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Las 100 preguntas a Julio Santella: quería brillar como futbolista, un sabio consejo de Osvaldo Zubeldía lo transformó en un referente de la preparación física y fue multicampeón con Carlos Bianchi
Recuerdos, anécdotas y la intimidad del hombre que soñaba jugar en el Estudiantes de La Plata tricampeón de América y fue parte del cuerpo técnico que arrasó en Vélez y en Boca
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Nació en Mar del Plata, quiso ser futbolista, integró la famosa “Tercera que mata” de Estudiantes de La Plata, que fue la base del tricampeón de América y campeón del mundo del Pincha a fines de los ‘60, pero ciertos problemas en una rodilla y un sabio consejo de Osvaldo Zubeldía lo empujaron a estudiar el profesorado de Educación Física. Dio clases en colegios y la tuvo que remar muchísimo en sus comienzos. Logró ascensos con San Lorenzo, Atlanta, Racing y Huracán. Trabajó con técnicos de renombre como el Toto Lorenzo, Alfio Basile, el Piojo Yudica y Carlos Babington, hasta que se encontró con Carlos Bianchi y armaron una sociedad indestructible que arrasó con todos los títulos posibles en Vélez y en Boca. Creó la Asociación de Profesores de Educación Física del Fútbol Argentino (APEFFA), es una referencia ineludible para diferentes camadas de profes de los últimos 30 años, uno de sus hijos tomó el legado y el gimnasio de Boca lleva su nombre. Superó un cáncer de estómago y entrega sus vivencias y conocimientos con generosidad sin mirar el reloj ni una vez. Hoy, a los 76 años, responde las 100 preguntas el Maestro Julio Eduardo Santella.
1. -¿Quién es Julio Eduardo Santella?
-Un pibe que aspiró a ser jugador de fútbol, que en el medio sufrió inconvenientes que le fueron delatando que no llegaría, y que encontró en el profesorado de Educación Física no solamente una profesión sino también una familia, porque a mi mujer la conocí ahí.
2. -¿Como futbolista hubieras llegado a lo que conseguiste como profe?
-Calculo que no, hubiese sido un jugador medio pelo, 5 o 6 puntos. Yo era un volante central aplicado para la marca, fogoso, buen pasador, pero no tenía pegada larga y eso me limitó. También influyeron mis problemas de meniscos, en esa época se operaba a cielo abierto y no era tan sencillo recuperarse.
3. -¿A qué se dedicaban tus viejos?
-Mi viejo era constructor, maestro albañil, y se especializó en hacer frentes. Vivía con mi vieja en Saavedra, pero por una desgracia, la muerte de un hermano mayor que nunca conocí, se fueron a vivir a Mar del Plata. De grandes, pusieron un hotelito. Se llamaba Jelsi, el nombre del pueblo donde nació mi viejo, en Italia. Estaba en el centro de Mar del Plata. Ahí trabajábamos los cuatro hermanos, hacíamos de todo: mi hermana, que todavía vive y cumplió 90 años, y luego los tres varones. Yo era el menor.
4. -¿Alguno se dedicó al fútbol?
-Hugo, el más grande, era nuestro referente: jugaba muy bien a la pelota, tenía pinta, estudiaba arquitectura en La Plata. Militaba políticamente, estuvo detenido 9 años. Cayó en el 74 y salió recién con la democracia. Yo lo iba a visitar a la cárcel, hasta que un día salí de Devoto y me pegaron un apriete tremendo. “Pibe, no vengas más porque te vamos a matar”, me dijeron, y fueron también a mi casa. Tuve que dejar de ir.
5. -¿De qué equipo eras hinchas de pibe?
-Fana de Boca, y el primer ídolo groso que tuve fue Pepino Borello, el goleador del equipo campeón del 54. Me hice de Boca por mi cuñado, el esposo de mi hermana, que me lleva 15 años, porque a mi viejo no le interesaba el fútbol. Escuchábamos los partidos por la radio con mis hermanos, todos juntos, gritábamos los goles, yo juntaba las figuritas. Y cada vez que Boca se presentaba en Mar del Plata para un amistoso, mi cuñado me llevaba siempre, no me perdía ningún partido.
6. -¿Ibas a la Bombonera?
-No pude ver ningún partido ahí como hincha, pero mirá las casualidades de la vida, porque mi padrino vivía en Buenos Aires, a tres cuadras de la Bombonera, sobre Irala. Y en diciembre, después de terminar el colegio y antes de empezar la temporada en Mar del Plata, veníamos a ver a nuestros primos. Y escuchá lo que te voy a decir: con 10 años, ¡yo jugué un picado en la cancha de Boca! Sí, porque a un grupito, entre los que estaba mi primo, un día lo metieron a jugar en la cancha y ahí estaba yo también. No lo podía creer. Cada vez que venía a Buenos Aires, les rompía las bolas a todos para entrar a la Bombonera.
7. -¿Dónde llegaste a jugar antes de ser profe?
-Empecé en el barrio y en el colegio, donde me destacaba, entonces algún profe me mandó a jugar a Unión de Mar del Plata, un club relativamente céntrico y bastante modelo en esa época. No tenía inferiores, recién podías entrar en la Tercera, y un domingo a la mañana, acompañando a mis hermanos, como les faltaba uno, me pusieron como wing. Jugué como trucho, con 13 años, en la Tercera. Unos años después, el que me puso en la Primera como volante central fue Fernando Bello, un reconocido ex arquero de Independiente de la década del 30. Ahí fui compañero de Hugo Moyano.
8. -¿Hugo Moyano, el actual presidente de Independiente?
-El mismo. Había un frigorífico a la vuelta de donde jugábamos, el Negro salía con su bici a hacer el reparto por las carnicerías del barrio, y después se sacaba la bata de carnicero, dejaba todo tirado ahí y se prendía a jugar con nosotros. Después, se sumó a Unión. Jugaba de wing derecho. El Negro era rápido, tenía patas largas, no era fácil de parar. En fin, en Unión llegué a jugar en Primera en la liga marplatense. Una vez que le ganamos a Alvarado y le arruinamos la fiesta, le dije a un compañero: “Avisale al chofer que ponga el micro en marcha, que apenas termina el partido nos vamos como estamos”. La hinchada de Alvarado era áspera, nos tuvimos que ir así, corriendo y sin cambiarnos (risas).
9. -De Unión pasaste a Estudiantes de La Plata, ¿no?
-Exacto. Había un dirigente de Estudiantes que tenía un chalecito en Mar del Plata y con mi cuñado le fuimos a hacer un arreglo. Me dijo que me podía conseguir una prueba. Vine, me vio Miguel Ignomiriello y dio el ok. Vamos a ser sinceros: mi división, la 46, no era gran cosa. De hecho, sólo llegamos tres a firmar contrato profesional: Cremasco, Orife y yo. “Pero hay algo que te falta contar -interviene Blanca Violeta del Valle Ortiz, más conocida como BiVi, la esposa de Julio-. Él pidió permiso para ir a jugar y el padre le dijo que a jugar a la pelotita no, que si iba era para estudiar. Para poder jugar, Julio tuvo que dar materias de abogacía y ciencias económicas y así poder cumplir su deseo”.
