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Las 100 preguntas a Fernando Signorini, el Ciego que vio de cerca al Maradona que pocos conocieron
El preparador físico empezó a trabajar con Diego en España, cuando jugaba en Barcelona, y luego integró su cuerpo técnico con la selección en el Mundial de Sudáfrica 2010; estuvo a su lado en los peores momentos, repasa anécdotas inéditas y afirma: “Era un milagro que Diego estuviera vivo”
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Fernando Signorini tiene 70 años y es preparador físico, aunque prefiere que le digan “preparador de futbolistas”. Hijo del dueño de una fábrica en Lincoln, se rebeló ante el mandato familiar y viajó a España con su esposa, con 1.100 dólares en su bolsillo y sin billete de regreso. Quería ver de cerca los entrenamientos del Barcelona de Menotti pero el destino lo puso frente a Maradona, y se transformó en su preparador personal durante sus años más intensos, que incluyeron tres Mundiales como futbolista (1986, 1990 y 1994) para luego ser el profe de la Selección en Sudáfrica 2010.
En estas 100 repuestas, una de las personas que conoció más en profundidad a Diego, habla de su oficio, de lo que aprendió en el fútbol, pasa lista a diferentes temas y protagonistas, y repasa al detalle y sin eufemismos, la vida tan especial del hombre que nos sigue conmoviendo desde el más allá.
1. -¿Quién es Fernando Irlando Signorini?
-Te contesto con otra rima: “Yo soy lo que soy, y soy aquello que quise ser, que ser sin haber querido, no tiene razón de ser”. Te explico: yo estaba casi condenado a ser lo que mi padre quería que fuera. Que lo sucediera en su empresa de subproductos ganaderos derivados de la grasa. Establecimiento Lincoln se llamaba, más conocido como La Jabonería. Mi viejo era el dueño, pero falleció cuando yo tenía 19 años.
2. -¿De qué murió?
-De un accidente insólito. Tenía criadero de perros pointer de caza y ovejero alemán. El 30 de julio de 1970 estaba en el patio de la empresa entrenando el carácter de un ovejero. Mi padre tenía el perro y Carlos, su amigo, lo azuzaba con una bolsa enroscada en el brazo izquierdo y con el derecho disparaba con balas de fogueo. Se le acabaron, fueron a buscar de verdad y en un momento el perro se le fue encima, Carlos se asustó, se resbaló y su disparo calibre 22 le dio a mi viejo en la clavícula. No parecía importante, pero el doctor Parma, de nuestra ciudad, no le encontraba la bala, entonces lo trasladaron a Buenos Aires. Y se murió. Viajamos con mis hermanos, pero no quise verlo, preferí quedarme con mi última imagen. Tampoco lo pude llorar. Me pasó con Diego también y me pasa con los seres queridos: no le quiero dar el gusto a la puta muerte. ¿Qué se cree la muerte, que es tan poderosa? Prefiero recordarlos con una sonrisa.
3. -¿Por qué te dedicaste a la preparación física?
-Era el menor de los tres hermanos y tenía una idea muy distinta a la de mi familia. Desde los 12 años, mi trabajo los fines de semana era ir a la casa de los obreros de la fábrica a ver qué necesidades tenían. En muchos casos vivían en ranchos. Me esperaban con torta frita o pasta frola y ahí aprovechaba para escuchar los partidos de fútbol relatados por Fioravanti o por Muñoz. Con la muerte de mi padre, mi hermana y mi hermano quedaron a cargo de la firma. A mí no me gustaba estar encerrado y acá juega también la casualidad: estaba en la Confitería Tótem del centro de Lincoln con un amigo y entró otro amigo de ambos y nos dijo “mañana cierra la inscripción para estudiar profesorado de educación física y poder trabajar en escuelas”. Me surgió anotarme y así empezó todo. Por eso digo que mi currículum es más producto de la casualidad que de un proyecto.
4. -Apodo de infancia.
-Los empleados de la fábrica me decían Ruso o Polaco, porque era rubio. En el secundario un compañero me puso Mosca: era inquieto, parece que molestaba y como desde muy chico soy corto de vista y usaba anteojos culo de botella, eso ayudó al apodo. Y Diego me decía Ciego. No hace falta explicar demasiado por qué.
5. -¿Eras futbolero de pibe?
-Sí, claro, en esa época te la pasabas jugando a la pelota. Era delantero, muy veloz, en el baby de Linqueño me ponían curitas para que no se me escaparan los anteojos. Uno de mis mayores logros fue que me eligieran en una selección de baby de Lincoln para ir a jugar a Buenos Aires. Mi viejo no quería saber nada, decía que los que se dedican al fútbol eran todos vagos.
6. -¿Hincha de...?
-Me hice de River para llevarle la contra a mi hermano, que era de Boca. Cuando lo quería cargar porque ganaba River, me pegaba 3 o 4 cachetazos, así que no me fue bien con esa elección (risas).
7. -¿En los picados con Diego jugabas en su equipo o en contra?
-Me gustaba jugar en contra para hacerlo saltar. Me podía meter 10 caños, pero si yo le metía uno, me iba a tener que aguantar. “¿Eso es todo lo que tenés?”, me decía Diego (risas). Hay una linda anécdota de cuando jugaba en Napoli, ya en la época en que Diego tardaba en volver desde Argentina. Me llamó un día y me avisó que llegaba el sábado a Fiumicino, entonces avisé al club que íbamos el domingo a Soccavo, el predio de Napoli, para moverlo a Diego un poco, para “sacarle el avión”. Se ve que se corrió la bola porque llegamos y estaba Carmine Giuliano, el capo de la barra, con varios muchachos, los bombos, los platillos y las banderas colgadas. Del otro lado, había 10 o 12 periodistas. Después de moverlo un poco, fuimos a patear unos penales. Un desafío: Diego contra mí.
Picados con Diego
Picadito. pic.twitter.com/WW8cdB3uDp
— Fernando Signorini (@signoriniok) May 11, 2021
8. -Te pasó el trapo.
-No, no. Fuimos metiéndolos, íbamos 9 a 9, Diego pateó el décimo y pegó en el palo. Me quedaba el último y me agarró una duda existencial: “¿Qué hago? ¿Se lo meto y se me cae anímicamente?”. Pero enseguida me convencí de lo contrario: “Nooo, si es la única vez que le puedo ganar a este hijo de puta”. Así que se lo metí, gané, y me pidió la revancha. “No, para mí esta fue la final del Mundial”, le decía. “Vení, Ciego, la concha de tu madre, dame la revancha”, me puteaba. Encima con periodistas e hinchada. Ni loco.
9. -¿Diego te decía siempre “Ciego”?
-Ciego o Fer. A mí me hacían bullying en la escuela, con Anteojito y Antifaz, varias veces me agarré a trompadas. En primer grado me tuve que quedar los cuatro recreos en el aula porque escribía mal lo que habían puesto en el pizarrón. Soy recontra miope, tengo 21 de dioptría. En el 89 descubrí que tenía presión ocular. Era glaucoma, pero no me operé. Mi sugerencia a todo el mundo es que se tome la presión ocular, por algo se lo llama el asesino silencioso de la vista. Y después, estando en Independiente con César (Menotti), sufrí desprendimiento de retina en el ojo derecho. Ese si me lo operé.
10. -¿Cómo la llevás ahora?
