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Copa Libertadores: por qué es más preocupante para Boca su ineficacia que la falta de gol del Nº 9
Después de cinco fechas en la etapa de Grupos de la Copa Libertadores, Boca tiene 11 puntos. Después de Liga de Quito, Racing y Nacional, con 12, es el equipo que más sumó. Es líder de zona, la H, y de visitante cosechó 7 de las 9 unidades en juego. Recibió apenas un gol en contra, es decir que en cuatro cotejos mantuvo su valla invicta. Sin embargo, se le cuestiona un asunto puntual: su centrodelantero no convierte.
Pero hay un dato más preocupante: Según datos de OPTA su efectividad es de apenas el 12 por ciento. En lo que va de esta Copa, remató 76 veces al arco y sólo hizo 7 goles.
A diferencia de lo que pudo haber pasado en este siglo con goleadores de raza, como Martín Palermo o Darío Benedetto, los roles de Franco Soldano y Carlos Tevez son otros. El primero realiza un trabajo deslucido, sucio, poco vistoso, gracias al cual el Apache puede jugar suelto por todo el frente de ataque, o incluso tirarse unos metros más atrás para pivotear. Claro que situaciones como la de anteanoche, donde el cordobés definió al cuerpo del arquero un mano a mano inmejorable, pueden levantar el murmullo, que en tiempos de coronavirus no son presenciales sino virtuales. A distancia. Desde atrás de la pantalla de un celular y a través de la reina madre de las ovaciones y descalificaciones exprés: Twitter.
Lo cierto es que el único gol que marcó un centro delantero de los 7 que hizo Boca en estas primeras 5 fechas de la Copa, lo firmó Ramón Ábila. Fue el primero de la campaña, en el 1 a 1 ante Caracas en Venezuela. Cinco fueron anotados por Salvio y restante Emanuel Reynoso, que ya emigró. Ni Tevez, ni Soldano, ni Bou, ni Zárate (si todos ellos son considerados centrodelanteros) pudieron anotar hasta el momento.
Pero, ¿qué tan grave es que los goles lleguen mediante futbolistas que se desempeñan en otros sectores del campo de juego y no por el que ocupa el rol de faro del área? Por lo pronto, desde la estadística no hay objeciones. Además del ya destacado asunto de que apenas recibió un tanto, el equipo ganó tres partidos e igualó dos, y ya se aseguró un lugar en los octavos de final como primero de su grupo.
En esta reanudación copera poscuarentena, la ausencia de Wanchope se notó. No en la formación titular, pero sí como variante más que válida en el banco. Desde allí, el exHuracán siempre supo aprovechar sus oportunidades. Incluso cuando debió pelearle codo a codo el lugar a un goleador voraz e implacable: Darío Benedetto.
En el fútbol no hay reglas o fórmulas exitosas preestablecidas. A lo largo de la historia de este deporte hubo equipos que se consagraron con un claro goleador (Batistuta, Ronaldo, Cristiano o Luis Suárez, por citar algunos ejemplos internacionales) y otros donde el que usó la camiseta con el número 9 no anotó, como sucedió con Olivier Giroud en Rusia 2018, donde no marcó ni un tanto e igual Francia se consagró campeón del mundo.
Lo que marca la historia
En el caso de Boca, la historia desafía a los que cuestionan la falta de gol de sus centro delanteros. En la primera Libertadores ganada por el club de la Ribera en 1977, los delanteros eran Carlos Toti Veglio y Daniel Pavón. Anotaron un tanto cada uno. En total fueron 10. ¿El goleador? El defensor central Roberto Mouzo, con 3 conquistas…
Al año siguiente, el conjunto xeneize defendió su corona continental sin que ninguno de sus centrodelanteros convierta. Otra vez señaló 10 goles, repartidos entre Ernesto Mastrángelo (puntero derecho, 3), Carlos Salinas (volante ofensivo, 3), Hugo Perotti (puntero izquierdo, 2) y Miguel Bordón (marcador de punta, 2).
Cuando 22 años después Boca volvió a hacer cumbre en América, sus Nº 9 no solo convirtieron con frecuencia, sino que superaron con creces el enorme desafío de disimular la ausencia de Martín Palermo. En el 2000, Alfredo Moreno y Antonio Barijho marcaron seis cada uno. Arruabarrena, con 5, los escoltó. En total, ese equipo dirigido por Carlos Bianchi marcó 30 goles en 14 partidos, con un promedio al menos dos por juego.
Uno de los tres goles de Mouzo (defensor) en 1977
El bicampeonato del Virrey, en 2001, tampoco tuvo un delantero de área goleador. Con menos tantos anotados (20), los máximos artilleros fueron Marcelo Delgado y Guillermo Barros Schelotto, con 5 cada uno. Fernando Pandolfi y Antonio Barijho, los centro atacantes de ese plantel, contribuyeron con apenas un gol cada uno.
En 2003 sí hubo presencia en la red del que, en teoría, tiene la obligación de marcar la mayor cantidad de goles de su equipo. Entre Carlos Tevez (5) y el Chango Moreno (3) hicieron 8 de los 29 que hizo aquel equipo. Sin embargo, el máximo anotador fue un intratable Chelo Delgado, que anotó 9 sin ser delantero centro.
Por último, en 2007 y con Miguel Russo como entrenador, Boca disfrutó de un Juan Román Riquelme en toda su dimensión. El Nº 10 hizo 8 goles de los 25 convertidos en esos 14 juegos. El doble que su goleador histórico, Martín Palermo, que sumó 4.
En resumen: de las seis copas Libertadores que ganó hasta aquí Boca, en apenas una (2000) el goleador de esa campaña fue su centro delantero.
Lo que sí está fuera de discusión es que el equipo de la Ribera debe mejorar, y mucho, en la definición. Anote quien los anote y los erre quien los erre, son demasiadas las oportunidades desaprovechadas.
A partir de octavos de final, cualquier error se paga con la eliminación. Y en el fútbol, la incapacidad de convertir goles es uno de los pecados más grandes.
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