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Lionel Scaloni: “Yo soy entrenador, los jugadores son jugadores, y no somos más que eso”
En el comienzo de una ruta cargada que llevará a la selección argentina por las eliminatorias y la Copa América en 45 días, el DT reflexiona sobre el valor real del cargo que ocupa; lo que aprendió en estos tres años, por qué el equipo tiene que jugar de un modo diferente en Sudamérica que ante los europeos y el lugar de Messi entre los jóvenes del plantel
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En Calviá es un ciudadano más. En Calviá, un municipio ubicado a unos minutos de Palma, la capital de Mallorca, lo conocen hace tantos años que forma parte del paisaje. Lionel Scaloni es uno más. “Voy, me siento, veo el entrenamiento e intento comerme las uñas para no decir nada. Para colmo, a mí me encanta ver los entrenamientos y corregir a mi hijo. Pero no digo nada, no me meto. Porque aparte… hay que tener una paciencia para dirigir a chicos de 9 años que te la regalo”, y suelta un soplido. De alivio, de gratitud. Lo cuenta el papá de Ián, una condecoración mucho más trascendente que ser el director técnico de la selección argentina.
El entrenador de Ian se llama Adrián. “Él es hincha del Barcelona y me pregunta por Leo y esas cosas. De alguna forma es un poco incómodo, para él y para mí. Pero tratamos de mantener todo eso al margen”, bromea. Es lógico, en un momento las fronteras se hacen difusas. Una vida allá, una responsabilidad acá. Hay 10 mil kilómetros entre el padre de familia y el director técnico. “Tengo hijos muy chiquitos para mi edad: Noah, que cumplió 5 años, e Ian, de 9. Yo tengo jugadores en la selección de 24 o 25 años que tienen hijos de 6. La madre es la que sostiene todo, pero yo intento estar. Los nenes chiquitos necesitan ayuda en sus tareas, necesitan que los lleven a fútbol y a mí todo eso me va despejando un poco. Lo que digo es que, al tener hijos chiquitos, eso me tiene más ocupado que los entrenadores que tiene hijos de 20 años”, cuenta.
Esa rutina cotidiana una vez más se ha interrumpido porque ‘papá Scaloni’ tuvo que volver a la oficina. Habla con LA NACION desde la burbuja de Ezeiza, sabiendo que por cerca de dos meses no verá a la familia. Lo dice el hombre que dirige a Lionel Messi en la selección, el que hace equilibrio a diario entre protocolos sanitarios porque las eliminatorias y la inestable Copa América proponen retomar la agenda desde esta semana. “Tenemos que tomar estos recaudos, y aun así a veces no alcanza. Están los motorhomes preparados, algunos vamos a dormir ahí, otros en oficinas. El que tiene que dormir cómodo es el jugador, que es el que tiene que estar descansado. Pero este predio es un lujo, tiene mucho lugar. El motorhome no me preocupa, solo iremos a dormir, y yo duermo 4 o 5 horas... El resto del tiempo estamos en la sala de juegos, que montamos como oficina. Somos seis tipos en ese lugar, que es enorme. Pasamos casi todo el día ahí. Vamos a ver cómo sale el experimento”, asume.
Como en Caliá, a Lionel Scaloni le gustaría ser uno más. Hay una genuina voluntad por despojarse de apariencias y veleidades. Aplomado en sus 43 años recién cumplidos, sabe que la inexperiencia con la que asumió el cargo provocó miradas desconfiadas que todavía lo persiguen. No confronta porque no es necio, el dato es implacable: sus 25 partidos en la selección completan toda la foja al mando de un equipo profesional. Pero encontró un matiz, un argumento que le tendió un hombre sabio. “Después del amistoso con Uruguay, en Israel, fui a saludar al ‘Maestro’ Tábarez, alguien al que hace rato tengo ganas de visitar para conversar, pero por la pandemia no he podido. Fui al vestuario esa noche y me empezó a hablar con esa manera tan personal que tiene, que enseguida te compra. Y algo de razón tiene en lo que me dijo: ‘A toda esa gente que dice que usted no tiene experiencia y que recién empieza, respóndale que tiene vivencias. Tiene más de 20 años jugando al más alto nivel y tiene un montón de cosas que no tiene aquel entrenador que empezó recién a entrenar. Entonces la cosa se va equiparando’. Me sorprendió que me lo haya dicho alguien de su experiencia. Y me marcó. A partir de ese momento, me quedó”.