-Veo con muchísima dificultad, tengo la vista siempre como nublada, por eso uso gorra cuando hay mucha luz. Con el ojo izquierdo no veo casi nada, con el derecho debo tener un 40 por ciento de campo visual. Ando con mucho cuidado por la calle, los escalones son tremendos, me cuesta discernir los desniveles y ya casi no manejo. Tuve un período de mucha angustia, con ataques de pánico, hasta que fui a una psiquiatra que dio en el clavo. Me salvó la vida la oftalmóloga Gabriela Volpe, que me operó de glaucoma en los dos ojos, pero la afección sigue y el deterioro es importante. Lo que no quiero es agarrarme de una mano, porque el día que me agarre de una mano, no me suelto más. Para sintetizarlo en términos futboleros: en mi equipo, mi ojo derecho es titular pero en cualquier otro equipo no llega ni a suplente (risas).
11. -¿Cómo arrancaste en el fútbol grande?
-Después de terminar de estudiar, trabajé como profe en equipos de Lincoln y de la zona. En 1983 le dije a mi madre que renunciaba a la empresa familiar, que no quería nada. Lo único que le pedí es que me pagaran el billete de avión a España para mí y para Carmen, con quien me casé antes de viajar. Tenía 800 dólares ahorrados y en el desayuno de despedida tres amigos me dieron 100 dólares cada uno, así que nos fuimos con 1.100 dólares y sin billete de vuelta. Mis amigos me decían: “En tres meses estás de vuelta”. No conocía a nadie, mi idea era ir a Barcelona porque me había seducido el discurso de César y quería ver sus entrenamientos.
12. -La plata no te alcanzó mucho tiempo.
-Mientras intentaba legalizar mi título, hicimos amistades y el marido de una chica argentina que laburaba en pleno centro de Barcelona, nos prestaba la oficina para que se la cuidáramos de noche. Y ahí dormíamos. Se portaron de manera maravillosa. Y después conseguí trabajo como sereno en una muestra del Patronato de Leprosos, en pleno Paseo de Gracia. Tenía que cuidar tres stands de 10 de la noche a 10 de la mañana, pleno invierno. Un frío… Fue la primera y única vez que me dejé la barba. Mientras tanto, Carmen consiguió trabajo como profesora de tenis en la escuela de La Salut, dirigida por Manuel Orantes.
13. -¿Cómo llegaste al fútbol?
-Laburaba de sereno y después me iba al Nou Camp a tratar de ver las prácticas. Siempre había 70 u 80 personas en la puerta, porque estaba Diego también. Hablé un par de veces con Don Benito, el tipo de la puerta, que me veía siempre. Yo era bastante visible. Y un día le gritó a uno que caminaba por el playón, adentro: “Oye, tú, José Luis, acá hay un paisano tuyo que es profesor y lo quiere ver al Menotti”. Este hombre era José Luis Meléndez, un amigo de Diego, hijo de uno de los dueños de la confitería La Biela. Se acercó a la reja, le expliqué quién era y me hizo entrar mientras los de atrás gritaban “eh, sudaca hijo ‘e puta”. Al rato vino Menotti, me presenté y le dije: “César, quiero iniciar una experiencia en el fútbol europeo y me encantaría poder asistir a los entrenamientos sin molestarlo”. Me dijo que no había problemas, que dejara el nombre y al día siguiente iba a entrar. Y al día siguiente, Don Benito me vio y me dijo: “Oye, tú, pasa”, ante las puteadas de la gente otra vez (risas).
14. -¿Cómo empezó tu vínculo con Diego?
-El 28 de junio del 83 hacía mucho calor, estaba a la sombra de una columna, y de golpe llega un auto rojo echando humo, con esa manera que tenía Diego de manejar. Estacionó en el playón, fue a abrir una puerta y estaba cerrada. “¿Viste Diego? Dicen que al que madruga Dios lo ayuda, y es la primera vez que llegás temprano y no podés entrar”. Se rió. “¿Podés creer que sea tan verde yo?”, me dijo. Y agregó: “¿Así que sos profe, vos? Mirá, mañana jugamos la final contra el Real Madrid (Copa de la Liga), a la noche me voy a Buenos Aires y después de la pretemporada en Andorra, te quiero invitar a comer un asado en casa, porque con Jorge (Cyterszpiler) vamos a abrir una escuela de fútbol y necesitaremos un profe”. No lo podía creer.
15. -¿Cumplió con la invitación?
-Pasaron las vacaciones y me tomé un micro para ir a la pretemporada en Andorra. Paré en un hostal. Estaba con la guita justa. Desayunaba lo más fuerte que podía y aguantaba hasta la noche con dos paquetes de galletitas. Fui a la puerta el primer día, me vio Menotti y me hizo pasar y apareció Diego descalzo con los botines en la mano. “Eh, Profe, ¿por qué no te vas a la tribuna, que está Claudia con unos amigos tomando unos mates?”. Me ubiqué a unos 15 metros, y la propia Claudia me invitó a sentarme con ellos. ¡Me comí toda la pasta frola del hambre que tenía! (risas). Y a la vuelta de Andorra, Diego me invitó a comer a su casa en Paseo de San Francisco N° 5, subiendo la colina de Pedralbes.
16. -¿Diego hacía el asado?
-No, olvidate. Don Diego estaba siempre frente a la parrilla, era más fácil sacarlo a Diego de la cancha que a Don Diego de la parrilla. Y además, Don Diego manejaba todo con la mirada, ahí no había joda ni nada. Claudia, que es una anfitriona espectacular, se puso a hablar con mi esposa, tenían cancha de tenis en la casa y quedamos para jugar al día siguiente. Y así se empezaron a hacer más asiduas las visitas.
17. -¿Cuándo empezaste a trabajar con él?
-Al poco tiempo, el 24 de septiembre, Andoni Goikoetxea le rompió el tobillo. Fuimos con Carmen a verlo a la clínica. Diego estaba con una chaqueta blanca, con una carita… lo noté frágil, vulnerable. A partir de ahí lo empecé a visitar en la casa, Carmen ya le daba clases de tenis a Claudia. El doctor Oliva venía de Milan unos días y se iba, y una vez me pidió: “Profe, me tengo que ir esta noche, te encargo para mañana hacerle esto y esto”. Y de golpe me encontré ayudando a Diego. Una tarde, volviendo en su Mercedes de un lugar donde le había dado tremenda sandunga, me dijo: “Profe, te quería ofrecer que te quedes a trabajar conmigo como preparador personal”. La puta madre, cuando escuché eso me causó un gran impacto. Además, no existía ese rol. “¿Te parece, Diego? Van a decir que otra excentricidad tuya”. Le dije que lo pensáramos unos días. Puso carita, no le gustó mi respuesta.
18. -¿De verdad querías pensarlo?
-Noooo, esos días no se pasaban nunca. Fui a su casa a los tres días y Diego estaba en posición de loto en un sillón largo, cambiando de canales con esa cosa histérica que tenía con el control remoto. “¿Qué hacés, Diegucho? Estuve pensando y vamos a ir inventando esto y ver cómo nos va”, le propuse. “Perfecto, mañana pasá por la oficina de Jorge a firmar el contrato”, me contestó. “No, con vos no voy a firmar ningún contrato, de la relación nuestra no va a comer ningún ave negra”, le dije. Nada de abogados. Nos dimos un apretón de manos y listo. “El día que no estés más a gusto me lo decís y me voy sin reclamarte nada, y yo voy a jugar con las mismas cartas del mazo”, le comenté. Arreglamos un dinero pero sin firmar nada.
19. -Al poco tiempo firmó con el Napoli.
-Exacto, a las dos semanas me llamó Claudia para decirme que firmaban con el Napoli y fuimos a la casa de Diego a festejar. Al llegar vi a mucha gente que no conocía, la piscina estaba rosa del champagne, en fin, había cierto descontrol y me fui temprano. No sabía si me iba a llevar a Italia, pero a los tres días, tomando mate al lado de la pileta, Diego me dijo: “Preparate que pasado mañana nos vamos a Napoli”.
