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Los caminos de Tevez y Angelici terminarán a fin de año
"Todo volvió a la normalidad". Así Carlos Tevez festejó el triunfo 1-0 en el Monumental el 13 de septiembre de 2015, primer clásico en su regreso al club. Habían pasado casi once años de su despedida con el título en la Copa Sudamericana 2004. Corinthians, West Ham y, sobre todo, Manchester United, Manchester City y Juventus lo habían confirmado como un futbolista de élite. Su último partido en Europa fue la final de la Champions 2015 con la Juve ante el Barcelona MSN, derrota por 3-1. Daniel Angelici invirtió mucho tiempo y dinero para lograr su vuelta. Necesitaba un golpe de efecto para atenuar el momentum de River, campeón de la Sudamericana 2014 y la Libertadores 2015, eliminando a Boca en ambas consagraciones.
Marcelo Gallardo ya sabía de qué se trataba esto del regreso del hijo pródigo. En agosto de 2003, Jose María Aguilar lo repatrió de Francia, en conflicto con Monaco y el entrenador Didier Deschamps. Volvió con alfombra roja. Le asignaron el número 31, la cantidad de títulos del club en esa fecha. El presidente también quería ese impacto que frenara el impulso de su clásico rival. Campeón de tres de las últimas cuatro Libertadores, el Boca de Bianchi no paraba de ganar. Su más reciente consagración había mostrado a un joven delantero en altísimo nivel, decidido a llevarse el mundo por delante. ¿Su nombre? Carlos Tevez. No logró su objetivo. Ganó títulos nacionales, pero no hubo internacionales. Boca lo sacó de la Libertadores 2004, con el expediente arañazo en la cuenta de Muñeco y el festejo gallinita de Carlitos, ambos expulsados pero en partidos distintos.
Tevez volvió a Boca como el gran opositor al ciclo del entrenador que ha transformado a River. Su regreso alcanzó para las consagraciones en #Torneode30 y la Copa Argentina de 2015. También le sirvió a Angelici para revalidarse como presidente en las elecciones de aquel año. Lo acompañó en la sede del club el día de la votación y dijo: "Es momento de votarlo. Me trajo de vuelta". Su llegada obligó al DT Arruabarrena a modificar su esquema. Pasó de un 4-3-3 con extremos (no encaja en ese dibujo) a un 4-3-1-2 con Lodeiro de enganche y Calleri arriba con Carlitos. Los títulos taparon una complicada convivencia con el cuerpo técnico, incluyendo cuestionamientos sobre la preparación física. Tevez tenía poder plenipotenciario. Tras desprenderse de Bianchi y de Riquelme en 2014, Angelici le daba la llave del club a otro ídolo.
Vasco renunció en febrero de 2016. Asumió Guillermo Barros Schelotto, el entrenador que siempre había querido el presidente. En 2012 debió renovarle a Falcioni, campeón invicto en Apertura 2011. En 2013 debió contratar a Bianchi luego de la ovación de toda la Bombonera cuando apareció en el video de despedida a Schiavi. En 2014, debió convocar a Arruabarrena porque Guillermo estaba en Lanús. Nunca estuvo convencido de la vuelta de Bianchi y de Riquelme en 2013. Por eso, el regreso de Tevez era tan importante para el presidente. Finalmente concretaba su deseo. Se encomendó a Carlitos para cumplir con esa promesa de campaña: "Renová tu pasaporte que del resto nos ocupamos nosotros".
A Barros Schelotto también le costó encontrarle un lugar a Tevez en su 4-3-3. En la ida de la semifinal de la Libertadores ante Independiente del Valle, lo puso de 9 con Lodeiro y Benedetto de extremos. No fue factor en la serie. Luego de su mejor función con doblete a River en el Monumental, eligió China contradiciendo su postura inicial. Pasó todo 2017 allí jugando poco y nada mientras el Boca de Guillermo ganaba, gustaba y llegaba a los 500 días como líder de la Superliga. Se aburrió. Quiso volver. Angelici se lo permitió. Creyó que podía ser, otra vez, su paraguas ante hinchas y socios. Pero los tiempos y Tevez habían cambiado. Le costaba sacarse rivales de encima, sin cambio de ritmo en el último tercio. Dejó de ser una indiscutible solución para transformarse en un incómodo problema. Salió del equipo. Jugó apenas 25 minutos en Madrid.
Ya con Alfaro en el banco, reveló en un reportaje que Guillermo había pedido a Zárate para sacarlo a él. "Criticar a un técnico cuando se va, no suma", disparó Arruabarrena, que sabía de qué se trataba esa declaración. Alfaro tomó el discurso de Angelici: "Tevez es mi bandera". Quedó rehén de esa innecesaria afirmación. Mientras la serie Apache dedicada a repasar su vida generaba comentarios cada vez más elogiosos, su influencia en el campo bajaba cada vez más. Alfaro flotaba entre su convicción y la conveniencia. Cuando finalmente lo sacó, Tevez criticó el juego del equipo, o sea, al entrenador.
En la Bombonera jugó los 90 minutos. Volvió a mostrar esta versión post China. En su obsesión por alcanzar a su Correcaminos Gallardo, hecho maldito de su gestión, el Coyote Angelici apeló a un producto marca ACME al que ya le había llegado su fecha de vencimiento. Empezó como un deseo, continuó como una obsesión y terminó en una gran decepción. Probablemente se despidan juntos a fin de año. La normalidad está en otro lado.
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