10. -Ignomiriello fue un adelantado.
-Sin dudas. Fue el primer entrenador de inferiores que empezó a ver que el jugador debía tener una preparación más importante que la de ir a jugar un rato. Le dio un gran empuje al tema de la alimentación y el cuidado, a la metodología de trabajo. Hacíamos doble turno en inferiores, año 1965. ¡No existía eso! Teníamos traje de salida, nosotros llegábamos con la Tercera a jugar a la cancha de Boca con traje. Quiero rescatar esas cosas, porque si no te tenés que quedar con que nosotros jugábamos con líbero y stopper. El Gordo tenía la visión de Helenio Herrera del Inter y al final quedó como un tipo que no quería jugar. Y nada que ver, fue un adelantado en muchas cosas.
11. -¿Qué fue la “Tercera que mata”?
-La Tercera que formó Ignomiriello y que daba un espectáculo impresionante. Ese equipo gustaba y goleaba. No te digo que jugaba a cancha llena pero sí convocaba a mucha gente. El hincha de Estudiantes nos iba a ver a nosotros, después se iba a almorzar a la casa cuando jugaba la Reserva y volvía para ver el partido de la Primera. Fue en 1964, yo habré jugado nueve partidos, a veces reemplazando a Pachamé, y otras a Mateo, que era el 5. Al año siguiente llegó Zubeldía y empezó a sumar a los chicos de ahí abajo. Al final, hubo nueve jugadores de la “Tercera que mata” que salieron campeones del mundo contra el Manchester en el 68: Poletti, Manera, Aguirre Suárez, Malbernat, Pachamé, Echecopar, Bocha Flores, Verón y Bedogni.
12. -¿En qué fue distinto Zubeldía?
-La sorpresa más grande que me dio Zubeldía fue que sin ser yo de las figuras importantes, el tipo me dio muestras de que estaba en todo. A mí me hizo firmar contrato profesional en 1968, pero me entrenaba poco con ellos, porque viajaron mucho ese año por la Copa. Un día me llamó y me dijo: “Estuve charlando con el profe y me contó que tenés ganas de hacer el profesorado de Educación Física. No lo hagas acá, te aconsejo que vayas a Buenos Aires”. Y siguió: “Así como hice que te firmaran contrato, también te pregunto si no te gustaría jugar en Deportivo Español, el equipo que bajó a Primera B este año. Así tenés la chance de jugar y hacer el profesorado en Buenos Aires”.
13. -Te limpió.
-Osvaldo sabía todo. Yo me había operado de meniscos y me costó recuperarme, se me hinchaba la rodilla. Si hoy te muestro mis piernas, vas a ver que la izquierda está más flaca que la derecha y tengo un rodillón en comparación con la otra. No estaba para jugar a ese nivel de Estudiantes. Jorge Kistenmacher, el PF de Zubeldía, me decía seguido: “Vos tenés que ser profe”. Y seguro se lo comentó a Osvaldo.
14. -¿Por qué te lo decía?
-No sé, yo era un gran imitador, tenía cierto liderazgo con la gente. Imitaba a Sandrini, por ahí venía el presidente a decirnos algo y cuando se iba, lo imitaba y se cagaban de risa conmigo. Siempre tenía jugadores a mi alrededor, como que tenía onda, ¿viste? Eso habrá visto Kistenmacher, también yo hablaba con Cancela, el otro profe. Y bueno, le hice caso: no llegué a jugar ni medio partido en la Primera de Estudiantes, y me fui a Buenos Aires. Un campeón, Osvaldo, antes de decírmelo a mí ya le había hablado a Roberto Resquín, un excompañero suyo que era el técnico de Deportivo Español. Fui y ni me probó, me sumó al equipo directamente.
15. -O sea que le debés mucho a Zubeldía en tu carrera como profe...
-¡¿Cómo?! Pero claro, sin ningún tipo de dudas.
16. -Más allá de lo que hizo con vos, ¿en que fue distinto Zubeldía?
-Osvaldo planificaba cosas, y después iba al campo y las ejecutaba. Una cosa es el chamuyo y otra es quedarte practicando corners por horas y horas para que uno la peine en el primer palo y otro la meta de cabeza en el segundo. Así Estudiantes metió un montón de goles. No era habitual que se hicieran esas cosas. También te mostraba videos de los rivales, entendió que había algo llamado “táctica y estrategia” y que estaba poco desarrollado en nuestro país. Arrancó con los dobles turnos, con la pretemporada en Necochea, con ajustar las marcas individuales sobre los contrarios, después lo empezaron a hacer todos, pero el primero fue Osvaldo. Un adelantado.
17. -Y el tema de los alfileres, la tierra en los ojos del rival, el antifútbol en general…
-Yo hablo de Zubeldía, no de Bilardo. Para que diferenciemos. Si un jugador entraba con alfileres y pinchaba a uno, por ahí Osvaldo se hacía el boludo, él había sido un jugador pícaro también. O sea: no te mandaba a hacer esas cosas, pero tampoco se oponía.
18. -¿Llegaste a viajar con el equipo a los partidos de las Libertadores y de las Intercontinentales?
-Estuve en el plantel, pero ni siquiera pude sentarme una vez en el banco. Fui profesional un solo año, el 68, porque en el 69 me fui. Sí estuve en el recibimiento que se le hizo al equipo después de ganar la Intercontinental en Manchester. Fuimos con un par de muchachos más en el micro del club a Ezeiza a buscar al plantel, y me volví con ellos. Fue una locura, a paso de hombre hasta La Plata, tardamos como 8 horas en llegar y el micro se terminó fundiendo cerca del estadio.
19. -¿Cuánto tiempo jugaste en Deportivo Español?
-Un solo año, en la B. Fue en 1969, era suplente, habré jugado 8 o 9 partidos, ahí ya había empezado el profesorado. Por esa época conocí a Luisito Mas, el hermano del Pinino, que vivía a la vuelta de la pensión donde paraba. Luis jugaba los fines de semana en Ferro de Olavarría la liga local, y yo me prendí durante 2 años. Era una temporada corta, pero ganaba más plata que en Español. Y a mí me resolvió un problema porque no tenía que entrenar todos los días, por lo que podía cursar, y jugaba los fines de semana. Lo hice en 1970 y 1971, y ahí terminó mi carrera como futbolista.
20. -¿Cuál fue tu primer trabajo como profe?
-Empecé en 1972 en una escuela primaria que estaba en Santa Fe y Uriarte, enfrente de Plaza Italia. Ahí trabajé mucho tiempo. Ese mismo año, Ignomiriello agarró como técnico de la selección juvenil que iba a viajar a Cannes. Yo estaba recién recibido y me convocó. La selección concentró un mes en Estancia Chica, en La Plata. Estaban Bochini, Bertoni, Kempes, Tarantini, Trobbiani, pufff, ¡unos nenes tremendos! Hacíamos doble turno, pero en esa época la AFA era un quilombo. Yo no cobré nunca, nos daban la comida y la ropa, de hecho me dieron buzos que usé como 10 años. Fue una experiencia muy buena pero que terminó de la peor manera porque en el momento en que había que viajar, apareció un dirigente que me bajó del avión para poner a un dirigente amigo y viajaron sin preparador físico. Para mí fue un golpe duro.