No se cree lo que está grabado en la tarjetita de presentación. “En 2011 empecé a hacer el curso de entrenador en Roma, cuando ya tenía lesiones, y decidí que iba a ser técnico. Si en ese momento me decías que iba a dirigir a la selección tan pronto, iba a decir que era una locura. Empecé en Mallorca con chicos de 14 años, después fui a Sevilla y siempre supe cuáles eran las consecuencias de ser entrenador. ¿Este puesto es grande? Sí, claro, pero al final la cuestión es no cargarse de más cosas de las que realmente corresponden. Para mí es importante no ir más allá”. Y marca el límite.
-Ya llevás casi tres años en el cargo, ¿qué aprendiste en este tiempo?
-Más allá de mi juventud, creo que todo el tiempo estamos aprendiendo, y más con la evolución que tiene el fútbol. Ancelotti, Bielsa, Tábarez, pensá en cualquier técnico de esa trayectoria: seguramente hace diez años no jugaban como ahora, piensan el fútbol de otra manera, se van actualizando. Mi caso es igual: seguro que hace tres años pensaba de una manera y después me fui dando cuenta de que lo que yo pienso tiene que estar relacionado con los jugadores que tengo. Y uno entonces piensa: “O seguimos con la mía o cambio los jugadores”. Decidimos que lo mejor era adaptarnos a los jugadores, que son más de tenencia de pelota, buena circulación. Si ves nuestros primeros partidos, cuando asumimos, nuestro fútbol era bastante más directo, buscábamos jugar con extremos bien abiertos, con jugadas rápidas. No estaban todavía los jugadores de experiencia, a los que les habíamos pedido que esperaran para que pudiéramos ver a los nuevos. Cuando los juntamos, nos fuimos dando cuenta de que teníamos que ir para otro lado. Y al final, te enriquecés como entrenador, porque no te cerrás, y se beneficia el equipo. En eso hemos aprendido.
-¿Aprendiste, también, cuánto pesa este cargo?
-Con el tiempo también vas asimilando qué significa ser el entrenador de la selección argentina. No soy de hacerme eco de los comentarios, ni buenos ni malos, pero claro que me entero: siempre hay alguien que te cuenta. Pero no me afecta porque soy sólo entrenador de fútbol, no me creo otra cosa. Y ahí está la clave de todo. Cuando asumí, alguien me dijo: “Vas a ser una de las personas más importantes de la Argentina”. Tenía ganas de responderle a esa persona, pero me lo guardé, e hice mal. Me pareció algo irreal. Yo soy entrenador, los jugadores son jugadores, y no somos más que eso. Aprendí que lo único que tengo que hacer es dirigir, aunque esté al frente de una selección importante. Y los jugadores, jugar. Nada más.
-Pero el fútbol vive en una burbuja, es difícil poner a los jugadores en ese lugar terrenal…
-Estamos en un país muy futbolero, donde al jugador se le puede hacer creer que es más de lo que en realidad es. Y eso no está bien, no está bien. Hay otro mensaje muy dañino: que vale todo. Que si ganás se permite cualquier cosa. Si ganás pero hay algo que no cierra, no vale, y hay que hacerlo saber. A la selección estás invitado, como dice el ‘Flaco’ Menotti, no es una obligación. Y venís como futbolista, no estás obligado a opinar de cosas que no entendés y en las que te metés sin darte cuenta. Nosotros les decimos eso a los jugadores. El que llega convocado por primera vez es mirado de la misma manera que aquel que ya tiene 150 partidos. Entonces, el nuevo, al advertir eso, ve esa señal como positiva.
-¿Cuándo sentiste que tenías a los jugadores de tu lado? Ese momento en que el DT dice: “Me siguen”
-Se va dando. Después te vas dando cuenta con las actitudes de los jugadores, y cuando en la cancha sale lo que planteás en la semana. Por más que tengas buena relación con ellos, al final lo que manda es la cancha. Y si ahí no se ve reflejado lo que intentás, decís “esto no va”. Y siempre ocurrió que nos respaldaran en la cancha, más allá de un resultado.
-Más allá de tu cuerpo técnico, cuando tenés ganas de hablar de fútbol, ¿a quién llamás?
