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Lisandro Magallán: "No soy más que nadie por el solo hecho de ser jugador de fútbol"
Mientras estudia Abogacía en la Universidad de La Plata, en su tercer ciclo en Boca el Nº 6 disfruta de su presente como titular y del hecho de que no lo reconozcan por la calle
La titularidad en la defensa de Boca no le desacomodó su vida cotidiana. Lejos del paradigma de fiereza que los manuales de historia del club de la Ribera le exigen a un zaguero, Lisandro Magallán es un chico más en jeans y zapatillas de lona, con una sonrisa contagiosa que surge en su rostro con tanta frecuencia como espontaneidad. Así camina por las calles de La Plata. Como un completo desconocido. Capaz de marcar por la mañana a Darío Benedetto en un entrenamiento en Casa Amarilla y por la tarde sentarse en un aula de la Facultad de Derecho de la ciudad de las diagonales rodeado de apuntes de leyes y jurisprudencia.
Con sólo 23 años ya tuvo tres ciclos en Boca y lo dirigieron entrenadores de variadas veredas futboleras, como Diego Cocca, Ángel Cappa, Julio César Falcioni, Miguel Ángel Russo, Pedro Troglio, Ariel Holan y los Mellizos Barros Schelotto . Luego de la goleada ante Godoy Cruz 4-1, que marcó su décimo partido oficial consecutivo en el primer equipo, el Nº 6 de Boca exhibe toda su frescura en la charla con LA NACION.
–¿Qué cambió en tu vida desde que sos titular? ¿Te saludan más, te frenan en la calle, te piden muchas fotos?
–(Hace un silencio y se ríe con ganas). La verdad es que ¡no cambió nada! No soy de los jugadores más conocidos. Por suerte, porque soy de los que creen que tanta atención sobre lo que hace uno puede ser contraproducente. En La Plata puedo andar tranquilo por el centro que no pasa nada. No te podría decir qué se siente que me paren por la calle o me pidan fotos porque no me ocurre.
–Pero el futbolista de hoy está muy expuesto. ¿Esto hace que en tu vida cotidiana tomes algún recaudo?
–Trato de llevar una vida normal. Tengo el mismo grupo de amigos que tenía antes de empezar a jugar. Y me apoyo mucho en mi familia y en Dios. Tengo claro que no soy más que nadie por el sólo hecho de ser jugador de fútbol, de hacer lo que hago. Soy simplemente una persona que trabaja de futbolista, como otros tienen sus respectivos trabajos. Gracias a Dios hago lo que me gusta, ando tranquilo y disfruto de eso.
–Te fuiste dos veces a préstamo, ¿Soñabas con este presente en Boca?
–No me sentí suplente cuando estaba en la última fila y tampoco me siento titular ahora. El semestre pasado, a medida que se iba terminando el campeonato, la posibilidad de jugar la veía lejana. Pero nunca bajé los brazos para poder responderle a mis compañeros cuando llegue la oportunidad, que por suerte llegó.
–¿Fueron injustas las críticas al desempeño defensivo en el torneo que ganaron?
–La última línea queda expuesta por la forma de jugar que tenemos. Son los riesgos que asume un club grande. Si se analiza el trabajo en los 90 minutos puede que sea muy bueno. Pero si el rival tiene una y termina en gol, al final te juzgan por esa única jugada.
–¿Cuántos problemas defensivos resolvió Barrios?
–Los centrales solemos estar parados cerca de la mitad de cancha y su auxilio ayuda mucho. El Negro es una carta importante a partir del despliegue físico que tiene y de su capacidad de marca, de ubicación. Ayudó a la parte defensiva porque, en el intento de ser protagonistas y ofensivos, atacamos mucho.
–¿Cómo te sentís con Paolo Goltz en estos primeros partidos juntos?
–Es un gran refuerzo. Suma tener en el fondo a un jugador de tanta experiencia. A medida que vas entrenando y jugando te vas conociendo mejor con tu compañero.
–Da la sensación de que en este torneo pueden jugar aún mejor que en el anterior. ¿Lo ves así?
–Sí. La idea es seguir creciendo, mejorando cada partido. Y me parece que con el paso del tiempo, la idea del técnico se ve cada vez más fuerte en el equipo.
–Te saco de Boca y te llevo a Río 2016. Más allá del contexto, ¿cómo fue la experiencia olímpica?
–Deportivamente fue lo mejor que me pasó, pero futbolísticamente no. Los resultados no fueron los que esperábamos. No nos fue bien. Pero valoro el hecho de estar en la villa olímpica, ver cómo se entrenan otros atletas, muchos de ellos de disciplinas amateurs. De poder charlar con otros atletas de la Argentina, conocer y ver como son otros deportes. A ese nivel fue lo mejor que me pasó. Pero nosotros no fuimos a Brasil a conocer o a vivir las experiencias de otros, sino a vivir la propia. Y no pudimos hacer lo que queríamos. Lamentablemente no representamos bien al país. Creo que las derrotas te dejan mucho aprendizaje, y a medida que va pasando el tiempo voy recordando cosas y viendo situaciones en las cuales tal vez debería haber hecho otra cosa.
