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Matchday: Inside FC Barcelona. Entrar con Messi a la "Capilla Sixtina": gloria, drama y liturgia del capitán que aprendió a hablar
Recuerda Jordi cuando se apresuraba por llegar bien temprano al Camp Nou. Andaba por los 8 años y no importaba que faltaran un par de horas para el partido. Había que verlo a él desde la entrada en calor. Al Pelusa, al Pibe, al astro argentino, como decían los medios que habían entrado en ebullición. Barcelona espabilaba del terror, se escapaba de la fusta franquista, pero ni sospechaba la revolución de la que sería capaz. Ni la ciudad ni el club. A la sombra del sino fatalista que suele acompañar a los catalanes, en 1982 no terminaban de creer que el mejor del mundo estaba entre ellos. En cambio, ahora están convencidos. Jordi es Jordi Évole, dueño de uno de los programas periodísticos más exitosos de los últimos años en la televisión de España. Ese hombre que hoy anda por los 45 años, que tiene un hijo que se llama Diego... se entrega con tal devoción a Lionel Messi que hasta se atreve a debatir con el papa Francisco si es un sacrilegio creer que el rosarino es Dios. En los extremos de la vida de Jordi aparecen las divinidades.
Pero lo que siempre se vuelve fascinante con los héroes y las deidades es verlos perder. Y no por morbo o maldad, sino porque los termina de humanizar. "Recordamos: lo de Roma fue culpa nuestra. De nadie más. Que no pase lo mismo, ¿eh?. Eso fue culpa nuestra, de nadie más", arenga Messi a su tropa en el entretiempo de la hoguera de Anfield Road. Barcelona pierde 1-0 con Liverpool, todavía tiene dos goles de ventaja en la serie por las semifinales de la Champions 2019..., pero intuyen el barranco. Sólo 45 minutos más tarde el abismo se los devora. Y ahí están las cámaras de "Matchday: Inside FC Barcelona", la serie que desnuda la intimidad del plantel culé en la temporada pasada. Un inédito viaje al corazón del universo de Messi. Un magnético guión con realización y rodaje de la productora de Évole. Ocho capítulos de 45 minutos que se pueden seguir por Netflix.
El documental responde al olfato de Évole: tiene calle, instinto y carisma. Un periodista que cuida el peso de las palabras. Lo obsesiona la profundidad, desprecia la trivialidad. ¿Pueden convivir sus pretensiones con el líquido mundo del fútbol? Se propuso lo imposible y lo consiguió: "Dos cosas destaca la audiencia. Primero, que ha entrado en la Capilla Sixtina que estaba cerrada a cal y canto, que es el vestuario de Barcelona, y que ha podido observar las pinturas que hay allí. Y te diré más: quizás nunca volvamos a ver a Miguel Ángel allí dentro, ha sido una visión inédita. Cuando llegaron las primeras imágenes del vestuario, me metí en la sala de edición y podía estar 45 minutos viendo un plano fijo de cómo los jugadores iban pasando por delante de la cámara e iban charlando entre ellos. Como quien va al zoológico y se planta delante de una jaula de un animal que nunca ha visto. Era hipnótico. Y la otra cosa que nos destacan mucho es que no nos hemos quedado solo con el factor deportivo, sino que en la serie hay mucha vida privada, mucha historia personal".
La intimidad a la que accede el documental es realmente asombrosa. ¿Messi comiendo un asado en su casa? Sí, se lo ve. "Fue difícil –acepta Jordi–. Pero se juntaron varios factores: el club quería hacerlo; había futbolistas, dentro de ellos los principales, especialmente Piqué, pero también el propio Leo Messi o Luis Suárez, que tenían ganas de que esto se hiciera. Creo que cuando Leo vio las primeras imágenes, terminó por decidirse. Dijo, ‘bueno, estos chicos están enfocando un prisma que me gusta’. Hubo un día clave: fuimos a mostrarles un boceto del primer capítulo, el del 5-1 a Real Madrid, y lo vieron. Leo ya estaba bastante convencido, pero a otros les sirvió para abrirse mucho más de lo que hubiesen querido". Convendrá regresar más adelante sobre estas últimas palabras de Évole.