21. -¿Tu primer equipo?
-Después de esa experiencia con la selección juvenil, en el 73 y 74 no hice nada, y en el 75 me llamaron para trabajar con las inferiores de All Boys. ¡No sabés las condiciones! Trabajábamos en canchas de tierra con piedras. Una vez puse las piedras más grandes en fila y los chicos trabajaban haciendo zigzag. En el 76, Silvio Marzolini, el DT de la Primera, se quedó sin profe, y me convocó. Jugamos un torneo de reclasificación y zafamos del descenso, se terminó yendo San Telmo. Después, Silvio se fue, armó su cuerpo técnico y yo quedé afuera.
22. -¿Tu siguiente paso?
-En el 77 no hice nada y en el 78 me vino a buscar Juan Urriolabeitia, que había sido mi técnico en la Tercera de Estudiantes, y agarraba Colón. Ese fue mi primer contrato profesional como profe. Estaban el Gato Andrada, el Bambi Aráoz, José Artemio Luñiz, un salteño con el que me sigo hablando hasta hoy. Al terminar el año, Juan se fue a Colombia y otra vez quedé patas para arriba (risas). Porque seamos sinceros: la mayoría cuenta las ganadas, pero las perdidas son mucho más.
23. -Otra vez a remar...
-Quedé en la nada, pero apareció Antonio D’Accorso, que era amigo de Ignomiriello, y me llevó a Vélez. Duró menos que un pedo en la mano, ja, ja, pero agarró un interinato conformado por Cielinski, Bermúdez y Montaño, técnicos de las inferiores, y del club me pidieron que me quedara. Empezamos a ganar y ganar y llegamos a la final del Metro 79 que perdimos contra River. Fue un campañón, ese trabajo me dio mucha seguridad. Al año siguiente llegó el Indio Solari, con Tito Onega de ayudante, me aceptó como profe, y ahí, aunque la campaña fue discreta, eliminamos a River en la Libertadores. Al terminar la Copa, se fue Solari, vino otro técnico con su profe y nuevamente quedé culo para arriba.
24. -Al poco tiempo fuiste con el Toto Lorenzo a dirigir a San Lorenzo en la B.
-Antes estuve con D’Accorso en Deportivo Italiano, donde hicimos una buena campaña. El gancho con el Toto me lo hizo Carlos Román, su ayudante, que me conocía. Lo de San Lorenzo en la B fue un impacto tremendo, había sido el primer grande en descender, llenábamos todas las canchas. Arrancamos muy bien, pero de un día para el otro el Loco desapareció. A los 4 o 5 días me llamó a casa. “¿Qué hacés pibe, querés venir a Vélez conmigo?”. Y allí fui, mi segunda etapa en Liniers.
25. -En aquel Vélez llegaste a ser el DT en un partido.
-Fue contra Instituto en Córdoba, por el Nacional 83. Era un partido que no tenía valor, porque ya estábamos clasificados para la siguiente ronda, y Juan Carlos ni viajó, me mandó a mí con Román, su ayudante, pero en las síntesis de los diarios aparecí yo como el técnico. Perdimos 2-0. La verdad es que no oficié como tal, simplemente acompañé al equipo. En mi profesión, nunca hablé de la parte técnica, siempre fui muy cuidadoso. De hecho, no asistía a ninguna charla técnica de ningún entrenador, me parecía que así estaba más resguardado.
26. -De Lorenzo debés tener mil anécdotas...
-La del día que salimos campeones con Atlanta en el 83 fue mortal. Porque después de San Lorenzo, el Toto agarró a Atlanta en la B y me convocó para ir con él. Salimos campeones en Rosario y se armó una caravana que terminaba en la cancha de Atlanta con un gran recibimiento. Íbamos en el micro y cuando llegamos a Juan B. Justo, cerca del estadio, el Loco le dice al chofer: “Pará un poquitito, que me bajo. Chau profe”. Se bajó y se fue a la casa, ja, ja, no se podía creer, ¡qué personaje! Cuando llegamos a la cancha, todos preguntaban por Lorenzo y el tipo no estaba (risas).
27. -En esa etapa en Vélez con Lorenzo, conociste a Bianchi, ¿no?
-Exacto, él había vuelto el año anterior, en el 81. Carlos tenía mucha presencia como jugador, se entrenaba muy bien, era un tipo que se cuidaba muchísimo, tenía al kinesiólogo que lo trataba de sus problemas en las rodillas. Conmigo bien, sin problemas, pero tampoco teníamos una relación de amistad.
28. -De esa época se recuerda una agarrada de Bianchi con el Beto Alonso.
-Sí, así fue, no la presencié pero se agarraron. El tema es que el Beto estaba de paso en el club, él quería volver a River, y lo hacía notar con sus dichos o algún gesto, entonces Carlos no toleraba eso y un día se agarraron.
29. -Estuviste en muchos planteles, ¿es común que haya peleas como las de Bianchi-Alonso, o la reciente de Zambrano-Benedetto?
-Es común que haya roces, algún insulto, una mano al aire, pero nunca trasciende porque son cosas menores. Es la misma reacción que podés tener vos en un picado cuando te ponen una pierna fuerte. Esas cosas ocurren, lo que no ocurren son las piñas, porque además son los compañeros lo que paran todo. Nunca vi que dos jugadores se citaran en un lugar solos para cagarse a trompadas.
30. -Volvamos a tu recorrido después de ascender con Atlanta.
-Después del ascenso, el Toto otra vez desapareció sin avisarme (risas), tenía esas cosas. En el 85 volví a Vélez, ahora con Basile. En el club ya me conocían y teníamos algún amigo en común. Era un gran equipo, con un Comitas sensacional. Perdimos la final del Nacional contra un Argentinos espectacular, que nos ganó en cancha de River con un gol del Checho Batista. Fue la segunda vez que me quedé en la orilla con Vélez, ya me desquitaría con Carlos (Bianchi). El Coco era todo presencia, tenía un gran manejo con el jugador. Era un gran líder con buen ojo futbolístico.
31. -De Vélez seguiste con Basile en Racing, en la B.
-Claro, ahí el Coco me dijo: “vamos que tenemos que ascender a Racing”. No había opción. Era el segundo año de Racing en la B. Llegamos para el reducido y nos concentramos un mes en Ezeiza. Eliminamos a Banfield, a Quilmes y a Atlanta en la final con el recordado gol de Sicher.
32. -El Coco tenía alguna cábala, ¿no?
-Tenía 200 mil cábalas, ja, ja, pero lo mejor de todas fue la de “Oxala” (se tienta). Esa es brutal. La recuerdo y me río solo. Te la cuento: yo tenía un alumno en la secundaria donde daba clases, cuyo papá ayudaba a la gente. Era vidente, les transmitía energía, algo de eso. Un día, me encaró. “Mi pibe lo adora a usted -arrancó-, pero en Racing van a fracasar. Le hicieron un trabajo a Racing y no va a salir de ahí si no limpian el club. Solo le pido que le diga a Coco si me permite ir a hacer un par de cosas. No los voy a molestar”.
