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Las confesiones de Nicolás Tagliafico: desde el festejo de cumpleaños de Messi y Paredes en Ibiza y los fantasmas en el camino hasta la final épica con Francia
El defensor revivió sus vivencias y las del grupo en el ciclo consagratorio el seleccionado argentino; historias fuera de la cancha, promesas y reacciones en los vestuarios
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Casi como si fuera un diario íntimo de sus vivencias y las del grupo en el ciclo consagratorio el seleccionado argentino de fútbol, Nicolás Tagliafico recreó en France Football momentos claves de la obtención del título en Qatar 2022. Pero lo hizo tomando como punto de partida la conquista de la Copa América en 2021 hasta la final épica con Francia, subrayando el festejo de cumpleaños de Lionel Messi y de Leandro Paredes en junio pasado, en Ibiza.
“Después de la Finalissima contra Italia (victoria por 3-0 el 1 de junio), seguimos hablando en el grupo de WhatsApp de la selección, hasta el momento en que dijimos que nos íbamos a encontrar en Ibiza para celebrar el cumpleaños de Leo y Leandro”, recreó. Nacidos el 24 y el 29 de junio, respectivamente, eligieron esa última fecha para el reencuentro y revivir el segundo título de la Era Scaloni, tras el logrado en Brasil el año anterior en el Copa América que, inicialmente, debía disputarse en la Argentina en 2020 y, por la pandemia y razones sanitarias, cambió de sede y año.
“Llegamos a Ibiza como 15 jugadores, pasamos el día juntos, con las esposas de algunos, nos bañamos en la piscina, el tío de Dibu (Martínez) nos preparó un asado... Al día siguiente tuvimos incluso entrenamiento con un preparador físico. Ya estábamos listos. Estábamos más que compañeros, nos veíamos fuera de una cancha. Creo que teníamos esa ventaja incluso antes de comenzar la Copa del Mundo, porque estábamos todos unidos hacia un mismo objetivo. Desde la Copa América sabíamos que teníamos esta fuerza colectiva”, grafica, en alusión a la conquista en el Maracaná frente a Brasil por 1-0 el 10 de julio de 2021.
El debut con derrota en la Copa del Mundo fue un baño de agua fría. Es otro momento clave. Ese 22 de noviembre, “el cielo se había caído sobre nuestras cabezas”, sostiene el defensor. “Debutar en una Copa del Mundo siempre es difícil. Habían pasado cuatro años desde que estaba esperando este momento y se mezclaban muchos sentimientos: impaciencia, adrenalina, nerviosismo... Queríamos ganar ante Arabia Saudita para afrontar con tranquilidad los otros dos partidos del grupo. Empezamos bien, tuvimos varias ocasiones de gol mientras ellos presionaban alto. De hecho, marcamos varias veces, pero ese fuera de juego maldito (tres goles anulados -dos veces a Messi y una a Lautaro Martínez, ante la advertencia del VAR) cambió la cosa”, recuerda. Aquel primer tiempo, igualmente, terminó 1-0 a favor, con el tanto de Messi de penal.
“Tendríamos que haber vuelto al vestuario en el entretiempo con el partido definido. En la segunda parte, a los cinco minutos, nos dieron vuelta el partido. Tras el empate estábamos un poco conmocionados. Nos damos cuenta, nos levantamos… Y bam, nos convierten un segundo gol. El cielo se había caído sobre nuestras cabezas. Nos pusimos nerviosos, perdimos nuestro juego. No habíamos perdido en 36 partidos y había pasado una eternidad desde que estábamos abajo en el marcador. No supimos cómo reaccionar en ese momento, pero esa bofetada nos sirvió, aprendimos mucho ese día, fortaleció nuestra unión y nos ayudó a prepararnos para el futuro. Scaloni nos tranquilizó diciéndonos que ganaríamos los próximos dos partidos y clasificaríamos. Estaba tan tranquilo y seguro de sí mismo que nos convenció. Nuestro sueño no estaba muerto y nuestro destino aún estaba en nuestras manos”, confiesa las sensaciones de aquel día fuera de libreto.
Así, desde el 26 de noviembre, en la segunda fecha frente a México, todos los juegos serían determinantes. “Después de esa derrota inicial ante Arabia, se sabía que cada nuevo partido sería una final. Es así que discutimos ese duelo contra México. Era el partido clave de nuestra Copa. Si perdíamos se acababa todo, estábamos afuera. Había mucha tensión porque los mexicanos también se jugaban su futuro (tras el empate sin goles ante Polonia). El primer tiempo fue duro. No encontrábamos un camino, necesitábamos un golpe de genio de Leo. Y fue lo que pasó. Su gol (a los 23 de la segunda etapa) abrió el partido y luego cambió la dinámica”, dice. Fue 2-0, sellando la victoria Enzo Fernández.
“En el vestuario, tras la victoria, sentimos que nos lanzamos. Recuerdo que uno de nosotros dijo que después de eso, nada más podía detenernos. Ese encuentro nos liberó, fue un gran alivio. Todavía estábamos vivos. Nos dijimos a nosotros: ‘Ya está, vamos, la Copa del Mundo empezó ahora”, rememora. Argentina terminó primera de su grupo, tras una victoria ante Polonia por el mismo marcador, para luego eliminar a Australia en octavos de final.
“Entre partidos hacíamos asados, jugábamos al pool, a la Play Station o torneos de truco para matar la rutina y no pensar sólo en el partido por venir. Durante la Copa América, Papu (Gómez), Paredes, Fideo (Ángel Di María) y Rodrigo (De Paul) se estaban divirtiendo tratando de adivinar las cartas hasta que Leo dijo que era un 5 de copas y, cuando se descubrió... ¡Eso fue todo! Como había perdido cuatro finales antes (Copa América 2007, 2015 y 2016, Copa del Mundo 2014), los chicos se volvieron locos, empezaron a gritar y a repetir: ‘¡Esta vez es la buena!’, vuelve a enlazar historias en el medio francés que unen a ambas conquistas del seleccionado.
