, esto significó que Pelé debió acordar con algunos regímenes autoritarios para poder llevar su fútbol a nuevos horizontes, y en los casos de la República de Congo y Nigeria, incluso debió hacerlo en el marco de sangrientas guerras civiles.
La gira africana de aquel legendario equipo se dio en 1969, y fue impulsada por los dictadores de ambos países, Marien Ngouabi (República del Congo) y Yakubu Gowon (Nigeria), con el motivo de legitimizar sus regímenes.
La primera parada fue en Congo, que en aquel momento vivía intensas disputas entre las regiones del norte -representadas por el mandatario- y el sur del país, que habían culminado en una serie de purgas y atentados que se intensificaron con el paso de los años. Pero cuando Santos llegó al país, la orden fue frenar momentáneamente la violencia para acomodar a los brasileños, por lo que, mediante exhaustivos controles de seguridad, se pudieron jugar tres partidos contra la selección congolesa ante más de 90 mil hinchas.
El momento más memorable de esa gira fue contado por el periodista Gilberto Marques, el único enviado sudamericano a esas exhibiciones, que trabajaba en aquel momento para el diario A Tribuna. Ante el talento y la técnica que demostraba Santos, los locales intentaron frenar a sus rivales con mucha agresividad, al punto que Pelé se cansó de las patadas que le pegaban y se sentó sobre el césped, acompañado por el resto del equipo. El árbitro del partido no tuvo mejor idea que frenar el partido, hasta que le llegó un mensaje que lo forzó a reconsiderar su decisión: “Santos de Pelé, está aquí para dar un espectáculo. Si no se atiene a las reglas del juego, irá preso”, decía la nota. ¿El emisario? El mismísimo Ngouabi.
El contraste fue aún más extremo cuando el conjunto paulista viajó a Nigeria, un destino que inicialmente no estaba previsto en la gira, pero que terminó siendo incluido por los elevados incentivos económicos de Gowon. El dictador instigaba en aquel momento una cruenta guerra civil, a partir del conflicto con la República de Biafra, en el sudeste del país, que luchaba por su independencia; al término del enfrentamiento habían muerto tres millones de personas, y otras 4 millones habían dejado el país.
La jugada del dictador era clara: tener tres días al equipo sensación del fútbol mundial para que diera la sensación de que la guerra civil no existiera, y darles distracción a un pueblo que vivía en la violencia cotidiana. Así, se disputó un amistoso frente a 25 mil hinchas.
Aquella tregua, de cierto modo, se convirtió en leyenda, la que dice que la presencia de Pelé frenó el conflicto. Aún los hinchas de Santos mencionan junto a los logros deportivos de su ídolo, los seis Brasileiraos, diez campeonatos paulistas, dos Libertadores y dos títulos intercontinentales, que fue también “el único en parar una guerra”. La realidad muestra que esas guerras no solo no se detuvieron sino que continuaron hasta 1970. En el Congo, en tanto, la violencia aumentaría, y culminaría en el asesinato de Ngouabi en 1977.
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