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Las 100 preguntas a Daniel Garnero: la vida color Independiente, cómo se reinventó en Paraguay y cuando lo deslumbró "un enano" llamado Messi
Daniel Garnero se asume un tipo feliz. Con 50 años recién cumplidos y una vida dedicada al fútbol, en los últimos años encontró en Paraguay un refugio donde disfrutar del deporte que amó desde que era un nene que jugaba a la pelota en las veredas de Avellaneda. Ligado a Independiente como futbolista y también entrenador, se sienta con LA NACION a participar de la sección "Las 100 preguntas".
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1.– ¿Quién es Daniel Oscar Garnero?
–Creo ser alguien tranquilo, busco llevarme bien con la gente y cuidar mis afectos. Me considero una buena persona. Me gustan las cosas sencillas y ordenadas, valoro el respeto y, cuando no se da así, no me quedo callado, me pongo fastidioso. Varios me identifican por mi fastidio, precisamente.
2.– ¿Pasaste privaciones de pibe?
–Por suerte, no; tampoco sobraba demasiado. Mi viejo fue empleado en una fábrica en Wilde, después administrativo en un hotel. Tengo dos hermanas mayores, así que nunca hice nada en mi casa: creo que a los 12 años prendí una hornalla, y es el día de hoy que me cuesta un montón. Me gustaría darme un poco más de maña en las tareas hogareñas y no ser el inservible de la familia (risas).
3.– ¿Estudiaste?
–Terminé la secundaria y arranqué con kinesiología, pero justo empecé a alternar pretemporadas con la Primera y tuve que dejar. Elegí kinesiología porque había sufrido muchos problemas físicos en inferiores, vivía en la camilla, y me gustó la idea de aprender sobre eso. Me operaron dos veces de rodilla, en el '87 y '88, y estuve un año sin jugar, cuando recién empezaban las artroscopias. Después tuve una tercera operación en el '92. Para un futbolista, lo peor que le puede pasar es estar lesionado. Ahora se trabaja en la recuperación en los mismos clubes, pero antes era usual hacerlas solo, por tu cuenta. La cabeza se te iba para cualquier lado y terminabas haciendo cosas incorrectas. El consejo que me daban era que no me quedara mucho en casa, que saliera, porque te volvés loco, realmente. Estar encerrado pensando todo el tiempo sin poder jugar es muy bravo.
4.– ¿Cómo era vivir a dos cuadras de la cancha de Independiente?
–Con los amigos del barrio íbamos a ver a los dos. Yo era socio del Rojo desde chico, y a Racing entrabas con cualquier papelito, con alguna fotocopia, o hacíamos la ronda. Éramos como 20 y entrábamos todos gratis. Nos pasábamos todo el día jugando a la pelota, no pensábamos en otra cosa, y nos encantaba ir a la cancha a ver los partidos, o a pedirles autógrafos a los jugadores a la salida de los entrenamientos. Conocíamos todos los autos que tenían.
5.– ¿De qué equipo eras hincha de pibe?
–De Boca, ¡y no por mi viejo, ¿eh?! Una vez jugaban Boca-Huracán en cancha de Independiente, le pedí a mi viejo de ir, y me encantó la hinchada de Boca, además de que tenía varios amigos hinchas de Boca. Después, me crié en Independiente, me identifiqué con el club, y se dio que unas cuantas de las alegrías más importantes que tuve en la Primera fueron contra Boca. Obviamente, ya como profesional, quería meterle 10 goles. Una de las mayores alegrías en el club fue aquella Supercopa del 94 que le ganamos a Boca en la final, por ejemplo. Pero ojo: si hoy juegan River y Boca la final de la Libertadores, como pasó el año pasado, quiero que gane Boca.
6.– ¿Y si la final es entre Independiente y Boca?
–Ehhh (piensa)… ahí me tomo una cervecita y que gane el que juegue mejor. Eso me pasa también cuando miro un partido de fútbol internacional: me da gusto que ganen los que juegan mejor y dominan al rival, los que proponen un juego ofensivo y corren riesgos. Hincho por esos equipos.
7.– ¿Es cierto que fuiste futbolista por casualidad?
–Entré en el fútbol de un modo casual. Con mis amigos, dos años más grandes que yo, nos juntábamos a jugar los sábados a la mañana en el barrio, un edificio de los monoblocks contra el otro. Todo pedazo de pasto lo transformábamos en cancha, los vecinos se enojaban un poco, pero bueno… Una vez les fui a tocar el portero eléctrico a mis amigos y me contestaron que se habían ido a jugar a Independiente. Yo tenía 8 años, mi vieja no me dejaba cruzar Alsina, porque era una calle complicada, pero medio que me escapé y me fui a la cancha auxiliar, donde hoy está el estacionamiento. Estaban probándose, el técnico era Osvaldo Mura, y uno de mis amigos le preguntó si podía jugar. Les gusté y me dijeron que volviera al año siguiente, que arrancaba la clase 68, la categoría más chiquita. Yo era 69, pero hicieron una excepción. Recuerdo esos años de inferiores con mucho cariño: recorríamos el país con Pepé Santoro y el Chivo Pavoni y nos trataban bárbaro, éramos recibidos como reyes.
8.– ¿Es decir que si tus amigos se hubieran probado en Racing esa mañana, tu historia habría sido otra?
–No lo sé, sí está claro que terminé en Independiente por acompañar a mis amigos y que jamás imaginé que viviría de eso. Después, sí, cuando empecé a competir se transformó en una adicción, vivís compitiendo y te gustan los desafíos. Es como el fumador que no puede dejar el cigarrillo. Querés meter la pelota en el ángulo y conseguís que vaya ahí. ¡Sabés qué satisfacción! Ahí no hay premio ni nada, es simplemente el desafío de ir contra el obstáculo. Para mí no tiene comparación con nada.
9.– ¿Tu mamá se oponía a que jugaras?
–Es que era flaquito y perdía mucho peso. Yo jugaba en Honor y Patria los sábados y en Independiente los domingos. Transpiraba mucho. Incluso faltaba los lunes al colegio porque no me terminaba de recuperar. Mi mamá quería que jugara un solo día, el médico lo mismo, porque por ahí perdía casi dos kilos y se complicaba.
10.– Fuiste el primer 10 después de Bochini. ¿Pesa mucho esa camiseta en Independiente o es un mito?
