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Lionel Scaloni lo hizo (otra vez): el secreto detrás del gol que le dio a la selección el bicampeonato de América
El entrenador argentino realizó modificaciones que resultaron decisivas para la consagración del equipo en Miami
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Se lo vio dando la vuelta olímpica con sus hijos, pero casi como si fuera un ritual al que se acostumbró a realizar con normalidad. Lionel Scaloni volvió a emocionarse, se abrazó con cada uno de los jugadores, tuvo un diálogo cómplice (con sonrisas plenas incluidas) con Ángel Di María, quien se despidió de la selección con otro título. ¿Ese abrazo del DT levantándolo por los aires quizás dejó algunos puntos suspensivos?. “Se va como leyenda, no hubo forma de convencerlo”, dijo luego Scaloni.
Lo cierto es que entre las lágrimas de Messi (por la lesión del dolor en el tobillo derecho) y las de Di María (porque se lo reemplazó a pocos minutos del final, a modo de tributo), hubo un protagonista que pasó algo inadvertido. Sin embargo, el líder de la selección lo hizo de nuevo: tras un comienzo dubitativo y algo errático, apretó las teclas justas para reencauzar el rendimiento de la selección y hacer posible que el equipo lo gane en el alargue, sin llegar a los penales.
En todo momento Scaloni dio señas de querer ganar la final antes. No interesaba lo que podía amedrentar Dibu Martínez como atajador desde los doce pasos, tampoco una lista de ejecutores con experiencia en la materia. Y allí se puede encontrar el secreto detrás del gol de que le dio el bicampeonato de América a la selección.
Al principio, sólo hizo dos modificaciones, ambas obligadas por lesión: Nicolás González por Messi y Nahuel Molina por Montiel. Era momento para tener paciencia y aportar soluciones puntuales.
Lo mejor vino después. Iban 6 minutos del primer tiempo suplementario cuando Scaloni dispuso tres cambios. Ingresaron Leandro Paredes por Mac Allister, Giovani Lo Celso por Enzo Fernández y Lautaro Martínez por Julián Álvarez. Y en el minuto 112 fueron ellos tres quienes participaron del gran gol argentino para el festejo final. Primero recuperó la pelota Paredes barriendo abajo ante un pase de Castaño y enseguida filtró rápido para Lautaro Martínez; el centrodelantero de Inter de Milán metió un par de amagos con giros distractorios y volvió a pivotear la pelota para Paredes; el volante central de la Roma la jugó para Lo Celso y el exRosarioCentral hizo su mejor aporte en el partido: sin controlar la pelota y antes de ser anticipado por la marca, tocó de primera para el pique interior de Lautaro Martínez, que le ganó la posición al segundo central y batió con un remate fuerte al arquero Vargas. Entre los tres ingresos armaron la jugada del 1-0.
El planteo de Scaloni no había arrancado del todo claro. Se la jugó con un 4-3-1-2 para intentar ganarle la espalda al doble 5 de Colombia, poniendo a Messi como 10, Di María como delantero por la derecha y Julián Álvarez de 9. Pero el problema lo tenía la selección por la izquierda, ya que Tagliafico sufría ante los corrimientos de Richard Ríos y las proyecciones del lateral derecho Santiago Arias. El DT argentino intentó corregirlo a los diez minutos primero con Mac Allister corrido hacia allí, luego con Julián Álvarez bajando a posición de mediocampista. Pero Colombia tenía más velocidad en precisión a la hora de atacar y resolver en los últimos 30 metros. Y a la Argentina le costaba, defendía y atacaba en inferioridad numérica.
Desde lo táctico, esa solución llegó con el ingreso de Nicolás González por Messi, ya que ahí la selección pasó a jugar 4-1-4-1, con Enzo Fernández de volante táctico; por delante Di María, De Paul, Mac Allister y Nico González; y Álvarez de centrodelantero.
Había buenas intenciones argentinas, pero le faltaba frescura. Y eso lo encontró con Paredes de volante central, y Lautaro corriendo por todo el frente de ataque. Lo Celso fue, de los ingresos, el que más tardó en despertarse y entrar en los circuitos creativos. Hasta ahí las mejores búsquedas las había generado Di María con los cambios de frente de derecha a izquierda y un De Paul que creció en despliegue y acierto en la toma de decisiones.
Una de las armas de Colombia era la pelota parada: así había convertido en 5 de los 12 goles en la Copa América. En este partido, la selección se cuidó de no hacer faltas cerca del área de Dibu Martínez. Pero cuando debió afrontar esa situación, lo hizo con personalidad: en los 120 minutos, la Argentina tuvo 10 pelotas paradas en contra que finalizaron en centros al área de Dibu, entre córners y tiros libres frontales: el equipo nacional se impuso en el juego aéreo en 5, perdió en 4 (dos de ellas pudieron ser gol, tras los impactos de Cuesta y Davinson Sánchez) y la restante pasó de largo, sin vencedores ni vencidos. Pero en líneas generales respondieron bien. Y fue clave la actitud de Dibu Martínez sobre algo que había dicho en la previa: “Sabemos que Colombia ataca así y yo tengo que salir más, debo ayudarlos para que esas pelotas no nos compliquen”. Y así fue: Martínez terminó atenazando tres de esos diez envíos.
Argentina ya había demostrado en el final de la segunda etapa y en los tiempos suplementarios que estaba más entera, más fuerte física y mentalmente que Colombia. Las modificaciones de Lorenzo estuvieron bien pensadas pero no encontró las respuestas esperadas en Carrascal, Juanfer Quintero y Borja. Scaloni, por el contrario, estuvo veloz para corregir dibujos tácticos y paciencia para modificar nombres, pero siempre pensó en ganar. Hasta tuvo la frialdad para meter a Otamendi en lugar de Di María, para pasar a defender con una línea de 5 y así contrarrestar los últimos centros desesperados de Colombia y, también, ofrecerle un homenaje al referente que se despedía de la selección.
Los resultados que le dieron los cambios le deben generar satisfacción a Scaloni, pero sobre todo haber creado un equipo que refleja identificación en la gente. No sólo por ganar, sino también por las formas que utiliza la selección para alcanzar el éxito.
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