33. -Basile habrá agarrado sin dudar.
-Le cayó extraordinario. “Tráigamelo”, me dijo (imita la voz). Ni yo ni Babington, su ayudante, creíamos en esas cosas. El tipo vino al estadio un día de lluvia, y dio la vuelta completa de rodillas, con una cruz y agua bendita. Creo que hizo algo también en los arcos y habló con Coco. El primer partido del octogonal lo jugamos contra Banfield. Basile dio la charla técnica y después nos llamó a los colaboradores. Puso la mano en el medio y pidió que Babington, Chiche Diz y yo la pusiéramos encima. Y dijo: “Repitan conmigo, Oxala danos gol, Oxala danos gol, Oxala danos gol”. Oxala es un dios de no sé qué. Ganamos por 3-1, todo bien con Oxala.
34. -En la revancha perdieron.
-Sí. Repetimos los ritos pero perdimos 3-1 en cancha de Vélez y pasamos de ronda por haber terminado mejor en el torneo. Nos pelotearon. No nos eliminaron de casualidad. Babington me comentó: “Me parece que se acabó Oxala” (risas). La cuestión es que antes de la primera semifinal con Quilmes, Coco habló con los jugadores y después nos llamó a nosotros. “Lo único que les pido es que ustedes crean -empezó su arenga-, pero estén muy atentos porque he hecho una modificación”. Y entonces nos hizo poner las manos en el medio, como siempre, y dijo: “Oxala danos gol, Oxala danos gol… y protege nuestra valla, Oxala”, ja, ja, ja, increíble, ja, ja. Y le ganamos los dos partidos a Quilmes y después la final a Atlanta.
35. -Después de ese ascenso seguiste trabajando con Babington, ¿el Coco no se enojó?
-Venía el Mundial 86 y me dijo: “Profe, me voy al Mundial y si puedo, no voy a trabajar hasta el año que viene. Carlos se va a largar solo, usted tiene experiencia, ¿lo puede acompañar?”. Mucho no me gustó la idea, pero lo hice. Empezamos en Platense con Babington, y no nos fue bien, duramos 10 o 12 fechas. Y Basile no me volvió a llamar.
36. -¡Otra vez a remarla!
-Quedé medio en banda, pero daba clases en el profesorado, trabajo tenía. Contrataron a Daniel Willington para que agarrara el equipo y me pusieron a mí de profe, porque en Vélez ya me conocían, así que ahí empecé mi tercera etapa en el club. Fue la temporada 87/88. Willington no tenía una gran capacidad de trabajo, pero le pegaba muy bien a la pelota y se mataba pateando con 6 o 7 jugadores. Eso le jugaba a favor. Hicimos una campaña aceptable, pero en el siguiente campeonato arrancamos mal y renunció. Al poco tiempo me llamó Babington, que había agarrado Huracán.
37. -Tu cuarto ascenso.
-Lo agarramos en la B y lo ascendimos. Estaba el Turco Mohamed jovencito, que sorprendía usando calzas y colitas. El Turco fue punta de lanza. Yo nunca me opuse, el tema central es que el jugador estuviera cómodo, que se sintiera bien, importante, eso le daba presencia.
38, -¿No tuviste chances de ir a la Selección con Basile?
-Cuando lo nombró Grondona, en una cena en La Raya, el Coco nos dijo al Inglés y a mí que nos iba a llevar. Después quedó en nada, siguió el Profe Echevarría, que era un tipo reconocido, con buena llegada a Grondona, y que ya estaba adentro de la selección con Bilardo. Basile nunca nos volvió a decir algo, a veces los técnicos también sufren presiones.
39. -¿Cómo llegaste a trabajar en Independiente?
-Fue un paso fugaz con la dupla Bochini-Fren, menos de un año duró. Me llamó Fren, al que había tenido de jugador en Vélez; a Bochini lo conocía de aquel juvenil del 72. Fue todo muy pobre. Bochini no hablaba mucho, aunque tomaba sus decisiones, las charlas las daba Fren. Los dos eran muy respetuosos. No se dieron los resultados, me fui y estuve unos meses sin trabajar hasta que volví a Vélez, ahora sí ya con Bianchi.
40. -¿Bianchi te llamó porque te conocía de cuando vos lo habías tenido como jugador?
-Bianchi volvió de Francia, yo estaba dando clases del profesorado en Vélez y también hacía una especie de doctorado para profes, estaba todos los días en el club. Le hablaron de mí, me conocía, se acercó y me propuso ser su profe.
41. -¿Cómo armó tan rápido el equipo? Porque fueron campeones en el primer intento.
-El gran secreto de Carlos es el ojo que tiene. Ve cosas que los demás no ven, no sé cómo hace. El que sabe, sabe. No hizo casi incorporaciones. Siempre tuvo en la cabeza mezclar jugadores importantes con chicos que iba proyectando del club. Siempre vio para abajo, eso no lo perdió nunca.
42. -Cuando asumieron, ¿imaginaban que serían campeones tan pronto?
-No se hablaba de eso. Sí notamos, a poco de empezar, que era un equipo duro, Carlos estaba conforme pero jamás se nos podía ocurrir que terminaríamos ganando la Libertadores al año siguiente. La cosa empezó a rodar, y se fue dando. Para mí, Bianchi fue un tipo menospreciado por los medios con el tema del “celular de Dios”. Carlos tenía un problema: no era muy amigo de los periodistas. Vamos a ser sinceros.
43. -¿En qué momento se dieron cuenta de que podían ser campeones?
-Ya por la mitad del campeonato, estando arriba, vimos que íbamos a pelearla. Fue mi primer título. Aparte en Vélez ya había estado muy cerca un par de veces. La gente lo vivió con mucha intensidad: era ganar un título después de 25 años y con un ídolo del club como Carlos, que había estado como jugador en el título del 68. Empatamos a la tarde con Estudiantes en La Plata, y fuimos al hotel a ver si se daba la consagración, teníamos que esperar que no ganara Independiente. Y no ganó. Salimos campeones en el hotel (risas).
44. -¿Cómo manejaron los egos de Chilavert y Trotta? El día que Chila metió su primer gol de tiro libre se cruzó fuerte con Trotta en el vestuario.
-José Luis era un tipo que iba al frente y Roberto, también. A Trotta no le gustó que Chila pateara el tiro libre, para mí nunca vio que Bianchi le hizo la seña de que fuera a patear, porque si hubiera visto la indicación de Carlos se habría quedado callado. A Chilavert le gustaba patear, se quedaba después de hora practicando, sabía que lo hacía mejor que el resto y se jactaba de eso. Es cierto que esa tarde hubo una discusión entre los dos en el vestuario y los separaron, pero después no hubo problemas, los dos tiraban para el mismo lado.
45. -A los 6 meses de ganar el primer campeonato, arrancan la Libertadores, ¿se planteaban la posibilidad de ganarla?
-Nooo, siempre fue serio Carlos, siempre tuvo mucha confianza, pero era imposible plantear algo así. Sabíamos que éramos un equipo duro y que no nos iban a ganar así nomás. Carlos tampoco era de decir: “vamos a hablar de la Libertadores” o “vamos a hacer esto para salir campeones”. No, siempre hizo todo con mucha naturalidad, no quería que se transformara en una obsesión o una presión para el plantel.