–En ese momento era complicado, para la gente es muy especial esa camiseta. Un día, con el Bocha lesionado, la agarró el Gringo Giusti, que tenía una espalda gigante por ser campeón del mundo con el club y la selección, aunque no tuviera nada que ver con su posición, porque para cualquier otro, el peso era enorme. En mi caso, creo que por ser un chico del club la gente fue un poco más paciente. No sé si por mis ganas o por mi inconsciencia, o porque estaba desesperado por jugar, agarré la 10 con naturalidad. Si me ponía a pensar lo que significaba, no podía entrar en la cancha (risas). Con el tiempo, la gente dejó de comparar, además de darse cuenta de que el Bocha ya no jugaba más.
11.– Vos lo tuviste a Bochini como DT al poco de debutar
–El Bocha nunca fue de hablar mucho, pero hay hechos que hablan por sí mismos: incorporó a varios refuerzos, pero ninguno en mi posición, una manera de darme su apoyo, confiaba en que podía llevar la 10. El consejo que me dio fue que si quería meter dos pases de gol por partido tenía que intentar 20 pases, que la agarrara. "Pedila todo el tiempo", me decía. Y eso me marcó. En Independiente, como también lo veo ahora en Olimpia, la tribuna es muy exigente, se escucha el murmullo si errás dos pases. Entonces, hay tener la paciencia y la personalidad para insistir. En un equipo, el 10 tiene que jugar a perderla y el equipo debe estar preparado para asumir ese riesgo. Y los delanteros estar atentos a que te guiña un ojo y te mete la pelota de gol. El 10 es el jugador que ve cosas que otros no ven, o que la ven un segundo antes.
12.– ¿Qué recordás de tu debut en Primera?
–Fue a comienzos del 91, estábamos haciendo la pretemporada en Necochea y teníamos un amistoso en Azul. Íbamos en el micro y el Pato (Pastoriza) se bajó a dar una nota para una radio local. El chofer del micro iba escuchando la radio, y ahí el Pato contó que iba a hacer debutar a un chico que jugaba de 10 y tenía un gran futuro. Así me enteré, ¡los nervios que me agarraron! Después de ese amistoso al poco tiempo volvió el Bocha, yo pasé a la Reserva y en la quinta fecha debuté oficialmente contra el Newell’s de Bielsa. Ganamos 1-0 con gol de Ubaldi. Nos pelotearon.
13.– ¿Por qué debutaste tan grande?
–Es cierto, aquel debut contra Newell’s fue el 24 de marzo del 91, una semana antes de cumplir 22 años. Varios compañeros tuvieron la posibilidad de debutar más jóvenes, pero yo jugaba en la posición del Bocha, de hecho un mes después de mi debut se retiró el Bocha y empecé a tener más oportunidades. Antes, con Solari de técnico, me hablaron de Chaco For Ever, yo quería irme, pero no me dejaron. Y después, cuando llegó Pastoriza, como éramos 45 profesionales, la mitad fuimos a entrenar al cinturón ecológico con la Reserva. Por suerte lo pude revertir.
14.– Encima te rompiste los ligamentos al poco tiempo de debutar
–Sí, al año, y me terminaron operando el día de mi cumpleaños 23, el 1 de abril de 1992. Me rompí contra Racing, me tocaron apenas la punta del pie y me giró la rodilla. Sentí que me clavaban un cuchillo. De la cancha me fui al hospital Italiano a las cuatro de la mañana, porque ahí tenían un resonador. La recuperación fue bravísima. Hoy, un chico se opera y se va el mismo día, o al siguiente, y a las 48 horas ya hace trabajos de flexión. A mí me enyesaron un mes, imagínate la atrofia muscular que tenía cuando me sacaron el yeso. Fui a lo del Negro Mendoza, un grande, y me dijo: "Si no doblás la rodilla a 90 grados hay que operarte de nuevo, porque significa que no drena". Yo me ponía boca abajo en la camilla, y él con todo el cuerpo encima de mi espalda hacía fuerza para doblarme la rodilla. Así era entonces: ¡Lo que lloré esos días!
15.– ¿Qué más hacías para rehabilitarte?
–Era tremendo. Iba dos horas a la pileta de Independiente, después a mi casa a almorzar y de ahí a lo del Negro Mendoza hasta las 8 de la noche, porque tenía una polea buenísima en su consultorio. El tema es que por ahí iban otros jugadores y había que esperar una hora. Hoy tenés todos los implementos en los clubes. Olimpia, por ejemplo, está terminando un centro de alto rendimiento espectacular, es un lujo. En Brasil lo tienen casi todos los equipos, también lo vi en Nacional de Medellín, los clubes tratan a sus futbolistas como atletas de elite para optimizar sus rendimientos.
16.– Tu regreso tras esa lesión fue de película
–Volví contra Estudiantes en cancha de Independiente, que perdimos 1-0, y el siguiente partido fue en la Bombonera, ante el Boca puntero e invicto del Maestro Tabárez, que no salía campeón desde hacía 11 años. Faltaban 5 fechas, había muchísima expectativa. Nosotros veníamos con una campaña mediocre, pero ganamos 1-0 con un gol mío. Nos pelotearon lindo y el Loco Islas se atajó todo. Esa tarde me llevaron a la sede, parecía que habíamos ganado un torneo por la cantidad de gente que había. Yo estaba muy feliz, pensaba que no iba a poder jugar más al fútbol y de golpe había regresado con un gol y una victoria increíble.
17.– Eras un 10 de calidad, pero te cuestionaban bastante en el club: ¿Todo te costó demasiado?
–Si a Messi hasta por momentos se la hacen difícil, ¡mirá si no le va a costar a un humano común y corriente! Pasa sobre todo en los equipos de alta exigencia, en los que si no ganás parece que sos casi un delincuente. Por momentos me sentí cuestionado, pero nada especial, no es que tampoco se la agarraran conmigo.
18.– Contá alguna anécdota de Pedro Marchetta
–El Negro es un crack, siento un gran aprecio y respeto por él. La gente lo cuestionaba, pero la base del equipo del 94 la armó él, fue dos veces subcampeón. Era muy gracioso en las charlas que nos daba ofendiendo a los rivales para menospreciarlos.
19.– ¿Por qué te costó convencer a Brindisi para ganarte un lugar?
–Cuando llegó Miguel, me ponía de local pero no de visitante, entonces por ahí venía Ferro a Avellaneda, se metían todos atrás y me costaba, no había espacios, en cambio de visitante nos venían a buscar un poco más y se hacía más fácil. Un día le fui a hablar a Miguel y él me dijo que esperaba que yo reaccionara, y bueno, de a poco empecé a tener más continuidad, y con esa confianza me acerqué a mi nivel y terminamos con dos vueltas olímpicas.