-Cuando empezamos a estar más tranquilos, ya asentados, con Walter (Samuel) empezamos a buscar eso. Fuimos a visitar a Luis Enrique y nos hubiera encantado hacerlo con un montón de otros entrenadores. Nos toca este tiempo de pandemia que hace todo más difícil. Walter estuvo con Pochettino, yo quise ir a hablar con Bielsa pero no pude por la misma causa. Pero nunca terminás de aprender en esas charlas. Estamos continuamente dándole vueltas en la cabeza a las ideas. Tenemos claro cómo queremos jugar, pero hay infinidad de detalles que miramos de otros entrenadores y estilos. Estuvimos en Alemania con el entrenador del Borussia Moenchengladbach, Marco Rose, que ahora va a dirigir al Dortmund: él jugaba con un rombo en el 4-3-1-2, algo que en la Copa América en un momento pensamos usar, y nos contó que lo dejó de hacer porque en los costados sufría, y pasó a un 3-3-1-3. Él decía que para el fútbol sudamericano el rombo podía andar, pero que en Europa lo usó en un equipo de Austria y le dio resultado, pero cuando fue a Alemania tuvo que cambiar. Esas cosas nos enriquecen.
-Siguiendo con esa línea: la selección argentina solo juega con rivales sudamericanos por una cuestión de calendarios. Cuando llegue el Mundial, casi no se habrá probado con las potencias de Europa.
-Es marcada la diferencia de cómo se juega en un lugar y en otro. Y no digo que allá sea mejor. No tengas dudas de que si viene España a jugar contra Ecuador, en Quito, va a sufrir como sufre cualquiera. Eso es inevitable. No digo que vamos a tener que resetearnos para jugar contra ellos, porque el patrón de juego no va a cambiar, pero sí modificar cosas. Nos pasó en el amistoso contra Alemania. Teníamos planteado dos maneras de jugar porque sabíamos que ellos utilizaban una línea de cinco y nos podían hacer daño por los costados. Lo teníamos en cuenta, pero decidimos hacer el primer tiempo de la misma manera que veníamos usando contra rivales de acá. Y la sensación, más allá de que llegamos al entretiempo perdiendo 2-0, era que habíamos jugado bien. Pero perdíamos. Teníamos nuestro plan B, pero nuestro deber era ver cómo salía mantener nuestra propuesta habitual. Después ajustamos y pasamos a una línea de tres para emparejar en el medio. ¿La conclusión cuál fue? Que podés mantener tu forma, pero si te empecinás en no hacer ajustes, vas a sufrir. Es evidente.
-La selección está en construcción y apenas jugó cuatro partidos en el último año y medio. ¿Esa desventaja ya es indescontable con Francia, Bélgica o España, equipos con ciclos consolidados?
-La desventaja radica en que a nosotros se nos han suspendido los partidos y ellos han jugado igual. Luis Enrique, por ejemplo, quizás hasta puede hacer reuniones con sus jugadores, puede adelantar muchas cosas que a nosotros se nos hace bastante difícil. En cantidad de partidos, entre las eliminatorias y la Copa América, creo que no llegaríamos mal, son muchos partidos en los que podremos contar con los jugadores. El tema es que llegás y tendrás que competir, no habrá forma de probar otra cosa. Entonces aparece el debate: vos estás jugando eliminatorias sudamericanas y después en el Mundial te encontrás otra cosa. Y ahí está la cuestión. Después del Mundial de Rusia nosotros fuimos a un meeting en Londres donde pasaron todas las estadísticas del torneo y Francia, campeona del mundo, estaba en el puesto 13 o 14 en posesión de pelota. Y esas cosas te van sirviendo para que tu cabeza te vaya diciendo que hay algo que acá hay que modificar. Pero bueno, está dado así y hay cosas que ya no se pueden modificar.
Que Messi “no sea siempre el comodín”
Barcelona, junio de 2018. Lionel Scaloni es uno de los integrantes del frondoso cuerpo técnico de Jorge Sampaoli, cuando faltan unos días para el comienzo del Mundial de Rusia. Él, una especie de nexo entre el cuerpo técnico que encabeza Jorge Sampaoli y el plantel por su cercanía generacional, avanza con una idea: quiere que al comienzo de cada práctica, cuando los futbolistas empiezan a tocar la pelota, Leo Messi no esté con los de siempre. Que se involucre con Lo Celso, Meza, Lanzini, Pavón… Que los que apenas lo conocen rompan esa imagen de súper crack que pueden tener del capitán.