46. -Después de clasificar en el grupo que compartían con Boca, Palmeiras y Cruzeiro, pasaron 3 de las 4 llaves por penales, ¿cuál era la clave?
-En la primera fase terminamos primeros en ese grupo tan difícil, ¡eh! Y en los penales, más allá de la capacidad de Chilavert para atajarlos, parte del secreto es que Carlos le daba mucha tranquilidad al jugador. Mi sensación es que era un tipo que transmitía serenidad, era como si les dijese: “yo estoy tranquilo porque son ustedes los que me hacen estar tranquilos”. Jugaba con eso, no era de gritar “¡ahora vamos con todo!” y ese tipo de cosas.
47. -¿Cómo afrontaron la final en el Morumbí contra el San Pablo de Telé Santana, que había ganado las dos últimas Libertadores?
-Carlos metió defensa de 5, lo puso al Flaco Pellegrino entre los centrales, y hubo que aguantar. Encima nos metieron el 1-0 en el primer tiempo y en el segundo echaron a Pacha Cardozo. Creo que por eso el menottismo no lo quiere ni ver a Carlos, pero Carlos no tenía empacho en poner 5 defensores si hacía falta, no le preocupaba el “qué dirán”. Tampoco podías decir que los equipos de Bianchi eran defensivos porque siempre atacaron. Yo creo que hubo tres historias futbolísticas en el país. Defendamos, Bilardo; ataquemos, Menotti y el equilibrio, Bianchi. Así de simple. En la Argentina, creo que la pelea menottismo vs bilardismo nos hizo mucho daño, porque no te permitían ver lo bueno del otro.
48. -¿Qué les dijo Bianchi a los jugadores ante semejante rival y en semejante escenario?
-Las charlas de Carlos antes de los partidos y frente al grupo eran breves. Había un mensaje para que salieran preparados mentalmente, alguna referencia a la pelota parada, y una indicación de si había que defender más que atacar en algún momento y chau, ahí se terminaba. El grueso de las charlas era individual y Carlos las iban dando en los días previos, en la concentración. A mí llamaba y me decía: “Hola, Julio, mándeme a Basualdo”, por ejemplo. Y en su habitación le hablaba mano a mano. Y no solo de fútbol, sino de cómo estaban, cómo se sentían, si en la semana él había notado algo, se lo remarcaba. Carlos tenía ese trato personalizado.
49. -¿Qué recordás del momento en que levantaron la Copa?
-Casi todos estábamos enloquecidos, sacados por la emoción. El único que festejaba lo necesario era Bianchi, seguramente porque estaba acostumbrado a los éxitos. Ojo: gritaba los goles, se calentaba también, pero no festejaba de modo desenfrenado.
50. -¿Se veían con chances de ganarle la Intercontinental al Milan de Capello, que venía de aplastar al Barcelona de Cruyff?
-Sabíamos que era un partido re jodido, pero nos teníamos confianza, no es que íbamos entregados. Además, Bianchi decía: “nosotros sabemos mucho de ellos, pero ellos saben poco de nosotros”. Carlos vivió eso en Europa. “¿Qué carajo es Vélez?”, habrán pensado. Y eso lo jugó como incentivo: “para ellos somos una mierda, no somos nada, ¡vamos a demostrarle lo que somos!”. Eso estaba presente. Cuando salimos a la cancha, los jugadores de Vélez cantaban los cantitos de la hinchada y los tanos no entendían nada.
51. -¿Es cierto que Asad casi no juega esa final con Milan?
-Con Carlos lo habíamos puesto contra las cuerdas por el tema del peso. Yo era de estar encima del jugador y le hinchaba las bolas, pero cuando te hablaba Bianchi era otra cosa, porque peso graso es peso graso, no es músculo. Y el Turco era gordo. Carlos lo llamó y le dijo mano a mano, clarito, que si pesaba más de 93, no jugaba. Yo tenía la balanza en la pieza, lo hacíamos pesar ahí mismo. Después, también se transformó en rito. Eso se da mucho en el fútbol: te va bien y es el propio jugador el que te dice, “¿hoy no me llaman para pesarme?”. O algún colaborador te comenta: “No te olvides de llamar al Turco y al Turu para pesarlos”. La que fue mundial fue la del ataque comando.
52. -Te escucho...
-Yo había chispeado que los dos gordos habían hecho entrar a alguien, me pareció que le llevaban dulces. Se lo comenté a Ischia y a Bianchi. Era en la concentración, entonces organizamos un ataque comando a la habitación que compartían el Turu y el Turco (risas). Después de la cena, golpeamos la puerta, pa, pa, pa, preguntaron quién era y ahí les entramos los tres de golpe. “Esto es una requisa, nadie se mueva”, gritaba Bianchi, ja, ja, hasta que encontramos 3 o 4 Titas que tenían escondidas y ellos dijeron: “No, no, con estos no se puede, seguramente fuiste vos profe” (risas).
53. -Cristian Traverso contó que en Boca hacían entrar milanesas de contrabando a la habitación de Riquelme. ¿Ustedes lo sabían?
-Mirá, una cosa es que te entren una milanesa el viernes, cuando jugás el domingo, y otra es que la metan la noche anterior al partido. Nosotros hacíamos concentraciones largas, en algunos casos la dejábamos pasar, porque tampoco podés pelearte todos los días con los jugadores. “Dame una”, sería el mensaje. Y se las dábamos.
54. -Bassedas contó que eras muy duro como profe pero que después, si había que dar una vuelta carnero, la dabas.
-Sí, yo era muy histriónico, imitaba a distintas personas, eso lo hacía desde joven. Una de mis actuaciones más importantes era en los picados de los sábados, donde hacía de árbitro. Era la época de Castrilli, y lo imitaba. Me compraron tarjetas. Y un día directamente me vistieron de árbitro, todos se mataban de risa, servía para descomprimir y divertirse.
55. -El profe suele ser confidente de los jugadores, pero también le debe fidelidad al técnico, ¿cómo lo manejabas?
-En realidad, el jugador lo que te cuenta es la malaria, ahí sos un paño de lágrimas, pero a veces también te cuenta algo para expresar su bronca y que le llegue al técnico. Y ahí yo lo charlaba con Carlos, que era un tipo muy abierto, nos daba cabida a los que trabajamos con él. (“El profe es la mamá y el técnico es el papá, la mamá filtra todo y cuando llega al papá, es el que marca las cosas más importantes”, agrega la esposa de Santella, atenta a la conversación).
56. -¿Por qué no anduvieron en la Roma?
-Creo que el espíritu del plantel en general no coincidía para nada con el de Carlos. No podía bajar su mensaje, era como pedirle que empezaran de cero, y no estaban dispuestos. Ojo: no son todos así en el fútbol italiano, eh. La Roma tenía sus cosas, tenía mucho romano, ¿viste? El romano en Italia es el romano, los de abajo son mirados de reojo, para ellos son los turcos, y los del norte son los garcas. Solo ellos son los verdaderos italianos. Ellos cantan, con música de Guantanamera: “La capitale, noi siamo la capitale”. Era cantito de la tribuna pero los jugadores también lo cantaban. Son la capital. Qué sé yo, creo que podíamos haber hecho más si había otras condiciones, no era mal equipo.