20.– ¿Cuál era la clave de aquel Independiente que ganó Clausura y Supercopa en 1994?
–Fue un equipo muy equilibrado, con Tiburcio (Serrizuela) que entró por Moas, y con Pablito Rotchen que llegaba a todas. Un equipo inteligente que hacía lo que le convenía. Presionábamos de entrada, y lo más factible era que en los primeros 20 o 30 minutos ya fuéramos ganando. Después, retrocedíamos un poco y los matábamos con Gustavito López por izquierda y con Seba (Rambert) y el Palomo (Usuriaga) arriba, que eran muy explosivos. Ese equipo tenía mucho gol, hacíamos las transiciones rápidas, llegábamos con mucha gente y velocidad adelante. A mí me lo contaron eso porque yo llegaba después (risas).
21.– ¿Por qué te fue mal en la Universidad Católica de Chile?
–Fue una pena. Era un club espectacular para poder echar raíces, me trataron muy bien, había un técnico excepcional como Manuel Pellegrini, que incluso vino a la Argentina a buscarme. Pero sufría pubalgia, no me dejaban operar allá, decían que no era operable, y pasé un año de mierda. Al regresar, me operó el doctor Olivera y al mes y medio volví a entrenarme sin problemas.
22.– ¿Te sorprendió aquel joven Manuel Pellegrini?
–Sí, ya se vislumbraba que sería un entrenador diferente, que nos traía trabajos en función de tenencia y circulación, con resoluciones rápidas. Tenerlo a Pellegrini fue de lo más importante que me pasó en mi carrera.
23.– ¿El 15 por ciento que te correspondía por tu pase de Independiente al Toros Neza se perdió por el camino?
–Yo supuestamente lo dejé como donación a las inferiores de Independiente, al menos firmé eso. Después, si llegó o no, jamás lo pude corroborar. Eran 75 mil dólares, bastante dinero, más para aquella época.
24.– ¿Cuán cerca estuviste de jugar en Racing?
–No hubiera jugado en Racing, esa es la verdad, aunque me querían llevar para allá. Estaba en la Católica, con pubalgia, querían sacarme de encima y un día la directiva me dice: "Ya está todo listo, arreglamos con Racing, te vas para allá".
25.– ¿Qué hiciste?
–Me llamó el presidente Osvaldo Otero y me dijo: "Está todo arreglado, Daniel, ya hablamos con el Coco (Basile) y está entusiasmadísimo, te venís mañana". Le contesté: "¿Alguien me preguntó si quiero ir a Racing? ¿Alguien me preguntó cuánto quiero ganar?". Entonces agarré y le pedí una barbaridad de dinero. Me dijo que no me podían pagar eso, a lo sumo me podían igualar la plata del que más ganaba. "Viste que no estaba hecho, entonces", le contesté a Otero.
26.– Al final, volviste a Independiente
–Claro. Y mi primer partido fue contra Racing, en cancha de Racing, un campeonato de invierno. Empatamos, fuimos a penales, y en esa caminata del medio hasta el área se caía la cancha de silbidos y puteadas. Imaginate si hubiera ido a Racing…
27.– En tu carrera tuviste problemas por declarar bastante sin filtro, ¿recomendarías a los jóvenes ser más falsos en este ambiente?
–No, no, yo me siento muy bien conmigo mismo siendo como soy, simplemente esta es una profesión para ser cuidadoso con algunas cuestiones, no hablar innecesariamente, pero jamás recomendaría ser falso o hipócrita.
28.– Fuiste futbolista sin proponértelo, y tampoco tenías en tus planes ser entrenador, ¿puede ser?
–Cuando dejé el fútbol, realmente era impensado para mí ser entrenador: estaba con la cabeza quemada. Pero con Jorge (Burruchaga) se generó una excelente relación que se extendió después de retirarnos y en un evento con las familias me terminó de convencer. Ya me venía hablando: él era el DT de Arsenal, al que había ascendido el año anterior a Primera, y en el segundo año era obligatorio presentar Reserva. Yo hacía el curso de entrenador, sin estar muy convencido, y cuando nos estábamos yendo de esa reunión familiar me pidió que nos quedáramos un rato más. Me invitó con un buen champagne y me insistió. Mi señora me empujó con el argumento de que no estaba haciendo nada. "Jorge, te soy sincero -le dije-, a mí me encanta el fútbol, y más allá de que la pasé mal en los últimos años, no sé si estoy capacitado para transmitir una idea, no sé si me sale hablar frente a un grupo. Yo arranco, pero si no la veo, quizás a los dos meses me voy a la mierda". Y la verdad que me gustó desde el primer día (risas).
29.– O sea que tu mujer fue importante para que arrancaras.
–Ponele… lo que quería, me parece, era sacarme de casa, llevaba dos años rompiendo los huevos ahí adentro (risas).
30.– ¿Qué vio Burru en vos para insistirte tanto?
–No sé, nunca lo hablé. Jorge era un tipo muy sencillo, fácil de entender, fue de los mejores jugadores que vi: completo, dinámico, técnico, resolutivo. Mirá que venía con problemas físicos, y así y todo era un animal cómo corría, los esfuerzos que hacía en entrenamientos y partidos. Para mí es un orgullo haber sido su compañero como jugador, y luego como entrenador.
31.– ¿Por qué estabas con la cabeza quemada al terminar tu carrera?
–En mi última etapa en Independiente me peleaba con los dirigentes porque no nos pagaban la prima hacía dos años, con el técnico porque me decía una cosa y hacía otra, con los hinchas porque nos apretaban a la salida de los partidos y nos teníamos que ir en patrullero de nuestro propio estadio. Solo disfrutaba tomando mate con los utileros y con los chicos que surgían. Por eso me retiré a los 32 años, joven, y por eso mismo me planteaba: ¿para qué voy a reinsertarme en un ambiente donde lo paso tan mal? Y, además, sufría el tema físico, por suerte hoy cambió todo eso.
32.– ¿A qué te referís?
–En las pretemporadas nosotros corríamos 15 kilómetros en las sierras de Córdoba, con cero grados de temperatura y un compañero subido en la espalda. O hacíamos mil pasadas en un suelo duro. Eso te liquidaba, te quitaba años de vida útil, terminaba con la carrera de muchos jugadores. Hoy es otra cosa, ¿quién va a correr 10 km sin parar? Nadie. Hoy se entrena con la pelota, se hacen otro tipo de trabajos, y por eso en el plantel de Olimpia tenemos un Cáceres de 39 años, un Alcaraz de 37 o un Santa Cruz de 37.
