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Leandro Paredes, Rodrigo De Paul y Giovani Lo Celso: análisis de un medio campo como para que la selección siga creciendo con el estilo que impone Lionel Messi
Para el pedido constante de Messi de juntarse alrededor de la pelota como estilo identificable del equipo, la combinación De Paul-Paredes-Lo Celso aporta todos los ingredientes
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No resulta nada fácil analizar futbolísticamente el nuevo capítulo escrito por la selección en las eliminatorias. Por un lado, porque la verdadera medida de un equipo de fútbol también la dan los rivales y la suspensión del partido frente a Brasil nos dejó sin la prueba más seria. Y por el otro, porque el actual estado de euforia condiciona rendimientos individuales y colectivos.
Como le ocurre a todas las selecciones, Argentina carece de los tiempos de entrenamiento necesarios para lograr progresos concretos y duraderos en el funcionamiento general. Sus actuaciones, ya sea en las ventanas FIFA o en las competencias cortas, dependen más de las circunstancias, los detalles y la gestión del momento que de la perfección futbolística. Pero aun así, y pensando en el futuro, pueden rescatarse virtudes y defectos que quedaron expuestos ante Venezuela y Bolivia.
Quiero centrarme hoy en la base de operaciones del equipo, es decir, la mitad de la cancha. Desde la llegada de Lionel Scaloni, la selección abandonó aquella pareja Javier Mascherano-Lucas Biglia -que si bien sumaba en muchos aspectos no era complementaria en otros, como darle más volumen al juego-, para inaugurar una etapa donde se ha afianzado la dupla Leandro Paredes-Rodrigo De Paul, lo cual da una idea de la pauta que quiere establecer el entrenador y de lo que pretende trazar el equipo en la cancha.
En el fútbol actual las funciones se han extendido. A un jugador no le alcanza con una sola cualidad, necesita tener un mayor conocimiento del juego para abarcar más rubros sin perder eficacia. Paredes y De Paul rellenan muy bien esos casilleros. Tal vez de manera más evidente De Paul, un futbolista muy solidario, de esos que siempre está cuando cualquier compañero mira hacia el costado, porque presiona para recuperar, se ofrece como salida, llega al área rival, tiene despliegue, tiene pase, le pega bien al arco y de algún modo simboliza este presente armónico, triunfal y de buena química que vive el equipo.
El caso de Paredes es distinto. “Si mando a un jugador que no es especialista a defender una estancia es una cosa, si le digo que lo haga en dos metros cuadrados es otra”, explicó alguna vez Johan Cruyff, y en el caso del 5 del París Saint-Germain el precepto se cumple a la perfección. Paredes es un 5 más de construcción que defensivo, que quita por intuición e interpretación del juego antes que por genética, pero es más dependiente del funcionamiento global del equipo para sacar a relucir sus cualidades y que no queden expuestas sus carencias.
La selección es todavía un equipo al que en determinados momentos le cuesta jugar en bloque, que no achica bien los espacios cuando pierde la pelota en ataque y queda muy largo, con los defensores demasiado lejos. Es cierto que cuando se tiene tanto talento y capacidad para desnivelar arriba -más ostensibles ante adversarios como Bolivia o Venezuela- es muy difícil achicar continuamente para respaldar una posible pérdida en una pared tirada a toda velocidad, pero el resultado es que el rival puede disfrutar de ratos donde no solo gobierna el partido sino que se encuentra contra una Argentina a la que le cuesta contener en defensa.
Es en esas circunstancias donde a cualquiera que se mueva por la zona central se le hace un mundo la tarea de recuperación. Más aún para alguien que no es un especialista. La capacidad para cortar es un hábito, un concepto que si bien precisa de cierta dosis de talento se puede ir adquiriendo. En ese trámite se encuentra Paredes. A su favor, en cambio, está el valor agregado de la calidad de su primer pase una vez que recupera. ¿Cuánto tiempo puede estar desmarcado un jugador como Messi? ¿Un segundo, a lo sumo dos? La gran virtud de Paredes es pensar rápido y tener la lucidez suficiente para meter un pase puro, firme, que encuentra libre al receptor y atraviesa al rival antes de que pueda recuperar la posición defensiva. El tránsito a ser cada vez más 5 lo está haciendo sin perder el 10 que lleva adentro, una virtud que compensa largamente las carencias que puede exponer en determinadas situaciones.
Le resta a la selección completar la pata izquierda del medio campo, donde Giovani Lo Celso no parece contar con el aval total del entrenador para crecer en autoestima y hacerse dueño de un puesto para el que se me ocurre que es el jugador ideal. Sin el vértigo o la dinámica de otros, Lo Celso tiene cerebro, imaginación, pausa, y visión panorámica en los 30 metros finales. Su ratificación como titular quizás podría permitirle al equipo repartir mejor el juego por las dos alas (la presencia de Ángel Di María y la tendencia de Lionel Messi por caer hacia ese lado suelen volcarlo hacia la derecha) y darle más fluidez a la elaboración.
Para el pedido constante de Messi de juntarse alrededor de la pelota como estilo identificable del equipo, la combinación De Paul-Paredes-Lo Celso aporta todos los ingredientes. El tiempo dirá si es la base para hacer crecer al equipo cuando vayan pasando estos meses de euforia.
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