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Lionel Scaloni bajó un cambio, pero siguen las quejas por el estado de las canchas en la Copa América
Ricardo Gareca había hablado también sobre el tema más temprano; por qué los campos de juego no están en buenas condiciones
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EAST RUTHERFORD, Nueva Jersey (enviado especial).- “Ya dije lo que tenía que decir”. En su tercera aparición pública de la Copa América, Lionel Scaloni desplegó un abanico de emociones y estados de ánimo. Sobrio en el principio, sabía que la requisitoria periodística lo iba a llevar hacia un terreno incómodo: el estado de los campos de juego, sobre los que había elevado queja antes y después del debut frente a Canadá. Pero algo pasó desde la medianoche de Atlanta a esta tarde soleada de East Rutherford, dentro de la sala de conferencias del MetLife Stadium, donde este martes, a las 22 de nuestro país, Argentina jugará frente a Chile. “Ya dije lo que tenía que decir”, retumbó en la sala, y frenó cualquier intención de polémica.
¿Hubo una bajada de línea para terminar con las quejas? Nadie lo afirma, ni siquiera el propio técnico de la selección cuando se le vuelve a preguntar por el tema. Pero finalmente deja un indicio: “¿Qué podemos hacer? ¿Tenés la solución?”, le pregunta retóricamente a un cronista.
Scaloni dijo sin decir. “Lo del campo de juego ya está”, cortó en seco antes de que Nahuel Molina, testigo tímido de la cuestión y el otro protagonista de la rueda de prensa, siquiera atinara a responder. Ese Scaloni fastidioso y de pocas pulgas -como cuando se lo consultó sobre el recuerdo de la final de 2016 ante Chile, jugada en este mismo estadio- se transformó en otro fresco y chispeante cuando se le preguntó si le habían comprado un regalo a Lionel Messi, en el día del cumpleaños 37 del capitán (”no, nada; supongo que la AFA se encargará de eso”).
Quejas, quejas y más quejas se fueron acumulando en el incio de la Copa América, sobre algo que a esta altura, con una organización hiperevolucionada en casi todos los aspectos, es extraño que ocurra. El estado de los campos de juego del torneo, en especial los que le han tocado en suerte a la selección argentina, es materia de cuestionamientos. Ocurrió en la jornada inaugural, en el imponente Mercedes Benz Stadium de Atlanta, y ocurrirá en el MetLife, de Nueva Jersey: son dos estadios originalmente diseñados para césped sintético, aggiornados con pasto natural únicamente para este torneo. Y la improvisación no suele tener buenos resultados.
El pedido original de Conmebol fue claro: todos los campos de juego de la Copa deben estar en las mismas condiciones (léase, ser de césped natural), para que todos compitan sin diferencias. Fieles a su capacidad de resolución, los estadounidenses, a cargo de la organización, lo llevaron a cabo. Pero, claro, con sus tiempos y reglas. Tanto el de Atlanta como el de Nueva Jersey, son estadios utilizados para otras cuestiones: allí juegan las franquicias de National Football League (la liga principal de fútbol americano) y también se desarrollan megaconciertos. Y todo se desarrolla sobre césped sintético. La Copa América es, para los estadounidenses, un evento más en el calendario; ni más ni menos que el resto.
Por eso, ellos pueden resolverlo rápidamente; uno o dos días antes del partido, despliegan tiras de césped natural (no panes, tiras) a lo largo de toda la cancha. Y las imperfecciones se encubren como pueden. En consecuencia, al no ser terrenos originalmente construidos para albergar césped natural, la pisada puede sentirse como antinatural. Otro asunto es el riego: no hay, lógicamente, un sistema de aspersores como pueden verse en la mayoría de los campos del mundo. ¿Cómo se mantienen húmedos? Ni más ni menos que con riego manual. Una hora antes del encuentro entre Argentina y Canadá, desde las cuatro esquinas del Mercedes Benz Arena se desplegaron largas mangueras, manejadas por un grupo de operarios, que se encargaron de ir regando por sectores. Lo mismo sucedió durante este lunes en el MetLife.
Las quejas estuvieron y están a la orden del día. Lionel Scaloni, que había avisado en la previa de la inauguración sobre el estado del césped del Mercedes Benz Stadium, pisó el acelerador después del triunfo: “Hace siete meses que sabemos que vamos a jugar acá y cambiaron el césped hace dos días. El estadio es hermoso y con el césped sintético debe ser espectacular, pero con el césped de hoy no está apta para este tipo de jugadores”. Dibu Martínez, con su verborragia innata, no tuvo filtro: “La cancha es un desastre. Pusieron panes de césped arriba de un sintético y parecía un trampolín cada vez que recibíamos la pelota”.
Argentina sintió las condiciones de la cancha y modificó su juego de manera evidente, más allá de la férrea oposición que propuso Canadá: más pelotazos y menos circuito asociado de pases. En uno de esos envíos largos se notó lo indomable del pasto, cuando Di María corrió 20 metros con la pelota y nunca pudo dominarla a su comodidad; terminó definiendo apresurado y el arquero le tapó el mano a mano.
Este lunes fue Ricardo Gareca el que deslizó una crítica en la conferencia de prensa previa al Argentina-Chile, por el estado del campo de juego del escenario de Nueva Jersey. “Veo que los muchachos [por los futbolistas] tienen problemas en la mayoría de los estadios. La cancha seca, dimensiones pequeñas... Lógicamente hay algunos desniveles producto de acomodar la cancha para la Copa, ellos tienen otros escenarios. Y al momento de rodar la pelota no lo hace de la mejor manera”, dijo el DT de la selección trasandina.
En Uruguay toman nota de esta situación, porque saben que allí, en el MetLife, jugarán su próximo partido contra Bolivia. “Atención, Marcelo Bielsa: duras críticas a la cancha del estadio MetLife, donde Uruguay enfrentará a Bolivia”, titula el diario El Observador.
Sin dudas, es el gran talón de Aquiles en la Copa América. Imponentes estadios que albergan a grandes estrellas mundiales necesitan campos de juego acordes. En eso todos coinciden, aunque ya es demasiado tarde para corregirlo.
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