33.– ¿Cómo te fue en tus primeras charlas en la Reserva de Arsenal?
–Tener que hablar ante un grupo de jóvenes me incomodó un poco, pero a la vez me hizo mover fibras que hacía rato no movía. Me gustó, y al poco tiempo ya estaba acostumbrado. Ese selectivo de Arsenal hizo historia. Estaban el Papu Gómez, Marcone, Benedetto, Cuesta, el Bicho Aguirre, Jara, Nervo, Cristian Llama, Iván Pérez. Les ganamos a Boca, River e Independiente y terminamos entre los 4 primeros del campeonato. Era una locura para un equipo que disputaba su primer año en Reserva competirles de igual a igual a clubes que tenían una estructura armada. Julito Grondona me había preguntado de entrada qué necesitaba y le contesté: "Pelotas y ropa". Es que no teníamos nada.
34.– ¿Quién de todos esos pibes pintaba mejor?
–Papu era el que más diferencia sacaba, se notaba que era distinto. Además era el más pibe de todos, tenía 14 o 15, y los otros, 18. Era el más malcriado de todos, también, a veces no iba a entrenar a su categoría o se peleaba con otros chicos. Iba al frente como loco ese enano maldito: una vez se agarró a trompadas con un arquero varios años más grande y tuve que sancionarlo. Era muy desequilibrante.
35.– Después de dirigir esa Reserva, fuiste ayudaste de Burru, ¿en qué momento te surgió la necesidad de ser DT principal?
–A Estudiantes fui como segundo ayudante de Jorge (el primero era el Chino Aquino) y sumé mucha experiencia en el día a día, porque había Libertadores y yo me quedaba con los que no viajaban. Ahí me empezó a gustar en serio todo y le dije a Jorge que tenía ganas de arrancar como principal, pero a Jorge le ofrecieron Independiente y no podía no acompañarlo. Ahí, sin hablar mucho, observaba situaciones difíciles, cómo reacciona el jugador, y todo eso me sirvió para ir buscando mi camino. Al salir del Rojo le agradecí pero me había dado cuenta de que ya no servía para ser segundo, que me gustaba decidir. Le fui muy sincero y quedamos perfecto. Al poco tiempo salió lo de Arsenal y ahí arranqué, en 2008, y a pesar de tratarse de una profesión difícil, estoy recontra contento de lo que elegí.
36.– Cuando fuiste DT de Arsenal, ¿Grondona se metía mucho?
–No, porque el presidente era Julito, pero me lo crucé un montón de veces, y siempre le noté un gran afecto hacia mí. Me sorprendía lo atento que estaba a todo: sabía qué nos había pasado en cada partido de la Reserva, por ejemplo. Sé que hay muchos que lo critican, pero el post Grondona en AFA sirvió para que muchos se dieran cuenta todo lo que significaba como presidente.
37.– En tu primer partido como DT ganaste un título (Suruga Bank), ¿pensaste que era fácil este tema?
–Yo no soy nada amigo de viajar en avión, así que me quise morir al enterarme que mi primer partido lo tenía que afrontar en Japón. Eso pensé.
38.– Después te costó bastante repetir título: se dio 8 años después, en Guaraní.
–Jamás creí que esto iba a ser sencillo, sabía bien dónde me metía, ya lo había visto siendo ayudante de Jorge. Entre esos dos títulos, igual, hay un logro que para mí fue importantísimo: el ascenso con San Martín de San Juan, con todas las adversidades que afrontan los clubes del interior, con la desventaja deportiva de la Promoción, enfrentando a un rival tan pesado como Gimnasia, que contaba con la vuelta del Mellizo, además. Me dio pena por Guillermo, porque soy un gran admirador de él.
39.– ¿Te arrepentís de haber agarrado Independiente con tan poca experiencia?
–No, porque siempre soy cauteloso a la hora de tomar una determinación. Cuando falleció Pastoriza, Comparada me había ofrecido el cargo, pero yo recién arrancaba en la Reserva de Arsenal, y le dije que no me sentía preparado. No se lo tomó bien, dijo que me había cagado, o algo así. Cuando me lo volvió a proponer en 2010, ya tenía cierta experiencia y no quería decirle que no otra vez a Independiente. Agarré quizás en un mal contexto, porque la gente quería que siguiera el Tolo Gallego. La dirigencia decidió cambiar de rumbo, pero después no lo sostuvo y me echaron a los 9 partidos. Quizás me apresuré, pero no me arrepiento.
40.– ¿Sentís que en esta profesión no perdonan ni a los ídolos?
–Yo no me considero ídolo de Independiente, es un club con una historia demasiado grande. Sí me siento una persona identificada y percibo mucho respeto y reconocimiento de parte de la gente. Por otro lado, nunca sentí rechazo por parte del hincha en mi corta etapa como entrenador. Noté un descontento por la ida del Tolo, pero no rechazo hacia mí sino hacia la Comisión Directiva.
41.– Te costó reponerte…
–Muchísimo. De hecho, en esos meses me ofrecieron un par de cosas y ni las escuché, no estaba en condiciones, pensaba en no dirigir más. Con el paso del tiempo fui tolerando ese dolor, veía en mis colaboradores ganas e ilusión de seguir y me fui preguntando por qué no darme otra oportunidad. Entonces tomé una determinación difícil.
42.– ¿Qué determinación?
–Cambiar de categoría. Yo nunca había jugado ni dirigido en la B Nacional, y preferí bajar un escalón para pelear por ser campeón antes que agarrar un equipo de la A que tratara de no descender. Yo me crié desde chiquito en Independiente con esa mentalidad y entonces apareció San Martín de San Juan y allí fuimos y terminamos subiendo tras ganarle a Gimnasia en la Promoción.
43.– ¿Qué fue lo que más te costó como entrenador en tus inicios?
–No me resultó fácil encontrar la manera de que mi equipo jugara a lo que yo quería proponer, hasta que un día dije "basta": vamos a tratar de tener posesión y superioridad numérica. No es fácil, tenés que convencer al futbolista, y ante un error o un resultado malo parece que le decís cualquier cosa. Me llevó tiempo masticar todo eso, prepararlo, y hoy, en Olimpia, realmente disfruto de ver un equipo que juega a lo que yo quiero. Eso me llena de orgullo. Después, en el medio están lo que todos buscan, que es el resultado. Sin el resultado nadie podría hacer nada, lógicamente.
