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Los hermanos Desio: del sueño infantil al reto de las selecciones
Jorge (49 años) es el histórico preparador físico de Sampaoli; Hermes (47) asumió como coordinador general de las nuevas juveniles, y Carlos (44) conduce junto con Aimar al Sub 17; de las travesuras en Corral de Bustos a los proyectos de refundación
Santa Rosa y Pasaje Mateo Viglioni, todos en Corral de Bustos sabían que ahí vivían los Desio. Pero ellos guardaban un secreto, ese rincón especial en la casa de la esquina: la biblioteca. Claro que la atracción no eran los libros, sino un ropero que simulaba un arquito. Pelotita de tenis contra la pared y a cabecear. Horas y horas. Tres hermanos, apenas separados por poco más de cuatro años, fanáticos del fútbol.
En Santa Rosa y Pasaje Mateo Viglioni sigue viviendo la familia Desio. Jorge y “Chichina” ya no sufren aquellas diabluras y disfrutan de los siete nietos que les regalaron sus hijos. Los tres varones se marcharon hace mucho, pero siempre regresan a Corral de Bustos. Jorge, Hermes y Carlos compartieron los sueños casi hasta la adolescencia, y ahora que van para los 50 se volvieron a reunir bajo el desafío profesional de sus vidas: los seleccionados argentinos.
Una infancia soñada, coinciden. Sin redes sociales. “Ni teléfono de línea teníamos en casa”, recuerda Carlos. La vida transcurría en los clubes. Para ellos, Sporting y Corralense son el alma de Corral de Bustos. “Metafóricamente, los pibes van con la raqueta, las patas de rana y la pelota de fútbol, y ahí les dan la de básquet, la paletita de ping pong y hasta las piezas de ajedrez. Así crecimos nosotros y aún se conserva ese espíritu”, cuenta Hermes. Los Desio no dejaron deporte sin practicar. ¿Judo, natación y tenis? Sí, también. Papá Jorge, empleado bancario y profesor de tenis en los ratos libres, les inyectó ese impulso. “Antes que empiecen las cargadas, lo digo yo: los buenos eran Jorge y Carlos, ellos tenían una aptitud natural para todo. Carlos agarraba un palo por primera vez y salía jugando al golf. Lo mío fue siempre la garra...”, acepta y se castiga Hermes. Entonces, salta Carlos: “Pero el que llegó fue él…, la cabeza, la cabeza de Hermes era más fuerte”.
Tenemos que volver a foja cero y dejar de creer que somos el ombligo del mundo
Sólo ocurrió una vez, pero para ellos fue imborrable. Carlos Aimar también es de Corral de Bustos. Dirigía a Rosario Central el ‘Cai’ y organizó un amistoso en su pueblo contra Sporting. Los hermanos no se iban a perder esa oportunidad: el medio formó con Desio, Desio y Desio. Jorge de N°8, Hermes de 5 y Carlos de 10. Los tres soñaron con ser futbolistas. Ni astronauta ni domador de caballos: futbolista. Los tres lo intentaron y sólo Hermes (47 años) logró el reconocimiento: 477 partidos y 9 goles entre Independiente, Celta, Salamanca y Alavés. Debutó en el Rojo en 1989, en un clásico contra Racing, y reemplazando a un tal... Bochini.
Hermes está al frente de la refundación juvenil. Es el brazo ejecutor del plan de Juan Sebastián Verón. “Para nosotros lo más fácil sería decir no hay nada, y ya está, te escudás. Y hay, el tema es buscarlos. Por eso estamos optimizando el rastrillaje y estamos elaborando un proyecto federal para la Sub 13. En muchos aspectos tenemos que volver a foja cero, tenemos que dejar de creernos que somos el ombligo del mundo porque no lo somos. Tenemos que empezar de cero en muchos aspectos y el primero es a nivel estructural. Me apoyo en un ejemplo y me refiero a las categorías más chicas, 9na, 8va y 7ma. No podés permitir que un chiquito viaje 20/24 horas en micro, llegue a destino, coma como pueda, luego ni juegue y se pegue la vuelta. Se hizo 50 horas en un micro y no tocó la pelota. ¿Por qué? Porque el sistema no permite que jueguen todos los chicos. ¡Esa es una locura! Ya podés empezar por ahí. Pero eso no se consulta, se hace así y punto. Vos ni podés decir ‘qué les parece…’”. No. Ya es hora de que consulten, que escuchen a gente que está metida. Acá hay gente preparada para opinar”, critica.
Carlos (44 años) también jugó en la primera de Independiente. Pero apenas un puñado de partidos en la Copa Centenario 93/94 que le permitieron compartir algunos minutos con Hermes. Una grave lesión, múltiples fracturas de tibia, peroné y tobillo, lo retiraron prematuramente del fútbol grande. Participó del ascenso y también en torneos del interior. Por ejemplo, en la Liga casildense, donde vivió toda una singularidad en el año 2000: defendía los colores de Alumni, que era dirigido por su hermano Jorge. En un momento, el fixture lo cruzó contra el club Aprendices, que era entrenado por otro Jorge, sí, Sampaoli.
