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Las dos caras de River en Brasil: de los problemas defensivos al cambio en los resultados de la historia moderna
El empate con Fortaleza 1-1, por la Copa Libertadores, evidenció déficit en la última línea que fueron salvados por Armani, la gran figura; la estadística mejorada con Gallardo en el país vecino
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Jerarquía. Franco Armani es jerarquía. Un arquero de primer nivel que se potencia en las condiciones menos agradables. Cuanto más lo necesita el equipo, más responde. Cuanto más difícil parece el contexto, más se agranda. Y aunque puede tener un traspié lógico de un futbolista que hace más de ocho años se sostiene en la élite del fútbol sudamericano, las noches de Copa Libertadores parecen su hábitat perfecto. El lugar en el que más cómodo se siente. Anoche, en Fortaleza, ante un imponente Estadio Castelão, el nacido en Casilda mostró lo mejor de su repertorio y sostuvo a River para rescatar un empate 1-1 ante Fortaleza que lo deja muy bien posicionado en el Grupo F. A los 35 años, y con el Mundial de Qatar a la vuelta de la esquina, sigue demostrando su nivel de selección y su vital importancia en el equipo de Marcelo Gallardo.
La tarea de Armani tiene dos facetas. La positiva es que el equipo tiene un sostén vital en el arco que siempre da la cara. Y la negativa es que sus apariciones desnudaron la dinámica de un partido tan incómodo como dificultoso en Brasil. Ya en el inicio, River recibió un cachetazo tempranero e inesperado. A los cuatro minutos, Fortaleza abrió el marcador con un golazo de arco a arco que terminó con pared entre Lucas Crispim y Lucas Lima por la zona izquierda, centro atrás y definición con el arco libre de Silvio Romero.
Lo mejor del partido
El 1-0 inicial fue un síntoma del inicio de un encuentro en el que el equipo brasileño quiso -y pudo- imponer condiciones por su necesidad: había sumado un triunfo y dos caídas en las primeras tres fechas de la Copa y está último en el Brasileirao con tres derrotas iniciales. Pero River parecía reaccionar rápido. A los 14 minutos, Enzo Fernández metió un gran pase filtrado hacia al área para Tomás Pochettino, quien se desmarcó con velocidad para ganarle la espalda a Marcelo Benevenunto. Así, el defensor le cometió un claro penal al volante que también expuso un claro desorden defensivo de un equipo brasileño con dos caras muy diferentes: una voraz cuando ataca, otra endeble cuando retrocede. El propio Fernández cambió el penal por gol y anotó el 1-1 para seguir haciendo crecer su estadística: convirtió los cinco que remató en el club.
Pese al empate, el equipo de Gallardo no pudo acomodarse con facilidad y el juego le costó más de la cuenta. Con el habitual esquema 4-1-4-1 inicial que por momentos viró a un 4-2-3-1 con Fernández más cerca de Enzo Pérez, fue un equipo muy largo, con mucha distancia entre sus líneas y le ofreció mucho terreno a Fortaleza para lastimar, al punto tal que debió aferrarse todo el primer tiempo de Armani para sostener el resultado. Y la terminó pasando mal.
El arquero fue la figura descollante del partido con mucha distancia sobre el resto. Tuvo una actuación descomunal para mantener vivo a su equipo en Brasil con cuatro atajadas espectaculares. Primero, a los 24′ y 25′ tuvo dos apariciones cruciales ante Lucas Lima en un mano a mano y en un remate de media distancia. Luego, a los 36′, otra vez le ahogó el grito a Lucas Lima desviando un zurdazo al segundo palo. Y en el cierre, a los 40′, le sacó un cabezazo potente a Felipe en un córner.
A lo largo del partido, ambos equipos buscaron potenciar sus virtudes ofensivas para aprovechar las falencias que ofrecieron los dos bloques defensivos. Pero Fortaleza fue más incisivo y preciso para construir acciones de peligro, mientras que al Millonario le costó. Quizás, le pesó no tener por lesiones musculares a Juanfer Quintero ni a Matías Suárez, dos futbolistas que desde el banco le podrían haber ofrecido otras respuestas con más pausa y serenidad para jugar. Salir del frenesí que propuso el equipo del argentino Juan Pablo Vojvoda fue un problema que no pudo resolver durante los primeros 55 minutos.
Es que recién a lo largo de la segunda mitad fue cambiando la tónica del juego. Con el desgaste lógico del cronómetro, los dirigidos por Gallardo comenzaron a ganar terreno y dominio de pelota, ya sin tanta presión ni intensidad de sus rivales brasileños que sintieron el desarrollo de un partido muy físico. En ese tramo final, pudo ganarlo: tanto Tomás Pochettino como Nicolás De La Cruz contaron con oportunidades para marcar el 2-1, pero no estuvieron precisos para sentenciar el triunfo.
El cierre tuvo una cuota interesante de incertidumbre que sostuvo la energía de un entretenido e intenso partido copero, pero el resultado ya no se movió. Y no faltó la polémica: a falta de quince minutos, el árbitro uruguayo Esteban Ostojich decidió no sancionar una posible infracción de David Martínez sobre Renato Kayser al límite del área que podría haber sido penal. Esa jugada también expuso las dificultades defensivas que River atravesó durante todo el encuentro, que deberá mejorar con el correr del calendario y que obligaron a Armani a seguir respondiendo para desactivar con rápidas respuestas las diferentes aproximaciones del rival.
Por fuera de su desacople en el fondo, River pudo “plantar bandera” en un territorio adverso, tal como sentenció su DT días atrás. Aunque no ganó, y por momentos padeció el partido, se lleva la satisfacción de haber podido sostenerse en juego por su jerarquía individual, de quedar a solo un paso de la clasificación a octavos de final y de seguir sosteniendo sus parejas estadísticas en Brasil. Hasta el inicio del ciclo Gallardo, el Millonario había jugado 10 partidos allí por Copa Libertadores con dos victorias y ocho derrotas. En el ciclo del Muñeco, lleva tres triunfos, siete empates y dos caídas en 12 encuentros.
La realidad moderna rompió la histórica dificultad y este jueves le permitió a River alcanzar 10 puntos sobre 12 posibles en el Grupo F y tener la chance de definir su suerte en el Monumental: recibirá a Colo-Colo y a Alianza Lima en las próximas dos fechas para buscar el punto que lo deposite en la siguiente instancia. Sufrió, empató y se encaminó.
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