44.– ¿En qué momento dijiste "basta"?
–En mi segundo ciclo en San Martín de San Juan, que a los 10 partidos nos echaron a la mierda. Ahí me dije "tenemos que insistir". Y lo seguimos intentando en Independiente Rivadavia, donde a pesar de las muchísimas dificultades alcanzamos un muy buen funcionamiento. Nos fuimos porque había cobrado solo un mes de nueve, porque los jugadores tenían que dejar sus departamentos y sacar a los hijos del colegio porque el club no les pagaba, porque un dirigente me vino a decir que había tres jugadores separados por bajo rendimiento. No lo podía creer. "Si vas a decidir vos quién tiene bajo rendimiento, vení, sentate acá en el banco y yo me voy a mi casa", le contesté, y al siguiente partido tenía una bandera que decía: "Garnero hijo de puta, el Gargantini es de los pibes". Listo, me fui a pesar de estar en zona de ascenso. En ese momento, les dije a mis colaboradores: "Nos tenemos que ir de la Argentina".
45.– Ahí rumbeaste hacia Paraguay
–Así es, fuimos a Sol de América a mostrar nuestro trabajo. Y todo se fue dando. De ahí pasamos a Guaraní, con el que salimos campeones. Y de Guaraní saltamos a Olimpia, con el que ganamos 3 campeonatos locales consecutivos.
46.– Fue una apuesta fuerte la tuya de ir a un equipo chico como Sol de América, ¿o no?
–Era consciente de que nuestra chapa no era cautivante. Les dije a mis colaboradores que íbamos a entrar a un país por la puerta chica. Ya estaba cansado de dar vueltas por el interior luchando contra problemas de base. Quería algo cercano y Sol me pareció un club muy bueno para arrancar. Hoy, el club está totalmente distinto a 4 años atrás, cuando llegamos: todo está más profesionalizado, tiene campos de entrenamiento en gran estado, progresó mucho. Genera orgullo saber que pusimos una semilla allí, juega tener una dirigencia que vea todo eso, que diferencie gasto de inversión.
47.– De entrada no les fue bien
–Nos costó. Acá es muy común que delanteros y centrales ganen de arriba, hay canchas que no están en buenas condiciones, entonces es común que se juega por arriba, y no fue fácil convencerlos de jugar por abajo. Después fuimos a Guaraní y allí ya encontramos una calidad individual diferente, otros recursos, y nos resultó más sencillo.
48.– Dieron los pasos adecuados: de un chico a un mediano y de ahí a un grande
–Fue lo que nos propusimos: entrar a un país e ir progresando. También está la dosis de fortuna, porque Sol había decidido no renovarnos, nos volvimos a Buenos Aires, justo ahí se fue Ramón Díaz de la Selección y la APF convocó a Chiqui Arce, que era el DT de Guaraní, y Guaraní nos llamó a nosotros. Ni lo dudé: conocía el campeonato, también el plantel y pensé que podíamos calzar justo. Así fue: salimos campeones enseguida (Guaraní había ganado un solo título en los últimos 32 años) y en el siguiente salimos segundos de Libertad por un punto, esas cosas del fútbol…
49.– ¿A qué te referís?
–A que faltaban 5 fechas, nosotros ganamos los 5 partidos bien, en la cancha, jugando, nada más (risas)…
QUIÉN ES
- Nombre: Daniel Oscar Garnero.
- Nacimiento: 1/4/1969, en Lomas de Zamora, provincia de Buenos Aires.
- Edad: 50 años.
- Trayectoria: Independiente (1991-95); Universidad Católica, Chile (1996-97); Independiente (1997-99); Toros Neza, México (2000); Independiente (2000-01).
- Títulos: 4 (todos con Independiente); Clausura 94, Supercopa 94 y 95, Recopa 95
- Como entrenador: Reserva de Arsenal (2003-05); ayudante de campo de Jorge Burruchaga en Estudiantes (2005-06) e Independiente (2006-07). Como DT principal dirigió Arsenal (2008-09); Independiente (2010); San Martín de San Juan (2011-12); Banfield (2012-13); San Martín de San Juan (2013); Independiente Rivadavia Mendoza (2014); Sol de América, Paraguay (2015-16); Guaraní, Paraguay (2016-17); Olimpia, Paraguay (desde enero 2018)
- Títulos: Suruga Bank 2008 (Arsenal); Ascenso con San Martín de San Juan en 2011; Clausura 2016 (Guaraní); Apertura 2018 y 2019 y Clausura 2018 (Olimpia).
50.– En Olimpia pasaste a tener mayores recursos, pero también mayor presión por ganar…
–Me curtí con esa presión en Independiente. En Guaraní restaba un año de contrato y me podría haber quedado tranquilamente haciendo la plancha, pero a mí dame ese desafío de tener que salir campeón, me encanta. Pretendía solo dos cosas: campos de entrenamientos brillantes, para poder ejecutar la idea, y futbolistas al día. Al ver el plantel que existía, ni lo dudé. Con Guaraní competíamos contra Olimpia, Cerro y Libertad que nos triplicaban en presupuesto, entonces no era sencillo.
51.– ¿Olimpia es el Rey de Copas como Independiente?
–Sin ningún tipo de dudas. Es el único club paraguayo en haber ganado la Libertadores, y lo hizo 3 veces. Esta exigencia de ganar me la banco, en un lugar así me la banco.
52.– ¿Qué es lo que más te gusta de tu profesión?
–Que el equipo juegue de la manera que uno busca. Como te decía: no es sencillo convencer, y cuando lo lográs es espectacular, te da una satisfacción muy grande.
53.– ¿Y lo que menos te gusta?
–Que sea tan ingrata. Y que esa ingratitud surja en cualquier momento con un resultado. Suele haber muy poco análisis del trabajo: si pega en el palo y va afuera, parece que no vale nada lo que hiciste y si pega y entra, ¡hasta parece que sos bueno! Ese análisis del entrenador que se hace solo por el resultado no me parece lógico. Y no sé cuántos dirigentes están capacitados para poder hacerlo. Es una profesión ingrata en la que muy pocas veces se puede disfrutar, sobre todo en Sudamérica, donde el fútbol es más una descarga social que otra cosa. Hoy disfruto en Olimpia, realmente. Un poquito, nada más, pero disfruto (risas).
54.– ¿Cuál es el principal atributo de un buen DT?
–Saber elegir es fundamental. Y convencer al futbolista, también.
