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Las Palmas vs. Tenerife: la historia del clásico que altera la pacífica vida de las Islas Canarias y puede definir un ascenso en el fútbol español
La rivalidad paraliza la ciudad; los dos equipos quieren escribir una de esas historias que nutren el fútbol mundial
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A unos se les apoda chicharreros y a los otros, canariones o pío-pío. A unos los identifica el blanco; a los otros, el amarillo; los dos incluyen el azul del mar como complemento. Comparten pasado y peculiaridad geográfica. Descienden de pobladores originarios llamados guanches, fueron conquistados por los españoles en el siglo XV y ocupan unas islas que en un principio recibieron el nombre de Afortunadas y hoy todos conocemos como Canarias. Pero a partir de ahí las aguas empiezan a dividirse. La competencia abarca todos los ámbitos, desde la alta política a la preparación más sabrosa del mojo picón o las papas arrugadas, aunque tal como ocurre en infinidad de latitudes, nada la exacerba más que una pelota rodando sobre el césped.
El Club Deportivo Tenerife y la Unión Deportiva Las Palmas escriben una de esas historias que nutren el fútbol mundial de grandes rivalidades, duelos con protagonistas que no tienen vitrinas repletas de títulos ni hinchadas gigantescas, pero que se viven con idéntica intensidad. No acaparan portadas más allá del ámbito local, no convocan audiencias millonarias, pero cada enfrentamiento es una cita de honor, y si llega a darse en una de esas instancias decisivas destinadas a quedar para siempre en la memoria ya es el no va más.
En estos días, Las Palmas y Tenerife dirimen una de las semifinales de la promoción de ascenso a La Liga, un hecho que se da por primera vez en más de 70 años de historia en común. Los tinerfeños ganaron 1-0 el primer round en su cancha, la revancha se jugará este sábado en el estadio Gran Canaria, y pese a que al vencedor le quedará todavía un último paso para intentar meterse en la élite del fútbol español, este acontecimiento inédito enciende aún más el siempre cálido ambiente del archipiélago.
“Esto es más que un derbi”, resumía Miguel Concepción, presidente del Tenerife, en cuanto se cerró la última fecha del torneo de Segunda y el mano a mano quedó estampado en la chapa. “Los esperamos en nuestra casa, donde 90 minutos son muy largos”, desafió apenas concluyó el partido de ida Jonathan Viera, capitán y estrella de Las Palmas, emulando la histórica frase de Juanito, ídolo del Real Madrid de los años 80.
Un clásico con historia que paraliza a una Isla
La pica viene de muy lejos, desde los tiempos coloniales, cuando las dos islas mayores de las siete que componen las Canarias se disputaban ser el centro económico y político de ese apartado lugar en medio del Atlántico. La cuestión solo se resolvería con un reparto salomónico cuando en 1982 se constituyó la actual Comunidad Autónoma. Así, Santa Cruz de Tenerife y Las Palmas de Gran Canaria comparten una capitalidad que va cambiando de sede con cada gobierno y tiene la particularidad de que el vicepresidente de turno atiende en la ciudad contraria. El Poder Legislativo se asienta en territorio tinerfeño, el Judicial lo hace en el grancanario, y la distribución continúa hasta en los más mínimos detalles. Aunque eso nunca ha evitado las quejas.
¡Buenos días, #blanquiazules!
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Dentro de la cancha, y pese a que siempre existió cierto nivel de colaboración institucional entre los clubes, nunca hubo acuerdo posible. “En las pretemporadas se jugaban dos amistosos, uno en cada isla, y eran partidos a muerte, daba igual en qué categoría estaba cada equipo”, recuerda Miguel Ángel Brindisi, quien fue figura de Las Palmas en los años 70, cuando el conjunto canarión hizo historia y fue subcampeón de Liga y de Copa del Rey con un plantel donde brillaron los argentinos Daniel Carnevali, Enrique Wolff, Carlos Morete, Teodoro Fernández y Pedro Verde.
“Este detalle vale para entender la rivalidad”, comenta Carmelo Díaz Almeida, taxista de la capital grancanaria: “En 2014 perdimos el ascenso de una manera insólita. Hubo invasión de campo antes de tiempo, el partido continuó cuando la gente volvió a las tribunas y en los minutos que faltaban el Córdoba nos hizo el gol que nos dejó en Segunda. Unos días después, el Tenerife anunció el fichaje de Uli Dávila, el jugador que nos hizo ese gol. Jugó muy poco y a los cuatro meses ya se había ido”, relata este fiel seguidor del conjunto amarillo.
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En todo caso, y salvo por algunos incidentes entre los más fanáticos, los choques entre los hinchas no suelen pasar a mayores. Como dice Brindisi: “No podemos comparar con lo que pasa en la Argentina porque en el fondo son hermanos. Incluso cuando uno de los dos está en Primera hay hinchas que viajan a la otra isla para ver algunos partidos”. Diego Latorre, quien jugó en el mejor Tenerife de la historia, coincide en el diagnóstico: “Acá estamos acostumbrados a la rivalidad como enfermedad, es casi sinónimo de odio. Allá es mucho más pacífico. Sí, es cierto que los clásicos son hechos puntuales que generan cierta vibración dentro de la calma y la armonía en la que se vive todos los días”.
Estadísticamente hablando, todos los números favorecen a los pío-pío: 34-13 en temporadas jugadas en Primera (solo coincidieron una vez, es decir que jugaron apenas dos partidos en la máxima categoría); 3-2 en participaciones en copas europeas; 25-16 en triunfos en partidos oficiales y 8-1 en eliminatorias en Copa del Rey. Una de estas últimas, la de 1995, es de las más recordadas. El Tenerife vivía su etapa dorada. En sus filas se destacaban argentinos como Fernando Redondo, Juan Antonio Pizzi, Oscar Dertycia, Ezequiel Castillo, José María Buljubasich y el propio Latorre, y en el banco se sentaban Jorge Valdano y Ángel Cappa. Las Palmas militaba en tercera categoría. Los dos partidos acabaron 0 a 0 y en los penales terminó ganando el más débil. “Para ellos fue una pequeña vendetta; para nosotros fue un lunar, una pequeña frustración dentro de una muy buena campaña y la gente tampoco lo tomó como un drama”, recuerda Latorre.
La anécdota demuestra que, como en todo clásico, los antecedentes sirven de poco. Las Palmas ganó los dos choques durante el actual campeonato y llegó a la semifinal después de una espectacular racha de 12 encuentros sin derrotas (10 victorias y 2 empates). Tenerife arrastraba 3 caídas al hilo. Sin embargo, no falló en el Heliodoro Rodríguez López de Santa Cruz y ahora la revancha promete ser una caldera...a la medida de las Canarias.
Con las 32.500 localidades del estadio agotadas, la ebullición se palpita en las calles. “En Tenerife se vivió con mucha pasión porque están celebrando el centenario del club y quieren que el ascenso sea la guinda de la torta, pero aquí se ha despertado una fiebre que hace años no se veía”, afirma Carmelo, que por supuesto ya tiene su entrada para el sábado. “Aunque para ser sincero, hubiese preferido otro rival. No vaya a ser que nos terminen ganando”.
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