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Leopoldo Luque: "Acá se van a ver dos equipos con pretensiones. Y si pasamos… a atajarse"
Pasaron 40 años del último partido de la Argentina ante Francia en un Mundial. Y para Leopoldo Jacinto Luque no fue una noche más: marcó un golazo para el 2-1 que le dio la clasificación a la selección sin saber que su hermano había fallecido por la mañana en un accidente automovilístico cuando viajaba para decir presente en el Monumental. Nadie le avisó: su padre, Leopoldo Jacinto, dio la orden de que no se enterara para que pudiera jugar tranquilo. Recién se lo comunicaron a la madrugada siguiente.
"Yo me hubiera ido para estar cerca de mis padres y no hubiera jugado. Pero agradezco el apoyo del momento. Pese a la tristeza, pude llevar un poquito de alegría", recuerda Luque en diálogo con LA NACION, a horas del tercer enfrentamiento mundialista entre la Argentina y Francia. Motivado por lo que dejó el triunfo ante Nigeria en Rusia 2018 , el exfutbolista se zambulle en la competencia actual, pero también se aferra a los flashes del recuerdo de aquel histórico Mundial de Argentina ‘78.
–¿Qué recuerda de aquel partido?
–Tengo dos recuerdos claros. El primero es que hice uno de los mejores goles de mi vida en un momento en el que necesitábamos ganar si o si porque después venía Italia y con ese gol clasificamos. Y el otro es que mi hermano, cuando venía desde Santa Fe a la mañana para ver el partido, tuvo un accidente a la altura de San Isidro y se mató. Algo inolvidable que, si bien pasó mucho tiempo, lo tomé como algo que tenía que suceder. Eso fue lo que me dijo mi viejo.
–¿Cómo afrontó la situación en ese momento?
–Mi papá dio órdenes de que no me avisaran. Por la lógica de los sentimientos, yo me hubiera ido para estar cerca de mis padres. Agradezco a todo el mundo que me apoyó. A pesar de la tristeza de mi familia, pude llevar un poquito de alegría.
–¿Fue un antes y un después el duelo con Francia?
–Esa noche tuve una luxación de codo. Ya iba a ser difícil que pudiera jugar el siguiente partido y, además, pasó lo de mi hermano. Así que me fui y no jugué con Italia. Cuando cambió la sede y nos fuimos a Rosario, el primer partido contra Polonia lo vi en mi casa y volví después. Hablé con la familia y me alentaron mucho. Menotti me apoyó mucho también. Trabajé con un vendaje especial que me hizo el doctor Oliva. No sentía tanto dolor. Pero si me caía, el codo se me iba a salir.
–Otro mundo y otro fútbol…
–Sí y cuando volví con Brasil, el hombro todavía me molestaba, no estaba 10 puntos. Y fue un partido a pura patada. Terminé como un boxeador: el defensor Oscar me pegó un codazo cerca de la ceja y me dejó un huevo negro enorme. En el entretiempo me tuvieron que hacer un corte para sacarme la sangre. Pero no quise salir.
–¿Cree que eso podría pasar ahora?
–El fútbol de antes era más agresivo. Hoy hay tantas cámaras y tantas maneras de ver si uno se porta mal, antes no… era muy criollo. Un tipo te pegaba un codazo, salía corriendo y pasaba. Era malintencionado, especialmente en los clásicos: no aceptaban que un tipo que andaba bien y estuviera cómodo. Pero los que están ahora también podrían jugar antes, porque el jugador se adapta a la época. Y nosotros también podríamos jugar ahora. Cuando un hombre nace con una virtud o un talento, se adapta y progresa.
–¿Cómo era la relación con Menotti?
–Con el Flaco nos llevábamos todos de forma fenomenal. Si tenías un problema, se lo decías. A todo le hallaba solución. Esa relación jugador-técnico es muy importante. Y Menotti tenía un gran manejo del grupo.
–¿Hablaban con él? ¿Opinaban abiertamente?
–Sobre la formación y el equipo no opinábamos. Cuando vos aceptás estar en la selección, hay un montón de cosas que tenés que tener. Y una es respeto. Es lo mismo que si soy empleado de una fábrica y el gerente me da una indicación. Por eso nunca intentamos poner a nadie. Yo nunca opiné. Tenía códigos y era buen compañero.
–¿Cómo debe ser la relación del DT con el jugador?
–Hay que tener un buen diálogo y respeto. El Flaco estaba al tanto de todo, sabía cómo iban a jugar todos los rivales, preparaba el partido y lo respetábamos. Eso hizo que rindiéramos al máximo sin ser un grupo con demasiada experiencia. No sé si éramos los mejores, esos eran Fillol, Passarella y Kempes. Pero le metíamos garra y corazón, nos ayudábamos entre todos y hablábamos como compañeros.
–¿Qué recuerdo se le viene a la mente de Menotti?
–Yo fui uno de los primeros a los que les comunicó que iba a ser titular. Me lo dijo en enero. Me lo encontré en Mar del Plata, de vacaciones. Fuimos a tomar un café a la noche y charlamos de fútbol. En esa charla me dice: "Usted, cuando arranque el Mundial, va a ser el centro-delantero titular y el capitán o subcapitán, que lo vamos a decidir más adelante; pero va a ser titular si o si". Y no se lo comenté a nadie, trabajé y practiqué al máximo como si no me hubiera dicho nada.
–¿Los conflictos con la prensa se parecían a los de hoy?
–Nosotros tuvimos un encontronazo con el periodismo, pero no por el juego, sino porque trataban de imponer a algunos jugadores que habían quedado afuera. Y queríamos defender al grupo. Hay que entender que el DT no es que no quiere citar a algún jugador que está pasando un buen momento, sino que quizás elige a alguno que mejor interpreta sus ideas. Ese es el error de algunos jugadores y periodistas.
–¿Cómo ve a la selección hoy?
–Con esto que les tocó vivir, el gran susto de quedar afuera… se mentalizaron y se unieron. No fue brillante el partido con Nigeria, pero el primer tiempo se jugó muy bien. Rojo hace un gol de centrodelantero… en el final la audacia fue total y me encantó. Te juro por Dios que se me caían las lágrimas cuando Messi se le subió encima a Rojo y se abrazaron todos, hasta los suplentes. Eso es sinónimo de que hablaron, se juntaron y quieren sacar esto adelante.
–¿Qué análisis hace de todo lo que ocurrió?
–Las fallas ocurren porque no hubo mucho tiempo para practicar. Por ejemplo, el otro día Armani debutó... El fútbol es trabajo. Si vos tenés tiempo, podés armar un plan A, B y C.
–¿Y de Messi?
–Me parece que entendieron que no hay que depender de un solo jugador. Es buenísimo tenerlo porque con un descuido hace lo que hizo: un gol para un cuadrito. La frenó con el muslo como con la mano, hizo una recepción direccionada y la pelota fue para donde él quiso. Fue extraordinario. Volvió el monstruo. Con que aparezca dos o tres veces, uno o dos goles te hace. Los demás tienen que colaborar y ayudarlo.
–¿Cómo ve el partido con Francia?
–Lo que me gusta es que ellos tienen un fútbol similar al nuestro, no son tan picapiedras. Por naturaleza, Francia siempre intentó jugar bien. Acá se van a ver dos equipos con pretensiones. Y si pasamos… a atajarse, ojo.
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