55.– ¿Quién sentís que fue tu mayor influencia?
–Tengo como referente, y amigo, al Flaco Gareca. Fui su compañero cuando él terminaba su carrera y fui dirigido por él. Además de conocer a una excelente persona, me hizo ver el fútbol de otra manera, me hizo ser más profesional, me ayudó a involucrarme más en cuestiones extra futbolísticas. Me anticipó cosas que me terminaron pasando, y lo consulto cuando necesito. Aparte del Flaco, tuve excelentes entrenadores, y aún de los malos aprendí cosas que no haría luego.
56.– En Paraguay hay otra seguridad económica y no tanta histeria, ¿pero después de un tiempo no extrañás la locura argentina?
–Me encanta ver todo lo que pasa en el fútbol argentino: partidos y resúmenes, pero estoy muy cómodo en Paraguay, y el tiempo que te demanda esta profesión es grande. Cuando te tomás tu trabajo con seriedad y responsabilidad, tenés muchas cosas para mirar y estudiar. A mí me gusta estar encima de todo, a pesar de contar con un staff súper responsable. Y eso demanda mucho tiempo. Después, siempre que tengo un hueco, miro partidos y resúmenes del fútbol argentino. Si me siento y está por empezar Atlético de Tucumán contra Aldosivi, lo miro. Porque me apasiona y porque me sirve para ver jugadores.
57.– ¿Te separás de tu mujer y tus hijos cuando trabajás en el exterior?
–Sí. Y es lo más difícil de todo, porque los chicos ya están grandes y tienen sus cosas, no los podés sacar así nomás. Además, esta es una profesión que no te deja programar demasiado. Porque suponete que cuando vine a Paraguay para agarrar Sol de América me traía a toda la familia, nos iba mal de entrada y a los 3 meses me echaban… En fecha FIFA suelo ir para Argentina, también vienen ellos para acá cuando tienen vacaciones o un fin de semana largo. Estamos a dos horas de avión o a 12 en auto, por eso también era importante elegir un destino cercano.
58.– ¿Qué edades tienen tus hijos y de qué equipos son hinchas?
–Uriel tiene 21 y es recontra bostero; Ian tiene 17 y es de San Lorenzo, como mi señora, que también es muy cuerva.
59.– ¿En Paraguay te dan más oxígeno por ser argentino?
–Así como en general no nos quiere nadie por la soberbia, al técnico argentino lo buscan porque es ordenado y va al frente. Después, el resultado manda, como en todos lados, y entrenadores de mucho nombre están afuera si pierden 4 partidos. En el día a día, acá la gente es más tranquila, más respetuosa, eso sí.
60.– ¿Por qué en Sudamérica buscan tanto a entrenadores argentinos?
–Porque el argentino se la rebusca, va al frente a pesar de las dificultades, tiene personalidad. Fijate en Paraguay: no sólo el entrenador de la selección es argentino (Berizzo); también lo son los de los cuatro equipos más importantes: Russo en Cerro, Chamot en Libertad, Costas en Guaraní y yo en Olimpia.
61.– ¿Qué le pasó a la selección de Paraguay, que era habitué en los Mundiales y ahora faltó a los dos últimos?
–Como pasa en muchos países y en varios deportes, hay camadas de deportistas que te hacen sacar ventaja y después cuesta encontrar el recambio, y creo que en Paraguay ocurrió eso.
62.– Ganaste tres campeonatos sobre tres con Olimpia, ¿imaginabas realmente que te podía ir tan bien?
–Cuando compito quiero ganar, pero soy respetuoso y sabía que no sería sencillo, aunque era optimista. Fuimos campeones de entrada y le agarramos el gustito. Y aquí hay un párrafo aparte para el plantel, liderado totalmente por Roque (Santa Cruz), que se autoconvenció de que ser bicampeones dependía de nosotros. Sufrimos muchas lesiones y por eso tuvieron mucho que ver los juveniles que entraron y que respondieron muy bien. Eso fue clave. En Paraguay es obligatorio presentar al menos un sub 19 en el equipo, aunque sea un minuto, y hubo partidos en los que nosotros jugamos con 2 o 3 sub 19. Nos miramos a los ojos con los jugadores y dirigentes y dijimos, convencidos: "Esto va a depender de nosotros". Y así fue.
63.– ¿Cómo conseguiste que Santa Cruz pasara de estar casi retirado a ser la figura del equipo?
–Al llegar al club, el presidente me marcó la inquietud que tenía sobre Roque, que tenía ganas de cambiar de aire. Hablé con él, le pregunté qué sentía, qué le pasaba. Si estaba totalmente agotado por el club o peleado con los dirigentes, lo iba a entender. Le expliqué cuál era nuestra idea y que iba a ser un jugador muy importante, por más que yo no pudiera asegurarle la titularidad. En una de las primeras conferencias declaré que Roque sería nuestra punta de lanza, o sea el primero en todo, y muchos dijeron que lo hacía para abrir el paraguas agarrándome del jugador más reconocido. Y yo lo decía desde la honestidad. Hoy veo a un futbolista de 38 años que disfruta muchísimo, eso es espectacular. Que sea el primero que ratifica el compromiso, el primero que le habla al grupo cuando quedamos eliminados de la Copa con cosas que les llegan a los compañeros, incluso a mí como entrenador, es genial. Hoy, Roque es un porcentaje muy grande de este Olimpia exitoso.
64.– ¿Te pegó duro la eliminación en octavos de esta Libertadores ante Liga o lo tomaste como algo lógico?
–No, no, me dolió mucho, porque cada vez que se compite en la Libertadores, el hincha de Olimpia cree que la puede ganar. Y la serie con Liga era para pasarla. Fallamos en situaciones poco comunes y un torneo tan exigente como la Copa no te perdona. Nos agarró en un momento sin ritmo y con bajas en los últimos 15 días, además. No hay reproches porque el equipo se entregó al máximo, incluso revertimos desde lo anímico tras el penal errado.
65.– ¿Con la eliminación sentiste que te cuestionaban por primera vez?
–Los comentarios me llegan siempre, los buenos y los malos, y se nota que hay un grupo de gente con un cierto descontento. Nosotros también estamos dolidos y con una bronca muy grande, pero en el fútbol hay que dar vuelta la página. Sé que si ganamos el torneo habrá gente que minimizará el logro, pero los que estamos en el fútbol sabemos que es muy difícil salir campeón, así que iremos por los dos objetivos que no quedan en el año.
66.– ¿Por qué te emocionaste en la nota que te hicieron al ganar el último título?