20. -¿Cómo trabajaron con ese tobillo fracturado?
-La lesión fue brutal, algunos decían que no iba a poder jugar más; otros, que el callo que se iba a formar no le iba a permitir tener la misma movilidad. Ahí fue clave la decisión del doctor Oliva de sacarle el yeso 40 días antes. En la pretemporada en Napoli, Diego estaba preocupado porque notaba rígido el tobillo. Hizo viajar a Aldo Divinsky, el kinesiólogo de Boca, pero nada. Un día, le dije: “Vos sos una Ferrari y necesitás un mecánico de Ferrari, hay que buscar al principal especialista de tobillo en el mundo y traerlo”. Averiguamos y viajó a Estados Unidos para ver a un especialista de fútbol americano, donde se producen las lesiones más importantes del deporte.
21. -¿Se lo resolvieron?
-No, pero le hicieron ver que el callo ya estaba solidificado, entonces se tuvo que acostumbrar a pegarle de otra manera. Se quedaba pateando tiros libres una y otra vez, yo vi cómo fue ajustando dónde poner el pie de apoyo, cómo inclinar el hombro, hasta que le agarró la mano y le metió ese gol de tiro libre a la Juventus desde adentro del área, que para mí fue más difícil que el gol a los ingleses. Ahí me dije “ya está”. El tipo tuvo que cambiar todo para que la pelota le obedeciera como antes, ¡increíble!
22. -¿Cuándo le debés a Goichoetxea en tu carrera?
-Muchísimo (risas). Una noche estábamos cenando en Di María, en Madrid, con César y Angel (Cappa) y entraron dos grandotes. Uno era Goicoetxea. “Viejo, ¿qué hace acá?”, le dijo el Flaco, que lo había tenido en el Atlético de Madrid. Cuando lo saludé, le dije: “¡No sabés cuánto esperaba este momento para agradecerte lo que hiciste por mí!”. Se reía. Diego no quedó con rencor, incluso Andoni le mandó un lindo video por su cumpleaños 60.
23. -Hay un par de fotos con Diego colgado de los pies, ¿qué significan?
-Diego sufría mucho del ciático, entonces por sugerencia de un especialista en biomecánica compramos unos grampones y se quedaba colgado para liberar por la gravedad las vértebras lumbares. A eso le sumaba siempre los masajes de Salvatore Carmando y también las infiltraciones. El fútbol jode mucho las caderas y Diego quería jugar siempre.
24. -¿Cómo manejaste tu fascinación por Diego apenas lo conociste?
-Nunca sentí fascinación por Maradona, la verdad, yo era 10 años mayor que él. Sí sentía admiración, pero sobre todo me despertaba una necesidad de protegerlo. A mí no me importaba Maradona, me importaba Diego; todo el mundo conoció a Maradona, pero a Diego lo conocimos pocos. Cuando le dije que no quería firmar un contrato quizás habrá pensado “este es un tarado”, aunque pienso que eso le debe haber dado tranquilidad, además vio la relación que yo tenía con la familia en esas visitas a la casa. Don Diego me adoraba y yo a él, eso le gustaba y lo dejaba tranquilo, me parece.
25. -¿Viste cosas de Diego en entrenamientos que no viste en los partidos?
-Sólo una jugada puntual no se atrevió a hacer en un partido, creo: la famosa bicicleta, de engancharla con el taco, que pase por arriba tuyo y del rival y luego recogerla del otro lado. Un día me contó que le había quedado de chico un mal recuerdo: la tiró y del otro lado le metieron un planchazo en el estómago y le quedó ese síndrome.
26. -¿Cambió mucho la preparación física de 1971 a hoy?
-Cambió en algunos equipos de Europa. Acá el problema no es correr más sino correr mejor, es preparar al futbolista para jugar al fútbol y no para correr, porque correr, corre cualquiera. La pelota es la base fundamental y luego, los conceptos. Todo lo que se haga debe sostenerse en un concepto que ayude al jugador a enriquecerse para resolver. Donde estudié me enseñaron con mucho entusiasmo y cariño pero lo hacían con un gran desconocimiento de fútbol; sabían de atletismo, biomecánica y fisiología pero poco de fútbol, entonces eran proclives a seguir los métodos arcaicos del atletismo. Antes se entrenaba al jugador como a un atleta. En ese sentido para mí fue imprescindible lo que me transmitieron Menotti, Cappa, el doctor Oliva, charlas que tuve con Enrique Omar Sívori y Alfredo Di Stéfano.
27. -¿Hoy es más difícil jugar por la reducción de espacios?
-La cancha sigue teniendo 105 x 68, el problema es si vas a trasladar la pelota y pensar después. Los grandes jugadores, los que piensan antes, tienen la capacidad para inventar espacios donde no los hay. Los grandes equipos fueron los que además de la técnica y el talento manejaban como nadie el tiempo, la distancia y el engaño. Antes tenías que jugar muy bien, creo que a nivel selección, salvo Messi y alguno más, el resto de los de hoy no podrían haber sido integrantes de los planteles de Argentina del 78 o del 82.
28. -¿Tenés algún referente en la preparación física?
-De quien más aprendí fue de Menotti y los que te nombré. Y te agrego tres detalles: Menotti en Barcelona no tuvo preparador físico, porque no le dejaron entrar a Pizzarotti. Y ganó 3 títulos de 4 posibles, le faltó la Liga: la perdió por un punto y sin poder tener a Diego 12 partidos. Al Mundial Juvenil de Japón ’79 también fue sin preparador físico. Y en la Eurocopa del 92, Dinamarca entró por la ventana por la suspensión de Yugoslavia, tenía a los jugadores tomando sol en Ibiza y la terminó ganando.
29. -¿Se le da demasiada importancia a la preparación física?
-Sin dudas. Además, es un reduccionismo hablar de preparadores físicos, prefiero decir “preparador de jugadores”. El atleta tiene que correr lo más rápido posible, el saltador saltar lo más alto posible y el lanzador lanzar lo más lejos posibles, mientras que el futbolista tiene que inventar el camino, y el tiempo no es esencial. En el gol a los ingleses, Diego recorrió 55 metros en casi 11 segundos: Bolt hace el doble en menos tiempo, pero después Bolt intentó jugar al fútbol y no pudo, porque no sabía jugar. Si fuera por la velocidad, ni Riquelme ni Valderrama podrían haber jugado al fútbol. Hay que desmitificar eso. Obviamente deben estar bien preparados para jugar, eso sí.
30. -¿En qué consistió la preparación de Diego para el Mundial 86?
-Vi que el ciclista italiano Francesco Moser había conseguido el récord de la hora en la ciudad de México y pensé que estaría bueno saber cómo se había preparado, porque Diego iba a tener que jugar en el DF. Averigüé que lo había hecho con Antonio Dal Monte, un médico italiano, biomecánico, doctor en medicina espacial, y jefe de investigación de Ferrari. Lo fui a ver, le comenté el propósito y durante tres meses, en 1986, antes del Mundial, fuimos todos los lunes con Diego a trabajar con él a Roma.
31. -¿Cuál era el trabajo?
-Hacíamos un primer turno a la mañana, después almorzábamos en la casa de Dal Monte con su familia, gente deliciosa, y a la tarde le metíamos un segundo turno. Le hacían controles de todo tipo: biomecánica, apoyo, volumen de oxígeno que podía consumir, en cuánto tiempo recuperaba, aprendió cómo iba a tener que respirar, era como un jadeo. Dal Monte estaba maravillado con Diego. Un día, entre tantas mediciones, me dijo: “Tu amigo hubiera sido un excepcional piloto de pruebas de aviones de guerra”. Le pregunté por qué. “Porque tiene un campo visual que no es común en los mortales”. El famoso “ojos en la nuca”. Increíble. Y más increíble aún que después de muchos años descubrí lo mismo en Messi.