El trailer de la serie
Lo que no puede cambiar el documental es el final. Es una historia triste en definitiva, todos saben que Barcelona termina arruinado. "Hubo un momento en la serie, justo antes de Anfield, en el que en una reunión alguien dijo: ‘Está saliendo todo demasiado bien. No va a tener ningún giro la serie, vamos a alzar el triplete’. Barcelona le había ganado 3-0 a Liverpool en casa. Imaginate: en Anfield tuvimos cuatro equipos de filmación, otro estaba en la casa con Shakira, otro con los monjes de Montserrat..., teníamos todo previsto para ir a la final en el Wanda Metropolitano. Yo estaba en casa, y a medida que iban cayendo los goles, pensaba: ‘Mañana qué hacemos con esta serie’. El silencio que hubo en la redacción al día siguiente se extendió por 15 días más. Temíamos que la serie se quedase en un cajón. Y nos daba mucha rabia, porque la serie era muy rica. Pero no nos engañemos: a nivel narrativa, la derrota, desgraciadamente, también la hizo más rica. Porque como en la vida, el fracaso acaba siendo enriquecedor. En esa derrota también había mucha vida; en la vida hay que enfrentarse con fracasos y dolores, de esos que uno cree que nunca se va a levantar. Fue muy bonito ver como, después de esos 15 días de silencio, a todos los jugadores a los que les pedimos que volviesen a pasar por delante de la cámara, lo hicieron casi como quien pasa por un confesionario. Quisieron confesar sus pecados y también relativizar el fracaso. Fueron, seguramente, las entrevistas más duras y más ricas. Uno tiene que aprender a relativizar el fracaso, y también el éxito. Creo que en ese capítulo hay un óleo en crudo de lo que es el fracaso", cuenta Jordi, en clave íntima.
Fueron 500 horas de grabaciones. Por eso hay más, mucho más. ¿Incluso de ese atormentado vestuario de Anfield? "De todo quedó, siempre tiene que haber una selección. Pero te puedo asegurar que ese capítulo, que nosotros lo enviamos al club pensando que nos lo iban tumbar, que Shakira nunca se querría ver como se la ve, que nunca se querría ver ni un segundo del vestuario en la derrota, ni del vestuario en el entretiempo..., porque allí ya se lo ve a Jordi Alba llorando con una toalla por encima. Ya en el descanso se mascaba la tragedia. Y no se tumbó, diría, que prácticamente nada. Fue de una gran generosidad que ese capítulo no se tocara, porque no perdamos de vista que fue una de las tres o cuatro derrotas históricas de Barcelona. Y respetaron casi por completo el minutaje que les enviamos".
La serie se ve en esta parte del mundo desde el último día de abril, pero para Europa y Japón se presentó en noviembre pasado. Pero al estreno no fue nadie del club. Ni Messi ni nadie. Algo comenzaba a romperse... "Los jugadores decidieron no acudir, es verdad. Les molestó que al hacerse público el primer capítulo, allí se lo ve a Piqué diciendo que van a salir de fiesta sí o sí, más allá de lo que dijera el míster. Y esa frase, que ya de por sí podía generar polémica, algunos medios la destacaron. Con todo el derecho de hacerlo. Y eso, a algunos jugadores les molestó. Se habló de la falta de autoridad de Valverde, que en esa época ya empezaba a estar cuestionado..., y creo que por eso los jugadores decidieron no acudir. Pero no sé más", acepta Évole. Que en tren de confesiones... "Esta temporada, desde muy al principio, el acceso que teníamos al vestuario era muy restringido. Nosotros empezamos las grabaciones, pero cuando llegó la Supercopa española, en Abu Dabi, ya vimos que el acceso no sería el mismo".