57. -¿Y qué les pasó en Atlético de Madrid?
-Tengo la impresión de que ese no era un equipo para pelear arriba. Teníamos un 2 malísimo, fuera de joda (risas). Ahí no hubo problemas en llegarle al jugador, el idioma era fácil, teníamos buena onda, pero creo que se hicieron ilusiones con un equipo que era discreto.
58. -¿Qué viste en las primeras prácticas de Boca en Tandil junto a Ischia, mientras Bianchi terminaba de comentar el Mundial en Francia?
-Ahí tenés la muestra de cómo Carlos confiaba plenamente en sus colaboradores. Nos pidió que arrancáramos la pretemporada. Al llegar, mi primera impresión fue que el jugador de Boca estaba en penitencia. Y que sentía que venía un técnico con pergaminos, porque salir campeón de América y del mundo con Vélez no es joda, ¡y encima ante semejantes rivales! El jugador de Boca me parece que dijo: “Este es un técnico de verdad, no lo jodamos”. O sea que no nos costó nada. Hicimos lo que hacíamos siempre, con naturalidad.
59. -¿Es cierto que Bianchi les dijo de entrada a Riquelme, Guillermo y Palermo que serían titulares todo el campeonato?
-Sí, es cierto. Había cosas que él adelantaba al jugador para demostrarle confianza. Lo hacía seguido.
60. -¿Cuál fue la clave para ser bicampeones con 40 partidos invictos?
-Carlos armó bien el andamiaje defensivo y después Riquelme, Guillermo y Palermo tuvieron un año excepcional, definían todo. Para Palermo fue muy importante tener de técnico a Bianchi. “Erraste uno, no te hagas problema”, lo tranquilizaba, y no se lo decía cualquiera, sino un tipo que había metido dos millones de goles. Bianchi captó rápidamente cómo había que usar a Palermo para que fuera el gran goleador del equipo y del campeonato. El otro día estaban pasando unos partidos de esa época por la tele y vi un rato: ¡cómo jugaba Riquelme! Porque además de todo, ¡lo que corría! Y después, Carlos siempre observaba las inferiores e iba subiendo a jóvenes para mecharlos, mirando más allá, como a Burdisso, Battaglia y tantos más.
61. -Venían de ser bicampeones, arrancaron la Libertadores, ¿Carlos te comentaba que la iban a ganar?
-Jamás me hizo ese tipo de comentarios, ¿para qué iba a andar echando más leña, si sabés que hay que ganar? Si se transforma en obsesión no es positivo. Hizo al revés, en vez de llenarse la boca hablando de eso, el tipo siempre estaba tranquilo y le daba seguridad al jugador.
62. -¿Te sorprendió que pusiera a Palermo en la revancha contra River, en la Copa, cuando nadie se lo esperaba?
-En las prácticas lo veíamos bien a Martín, estaba en recuperación, pero podía jugar. Con Carlos hablábamos todos los días de cómo estaban los jugadores, mirábamos los detalles. Creo que Bianchi ahí obró como el 9 que fue. “Este es un goleador, entra y va a llamar la atención, entra y se cagan todos”, seguramente fue su pensamiento. Entró y la cancha se vino abajo. Fue una noche inolvidable.
63. -¿Contra el América en el Azteca la veías negra?
-Ese día jugamos realmente muy mal, estaba difícil, pero al viejo no se le movió un pelo. Si era otro técnico, por ahí daba muestras de que se había perdido, pero no, Carlos jamás le demostró al jugador que estaba preocupado. Vino el gol de Samuel y no sabíamos ni cómo abrazarnos.
64. -¿La pegatina de recortes con las declaraciones de Scolari en la final del Morumbí fue idea tuya?
-No, no, fue todo de Bianchi. Llegué al vestuario y estaban los lockers con la nota pegada, a mí me sorprendió también. La hizo porque tuvo ganas, consideró que ese estímulo podía ser útil.
65. -¿Y de quién fue la idea de que Ischia fuera detrás del arco para decirle a Córdoba dónde pateaban los penales los de Palmeiras?
-Ischia siempre fue medio trasgresor, así que es muy probable que haya sido su idea, y si fue de Bianchi, seguro que Ischia la aceptó con ganas y que se sintió cómodo en ese rol. En esa época no había tanto control de la Conmebol.
66. -¿Percibías mal clima interno antes de la final con el Real Madrid?
-Nunca tuvimos discusiones en el plantel ni vimos que ellos pusieran malestares en evidencia. Por ahí venían y te decían: “Profe, ¿me puede poner con tal y tal en la mesa?”. Eso pedían de un lado y del otro, y no había problema. Un grupo se cambiaba en un lado y el otro, en el otro, pero nunca se vieron malas caras en las prácticas y mucho menos que no se pasaran la pelota o no se mataran por el compañero en los partidos. Se exagera mucho con este tema.
67. -¿Palermo le pidió a Bianchi que pusiera a Guillermo?
-No lo sé. De lo que sí estoy seguro es que, más allá de si le pidieron o no, Bianchi hizo lo que él quería, lo que consideraba que tenía que hacer.
68. -¿Qué les pidió Bianchi?
-Yo no estuve en la charla, nunca estaba. Pero estoy seguro de que les dijo algo así como: “Estos se creen que nosotros vamos a venir acá a meternos atrás. No, vamos a jugar, vamos a sorprenderlos”. No les dijo: “guarda con este que es un fenómeno”, “ojo con aquel que es un crack”, ni que entráramos a ver qué pasaba. No, no, Carlos soltó al plantel para que le fuera a pelear; después, que lo emboqués dos veces en siete minutos, bueno, eso sí no estaba planificado (risas).
69. -¿Podían creerlo?
-La verdad que no, nosotros jodíamos con Ischia en el banco, “pellízcame que no puede ser”, ja, ja. Era un equipo duro el nuestro, te podía plantear un partido de romper en el medio, de no darte ninguna chance, de cuidarse, después, cuando se venía el Madrid, fue “dénsela a Riquelme para que la tenga”.
70. -Reciben la Copa y las medallas, llegan a lo máximo, ¿qué comentarios hacían entre ustedes?
-¿Querés que te diga la verdad? Por supuesto que se disfrutaba ese logro increíble, pero Carlos estaba acostumbrado. Era algo que podía ser. ¿Por qué no vamos a salir campeones del mundo? ¿El Real Madrid? ¿Quiénes son? Por ahí andaba un poco su pensamiento. Creo que su pasado como jugador, estar relacionado tantos años con el fútbol europeo, le daba esa sensación. Los nuestros se iban a jugar la vida en ese partido, el futbolista europeo, no sé. Y eso lo usó Carlos.
71. -Al año siguiente otra vez ganaron la Libertadores, ¿cómo los remotivaba Bianchi?