32. -¿Cómo?
-Estábamos en Pretoria, Mundial 2010. Los chicos hacían un loco al costado y en un momento Diego me dijo: “Fer, llamalos así arrancamos”. Pegué el grito y empezaron a venir. Leo avanzaba solo por la línea del medio, empujando suave la pelota. Me acerqué, pensando en sacarle la pelota por sorpresa, agarrarlo de la oreja y decirle “no estés distraído haciendo cosas que cualquiera te saca la pelota”, y cuando le tiré la derecha, Leo me corrió la pelota, ja ja, y enseguida me vino a la mente lo que me había dicho Dal Monte de Diego. Son dos fenómenos desde todos los aspectos.
33. -Volvamos a la previa del Mundial 86, ¿qué buscabas?
-Yo quería que Diego empezara a visibilizar el Mundial antes que ninguno. Presumía que sería su Mundial, con 4 años más de experiencia que en el ’82. Le dije: “Se va a jugar con una temperatura terrible, con smog, altura, y por eso serán imposibles las marcas persecutorias que te dieron tanto fastidio en España. Esto es fácil: es tu Mundial o el de Platini. Si vos te decidís, el francés no tiene ninguna chance”. Encima le mojaba la oreja: porque Platini era la figura de la Juventus. Cuatro meses antes del Mundial, ya estábamos con ese chip yendo todos los lunes a ver a Dal Monte.
34. -Igual en México lo tuviste que pinchar.
-Ya estábamos en el predio del América, yo compartía el cuarto con Roberto Mariani, Galíndez y Salvatore Carmando, el masajista del Napoli, pero a la noche siempre pasaba por la pieza de Diego y Pasculli, ya era una especie de cábala. Había leído declaraciones de Platini, Zico y Rummenigge y todos decían que preferían el lucimiento de su selección antes que el propio. Ninguno se la jugaba. Una noche, entré a la habitación y le hablé a Pasculli sobre esos dichos: “Estos tipos que vinieron para ser figuras del Mundial al final son una manga de cagones”.
35. -¿Estaba Diego en la habitación?
-Sí, pará. Dije eso y después de unos segundos lo señalé a Diego con la cabeza y agregué: “Y el que te dije…” Picó enseguida. “Pero vos qué te creés, Ciego de mierda, ¿que es tan fácil como vos pensás?”, me gritó, ja ja. Lo miré a los ojos muy tranquilo y le contesté: “Claro que es fácil, convencete de una vez por todas cabeza de chancho, si te decidís, el Mundial lo ganás vos solo. ¿Si no para qué hicimos todo este esfuerzo?”. Di media vuelta y me fui, mientras escuchaba las puteadas de Diego. Un par de días después, en el desayuno, pasé por la mesa donde estaban los diarios y leí en El Excélsior: “Maradona abre el fuego: seré yo la figura del Mundial”. Listo, misión cumplida. Dio la cara y se comprometió. Se hizo cargo.
36. -¿”Cabeza de chancho”, le decías?
-Sí, alguna que otra vez, se lo escuché a Cayetano Rodríguez y me pareció divertido, como decirle que era un porfiado. También se lo decía al Gringo Heinze en el 2010, el cabeza de chancho por lo general es un tipo tremendamente noble y con principios muy definidos. Tipos que no se mueven de ahí. Casi siempre yo le decía Diegucho, y él se sentía cómodo, pero cada tanto salía el cabeza de chancho.
37. -¿Se enojaba de verdad cuando te puteaba?
-No, Diego sabía que yo le hablaba siempre desde el afecto y la protección. Como cuando dije en el documental de National Geographic de 2018: “Hasta bien hizo Maradona en drogarse”. Mi razonamiento era que la cocaína fue un camino que los terapeutas encontraron para tratarlo. No tuvo esa suerte Mirko Saric, por ejemplo, que terminó suicidándose. Si Mirko hubiera encontrado la cocaína, quizás estaría vivo. Lo dije en ese sentido. Cuando muchos de tus colegas miserables le preguntaron a Diego qué opinaba de esos dichos míos, Diego los mandó al carajo. “Si lo dijo el Ciego siempre tiene razón”, les respondió. Ese era nuestro vínculo.
38. -¿Dónde estabas el día de los goles a Inglaterra?
-Detrás del arco donde metió los goles Diego, en el campo de juego. No vi la mano, obviamente; si no la vio el árbitro, menos lo iba a ver yo, que por algo me dicen Ciego. En el segundo, cuando se fue acercando al área, se empezaron a parar los fotógrafos y camarógrafos y me taparon, tampoco lo pude ver. O sea: estuve en el ring side pero no vi el nocaut, ¡increíble! Al terminar el partido me metí en la cancha y en un momento escuché “¡Ciego!”, giré la cabeza y Diego me saltó encima como una rana. Me dio un abrazo que todavía me duelen los huesos. Estaba feliz Diego, no era tonto, sabía que ese triunfo era el escalón que le faltaba para llegar a la cima del mundo. Se dio cuenta en ese momento, después lo coronó con la final.
39. -¿Qué le dijiste al enterarte del gol con la mano?
-Le dije que era mierda, trampa. A veces pienso que hubiera sido maravilloso que apenas después del gol, al levantarse, Diego mirara al árbitro y le dijera: “Lo metí con la mano”. Hubiera sido fenomenal como mensaje. Porque la picardía es una cosa, te salió tirar el manotazo, listo, pero cuando ya estás en el suelo y la pelota entró, sabés que hiciste trampa. El deporte, como construcción cultural, tiene que servir para mejorarnos, Si no, ¿para qué sirve? El deporte es un arma formativa y tiene que ser transformador de la misma realidad que lo perjudica y lo erosiona, sobre todo de la violencia y el fanatismo exasperado que se confunden con la pasión.
40. -¿Renegás de ese primer gol contra Inglaterra?
-Claro. No va para mí el querer ganar de cualquier manera. Son miserias que hay que combatir. Desgraciadamente, en los medios hay poca gente con valores y mucha gente despreciable. Son los mismos que después se quejan por el penal que nos cobraron en la final del 90. ¿De qué te quejás? Por último, si Diego admitía ahí mismo que lo había metido con la mano, no tengo dudas de por cómo estaba ese día, se hubiera levantado e inventado otro gol.
41. -¿Algo para decir del segundo gol?
-Sigo sosteniendo que desde el punto de la vista de la eficacia es un error conceptual lo de Diego, porque en los dos últimos pasos lo tiene a Valdano solo a la izquierda, era dársela y decirle “tomá y hacelo”. Fijate que en la última gambeta arriesgó a que Shilton se la manoteara y a que Fenwick se la quitara o lo bajara. Si una de esas circunstancias se daba, el mismo Diego no se lo hubiera perdonado.
42. -¿Entraste al vestuario post Inglaterra?
-Siempre entraba. En un momento se me acercó Diego con tres camisetas y me dijo: “Fer, ¿por qué no vas al vestuario de Inglaterra y me cambiás estas camisetas”. Fui, y me sorprendió el clima. Yo había entrado unos días antes al vestuario uruguayo con Galíndez después de que los elimináramos, también para cambiar camisetas, y el ambiente se cortaba con una Gillette. Nos miraron de reojo, entonces como quien no quiere la cosa pegué media vuelta, lo dejé a Galíndez solo y me fui. El de Inglaterra, nada que ver: Wilkins se arreglaba las uñas del pie con un alicate, el negro Barnes se secaba frente a un espejo, todos charlaban con mucha paz. Y me pareció fantástico: ellos hicieron todo por ganar, dieron lo máximo, no pudieron, listo.
