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Los nombres que le cambiaron la cara al Boca campeón
Con la llegada de algunos refuerzos como Orion, Schiavi, Rivero y Cvitanich, entre otros, el conjunto xeneize logró el equilibrio y la solidez que hacía tiempo no conseguía.
Después de un primer semestre en el que al equipo le costó mucho encontrar una identidad definida y no supo conseguir buenos resultados –a pesar de haber cumplido las últimas nueve fechas en forma invicta-, Boca finaliza este 2011 con un grupo sólido que no sólo consiguió un buen funcionamiento desde lo colectivo, sino además tuvo la fortaleza suficiente para reponerse de las constantes lesiones que sufrió el plantel. ¿Cuál fue la clave? Sin dudas que uno de los puntos más fuertes con los que contó Julio César Falcioni de cara a un nuevo título para la institución fue el buen rendimiento que mostraron los últimos refuerzos que llegaron al club; algo que hacía mucho tiempo no sucedía en el club de la Ribera.
A lo largo de todo el Clausura Boca sufrió mucho de mitad de cancha para atrás. El recién llegado Christian Luchetti no supo encontrar la consistencia necesaria para adueñarse del arco xeneize, mientras que en la línea de fondo hacía falta una voz de mando para conseguir mayor orden a la hora de defender. Incluso la zaga central conformada por Matías Caruzzo y Juan Manuel Insaurralde –sumados a Christian Cellay que se desempeñó como lateral derecho-, otros de los por entonces nuevos nombres, en ningún momento supo plasmar seguridad y regularidad dentro del campo de juego. Así fue como el conjunto de la Ribera finalizó el torneo como uno de los equipos más goleados, con 22 tantos en contra.
Pero el Boca versión Apertura 2011 fue la otra cara de la moneda. Las llegadas de Agustín Orion al arco, y Rolando Schiavi para formar dupla central con el ex defensor de Newell´s fue una de las claves de un equipo que, si bien no desplegó un juego vistoso, supo mostrar seguridad y consistencia en todas sus líneas. A su vez, fue tal la importancia de la presencia del Flaco, tanto dentro como fuera de la cancha, que los dirigentes consiguieron que extendiera seis meses más su retiro para poder disputar la Copa Libertadores, ya que su idea era "colgar los botines" una vez finalizado el torneo.
Incluso Boca es el equipo que menos chances de gol otorga y cuenta con apenas cuatro tantos recibidos. Un dato que muestra a las claras el progreso que experimentó el equipo con le llegada de algunos nombres como los del ex arquero de San Lorenzo y el propio Schiavi.
Por su parte, el sector del medio campo, a pesar de haber sido el que más modificaciones sufrió como consecuencia de los distintos sistemas tácticos que se vio obligado a plantear Falcioni producto de las lesiones, mostró picos de rendimiento muy altos durante todo el torneo. Después de seis meses bastantes irregulares, Leandro Somoza, Diego Rivero y Walter Ervitti se convirtieron en abanderados del sector de recuperación y creación.
El ex Vélez fue, tal vez, uno de los jugadores que más parejo se mantuvo en su nivel. Nunca desentonó, siempre fue una garantía en la recuperación para los defensores y hasta logró que se pasara por alto el hecho de que Sebastián Battaglia, un histórico del club, no pudiera estar presente en todo el torneo por lesión.
Por el lado de Ervitti, el ex jugador de Banfield había llegado como una de las grandes apuestas de Falcioni. Sin embargo, el volante creativo no hizo pie junto a Riquelme en el torneo Clausura y fue uno de los más criticados en esa irregular campaña xeneize. Pero en estos últimos seis meses se mostró muy cómodo jugando por el costado izquierdo –o como doble cinco-, tanto con Román como sin él, y fue una de las piezas fundamentales del equipo.
El Burrito Rivero, en cambio, arribó a la Boca casi sin hacer ruido. Pero terminó convirtiéndose en un eslabón fundamental para el medio campo de Falcioni. La entrega a la hora de la recuperación y la voluntad de llegar hasta el fondo para colaborar en ataque fueron motivo suficiente para adueñarse de la banda derecha en el once titular.
Luego del retiro de Martín Palermo se sabía que Lucas Viatri sería el nueve titular del equipo. Pero la gran incógnita era saber quién lo acompañaría en el frente de ataque. Si bien desde el club de la Ribera retuvieron a Pablo Mouche, los dirigentes fueron en búsqueda de un nombre que ya había sonado varias veces para vestir la camiseta azul y oro pero que nunca se había concretado su arribo. Así fue como Darío Cvitanich volvió a la Argentina luego de su travesía por Holanda y México, y rápidamente supo adaptarse al sistema del equipo. Incluso el ex Banfield dejó de lado su olfato goleador para colaborar más con la creación de juego del equipo, aunque también se dio el gusto de marcar goles importantes como el de Godoy Cruz, en Mendoza, y los dos de esta tarde ante Banfield.
En este fútbol tan irregular, Falcioni tuvo la virtud de no haberse dejado llevar por la vorágine del mundo Boca y, después de seis meses con más dolores de cabeza que alegrías, siguió apostando a un equipo que ya lleva 26 encuentros sin conocer la derrota y, a su vez, termina justificando la insistencia por los numerosos refuerzos que exigió a la dirigencia xeneize allá por el mes de enero cuando se hizo cargo del plantel profesional.
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