-Habían mostrado demasiado, entonces. Hubo una represalia de los jugadores…
-Puede ser. Pero lo que nosotros tuvimos claro es que no íbamos a participar de un proyecto que iba a ser peor, y decidimos como productora no continuar con el proyecto. Que quedó en manos de la propia productora del club, Barça Studios. No sé qué acabarán haciendo este año. Queríamos tener más acceso y había menos acceso, era absurdo continuar.
Pero no nos engañemos: a nivel narrativa, la derrota, desgraciadamente, también hizo más rica la serie. Porque como en la vida, el fracaso acaba siendo enriquecedor
En el horario central de los domingos por las noches, en el canal La Sexta, Évole despliega periodismo del bueno. Nunca es agresivo, tampoco complaciente, pero siempre cuestiona. Y el fútbol en medio de la pandemia, por única vez en la charla, lo subleva. "Estamos en una situación tan crítica que lo del fútbol ha sido lo de menos. Si a mí me decían que iba a estar dos meses sin ver fútbol, respondía: "¡Estás loco. Soy incapaz!". Pero nos lo hemos perdido, y es tan bestia la catástrofe que no se puede echar de menos al fútbol. Y te diré más: a veces me da un poco de rabia al ver el ansia por volver que tienen los que ven al fútbol sólo como un negocio. Si no se vuelve, no se vuelve. Si no lo quieren entender, me parece que se hacen un flaco favor. Escucho decir ‘aprovechemos este momento para repensarnos’ y ya estamos con la prisa de que el fútbol vuelva. Me nace... ‘Oiga..., si no vuelve, no pasa nada. Usted dejará de ganar un poquito de dinero, ya ha ganado mucho. Hay gente que no puede llegar a fin de mes por culpa de esta pandemia. Usted va a llegar al final de todos los meses de aquí hasta que se muera con todo lo que ya ha ganado...’".
Habla de la infancia Jordi. "En esa edad, el fútbol es lo más importante.... y en otras también", bromea. Futbolero hasta la médula, siente que los argentinos lo han atravesado. Ese Simeone, por ejemplo, que le arrebató la Liga 2013/14 y en el mismísimo Camp Nou. "En medio de la pandemia, aquí se utiliza mucho su filosofía: ahora no se puede planificar, hay que ir partido a partido. Yo admiro del ‘Cholo’ lo que ha hecho del Atlético de Madrid, logró cosas que no eran imaginables en ese club. Y además, esa liga que nos birló merecidamente. Piensa que yo ese día estaba en la cancha con mi padre y acabamos aplaudiéndolos. En el Barcelona no nos gusta ganar ligas que no nos merecemos, y esa no la merecíamos".
-El tótem catalán Guardiola, asegura que el mejor de todos es Bielsa...
-Reconozco que tenía adicción por las ruedas de prensa de Marcelo Bielsa. Tanto en el Espanyol como en el Athletic de Bilbao. Yo las buscaba. Me parece de esos seres mágicos en el fútbol, Bielsa es irrepetible. Cuando escribo un artículo para los diarios, me pregunto "¿y tú para que escribes si hay otros que lo hacen mucho mejor?". Yo creo que debe haber muchos entrenadores que pensarán: "¿Yo para qué entreno si está Marcelo Bielsa?".
-¿Llegaste a valorar a Gerardo Martino?
-Yo le tuve cariño al ‘Tata’, incluso le he defendido cuando todo el mundo lo atacaba. A mí me gusta colocarme del lado de aquel que es vilipendiado. Aquí se ha sido muy cruel con Martino, desde su llegada lo tenía muy, muy, muy difícil. Venia de la era Guardiola, la era de Tito..., era muy difícil levantar aquello. Y lo que me supo mal fue la mofa que se hacía: como se vestía..., me parecía barato, muy barato todo aquello. Está claro que no encajó, pero el trato que se le dio en Barcelona fue injusto. Cuando se entra en esos niveles de descalificación, eso dice muy poco de quien lo practica. Si me dices que lo pasó mal, no me extraña.
-¿Valdano es el más culé de los madridistas?