43. -Pero después de perder un partido así, es lógico estar re caliente.
-El éxito y el fracaso son dos grandes impostores, como decía Borges. Cuando en el Mundial 2010 perdimos 4-0 con Alemania, terminó el partido y casi todos salían rajando hacia el vestuario, avergonzados. Les grité: “Vamos a saludar, con México tampoco éramos Gardel, eh”. En el vestuario algunos lloraban dando gritos, entonces le apoyé la mano en el hombro al Chino Garcé y le dije: “Si el fútbol no sirve para esto, no sirve para nada”. Es distinto si sentís que no diste todo o que te quedó alguna materia pendiente en el partido.
44. -¿Qué te acordás de la final del ’86?
-Estaban los dos equipos en el pasillo, antes de salir a la rampa de acceso al campo. Había un silencio absoluto, lo único que se escuchaba eran los tacos de los botines. Yo estaba al fondo, y en una de esas el Negro Enrique se da vuelta y le grita a Tito Benrós, el utilero: “Tito, acordate de poner el agua, mirá que en el entretiempo quiero tomar unos mates”. Ja, ja, nos desarmó a todos. Ahí mismo pensé: “El Negro va a jugar un partidazo”. No sentía presión. Hoy no hay más sonrisas en los jugadores, fíjate, es todo rictus de sufrimiento.
45. -¿Del post partido de la final qué recordás?
-Gran fiesta gran, como se ve en algunos videos. En un momento trajeron la Copa, y les hice fotos con mi cámara a cada jugador con la Copa. Se fueron bañando y Diego, para variar, fue el último, y nos quedamos prácticamente solos. Diego cantaba debajo de la ducha y ahí aparecí con la Copa. Me dijo: “Fer, fijate lo linda que es”, y después de unos segundos le digo: “Sí, pero esta ya fue, ahora hay que ganar el Scudetto con el Napoli”, ja, ja. “Ciego, la concha de tu madre, déjame festejar esto”, me gritó.
46. -¿Cómo era tu relación con Bilardo, estando vos tan alineado con Menotti?
-La relación siempre fue de absoluto respeto, me hizo sentir como uno más. Carlos también era muy pragmático e inteligente: Diego me necesitaba y él tenía que aprovecharlo, había que privilegiar el bienestar de Diego en todo sentido. Después, desde la concepción del hecho deportivo, siempre estuve alineado con César, porque mientras él privilegiaba los medios para lograr los fines, Carlos despreciaba los medios, a él le importaba los fines y punto. Nunca me sentí en el medio, porque además a mí no me había llevado Menotti con Diego, a mí me había elegido Diego.
47. -¿Qué veías de Bilardo como técnico?
-Traigo el concepto de orden y aventura de Borges en la literatura. Si un libro es muy ordenado; es aburrido; si es pura aventura, es un despelote. En el fútbol, lo mismo: si es todo ordenado, no emociona a nadie, y si es pura aventura te hacen 5 goles antes de que te des cuenta. En un entrenamiento de Barcelona de día anterior al partido, César reunió a todos en mitad de cancha, y enseguida Diego se levantó, le pidió una pelota a utilero y se fue a patear solo al área, a tratar de darle al travesaño, como le gustaba hacer a él. Después de 10 minutos, todos se levantaron, César habló con Diego y arrancó la práctica. A los tres días le pregunté a César porqué había hecho eso. “Tenía que hablar con los muchachos cuál iba a ser el orden para el partido -me contestó-, pero a Digo lo tengo que liberar de eso, no lo puedo llenar de consignas. Cuando el equipo no tiene la pelota, lo único que tiene que hacer Diego es pasar la línea de la pelota, es su única participación en el orden, el resto es todo aventura. Si no, lo limito en su creatividad y desparpajo para jugar”. Me pareció genial: el orden era el equipo y la aventura era Diego. Bilardo hizo lo mismo: Diego era el único que podía tener una concesión. Van Gaal con Riquelme, no: intentó meterlo en un orden rígido.
48. -¿Quién fue el sparring que lo pisó a Diego y le sacó la uña antes de que empiece el Mundial 90?
-Fue un pibe de la primavera de la Roma, una plancha sin ninguna intención. Lo raro fue que le arrancó la uña del dedo gordo. Y encima del pie izquierdo. Lo solución la dio Dal Monte, que le hizo una especie de uña de carbono y se la pegaron. Igual tenía que infiltrarse, porque el roce con la media y el botín generaba un dolor insoportable. Ese hecho le generó mucha angustia a Diego. Y para peor, empezó el Mundial, perdimos 1-0 y los cameruneses lo mataron a patadas. Los rumanos, también.
49. -Ahí surgió la idea de dar la rueda de prensa en ojotas.
-Claro. Le dije a Diego: “Salí en ojotas así los dirigentes y los árbitros ven cómo tenés el tobillo y se dan cuenta la manera en que se está jugando”. Obviamente todas las cámaras apuntaron a ese lugar.
50. -¿Qué te dijo Diego después de eliminar a Italia?
-Yo acompañé al Gringo Giusti cuando lo expulsaron y me metí en la zona de vestuarios. Terminamos viendo los penales en una cabina de la RAI de ese sector. Apenas le atajó Goyco a Serena entré a la cancha y nos dimos tremendo abrazo con Diego, fue uno de los partidos que más contento estaba. No sólo por el partido en sí, sino por lo que representaba. Era mucho lo que había pasado, las injusticias de una parte del periodismo italiano por la pelea norte-sur. Se llevaban las cosas al extremo, fue una mala praxis de lo que hizo copia el 99 por ciento del periodismo deportivo argentino: frivolidad, falta de respeto, todo exacerbado, por eso Diego tuvo problemas con tantos periodistas en Italia. Diego estaba re contra feliz, pero enseguida me dijo: “Nos van a faltar cuatro jugadores para la final”. El tipo ya lo tenía en el radar.
51. -Además de todo, se había jugado en su casa.
-Sí, sí, antes del partido, me había encontrado a Ciro Ferrara y a Fernando De Napoli, compañeros de Diego, y charlamos un rato en los pasillos. “Dile al capitano que se deje de joder, que hoy tenemos que ganar nosotros”, me dijo Ferrara. Y me comentaron que tenían preparados 6 trajes distintos para las celebraciones, y que el último era el blanco porque iban a ser recibidos por el presidente en El Quirinal. Ya se veían campeones. Un periodista me comentó que se calculaban en 600 millones de dólares las ganancias previstas por la industria editorial por el supuesto título. Había un negocio multimillonario por camisetas, merchandising y demás.
52. -¿Codesal nos perjudicó a propósito porque no podía permitir que Argentina fuera campeón después de arruinarle la fiesta a Italia?
-Saber no sé nada. Pero si fue un error, ponele, ¿qué podemos decir nosotros después del gol a Inglaterra? Son cosas del fútbol.
53. -¿A Diego y a Cani les pasaron la factura con el doping positivo por eliminar a Italia?
-Con Diego fue decir: “El limón no tiene más jugo para dar, te soportamos hasta ahora por lo que producías, pero ya basta”. César le había dicho a Diego que tenía que prepararse para cuando ya no tuviera la pelota. Y le contó la historia de Jesse James, el pistolero estadounidense de hace dos siglos. Era el más rápido y famoso del oeste, tenía la canana llena de cruces, pero un día llegó a un salón del desierto, dejó las pistolas sobre la mesa y se subió a una mesa para limpiar un cuadro. Vino uno, agarró su pistola, le dio dos tiros por la espalda y lo mató. César le dijo a Diego: “La pelota es tu pistola; mientras vos la tengas en la mano, no habrá problemas, el día que no la tengas, te va a pasar lo de Jesse James”. Y así fue.