Pasaron tres años ya de aquel pequeño detalle, que Scaloni no olvida. Más: lo refuerza, ahora que pasó de asistente a entrenador principal. “Nosotros lo que intentamos es, si hay que hacer un ejercicio en el entrenamiento, que él no sea siempre el comodín, por ejemplo, que es el que va cambiando de equipo según quien tenga la pelota. Que juegue para un equipo y ya está... Pero si siempre le das la pechera de comodín, no está bueno. Nos interesa que se relacione con todos, y sobre todo con los de mitad de cancha para adelante porque él tiene mucho pase y mucho contacto de balón con ciertos jugadores. Y buscamos que sea con todos, no sólo con los que pensamos que van a jugar, sino también con los que puede encontrarse cuando hagamos un cambio. Pero todo se ha vuelto bastante natural, a esta altura”, cuenta, siempre en ese tono calmo que ya es parte de su sello.
-Se lo ve más implicado que nunca, pero también tuvo actitudes agresivas en la cancha que antes no se le veían. ¿Ese costado de su liderazgo no es peligroso?
-Leo ha tenido a lo largo de su carrera, e incluso en Barcelona, cruces con Sergio Ramos, recuerdo, y con diferentes jugadores. Él tiene un carácter enorme adentro de la cancha desde siempre y no creo que lo haya modificado ahora, no noto eso. Sí es verdad que con el correr del tiempo en la selección, él se fue haciendo más referente. Por más bien que él jugase, siempre había otros referentes, por la edad, por épocas. Pero fue pasando el tiempo y el mejor quedó como el referente, también. Sus reacciones las vinculo más con eso. Nosotros no le pedimos que sea de tal o cual forma, él puede ser como quiera. Lo conocemos y sabemos muy bien el carácter que tiene. Fui compañero y rival de él. Se muy bien cómo es y bienvenido sea.
-¿No hubiera sido mejor, por ejemplo, que el capitán recibiera la medalla por el tercer puesto de la Copa América?
-No me di cuenta en ese momento, creo que faltaron varios (nota de redacción: Messi fue el único que no estuvo en la premiación). Yo me enteré después. Pero no lo noto como algo grave. En ese partido con Chile él había sido expulsado, de una manera totalmente injusta y extraña por otra parte, porque habiendo VAR ni se revisó la acción… Para mí no fue algo importante.
Como cualquier entrenador de selección, Scaloni tiene un abanico amplio para elegir. Pero en su gestión le tocó administrar la transición entre una generación de talentos notables a esta nueva, con apellidos con mucho por ganarse y pocos lauros. Alcanza con pispear la última Champions League: entre los ocho equipos que llegaron a cuartos de final solo participaron Di María (de la vieja guardia), Paredes, Icardi (no convocado) y Marchesín. Pero el técnico no está de acuerdo con que falten argentinos en la elite. “Yo creo que ha habido un cambio en lo que se considera elite. Por darte un ejemplo: Rodrigo De Paul juega en Udinese, un equipo medio de Italia, pero es una liga competitiva a fondo y juega entre los grandes. Antes era más marcada la diferencia entre unos pocos y otros. Hoy, un jugador como Rodrigo puede jugar en uno de esos equipos denominados grandes. La mayoría de nuestros jugadores juegan en cierto nivel. Otras selecciones tal vez tengan sus 23 convocados, o sus 30, en clubes enormes, y compiten domingo y miércoles por ganar la liga y ganar la Champions. Ahí sí puede haber diferencia, pero no son muchas las selecciones que tengan esa elite. Nosotros hoy no estamos mal parados; lo que nos interesaría es intentar competir contra ellos. Es lo que realmente hoy no tenemos, nada más”, relativiza.
-Dos de esa elite son Agüero y Dybala, que tuvieron una temporada floja. ¿Por qué convocaste solo a Kun?
-Porque los casilleros son los que hay… Si poniamos a los dos se tenía que caer otro. La lista es de 23. Le pedimos a Conmebol que fuera de 26, como va a ser la Eurocopa, y al final no lo pudimos conseguir. Ahí podríamos haber pensado en porque no los dos. Podés jugar con seis delanteros, con siete o con cinco, y siete u ocho volantes, pero al final, no podés tener 9 delanteros. A Paulo siempre lo queremos, lo tuvimos hasta hace poco con nosotros y lo tenemos en consideración, pero había que tomar una decisión. No venía jugando, en cambio Sergio hizo dos partidos muy interesantes cuando estábamos definiendo la lista. También estuvo en el último partido de la Premier y ahora sólo esperamos que llegue bien acá.