“Esa superstición nos acompañó al Mundial. En Doha, la AFA también había instalado un estudio de Twitch, donde recibimos invitados, ex jugadores o celebridades argentinas. Antes de la final, participé en un concierto con Bizarrap y Lautaro. No hablamos tanto de fútbol, al contrario… Fue bastante bonito. Prometí ese día teñirme el pelo de rubio si salíamos campeones”, contextualiza su color actual. En el horizonte estaba Países Bajos.
“Entré a un cuarto de hora del final, justo después del gol de Leo. Nosotros dominábamos el juego. Los neerlandeses atacaban por todos lados. Nos encontramos contra tres delanteros de 1,90m (Wout Weghorst, Luuk de Jong y Cody Gakpo) y recuerdo que con Lisandro (Martínez), que mide como 1,70m, como yo, nos miramos diciendo: ‘Ya está, se va a complicar’. Ellos siguieron intentando marcar con un cabezazo y achicaron la diferencia (Weghorst puso el 1-2 a falta de 7 minutos). En ese momento, pensamos en Arabia Saudita y vimos los fantasmas de ese partido allí, con sus ondas ofensivas en sucesivo. Y luego el árbitro agregó 10 minutos (tras un tumulto por un despeje violento de Paredes sobre el banco rival)… En la última jugada realizaron una combinación extraordinaria, debo reconocer, y empataron”, repasa, con un relato nutrido de sentidos detalles.
Y vuelven los nexos entre títulos: “Lo peor es que Weghorst había marcado un gol similar con el Wolfsburgo. Estábamos destruidos, pero por otro lado, nos dijimos que ese partido no podía escaparse. Sabíamos que lo superábamos podíamos llegar al final. Durante la tanda de penales pensamos en la mitad de la Copa América contra Colombia y sabíamos que Dibu respondería. Que uno o dos atajaría. Durante la sesión, ellos intentaron intimidarnos. Al final sólo reaccionamos a eso”. Otamendi, Paredes, Pezzella, Montiel, Di María y Mac Allister les gritaron la conversión del penal que dio la clasificación y Messi, durante una entrevista televisiva, lo llamó “bobo” a Weghorst. “Además, hubo comentarios previos al partido (el DT Louis van Gaal sobre Messi). Celebramos ese éxito más después del final porque, ganando en estas condiciones, era una prueba de carácter”.
“¿QUÉ MIRÁS, BOBO?”: con cariño, de Messi para el 19 de Países Bajos.
— TyC Sports (@TyCSports) January 9, 2023
A un mes de un día INOLVIDABLE. pic.twitter.com/ZQGSWj0bXS
Y, tras superar a Croacia por 3-0 en semifinales, llegó la final, el 18 de diciembre, ante Francia. “Aprendí durante la charla previa al partido mi mandato viendo mi nombre en la pizarra, cuando pensé que sería el Huevo (Marcos Acuña, titular en octavos y cuartos) que jugaría. Hicimos un partido extraordinario. Hasta faltando 10 minutos, que íbamos ganando por 2-0, me preguntaba si realmente estábamos jugando una final a este nivel. No teníamos idea de que estaba lejos de terminar y que aún quedaban varios capítulos”, describe Tagliafico, con una sonrisa.
“No creo que hayamos aflojado, pero en un minuto volvieron al partido. No podía creerlo cuando se pusieron 1-2. No tuvimos tiempo de acomodar nuestras mentes que ya estaban marcando otro. No podíamos imaginar perder después de jugar así. Nosotros, sin embargo, teníamos la sensación de que el partido se nos escapaba. Tuvimos que recuperar el control. Queríamos que terminara el tiempo reglamentario y pasar a la prórroga porque Francia estaba en una mejor situación en ese momento. Como frente a los Países Bajos, durante el tiempo extra, parecíamos dos boxeadores en los últimos rounds, que no aguantan más sus piernas pero que se rinden al golpe por golpe”, compara.
Para los penales, cuando se definió el campeón, Nicolás ya no estaba en la cancha. “Le dejé mi lugar a (Paulo) Dybala para que patee. Vi la tapada de Dibu a Kolo Muani en tiempo de descuento en una pantalla cerca del banco, detrás de mis compañeros de equipo que se habían puesto de pie, porque ya no se podía estar de pie. Esa atajada de Dibu nos dio la copa. Con la ayuda de Diego (Maradona), allá arriba”.
El regreso a la Argentina fue dos días después. “Tras la final volvimos al hotel a las 4 de la mañana. Volamos en el mañana, hicimos escala en Roma, luego seguimos de fiesta en el avión... Estábamos cansadísimos, no podíamos soportarlo más. ¡Nos hubiera gustado teletransportarnos a Argentina! Al arribar a Buenos Aires tardamos dos horas en llegar a nuestro predio, de tanta gente que nos estaba esperando; al día siguiente marchamos durante cuatro horas bajo el sol, aunque no podíamos avanzar debido a la multitud alrededor del autobús”, recrea en France Football.
“Estuve más de una semana recuperándome de todo. Nunca imaginé ver eso algún día, quedará grabado en mí para siempre. Se lo contaré a mis nietos. Había personas hasta donde alcanza la vista en la ruta. Era como World War Z, una película de zombis. Fue un momento histórico, no solamente para el fútbol argentino, sino también para todo el país. Nadie quería esto tanto como nosotros. Yo me casé unos días después y fue una celebración por los dos motivos. Con nuestros invitados bailamos toda la noche con las réplicas de la Copa del Mundo”, concluye.
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