54. -Diego tampoco se cuidaba, ¿no?
-Diego estaba padeciendo su adicción y se confió en que una vez más lo iban a cubrir. Como pasa hoy mismo en el deporte súper profesional. El sistema es así de perverso, porque los tipos llenan estadios. No les importa, lo único que falta es que los dueños del deporte ahora tengan escrúpulos. Ni los organizadores, ni las cadenas televisivas ni las grandes marcas deportivas. Cuando se descubrió que Lance Armstrong, ganador de 7 Tour de Francia, se había dopado tuvo que devolver todo lo ganado. Ahora, Nike, que era el sponsor y habrá vendido productos vinculados a Armstrong por miles de millones de dólares, ¿devolvió algo? Ni un peso.
55. -¿Qué pensaste cuando Diego volvió para jugar el Mundial 94?
-No me gustó, y se lo dije. El había dejado de jugar, subido 40 kilos, bajado 30, tenía más riesgos de lesión, yo también sabía de su adicción, me parecía que no tenía sentido. Pero me dijo que iba a ser la primera vez que Dalma y Gianinna lo iban a poder ver en un Mundial y me pareció una razón contundente. Por eso cuando me pidió que lo preparara, me rendí ante ese argumento.
56. -¿Cómo manejaste su abstinencia cuando lo llevaste al campo de La Pampa en abril del 94?
-Elegí ese lugar para alejarlo de todo. Diego necesitaba un lugar con paz, sin acoso del periodismo, sin la farándula que lo proveyera de droga, sin lujos, sólo naturaleza. Cuando me preguntó por qué ese lugar, le dije: “Tenés que volver a Fiorito”. Una noche, estaba leyendo y escuché el ruido de la puerta. Me di vuelta y Diego me miraba fijo. Me hizo una seña con la cabeza, me levanté, me abrigué bien y salimos a correr y hacer ejercicios. Traté de agotarlo y que pusiera la cabeza en otra cosa: piques, saltos, desde el casco de la estancia hasta la tranquera, más piques, más saltos. Todo súper exigente, con gritos, ¿qué habrán pensado los bichos que dormían por ahí, ja ja? Encima era una noche con una lunaza de plata. Era alucinante. Hasta que él mismo, bufando, agotado, me dijo: “Ya está, Fer, ya está”.
Preparación en La Pampa para USA ’94.
Lo que hiciste en mi... pic.twitter.com/1Ksk4NbRny
— Fernando Signorini (@signoriniok) May 18, 2021
57. -¿Le preguntaste si había sufrido un síndrome de abstinencia?
-Noooo, no había que hablar de eso, había que sacárselo de la cabeza. Cuando él me dijo basta, la secuencia fue: mano en el hombro, rulito, tirón de oreja, caminata a la casa, y no más palabras. En esa casa había una sola tele chiquita, que se veía mal y encima se jodió el primer día. Así que ahí jugábamos al truco, charlábamos, igual se le caían los ojos, terminaba muy cansado.
Otro video en La Pampa
1994, La Pampa: Recorrida y trote en pleno campo junto a Fer Signorini, Marcos Franchi y un amigo de la familia sordomudo.
— La Pelota No Se Mancha (@Diego10Querido) December 27, 2020
La secuencia de "¡La sacaste, Fernando, la c.....a de tu hermana!" y el "Para hacer pesas" como respuesta de @signoriniok es muy graciosa. pic.twitter.com/8qIggzI1pt
58. -¿Creés en la teoría de que el Mundial 94 necesitaba a Diego para vender entradas y cuando las tenían aseguradas le soltaron la mano?
-Sí, estoy convencido de que fue así. Y te voy a poner como ejemplo un famoso debate entre Bertrand Russell, premio Nobel de literatura, y el Obispo de Canterbury. Cuando Russell, que descreía de la existencia de Dios, lo empezó a arrinconar con preguntas, el Obispo contestó: “Basta, se acabó, la existencia de Dios se explica por la verdad sin pruebas”. A mí me pasa lo mismo: tengo la verdad sin pruebas. El que las puede dar ya está enterrado hace siete años, y se llama Julio Grondona.
59. -No tenés pruebas, pero sí indicios…
-Como a mí me generaban ciertas dudas la cantidad de pastillas que tomaba Diego, le sugerí al doctor Ugalde que hiciera un control antidoping sorpresa a todo el plantel. A Ugalde le pareció una idea bárbara, pero unos días después, le pregunté por el tema y me contestó que Grondona le había dicho que no. “Dice que es hincharles las pelotas a los jugadores”, me repitió la respuesta de Grondona. El doctor Peidró había comprado los tubos, se los citaba 10 minutos antes del entrenamiento y listo. Imaginate si se justificaba esa pequeña molestia para prevenir algo así.
60. -¿Qué pensaste en ese momento?
-Se me ocurrió pensar: “Si pasa algo, estará todo cubierto”. Imagino que Diego habrá pensado lo mismo. Porque Diego tampoco le iba a estar preguntando a Cerrini qué tenían las 100 pastillas que le daba. Diego confiaba en Cerrini. Con el relato de Peidró me terminé de convencer de que fue una entrega despiadada de la AFA a la FIFA: cuando Peidró fue a la contraprueba y vio que los tubitos con la orina que teóricamente eran de Diego tenían un papel pegado con los nombres de las sustancias encontradas, lo primero que pensó fue “ganamos”. Porque ese detalle violaba todos los protocolos. Peidró salió recontento y cuando a los pocos minutos habló por teléfono con Grondona y le contó, Julio le dijo: “No hagas nada, no presentes ninguna denuncia, no hablen con nadie de esto, porque ya lo retiré”. Y lo repitió exactamente igual. Como un disco rayado.
61. -¿Qué fue lo que pasó, para vos?
-Lo que dijo Cerrini: que se le había acabado el Ripped Fast y compró el Ripped Fuel, o al revés, no lo controló, se comió la gallina y el que pagó fue Diego. Cuando fuimos a La Pampa, Diego me dijo que tenía un muchacho que se lo había presentado Coppola y le atendía el tema de la alimentación. Era Cerrini. Un día vino y tenía de esas cajitas con muchas divisiones con pastillas de todos los colores. Yo le dije a Diego que si Lentini lo avalaba, no había problemas. Y así fue, pasa que en Estados Unidos este chico compró otras pastillas y no controló qué contenían.
62. -¿Sospechaste algo cuando la enfermera se llevó a Diego de la mano?
-No, me pareció algo divertido, además por la cara de Diego. Yo estaba en la platea y no se me cruzó nada por la cabeza.
63. -¿Cómo te enteraste del positivo?
-Al segundo o tercer día del partido con Nigeria, fuimos con Diego al gimnasio del Babson para que elongara un poco. Y terminó contentísimo porque volvió a hacer un ejercicio de movilidad articular y elongación que hacía años no lograba: sentado en el suelo, con las piernas bien abiertas, llevó el tronco hacia adelante hasta que tocó el tórax con el suelo y se quedó así un par de segundos. Pegó un salto, la abrazó a Claudia y después a mí. Nos volvimos al Babson riéndonos, me metí en mi habitación, me estaba por duchar y golpearon la puerta. La abrí y estaba Cerrini llorando; me dijo que Franchi le había avisado que había un doping positivo y que era de Diego.
64. -¿Qué hiciste?