-Dijiste en una entrevista: “Al final, el analizar mucho te juega una mala pasada”. ¿En qué sentido?
-Imaginate que acá, tiempo tenemos de sobra. Usamos el tiempo para analizar, y si hacen falta dos horas, son dos horas. Y no volver a analizar y reanalizar y objetar si hiciéramos esto y lo otro. Porque al final, lo que podés crear son inseguridades: a vos mismo y al propio jugador. Analizamos, creemos que lo que vamos a hacer es lo que necesita el partido y vamos con eso a morir. Lógicamente, siempre habrá algo para mejorar. No tengo dudas. Pero si te metes en la cabeza mejorar eso, mejorar eso y mejorar eso, a lo mejor los aspectos buenos que tenías lo dejás de tener. Cuando la pelota no la tiene, la Argentina sufre, y te diría que es normal porque no se pueden tener jugadores de buen pie y encima, cuando la debés recuperar, tener a Kanté. Kanté hay uno, y no sé si juega tan bien al fútbol como Paredes... Nosotros sabemos que en algunas cosas sufrimos, pero también sabemos que en otras cosas somos buenos. Si nos centramos sólo en cómo recuperamos la pelota y cómo nos defendemos, tal vez nos olvidamos de lo otro. En eso, no diría que somos demasiado simples, pero tampoco le damos muchas vueltas.
-Convocaste por primera vez a Cristian Romero, Palomino, Emiliano Buendia y Nahuel Molina. ¿Para tener su primer roce o para competir?
-El caso de Romero diría que es distinto, ya es un jugador más maduro, que lleva dos años en gran nivel. En la última convocatoria del año pasado estuvo a punto de venir y en marzo iba a estar, pero se suspendieron los partidos. Te diría que no es una prueba. A Nahuel lo venimos siguiendo, Walter fue a verlo a Udine y creemos que es una buena aparición, sobre todo con la situación que estamos viviendo ahora con Montiel, que tuvo Covid, y Juan Foyth, que está intentado volver de la lesión. Necesitamos sumar un jugador ahí, y Nahuel es interesante, joven y creemos que nos puede aportar. Lo queremos ver.
-¿Dibu Martínez está en un pie de igualdad con Armani, después de haber sido elegido uno de los mejores arqueros de la Premier?
-Citamos a los arqueros por su continuidad, por su rendimiento, para nosotros es fundamental que estén jugando. No es el mismo Martínez el de hace dos años que el de ahora. Aventurarse a decir quién va a atajar no corresponde, pero estamos muy contentos con todos, incluso son Marchesín que ha hecho una temporada enorme en Porto, y con Juan Musso, que en el mercado de pases del verano va a tener novedades con un cambio de club. Quién va a atajar no puedo decirlo. Es evidente que con nosotros siempre atajó Franco, pero cuando empiecen las prácticas veremos cómo está la situación.
-De Lautaro se destaca siempre su cabeza: que mentalmente era top cuando todavía no era conocido. ¿Es el que más te sorprendió de la nueva camada?
-Primero, lo de la cabeza es literal porque tiene su buen marote (se ríe). Pero si, es un animal competitivo, está siempre listo, quiere jugar siempre. Es un ejemplo a seguir. Lautaro se lo ganó solo el lugar que tiene en la selección y ojalá siga así porque ha tenido un enorme crecimiento. Pero no es justo quedarse solo con él. Los chicos que tuvimos en la Sub 20, y los que tiene el Bocha Batista también, te pueden sorprender. Viven para el fútbol y eso es importante, te puedo nombrar a Medina, Balerdi, Nehuén Pérez, Gaich, Nico González que ya está, toda esa camada de chicos que tienen la cabeza bien bien bien amueblada. Creo que en las inferiores argentinas se está empezando a ver ese cambio, el cambio de pensar en ser profesional y saber que para intentar llegar tenés que hacer un click en tu cabeza. Y nosotros lo notamos. Incluso, la Sub 17 que tuvo Pablo (Aimar), la de Lecanda, Medina, Varela, Zeballos... Paulatinamente hay que darles la posibilidad de jugar, y creo que eso hoy lo está haciendo bien en el fútbol argentino, que les da oportunidades. Eso está recontra bien bienvenido, porque creo que este era el momento para que estos chicos puedan demostrar que valen.
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