-Se fue dando una renovación también. Chicos que subían y se iban consolidando, otros que llegaban como refuerzos, algunos que se iban. Carlos sabía que los que se mantenían en el plantel eran unos fierrazos, no necesitaba decirles nada. Porque otra cosa que tenía Bianchi es que decía: “no podés decirle que no a un jugador”. Es decir: llegaba una oferta y Carlos les decía “ándate”. Si no, al que se queda a disgusto porque no se concretaba su venta, le labura la cabeza. Los empresarios le hacían la cabeza al jugador.
72. -¿Contra el Bayern Munich los robaron?
-No, porque si no tenés que creer que cuando te fue bien era porque arreglaban los partidos. Y no fue así. Después, son cosas que se explotan comercialmente. Los medios tiran cosas y se toman como verdad, pero yo no creo en eso.
73. -En la mayoría de las fotos de los festejos, con Vélez y Boca, no se te ve, ¿por qué?
-”Se escondía” (se anticipa BiVi). No iba, me parecía que no era mi lugar. Una vez se dio algo raro, el que metió la pata fue Bianchi. En el primer campeonato con Boca, el Apertura 98, festejábamos en la Bombonera, los jugadores nos empezaron a agarrar, y 4 o 5 lo levantaron a Carlos en andas y otros 4 o 5 me levantaron a mí. En un momento Carlos pidió que nos bajaran, y él me subió encima de los hombros. Y esa foto salió en la tapa del suplemento deportivo de Clarín. ¡Me hacés acordar de cada cosa! (se emociona). A partir de ahí mucha gente dijo “¿quién es este tipo?”. Claro, me llevaba Bianchi en andas. “Ahí está la grandeza de esta persona, de ponerse en segundo plano” (se suma BiVi). Ese no es un gesto habitual de los técnicos, para nada.
74. -¿Por qué se fueron de Boca a fines de 2001 y por qué volvieron al año, siempre con Macri de presidente?
-Irse fue una manera de Carlos de mostrarle a Mauricio que no estaba de acuerdo con algunas cosas que se daban, porque si a Mauricio lo dejabas, te armaba el equipo (risas). Después de un año, seguramente se sentaron a hablar, y Carlos le dijo: “Vuelvo, pero esto, esto y esto lo manejo yo y vos no te metés, los jugadores los traigo yo”. Nunca lo hablé con Carlos, pero jugate la vida que la charla anduvo por ahí.
75. -Vuelven y levantan otra vez la Libertadores, sin penales y ganando los últimos 7 partidos de manera consecutiva. Aplastaron a los rivales.
-Fue tremendo, sí. Creo que fue 6-0 global al América de Cali en las semifinales y 2-0 y 3-1 al Santos en la final. En esa Copa descubrimos a Tevez. Bah, no es que descubrís nada, ¿viste cómo es en el fútbol, no? Vos tenés que tener una llave, eso decía el Loco Lorenzo: “Si no tenés una llave que abra la puerta…” (le imita la voz). Como que a los demás, de alguna forma lo conseguís, un central más alto o un lateral más rápido… Pero tanto Riquelme en las primeras Copas como Tevez en 2003 tenían la llave para abrir la puerta. Y la llave es la llave.
76. -¿La Intercontinental con el Milan en los papeles la veían más sencilla o más difícil que la del Madrid?
-Al Real Madrid lo embocamos rápido y eso nos dio seguridad de entrada. Con el Milan fue un partido mucho más peleado, lo empezamos perdiendo 1-0, lo empatamos y después ganamos en los penales. Este tipo (Bianchi) algo debía tener con los penales, eso es indudable.
77. -En la semi de la Libertadores 2004, hizo patear a Ledesma y Álvarez, dos pibes, ¿te consultaba en esos casos?
-Para nada. Es imagen la tengo muy presente. Los jugadores estaban en el suelo, yo ahí adelante diciéndoles “aflójense”, qué se yo, las boludeces que les podés decir, y Bianchi iba caminando con la lista en la mano. El tipo iba mirando las caras y anotando. Me acuerdo de Álvarez como si fuera ahora, desde el piso lo miraba como diciendo “elegime a mí”. Y Carlos lo vio. Eso es bestial, que el tipo designe evaluándolos por la mirada es bestial, le guste o no le guste a los demás.
78. -¿No ir a recibir las medallas de segundo puesto en Colombia no fue de mal perdedor?
-Viste, venís de perder una final, entrás al vestuario y te querés matar. Estás un poco caliente, un poco muerto, había mucha gente en el campo, sabés que tenés que ir a buscar la medalla, pero en ese momento pensás “que se la den a cualquiera”, y listo.
79. -¿Te avisó Carlos que iba a renunciar en ese momento?
-Cuando tomó la decisión vino a casa para avisarme. “Me voy, pero quédese tranquilo, ya veremos cómo sigue”, o algo así me dijo, no me dio muchas explicaciones.
80. -¿Bianchi te trata de usted después de tantos años?
-Sí, es el día de hoy que me trata de usted. Quedó de cuando él era jugador y yo el profe, no se lo sacó (risas).
81. -¿Hubo chances reales de agarrar la selección en algún momento?
-Creo que no, si no Carlos me lo hubiera comentado en algún momento.
82. -¿Por qué creés que no se dio?
-Para mí hubo alguna charla por interpósita persona, lo tantearon y, conociéndolo, Carlos le debe haber dicho a ese interlocutor: “Decile a Grondona que el equipo lo armo yo, no él”, entonces tendría que haber entrado a los roscazos y cachiporrazos. Carlos debe haber creído que Grondona se le iba a meter. O que no estaba lo suficientemente convencido. “Yo iba a traer a coso, pero la gente tiene razón, tenés que ser vos” (imita a Grondona), una cosa así le podría haber dicho. No era un “tomá y hace lo que quieras”. Y a Carlos eso no le cerraba.
83. -¿Alguna vez discutiste feo con Bianchi?
-Nunca, ni feo ni no tan feo. Carlos es un tipo muy racional, muy lógico.
84. -¿Cuál fue tu último trabajo en un plantel?
-Con Mostaza Merlo, en Racing, año 2006, al volver del Atlético de Madrid. Merlo necesitaba un profe y lo hablé con Carlos. “Vaya, Julio, si sale algo después, lo vemos”, me dijo. Al poco tiempo, en un Boca-Racing, me vio Pedro Pompilio, me esperó al finalizar el partido y me dijo: “¿Qué estás haciendo acá? Mañana mismo llamame que quiero tener una entrevista con vos”. Y al día siguiente fui y me dijo: “Vos tenés que estar en Boca, elegí lo que querés hacer, si profe de la Primera, de una división determinada o coordinador”. Me dio todas las posibilidades. Y agarré como coordinador de los profes de inferiores: elegía a los que incorporábamos y determinaba la tipología de trabajo. Eso lo hice varios años hasta que me descompuse un día y después de algunos análisis salió que tenía un tumor en el estómago.
85. -¿Por eso no lo acompañaste a Bianchi en su última etapa en Boca, en 2013/14?