-Cerrini seguía llorando y me preguntó qué hacía. “¿Qué hacés? Tomate un avión al fin del mundo. Está llegando Don Diego, y si te ve, te pega un tiro en la cabeza”, le dije. Y me hizo tanto caso que no lo vi nunca más. Cuando entré a la habitación de Diego, charlaba con Basile y alentaba la esperanza de que fuera una confusión. Incluso se mencionó el caso del español Calderé que había sido sancionado solo con un partido y siguió jugando. Era una situación preocupante pero no terminal. Sí lo fue cuando ya estábamos en Dallas y esperábamos a Rubén Moschella, el administrativo de AFA, que venía de la contraprueba. Llegó llorando, sacudiendo la cabeza y nos dijo “está afuera”.
65. -¿Vos le diste la noticia a Diego?
-Fuimos con el Cabezón (Ruggeri) y con Marcos (Franchi) a su habitación. Estaba oscuro, Diego acostado boca abajo. Me senté en la cama, le di unos golpecitos en la espalda y le dije: “Diegucho, vamos, arriba, estamos afuera”. Preguntó qué había pasado. “La contraprueba dio positivo, ya está, date una ducha, te esperamos en la habitación de al lado”, le dije, cortito, y salimos. A los dos minutos escuchamos como un grito de llanto y una trompada que no sé a dónde la dio. Un rato después apareció en la habitación con la cara hinchada, ahí Paenza le hizo la nota y dijo que le habían cortado las piernas. Los jugadores andaban por los pasillos como zombies.
66. -¿Cómo surgió la idea de hacerle un mapeo del cerebro?
-Cuando Diego me pidió que lo preparara a comienzos del 94, viajé a Italia a ver a Dal Monte. Le pregunté quién nos podía apoyar en Argentina. “En tu país hay solamente una persona de mi absoluta confianza y es el doctor Néstor Lentini”, me contestó. Lentini me dijo que por el problema de consumo era importante hacerle a Diego un mapeo cerebral. Y dio como resultado que tenía necrosis en células cerebrales, signos que alertaban que la cosa era preocupante.
67. -No intentaste convencerlo de que dejara la droga.
-En Italia, dos semanas antes de que cayera por el doping, en marzo del 91, Diego estaba muy mal, iba a uno o dos entrenamientos por semana y faltaba al resto. Un día lo agarré: “Mirá, Diego, yo te lo tengo que decir, vos ya no necesitás un profe, vos necesitás gente que sepa cómo ayudante, tenés una adicción, debés aceptar eso y hacerte tratar”. Se me quedó mirando.
68. -El positivo en Italia, el primero de todo, lo viste venir, entonces.
-El día anterior al partido con el Bari en que salió positivo, fui a su casa. Había estado mal martes, miércoles y jueves. Cuando consumía, Diego se recluía. Era como un síndrome de persecución que hace que estos chicos se aíslen y no quieran ver a nadie. Diego estaba mirando una película española, “Las cosas del querer”. Le pregunté qué iba a hacer el día siguiente. “Voy a estar en casa -me dijo- ¿y vos?”. Le contesté: “Voy al partido, a ver qué hacen los muchachos sin vos”. Y me fui.
69. -No me digas que vos lo hiciste jugar ese partido con Bari.
-El domingo a las 8 de la mañana me llama Claudia por teléfono: “Fer, dice Diego si no le lleva los botines a Soccavo. Hoy se levantó bárbaro, se afeitó, se duchó, y se fue para allá”. Le llevé los botines y a la tarde fui a ver el partido al estadio. Cuando terminó, pasé a buscarlo por el vestuario y estaba charlando con Zola y con Raducioiu. Diego estaba envuelto en la toalla y me dijo: “Fer, hago el antidoping y nos vamos”. Habrá pensado que estaba limpio pero no tuvo en cuenta los metabolitos, y que el Napoli se había cansado de protegerlo, porque el limón ya no tenía más jugo. Con la eliminación a Italia en el medio. Así que si no era ese partido hubiera sido el siguiente.
70. -¿Fuiste personal de Riquelme?
-Me llamó Franchi para ver si lo podía ayudar. Viajé a Barcelona, Román vivía en Casteldefels, cerca de Gavá, sobre el mar. La pasábamos bárbaro, pero enseguida me di cuenta de que lo que quería Román era hablar de fútbol más que otra cosa. Un día llamé a César al celular y hablaron un montón, Román estaba encantado de la vida. Habíamos hecho un acuerdo por tres meses, pero a los dos meses le dije a Román que me iba, no tenía mucho más para hacer.
71. -¿No intentaste acercarlo a Diego para el Mundial 2010?
-Román era número fijo para el Mundial, eso pensaba Diego, pero un día dijo en la tele que no lo quería a Román tan retrasado y después las declaraciones de Román fueron tan contundentes que no se podía intentar nada.
72. -¿Cómo fue la historia de Maradona y Messi con los tiros libres?
-Pasó en Marsella, la noche anterior al partido con Francia que Argentina ganó 2-0, el segundo del ciclo. Terminaba el entrenamiento, y Diego practicaba definición con algunos jugadores. En un momento me gritó: “Basta, Profe, que se vayan todos a ver si se me resfrían”. Hacía mucho frío, se empezaron a ir todos y fui caminando para donde estaba Diego. Leo puso la pelota en ángulo izquierdo de la medialuna, le pegó al primer palo y se le fue por el costado y dos metros arriba. Hizo el gesto con el brazo de “la puta madre”, giró para irse, y Diego lo agarró del hombro y le dijo: “Vos, que vas camino a ser de los mejores de la historia. ¿te vas a ir a dormir con esa porquería?”. Yo estaba a dos metros. “Juan, tirame la pelota”, le dijo a Juan Pablo Carrizo. “Escuchame papi -le dijo a Leo- cuando le entrés a la pelota, no le saqués el pie tan rápido, sino ella no sabe lo que vos querés”. Y enseguida se encorvó para atrás, le metió un zurdazo y la clavó en el ángulo. Leo lo miró frunciendo los labios, como diciendo “mirá lo que hizo”. Fui testigo de ese momento hermoso.
73. -La verdad: ¿tenías ilusiones de ser campeón del mundo en 2010?
-Le decía a Diego que había muchos jóvenes, que el Mundial de estos pibes iba a ser el de Brasil. “Mientras vayamos ganando, no habrá problemas; el problema será si vamos perdiendo”, pensaba, porque a esa edad no se tiene el control de las emociones para superar momentos difíciles. Y eso fue lo que pasó: primera vez que nos encontramos perdiendo fue con Alemania. Y te digo que salvo el momento de zozobra que siguió al 1-0, hasta los 23′ de segundo tiempo, que nos metieron el 2-0, era un partido para cualquiera. Después pasó lo que tenía que pasar: pibes desesperados, se perdió el orden y nos podrían haber hecho seis goles.
74. -¿Diego estaba preparado para ser el técnico de la Selección?
-Grondona lo nombró porque después de Basile el candidato lógico era Bianchi. Y no quería llamarlo. Creo que a Diego le faltaba un tiempo más de experiencia en el puesto, pero con todo lo que le había dado a la Selección, también se lo merecía. Lo único que me quedó pendiente es que Diego quería juntarse con César, y por un motivo u otro, no se pudo concretar el encuentro.
75. -¿En Nápoles lo quieren a Diego más que en Argentina?
-En Argentina estaban los de Boca y los de River; en Nápoles era solo el Napoli, y el club no había ganado ningún campeonato. Además, era el sur despreciado por el norte opulento y él produjo un fenómeno impensado de características sociopolíticas y económicas. Sin el Napoli y esas circunstancias, Diego no se hubiera transformado en el mito que es. Si hubiera ido a la Juve, habría ganado títulos y punto. “¿Te imaginás lo que hubiera sido Diego con la cabeza de Platini?”, me comentó una vez un periodista de Turín. “Sí, hubiera sido Platini”, le dije, ja ja.