-Sí, es cierto, y es el más amigo también. Valdano tiene una concepción del fútbol que se parece mucho a la que practica el Barcelona desde Cruyff. Y luego, tiene esas definiciones excepcionales. De esas que calan. Tiene esa capacidad de convertir el verbo dedicado al fútbol en algo más, en poesía. Recogiendo el premio Vázquez Montalbán, este año, hizo sin papeles un discurso increíble. Ahí tenéis un elenco de personajes que cuando se ponen a hablar... Y en varias disciplinas, porque están Bielsa y Valdano, pero hace unos días tuve el gusto de charlar un rato con Ricardo Darín y... que no calle. No hace falta hacer preguntas.
-Diego Armando Maradona... ¿qué es lo primero que recordás?
-Su llegada en el '82 fue una locura. El mejor futbolista del mundo había venido a jugar aquí. En nuestra ciudad. Y lo tenías ahí, al lado. Lamentablemente tuvo muy mala suerte, a pesar de que nos dio grandes tardes. Aquel gol de vaselina al Estrella Roja, o los partidos contra el Real Madrid, cuando dejó sentado en la misma línea de gol a un defensa como San José... No tuvo suerte; la lesión de Goikoetxea, la hepatitis, todo eso le amargó la vida. Podría haber dado muchísimo, porque luego lo demostró en Napoli. ¿Cómo hubiese sido la historia si Maradona hubiese seguido en Barcelona? Imaginate lo que podría haber hecho. Yo mantengo un grandísimo recuerdo de aquellos años: lo que vives en la infancia te marca por siempre.
El golazo de Maradona a Estrella Roja
-¿Descubriste que tan futbolero es el Papa cuando lo entrevistaste?
-No estaba muy futbolero en la entrevista, pero fuera se soltó más. Y sí que se le veía afición. A pesar de que no compartía mi visión de que Messi es Dios, sí le hacía gracia que yo lo pensara. Era algo así como ‘dilo tu si quieres, pero no hagas que lo diga yo’.
-¿Cuántas fotos tenés con... Dios?
-Jajaja..., tengo una, solo una, me da vergüenza, me pongo nervioso cuando lo tengo adelante. Sí le tomé algunas con mi hijo. Pero sólo con él, una. Me invitó Guardiola una vez al entrenamiento, que era a puertas cerradas. Ver esos entrenamientos ha sido lo más increíble; si lo que hacían en la cancha ya era increíble, lo que hacían entre ellos..., vamos, era de otro planeta. Ese día me hice una foto con Dios, y me regaló la pechera con la que se había entrenado. Me la firmó, y desde luego, la conservo.
-¿Jugará siempre en Barcelona? Aparecieron muchas interferencias últimamente.
-Siempre tenemos miedo. El club siempre vive con miedo esas circunstancias. Te voy a contar un sueño que tuve el otro día, porque dicen que los sueños que se cuentan no se cumplen: soñé con una portada donde Messi fichaba por otro club, del que no voy a decir ni el nombre, y me desperté entre sudores fríos. Y al comprobar que era un sueño, inmediatamente se lo fui a contar a mi hijo para conjurarlo. ‘Diego, Diego, mire lo que he soñado’, y lo desperté.
-¿Qué lectura hacés cuando el mundo se reverencia ante Messi y en la Argentina todavía se lo pone bajo sospecha?
-Me ha causado siempre mucha sorpresa. No lo entiendo. A pesar de que no le haya dado una Copa del Mundo, todavía, porque creo que se la dará, Leo ha hecho mucho igualmente. ¿Qué hubiese sido del fútbol argentino en estos últimos años sin Messi? Pero no sólo a nivel del rendimiento económico que pueda haber sacado la federación argentina, sino a nivel de ilusión para una afición. Tres finales, tres; de acuerdo, se perdieron, pero fueron tres finales. Y unos Juegos Olímpicos. Hay que ser justo con lo que Leo le ha dado a la Argentina.