-Claro. Carlos vino a buscarme pero yo no me sentía con fuerzas, no estaba para pelear. En la operación me sacaron el estómago y el esófago, tenía un tumor cancerígeno. Hoy estoy con cero estómago y cero esófago, me unieron la tripa con la parte de arriba, y acá estamos, bastante bien. “Tiene que comer como si le hubieran hecho un bypass gástrico, cada 2 horas -acota su mujer-, pero cada día se fue sintiendo un poco mejor. Antes era un purecito y cada vez le fue sumando más cosas”. Ahora ya ceno como un tipo normal, lo único que cuesta digerir es la carne.
86. -¿Cómo estás de salud?
-Sin problemas, la operación fue hace 9 años, y me hago muchos controles, por suerte estoy bien y como bastante normal. Suelo salir a caminar todos los días unas 30 cuadras, media hora, cerca de casa, por Palermo.
87. -¿Qué hacés actualmente?
-Nada, estoy absolutamente jubilado. Escribí un libro sobre preparación física, pero no me animo a publicarlo porque nadie me asegura que los dueños de las fotos que usé me hagan un juicio, ¿viste?
88. -¿Mantenés contacto con jugadores?
-Solo con José Luñiz, aquel centrodelantero que tuve en Colón cuando recién empezaba. Y después estoy en dos grupos de whatsapp: uno de Vélez el 79 y otro de Vélez del 87.
89. -¿Con Bianchi te seguís viendo?
-Sí, claro, vamos juntos a caminar a veces, vivimos bastante cerca.
90. -Hace poco aparecieron en una foto con Bianchi e Ischia en un restaurante.
-Sí, me invitaron a comer a Puerto Madero, pero no me dijeron que era por mi cumpleaños. No sabía que era para mí. Fue hermoso.
91. -¿Quiénes fueron los mejores amigos que te dio el fútbol?
-Fui muy amigo de Carlos Román, el ayudante de Lorenzo, obviamente Carlos (Bianchi) es un gran amigo, con Ischia también nos vemos seguido, porque hasta las familias tienen relación…
92. -¿Qué sentiste cuando le pusieron tu nombre al gimnasio de Boca?
-Eso fue muy lindo, no me lo esperaba, de verdad. Estábamos con mi mujer y unos amigos en las termas, y me llamaron para recordarme que me tenía que presentar para una reunión. Era una sorpresa. Yo no quería ir, les decía que estaba en las termas, entonces me lo tuvieron que decir (risas). Fue en 2016, estuvo Guillermo (Barros Schelotto), que era el técnico en ese momento, también Tevez. Fue muuuuy lindo, esa sensación de que quedás para siempre es hermoso.
Se inauguró el gimnasio "Julio Santella"Se inauguró el gimnasio "Julio Santella" Con la presencia del presidente Daniel Angelici, el técnico Guillermo Barros Schelotto y jugadores del plantel y de todos los tiempos de la historia del club, Boca Juniors inauguró oficialmente las ampliaciones del Centro de Alto Rendimiento Gatorade, bajo el nombre Julio Santella, preparador físico que con su tenacidad y sabiduría marcó las últimas décadas de la institución.
Posted by BOCA on Thursday, October 20, 2016
93. -¿Te sentís una referencia en la preparación física?
-Y... de algún modo, sí. No por los campeonatos ganados, sino porque le dediqué mucho tiempo a esto. Por todos los años en que trabajé, también por las clases que di y porque fui creador de APEFFA, la Asociación de Profesores de Educación Física del Fútbol Argentino, junto a Luis Bonini, Alfredo Weber y algunos más…
94. -En estos años empezaron a dirigir a Boca a varios jugadores del ciclo Bianchi: Arruabarrena, Guillermo, Battaglia, ahora Ibarra, ¿a quién viste mejor?
-En eso soy un queso, porque si un día me hubiesen preguntado a quién veía como técnico de Boca, te hubiese dicho: “Diego Cagna”, porque era un tipo pensante, analizaba todo, pero de otros quizá no lo hubiera pensado. Hay tipos que vos ves que tienen condiciones de líder.
95. -¿Cómo lo ves a Riquelme manejando el fútbol de Boca?
-En toda actividad que te inicies siempre habrá un bautismo de fuego. Riquelme está empezando, no era directivo antes, entonces es probable que se equivoque, ¿cómo no se va a equivocar? ¿Por ser Riquelme no se va a equivocar? Román siempre fue un tipo inteligente, que supo ganarse la gente, qué se yo, ¿por qué no podría irle bien?
96. -¿No vas a la cancha?
-No, no voy, pero sé que si quisiera ir con amigos, si pido entradas para ir a ver a Boca, por ejemplo, estoy seguro de que me las darían. Quizá vaya para algún partido puntual.
97. -¿Cuántos hijos tenés y a qué se dedican?
-Tengo tres hijos y cinco nietos. Verónica, mi hija mujer, está en pareja con Federico Higuaín y tiene a Santino, Nicolino y Merlina. Después está Pablo, que es profe, y tiene a Lucca y Matteo. Y Julián, mi otro hijo, es técnico en sonido y diseño, nada que ver con el fútbol.
98. -¿Cómo te llevás con tu consuegro el Pipa?
-Bien, sin problemas. Vero y Fede se conocen desde chiquitos, del Balneario 12 de Punta Mogotes, porque ahí siempre hubo una tira de carpas para los jugadores y técnicos, para la gente del fútbol, y allí se conocieron, en las vacaciones.
99. -¿A Pablo le metiste presión para que siga con el legado?
-Para nada, la esposa también es profe. Obviamente los llevaba a los entrenamientos cuando eran chicos, porque les gustaba el fútbol y correr detrás de la pelota, eso sí lo hacía.
100. -Pablo trabaja con Eduardo Domínguez, que está casado con Brenda, la hija de Bianchi. De algún modo sigue la sociedad Santella-Bianchi…
-Ja, ja, sí, seguimos cerca con Carlos, pero no somos de meternos. Eduardo es bastante callado, muy serio, en ese sentido se parece un poco a Carlos. Pero las comparaciones nunca son buenas, hay que dejarlo tranquilo.
Ficha personal
Nombre: Julio Eduardo Santella.
Nacimiento: 4 de abril de 1946, en Mar del Plata.
Edad: 76 años.
Trayectoria como jugador: Unión de Mar del Plata, Estudiantes de La Plata (Tercera División), Deportivo Español (Primera B) y Ferro de Olavarría.
Como preparador físico: Selección juvenil (1972), All Boys inferiores y Primera (1974-76), Colón de Santa Fe (1978), Vélez (1979-80), Deportivo Italiano (1981), San Lorenzo (1982), Vélez (1982-83), Atlanta (1983), Vélez (1984-85), Racing (1985), Platense (1986-87), Huracán (1988-91), Independiente (1991-92), Vélez (1993-96), Roma (1996-97), Boca (1998-2001 y 2003-04), Atlético Madrid (2005-06), Racing (2006), Boca coordinador de inferiores (2006-12).
Títulos: ascenso con San Lorenzo (1982); ascenso con Atlanta (1983); ascenso con Racing (1985); ascenso con Huracán (1990); 3 campeonatos locales, 1 Libertadores, 1 Intercontinental, 1 Interamericana (Vélez); 4 campeonatos locales, 3 Libertadores y 2 Intercontinentales (Boca).
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