Jorge Desio (49 años) fue el primero en marcharse de Corral de Bustos detrás de una pelota. A los 15 años llegó a las inferiores de Ferro y tres temporadas después quedó libre. Jugó en Chile, estuvo un año en Newell’s sin llegar a primera. Y después se sumergió en el mundo de los viejos torneos Regionales para ganarse un mango y sostener los estudios. Anduvo por San Rafael (Mendoza), por Tres Algarrobos, al lado de General Villegas… “Necesitás un mapa para seguirlo a Jorge”, bromea Hermes.
El contagio es clave en la selección. Es como cuando vas a un curso: la voz es lo más importante, pero el eco es el que te moviliza
Como coordinador general, a Hermes lo obsesiona la línea educativa. “Perdimos muchos valores…, ésta es la selección, vienen los más adecuados, los mejores para nosotros, pero existe la reposición. Si uno molesta al otro, no atiende, juega con la comida… Le decís una vez, le decís dos veces, y a la tercera, muchas gracias, viene otro que también es buenísimo. Para mí esto es así, es la selección. Si concedés, creás hábitos de los que después es muy difícil desprenderse”, advierte.
Un apellido con dos mundiales
Los tres pasaron por Renato Cesarini. Y los marcó. Especialmente a los mayores. Jorge conoció a Sampaoli y construirían juntos una carrera por Perú, Ecuador, Chile, Sevilla y hoy en la selección. Hermes viajó al Mundial Italia ‘90 con una delegación de Renato que fue sparring de la selección de Bilardo. “Vivíamos en la concentración de Trigoria. Maradona jugaba en el medio y yo tenía que marcarlo; tenía el tobillo a la miseria y el dedo gordo negro, ni podía calzarse. Las veces que pensé ‘lo toco y me matan…’ ¡Qué experiencia! Un día se aparecieron Maradona y Ruggeri con una bolsa de ropa de regalo para los pibes que habíamos ido…”, cuenta.
Pero Hermes no es el único Desio ‘mundialista’. En Estados Unidos 94 Renato envió dos grupos de sparrings. Uno con Arabia Saudita, que era dirigida por Jorge Solari, y otro con la Argentina de Basile. Al frente de ese plantel, en Boston, estuvo Jorge Desio. Otra vez Maradona, pero ahora con el doping y la exclusión.
A Hermes se le cruza una imagen que quizá pronto se haga realidad. “Me encantaría que los pibes miren entrenar a la selección desde un rincón. Verlo a Messi junto a un chiquito, y preguntarle: ¿Te gusta estar en el mismo lugar?”. Jorge cree en el contagio. Y agrega: “Es como cuando vas a un curso: la voz es lo más importante, pero el eco es el que te moviliza”.
Carlos, instructor nacional de fútbol infantil, trabajó con Hugo Tocalli en Chile y antes de ser convocado a la selección para acompañar a Pablo Aimar al frente de la Sub 17, estaba a cargo de la 9na división de Talleres. Pero entre el futbolista y el entrenador, fue periodista deportivo. Estudió, se recibió y trabajó en el diario La Capital y en la radio LT8, ambos de Rosario.
El escudo de la AFA no se lleva para presumir. Este es el lugar para inculcar valores
“Nosotros admiramos el modelo alemán y el modelo español…, pero sólo nos quedamos en la admiración. Porque después no procedemos igual –reprueba Hermes–. La materia prima está, falta lo otro. ¿Por qué creamos una Sub 13? Porque es el futuro. Yo me imagino a algunos de estos enanos, a lo mejor, jugando en el Mundial 2030. Queremos que ellos ya vivan esto, que lo sientan, que ahí nazca el orgullo de pertenencia”. exclama. Y Carlos agrega: “El escudo de la AFA no se lleva para presumir, sino para crear. Y este es el lugar indicado para inculcar valores”.
Llevan a Corral de Bustos grabado. Y la gratitud a la familia aparece constantemente. “Lo mejor que nos pasó fueron nuestros viejos. Nunca nos pusieron un ‘pero’, y nos dejaron volar. Lo único que nos exigió mi mamá fue que termináramos el secundario”, aclara Hermes. Y concuerdan en una mención especial, una debilidad compartida: la abuela Irene, la ‘Aba’, que el 7 de noviembre cumplirá 99 años. “Ella sabe todo, ella opina de todo, de fútbol también, claro… ¡y sabe!”, agrega Carlos.
“Uno tiraba el centro, el otro cabeceaba y el otro atajaba. Y rotábamos cuando alguno convertía”, relata Jorge una tradición en los potreros de la infancia. Cada recuerdo desata cómplices miradas y comentarios. Inseparables, aunque cada uno haya escrito su historia por el mundo. Ahora los reunió la selección, y están obsesionados con honrar el encuentro.
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