-¿Apareció otro Messi desde hace un año? Rebelde, desafiante. ¿Más argentino y menos catalán?
-A mí me ha gustado el liderazgo que ha tomado. Se lo ha creído. Leo siempre ha mandado mucho dentro del vestuario del Barcelona, pero no hablaba y no ejercía ese liderato donde a veces también hay que ejercerlo: en las ruedas de prensa, en las presentaciones del equipo. En su primer año como capitán, en la presentación del equipo, cuando dijo aquello de que ‘vamos a traer esa copita linda’, que era la Champions, imagínate lo que fue para el socio de Barcelona. La historia terminó mal, en Anfield, pero escucharlo a Leo envalentonarse fue maravilloso, y se le ha agradecido mucho. Que ejerza el liderazgo, y ya no sólo en el campo, sino también en otros espacios. Y que fuera él, el que diese la cara en aquella rueda de prensa previa a la final de la Copa del Rey con Valencia, y después de Anfield..., también se le valoró. Estaba Gerard Piqué, Pi-qué, pero el protagonista fue él. Eso da la idea del cambio que ha hecho en esta última temporada. Por eso creo que ese nuevo liderazgo tiene que tener recompensa, y es probable que la tenga con Argentina. Soy muy optimista para Qatar, sí.
-Nunca ha hecho ni el menor esfuerzo por aprender al menos cinco palabras en catalán. ¿No te extraña?
-Pero a Messi se le perdona todo.
-Ojo, que así se crean monstruos...
-Sí, lo sé, lo sé, pero hubo un detalle que tal vez allí no se sepa: Messi colgó un día en su Instagram un video. Iba en el coche y grabó a uno de sus hijos cantando una canción catalana que se llama "Joan petit quan balla", y el hecho de ver al hijo de Messi cantando en catalán ya compensó esas cinco palabras que él nunca pronunció en catalán. En esos somos bastante agradecidos aquí por Catalunya.
-Dijiste un día: "Yo experimentaría genéticamente hasta la extenuación con Messi saltándome todos los códigos éticos y morales..."
-Claro. Piensa en lo que ha provocado Leo en la historia de Barcelona: el segundo está muy lejos. El vacío que va a dejar, incluso lo podemos notar ya. Y es muy duro pensarlo. Lo que hemos vivido con Leo, y también con la generación que lo arropó... Se celebraron 15 años de su primer gol, un gol que fue una maravilla, y ya fue simbólica la celebración, porque lo tomó Ronaldinho y se lo subió a caballito, como diciendo, ‘señores, ya lo tienen aquí’. Con Leo ha habido una liturgia que es irrepetible: como llegó, de qué manera se firmó su contrato, de qué manera vivió aquí con altísima nostalgia por lo que había dejado atrás... Se ha fraguado una leyenda. Tiene un punto de liturgia. Ojalá que nunca se vaya, pero claro que le perdonaríamos si deseara terminar su carrera en Newell’s.
-¿El duelo con Cristiano lo hizo mejor?
-Se echan de menos ahora; cuando declaran, se extrañan.
-Cristiano se animó a reinar también en otras ligas. ¿No habrá algo de pereza en Messi?
-Bienvenida entonces la pereza. Creo que encontró su lugar en el mundo, aquí, y no me preguntes por qué. No sé, podría arriesgar, probar otras ligas, lo que ha hecho Cristiano, o lo que ha hecho Guardiola, que ha conseguido algo completamente inédito: triunfar en Alemania y en la Premier con una escuela diferente a sus raíces históricas. Pero Leo, durante muchos años, cómo iba a pensar en irse teniendo al lado a Xavi, Iniesta... Ahora se le puede pasar más por la cabeza, está claro que el Barcelona no tiene la plantilla que tuvo, pero a pesar de eso, él sigue reinventándose. Tiene una fascinación por el balón que no he visto en ninguno. Y sigue encontrando su lugar, sigue encontrando la manera de dosificarse para estar a tope en el momento clave del partido. Eso no está al alcance de nadie más.
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