–Y… porque estoy viejo y más sensible (risas). Quise nombrar a la familia, que no había podido venir, y ahí la cagué.
67.– ¿Agarraste algún hábito paraguayo?
–Mi vieja es de Misiones así que aunque siempre viví en Avellaneda desde chico he tomado tereré y comí mandioca. Acá lo intensifiqué, además hay unos termos bárbaros y una variedad de yerba increíble; aparte no soporto tomar mate con 45 grados de temperatura, como hace San Martín. Otra cosa que me encanta es el chipa guazú, un souflé de choclo con queso riquísimo. La tía de mi señora lo hace espectacular y me trae a casa.
68.– ¿Es cierto que les prohibiste a tus jugadores hablar guaraní?
–¡No, estás loco, cómo les voy a prohibir hablar en su lengua! Por favor, aclará eso, que acá se malinterpretó. Una vez, a poco de llegar, había unos jugadores charlando de fútbol en el vestuario, me vieron a mí y de golpe se pusieron a hablar en guaraní. Ahí los frené y les dije que si hablaban delante de mí era parte del trabajo y siguieran en español. Después, entre ellos, que se expresen como quieran.
69.– ¿Después de cuatro años entendés algo?
–Entiendo palabras sueltas, una frase entera, y más si hablan rápido, es muy complicado.
70.– ¿Te gusta que te digan "Profe", como se estila en Sudamérica?
–Ya me acostumbré, aunque al principio me daba un odio terrible, porque para mí "Profe" es el preparador físico, y yo soy entrenador de fútbol. También acá se les dice "profe" a los árbitros, es como el "maestro" que usamos nosotros.
71.– ¿Tu gran sueño sigue siendo ser campeón con Independiente, como declaraste hace unos años?
–Lo dije cuando empecé a entrenar, porque me gustaba la idea de cerrar un ciclo hermoso con el club en el que fui campeón en quinta, cuarta, reserva, primera e internacionalmente. O sea: en todo lo que participé en Independiente tuve la suerte de ser campeón y hoy, que estoy en otra profesión, salir campeón con el club que me dio tanto sería un sueño.
72.– "Con un muy buen arquero y un buen goleador le peleás a cualquiera".
–Es una frase mía, sí, se la saqué a Don Julio con un pequeño cambio. Cuando Arsenal subió a Primera, Grondona elogiaba a Ale Limia y decía (le imita la voz a Grondona): "Con un buen arquero y un buen tesorero se puede hacer cualquier cosa". Bueno, yo la modifiqué: "Con un gran arquero y un gran delantero le peleás a cualquiera". Parece una estupidez, por lo básico, pero es una realidad: fíjate en cualquier gran equipo campeón y vas a ver que tiene un muy buen arquero y un muy buen goleador.
73.– ¿El enganche es una especie en vías de extinción?
–El distribuidor, el asistidor, el tipo en el que se apoyan sus compañeros para que haga una pausa o meta el pase gol nunca desaparecerá. Desde lo posicional hoy se juega distinto. En nuestro caso, si vamos con cuatro volantes, me gusta que los dos de afuera tengan esas características de enganche: que se metan por el medio, y que los laterales jueguen más de extremos. Que sean distribuidores del juego, agresivos, que marquen el cambio de ritmo, que hagan daño al rival con una asistencia o con terminación propia.
74.– ¿El Garnero al que le cuestionaban que no corría podría jugar en este fútbol?
–Si jugara, sería el primero en salir, olvidate. Un día escuché a Román (Riquelme) decir irónicamente: "Cuando yo jugaba bien era porque jugaba bien todo el equipo y cuando jugaba mal era mi culpa". No me voy a comparar con Román, obviamente, pero muchos piensan así, quizás porque pasa más inadvertido el buen pase o la buena circulación, y es muy notorio cuando el enganche la pierde.
75.– ¿Cómo tomás que Independiente lleve 18 años sin ganar un título local?
–Es raro, pero también en el medio pasaron cosas que marcaron mucho a la institución, y resurgir de ciertos lugares lleva su tiempo. Hoy el club está totalmente distinto a 10 años atrás, lo ordenaron, le falta un logro a nivel local para estabilizarlo definitivamente, pero también es cierto que cuando uno se obsesiona con ciertas cosas, te terminan costando más.
76.– ¿Te molesta que Racing salga campeón seguido y sea el vecino fuerte del barrio?
–La verdad que no es lo más agradable. Tengo una gran relación con los Milito, somos vecinos en Argentina, y considero que Diego es el responsable de haberle dado vida a Racing, él vislumbró las cosas que se tenían que hacer y luego encontró apoyo dirigencial. Con orden, sacrificio y tiempo, si vos vas por la vereda del bien, a la larga se encuentran los resultados. Yo estoy contento por Diego, lo he felicitado cuando hablamos, aunque con algún reproche también, y no estoy tan contento por la gente de Racing, como te imaginarás (risas).
77.– ¿Seguís siendo socio de Independiente?
–Así es: mi hermana me paga la cuota y saldo la deuda cada vez que la veo.
78.– ¿Independiente te pagó, finalmente, la deuda que tenía con vos?
–Dije más de una vez que jamás inhibiría al club. Quiero que crezca y esté bien, pero también hay cuatro familias de mis colaboradores detrás y necesitaba llegar a un acuerdo. Hace poco me encontré con Yoyo Maldonado y me puso en contacto con gente del club para resolverlo, así que está encaminado.
79.– ¿A San Martín lo elegiste en tu cuerpo técnico para compensar un poco tu estilo de jugador fino?
–Cuando armé mi cuerpo técnico, lo hice con Hermes Desio y Pablo Rotchen para empaparme de otras visiones del juego: recuperación, marcas, relevos... Yo tengo una mirada pero siempre me traté de basar en gente que lo vea desde otro lugar. A Andrés lo había dirigido en Arsenal y cuando ascendimos con San Martín, Pablo se iba a vivir a España y lo incorporamos.
80.– Y Rambert se sumó bastante después, incluso él ya había tenido experiencias como DT principal
–Sí, se sumó a la Reserva cuando agarramos Guaraní. Pero más allá de la relación laboral, ante todo Seba es mi amigo.
81.– ¿No te bajonea participar en un campeonato con tribunas bastante más despobladas que en Argentina?