–Era difícil imaginar un éxito deportivo por cómo venía planteado el asunto…
–Puede ser. Cuando empezamos a entrenar con la selección, el primer día éramos nueve o diez jugadores. Pero cuando entramos a la cancha fuimos once contra once, y nosotros perdimos en la cancha. No afuera. Los resultados no se nos dieron. Por ahí una derrota te deja mucho más aprendizaje que una victoria, aunque también te deja mucho dolor.
–Y al margen del fútbol, ¿pudiste disfrutar de otro deporte o deportista?
–Haber estado en la villa olímpica nos permitió ver un día cómo se entrenaba Novak Djokovic, que en ese momento era el Nº 1 del mundo, y fue una linda experiencia. Ir al gimnasio y ver a los distintos atletas. Ver a un pesista, a un boxeador, ver a las chicas de gimnasia cómo se entrenaban, los jugadores de rugby, de remo. Los corredores… Verlos entrenar era increíble. O ver a la delegación española almorzando y que aparezca Rafael Nadal y se siente con su bandejita, como uno más. O que estés comiendo y aparezca Michael Phelps. Todos eran uno más. Esas son personas que te despiertan admiración, y que al fin y al cabo son como nosotros, con la diferencia de que son unos fenómenos en lo que hacen.
–¿Seguís estudiando abogacía?
–Sigo (se ríe). En la medida que puedo, voy estudiando. Cuando tengo tiempo para cursar materias, las curso. En la facultad cada uno está en la suya. No es que todos me señalan y dicen “ahí va el jugador de Boca”. Es muy lindo ir a cursar y compartir con un pibe de mi edad lo mismo. Y a lo mejor él está pensando en el parcial del jueves, y yo en el partido del domingo, je.
–Te habrá pasado más de una vez entrenarte a la mañana, y a la noche fuiste a cursar
–Es lo más común. O días de exámenes, en los cuales mis compañeros se pasan todo el día estudiando, y yo estoy en la práctica y después nos juntamos para ir a rendir.
–¿Ir a la facultad te sirve como un cable a tierra?
–Totalmente. Aparte la carrera me gusta, y la facultad me permite rendir libre, entonces cuando no puedo ir a cursar, estudio en casa y voy el día del examen. Todo eso me sirve para poner la cabeza en otra cosa. Acá, a cualquier hora prendés la tele, o la radio o una red social, y se habla de Boca las 24 horas. Poder salir de eso, leer un libro de la facultad, estudiar o hablar temas del examen, me despeja. Igualmente lo importante para mí es el fútbol. El estudio es algo que hoy resulta más un hobbie, que hago cuando tengo tiempo. No voy a sacrificar nada del fútbol por ir a estudiar. Me ha pasado de que me coincidan exámenes con horarios de entrenamiento o partidos, y si tengo que ir a entrenar, voy a entrenar.
–Seguís el legado de tu papá. Fútbol y leyes.
–Fútbol y leyes. Él lo llevaba más en serio lo del estudio, aunque habría que ver cuál de los dos tiene el mejor promedio, eh... (se ríe). Por lo que dice él, le iba muy mal. Y si bien a mí tampoco me va tan bien, al 4 rasposo siempre llego (carcajada).
–¿Llevás los apuntes a los viajes con Boca?
–Muchas veces ni los toco, pero los llevo. Porque por ahí tengo un tiempo libre y aunque sea un poquito, media hora, es mejor que nada. Aunque en general en los viajes prefiero disfrutar de las relaciones humanas que podés encontrar y construir en una concentración, Si estoy leyendo y viene un compañero con el mate, guardo todo y me voy a tomar mate.
–Siempre estás de buen humor, con una sonrisa. ¿Qué cosas te sacan del eje, te enojan?
–No suelo enojarme. Sí me fastidio mucho conmigo mismo cuando las cosas no me salen. Tengo una autocrítica muy fuerte. A veces, demasiado. Pero con los demás trato de ser paciente y tolerante, porque sino la convivencia en un grupo de trabajo con tantas personas se haría difícil.
–¿Pero disfrutás del presente o siempre estás cuestionándote qué podrías haber hecho mejor?
–A veces me pasa que cuando algo no me sale bien en una práctica me voy enojado. Aunque se me pasa a los cinco minutos. Trato de tomar todo con cierta alegría. Estoy en el mejor club de la Argentina. Desde que llegué acá estoy cumpliendo un sueño todos los días. Y trato de disfrutar del club, de los compañeros, de lo que es Boca. Tenemos un grupo excelente. Son motivos más que suficientes para estar contento
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