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Lionel Messi y sus compañeros de la selección: los jugadores argentinos en Europa y las dudas de cómo llegar en plenitud al Mundial de Qatar
En la temporada más atípica, se vienen cuatro meses determinantes para cada futbolista
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La temporada europea más atípica que se recuerde comenzó a andar, Lionel Messi y varios de los futbolistas de la selección Argentina ya disputaron sus primeros amistosos de preparación y nuestra mirada, inevitablemente, apunta a noviembre, cuando el Mundial alterará los biorritmos habituales de todas las competiciones. Pero el interrogante que se abre es si también los jugadores tendrán durante estos cuatro meses sus ojos puestos en la cita de Qatar.
Se trata de un tema nada sencillo de abordar y que resulta imposible de analizar de manera generalizada porque no se pueden aplicar las mismas reglas en asuntos que son absolutamente individuales. En definitiva, cada jugador es de una forma determinada y el club cuyos colores defiende posee sus propios intereses y objetivos.
Queda claro que el Mundial llegará en una fecha inusual para este tipo de torneos, partiendo la temporada por la mitad. Un razonamiento más o menos básico indica que ahí se esconde un beneficio inobjetable: todos los futbolistas van a participar de la mitad de los entrenamientos y a disputar la mitad de los partidos que cuando este tipo de torneos se juegan al final del año competitivo. La consecuencia debería ser que estén la mitad de cansados, con más energía y menos sobrecarga. Ahora bien, ¿incidirá esto en el rendimiento particular de quienes tienen asegurada su presencia en Qatar? Me permito dudarlo.
Los futbolistas estamos educados para mantenernos siempre bien entrenados y aflojar no entra dentro de nuestras posibilidades. Es muy difícil pensar que un jugador vaya a hacer la plancha de acá a noviembre y existen múltiples razones para explicarlo y entenderlo.
Contra lo que suele creerse, cuando uno entra a la cancha se descontrola, trata de tener la mente libre para dar lo mejor de sí en términos físicos sin importar cuáles son las consecuencias. Es una conducta que no puede extraerse de la mente tan fácilmente para volver a injertarla una vez que termine un Mundial. Salvo en situaciones muy puntuales -un partido ya resuelto, el arrastre de una lesión residual-, controlarse atenta contra la esencia del jugador, es antinatural. Y por otra parte tampoco exime de riesgos: todos sabemos de lesiones zonzas ocurridas en acciones intrascendentes de partidos y entrenamientos.
Pero por otro lado, la cuestión física es solo una de las piezas que conforma a un futbolista y sería un error soslayar las demás. El jugador necesita sumar dosis de confianza en lo que hace, y eso solo se logra si al salir de la cancha se tiene la sensación de haberlo dejado todo y de haber hecho las cosas bien.
Cuando pisa el césped el jugador contrae un compromiso consigo mismo que es incompatible con la idea de emplearse a medias. Y además existe una obligación con los compañeros. En el vestuario se sellan acuerdos que no figuran en ningún contrato, un vínculo inherente al propio significado de ser futbolista. Me pongo en el lugar de cualquiera de quienes comparten el día a día con Lionel Messi en el PSG, Ángel Di María en la Juventus, Lautaro Martínez en el Inter o el Cuti Romero en el Tottenham y sé que ninguno de ellos podría pensar que tiene un compañero que va a aflojar su rendimiento en favor de un Mundial que está a dos, tres o cuatro meses vista.
A todo lo dicho se agregan las situaciones personales. Di María acaba de cambiar de club, Messi y Leandro Paredes tienen un nuevo entrenador, Lautaro vuelve a juntarse con Romelu Lukaku, y así todos y cada uno inician la temporada con escenarios diferentes y con retos individuales y colectivos por afrontar.
Habrá que ver, por ejemplo, qué rol le asigna Christophe Galtier a Messi. En el Niza era un técnico que privilegiaba la reacción y el contraataque a la posesión y el dominio y será interesante observar cómo se adapta a las virtudes y las capacidades de un jugador de 35 años para obtener de él un rendimiento óptimo. Lo mismo le cabe al resto, incluso a aquellos que no cambian ni de equipo ni de entrenador: ¿cómo se moverá en ataque el Inter con Lukaku? ¿Qué movimiento se modificarán en el mediocampo del Atlético de Madrid con la incorporación del belga Axel Witsel y en qué medida eso afectará a Rodrigo De Paul?
El fútbol es actual, es presente, es el siguiente partido. Los futbolistas lo aprendemos desde chicos y sabemos que en esos 90 minutos ponemos en juego el prestigio y la autoestima. Y por otra parte, dudo mucho que a los jeques árabes o a los dueños del Inter vaya a importarles demasiado que en noviembre comience un Mundial.
Por eso mi pronóstico es que, al menos en los primeros dos meses, asistiremos a una temporada igual a cualquier otra. Solo a partir de ahí, y dependiendo de las situaciones particulares, es posible que algunos jugadores comiencen a enfocarse en lo que les espera en Qatar.
Lo mejor de la selección ante Italia
Hasta entonces lo mejor que puede pasarles a los integrantes de nuestra selección es encontrarse a sí mismos, rendir al máximo y cargarse de fe en sus posibilidades. El resto lo hará esa contagiosa energía positiva que desprende el plantel que lidera Messi. Creo que para encarar un Mundial en plenitud la mentalidad y el espíritu de grupo están por encima de lo físico, y en ese sentido el punto de arranque de Argentina es hoy por hoy inmejorable.
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