–Me costó, sí, Sol no tiene mucha gente, por ahí había partidos con solo 100 pagantes, como dicen aquí. Olimpia lleva mucho y cuando las cosas van bien, la cancha explota. El argentino se toma de otra manera el fútbol, es más pasional, capaz que deja de lado el cumpleaños de la madre por ir a la cancha, eso es así. Pero acá tampoco se permite cualquier cosa en nombre del folclore del fútbol, eh, como se permite en Argentina, y eso está muy bueno.
82.– ¿Tu día más feliz en el fútbol?
–Cuando le ganamos 4-0 a Huracán y salimos campeones en Avellaneda, Clausura 94. Metí el 2-0 de tiro libre y busqué a mi familia en el festejo. Y cuando terminó el partido, me arrodillé, miré para arriba y me acordé de mi abuela Saturnina. Fue muy fuerte todo lo que pasó, teníamos que ganarle a Huracán porque veníamos un punto abajo y lo logramos ante una cancha que explotaba.
83.– ¿El día más triste?
–El día que me tuve que ir de Independiente como técnico, después de perder 4-0 con Banfield. Era el cumpleaños de mi viejo encima, así que nos juntamos en la casa de mi hermana y la pasamos horrible por mi culpa.
84.– El mejor DT que tuviste
–Me marcó mucho el Pato Pastoriza de entrada, después tuve a grandes entrenadores como Manuel Pellegrini, Menotti y Brindisi.
85.– ¿Y el peor?
–Osvaldo Piazza. Por el mal manejo que tuvo con el plantel en general y conmigo en particular.
86.– ¿Tus mejores amigos en el fútbol?
–Por suerte tengo muchos. Con los que más me veo son Rambert y Cagna, incluso compartimos salidas con nuestras mujeres e hijos. Gustavito López también es otro gran amigo, el Flaco Gareca, Martín Ubaldi, de mis comienzos. Espero no se enojen a los que no nombro (risas).
87.– ¿Te agarraste a piñas alguna vez con un compañero?
–Cuando era chico me iba seguido a las manos. Con el que nos peleábamos mucho era con el Polaco Arzeno, al comienzo bastante mal y después hicimos una relación excelente. Era por cosas de fútbol, por patadas o roces en las prácticas.
88.– ¿Quién es el mejor DT del mundo?
–Guardiola. Es un adelantado, siempre está buscándole la vuelta y cambiando para mejorar.
89.– ¿A favor o en contra del VAR?
–Me cuesta entenderlo, en Sudamérica no está funcionando bien. Todavía no entiendo por qué no fueron a revisar el penal de Otamendi en la Copa América, por citarte un caso. Andá a mirarlo, después, si lo cobrás o no, es otra cosa, pero miralo. A mí me cuesta aceptarlo porque estoy acostumbrado a la transgresión: yo me tiraba para que el árbitro se equivocara y nos diera tiro libre, para mí el engaño es parte del juego. Hoy parece que tenemos que ser todas carmelitas descalzas, viste, y al final un agarrón te lo cobran y otro no, y entonces no termina imponiéndose la justicia, como supuestamente se busca.
90.– "Hoy no se me cruza por la cabeza volver a dirigir en Argentina", declaraste en 2017. ¿Seguís pensando igual?
–Sí. Estoy muy compenetrado en un club como Olimpia, que es muy exigente y demandante, enfocados en los dos objetivos que nos quedan pendientes (Copa de Paraguay y Liga) y preparando la temporada siguiente, en la que otra vez disputaremos la Libertadores.
91.– ¿Hay equipos a los que no dirigirías nunca?
–Sí, claro.
92.– Racing y Cerro Porteño, supongo
–Exacto. Y alguno más también.
93.– ¿River?
–(Sonrisas, silencio).
94.– ¿Te parece lógico que Scaloni sea el DT de la selección?
–No me pareció lógico que lo nombraran sin ninguna experiencia, pero ahora que armó una base e hizo una buena Copa América me parece correcto.
95.– Si te hubieran preguntado a vos quién debía ser el DT…
–Gallardo, sin dudas. Demostró que es un gran entrenador, no sólo por sus logros, sino porque supo rearmar equipos competitivos con diferentes planteles.
96.– ¿A Messi lo trataste personalmente?
–No, pero sí recuerdo la primera vez que lo vi en vivo. Fue en 2004 o 2005, yo dirigía el selectivo de Arsenal y armamos un partido con la Sub 20 en Ezeiza. Nos ganaban 2-1 el primer tiempo, y en el segundo entraron dos enanos de 16 años. Nuestros centrales medían 1.90 y al ver que entraban estos pibes, les dije: "Ojo, tengan cuidado con estos pibes, que son chiquitos". ¿Resultado? Pancho Ferraro cortó el partido a los 20 minutos de ese segundo tiempo porque estos enanos hicieron un desastre, metieron dos golazos cada uno y tenía miedo de que los cagaran a patadas. Fue una cosa de locos, increíble. Ahí pregunté y me dijeron que era el pibe que jugaba en Barcelona.
97.– ¿Lo ves al nivel de Maradona?
–Sí, por supuesto, está en el nivel máximo de lo que yo entiendo que puede ser un jugador de fútbol. No me deja de sorprender las cosas que hace.
98.– ¿Es el mejor de la historia?
–(Piensa) Para mí, sí. Mirá que yo soy de la época de Maradona, un admirador total de Diego, agradecido por las cosas que hizo por la selección y todo lo que nos dio, pero a Messi le veo hacer cosas que no se las vi hacer a nadie. Individualmente lo de Messi está por encima de todos, hasta de Diego. Lo que me pasa con Messi es que antes de que meta un gol sé dónde lo va a meter, como si él te estuviera avisando cómo va a ser la definición. Messi te hace ver las cosas exageradamente sencillas. El problema es que ves un partido de él por la tele, después tenés que ir al campo para entrenar a tu equipo y te das cuenta de que lo que hace él y parecía tan sencillo no lo es, definitivamente (risas).
99.– ¿Cumpliste con las promesas que hiciste por ascender con San Martín de San Juan y por ser campeón con Guaraní?
–Por supuesto, las promesas se cumplen siempre. Fueron 35 kilómetros a la Virgen de la Difunta Correa en San Juan y 43 a la de Caacupé. Fue bravo, eh. En San Juan el clima es seco, había mucha subida, ahí fuimos con todo el cuerpo técnico. En Paraguay nos acompañaron con una camioneta para ir parando, cambiarnos las medias e hidratarnos.
100.– Difícil imaginar a ese 10 de Independiente talentoso y cansino, al que criticaban por no correr, cumpliendo semejante promesa.
–Es que mi problema era correr, no caminar (risas).
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