76. -¿Cuál era la relación de Diego con la camorra napolitana, les daba plata?
-¿Cómo les iba a pagar, si ellos hicieron fortunas gracias a Diego? Cuando llegamos para la presentación en Napoli ya había banderines, matracas, pelotas de fútbol, todo con imágenes de Diego. Ese primer día, Jorge (Cyterszpiler) les fue a hablar para ver qué le tocaba a Diego. “Tomatelas, esto es todo nuestro”, le dijeron, ja, ja. Otra que recuerdo es del día que jugamos contra Italia en el Mundial 90: salimos del hotel Paradiso, yo iba en el último asiento con Bauza y Fabbri, me di vuelta y la primera moto que nos custodiaba la manejaba Carmine Giuliano, el capo de la camorra. Con eso te digo todo.
77. -¿Desde cuánto supiste que Diego consumía drogas?
-No recuerdo exactamente desde cuándo. Sí que lo primero que hice fue hablar con el médico de Napoli y el tipo, muy humano, me pasó la dirección de una clínica de recuperación en Castellammare di Stabia, en la costa Amalfitana. Fui y hablé con el director, me invitó a la terapia de grupo. Fui a buscar herramientas para ayudar a Diego. Quedó ahí. Con el tiempo, todos sabían de la adicción de Diego pero nadie decidió actuar.
78. -¿Diego te ofreció consumir con él?
-En Napoli, una sola vez, en la casa de María y Gabriel, su hermana y su cuñado. Hizo salir a todos y me invitó, para pasarla bien, “tomás y podés hablar”, me dijo. La rechacé, le dije que cuando estaba triste quería saber por qué estaba triste. Nunca más me ofreció.
79. -¿Charlaban del tema con Diego?
-Sí, cada tanto, en un momento le dije: “Ya que no querés ir a ninguna clínica, buscá a alguien que sepa del tema y que te diga cómo se puede manejar”. Yo había leído una nota a Gianni Agnelli, el dueño de la Fiat, en la que contaba que había probado la cocaína por primera vez a los 16 años, que le resultaba muy placentero, pero tenía un grupo de terapeutas que le decían cuándo sí, cuándo no. Lo controlaban. Lo cuenta en su biografía. Pero Diego se encerraba en sí mismo, ¡cómo Maradona se iba a dar el lujo de tener esas debilidades, si él podía con todo!
80. -¿En cuánto le afectó la droga a su físico?
-Había períodos en los que engordaba mucho y teníamos que ir 10 días a la clínica de Henri Chenot en Merano, al norte de Italia. Esa era una desintoxicación orgánica, le servía para adelgazar y volvía perfecto, además se cortaba el pelo y parecía un nene, la gente no lo reconocía. Era increíble, realmente, tenía un físico privilegiado. A veces uno se enreda en las explicaciones y es mejor callarse la boca: estos tipos nacieron para ser admirados, no para ser explicados.
81. -¿Qué hiciste cuando Diego se volvió a la Argentina tras su doping del 91?
-Me quedé en Napoli porque Diego me pidió que le sacara todos los autos de Italia por miedo a que se los confiscaran. Para las dos Ferrari, contraté un camión y las mandé a Barcelona para guardarlas en un garage. Tenía un Rolls-Royce Corniche blanco, creo que era el único en toda Italia, y encima con llantas blancas, para pasar desapercibido, ja ja. Ese lo llevé manejando a Roma y después a Mónaco con Luis Ruzzi, un amigo. Lo teníamos que dejar en Sion, en la casa de Gabriel Calderón. Y había dos BMW, un 850i y un csi, que llevamos a Colonia, Alemania, a la casa de Oscar Iparraguirre.
82. -¿Dónde estabas cuando Diego cayó en Caballito?
-En Zurich, con Bolotnicoff, para solucionarle a Diego unos problemas con el banco de Lienchestein. Fue tremendo lo que le hicieron. Fijate que cuando Diego salió del edificio estaba lleno de periodistas, ya tenían el dato, estaban hasta los que vendían panchos y cubanitos. Fue otra de las manipulaciones de las que fue objeto. El año anterior el propio presidente le había entregado el pasaporte como embajador deportivo y justo cuando todos los días salía en la prensa el tema de las valijas de Amira Yoma, cayó Diego, mirá vos qué casualidad.
83. -¿Qué es el Club Villas Unidas?
-Una idea que tuve hace muchos años: me empecé a preguntar qué recibió Fiorito de todo lo que generó Diego, cuánto le tocó a Fuerte Apache de los contratos de Tevez, a Itatí del Kun Agüero o a General Pacheco de Riquelme. Pensé que habría que ver la manera de que esos clubes de origen de las villas tuvieran algún tipo de recompensa por los chicos que salieron de ahí. Hablé con Nacho Levy, periodista, referente impresionante de la cultura villera, el cerebro de La Poderosa, para armar un club que tuvieran los derechos económicos y federativos de esos futuros cracks. Hay 4 mil barrios con casi 5 millones de habitantes, imaginate.
84. -¿En qué situación están hoy?
-Hablamos con Chiqui Tapia para aprobar el proyecto y entrar en AFA, tenemos gente especializada en derecho deportivo, se formó el equipo femenino que jugó en la tercera categoría, y en el 2020 íbamos a empezar con tres categorías menores con los chicos pero cayó la pandemia. Hay una condición: todos los puestos de la Comisión Directiva del club los tienen que ocupar gente de la villa. Nosotros tenemos voz pero no voto, para evitar suspicacias. Acá sólo venimos a dar; a recibir, nada. La idea principal hoy es el fútbol, pero mañana seguir con otros deportes, sacar a los chicos de la calle. Para los que tienen condiciones, bárbaro, y para los que no, hay escuelas de oficios como electricista, plomero, técnico en computación. Es un proyecto integral. De seguir así, en 50 años va a ser uno de los clubes más poderosos del fútbol argentino.
85. -¿Messi o Maradona?
-En cuanto a la genialidad son muy similares, sacan conejos de la galera a cada instante, salen para los dos perfiles, siempre están equilibrados. Diego era más exuberante, más potente; Leo tiene una frecuencia de paso que no se la vi a nadie, es Chaplin en cámara rápida. La diferencia está en el carácter. Y pongo este ejemplo: si soy Guardiola en el Barcelona y tengo a Xavi, Iniesta, Busquets, Puyol y en el mercado tengo para comprar a Maradona o Messi, compro al más barato de los dos, porque es lo mismo. Ahora, si soy Rino Marchesi al frente del Napoli en 1984, casi condenado a pelear el descenso, con los jugadores que había ahí, no tengo dudas de que compro a Diego, aunque cueste mucho más.
86. -En la nota tiraste un palo al periodismo deportivo, ¿por qué?
-Está en un período de deterioro que va de la mano del deterioro brutal que hay en la sociedad. Se ha impuesto la frivolidad, la irresponsabilidad, la falta de respeto, el analfabetismo. Hace poco uno dijo que en el boxeo no existía el empate. Mamita, antes que decir cualquier cosa, habría que privilegiar los silencios. A mí me da vergüenza ajena, yo que me eduqué con El Gráfico en la época de Ardizzone y Panzeri, que aprendí con Pepe Peña y Ulises Barrera, es muy triste, porque el periodismo es un maravilloso vehículo cultural formativo, pero por un poco de plata y frivolidad dicen cualquier cosa.
87. -¿Creés que los recibimientos que Diego tuvo como DT de Gimnasia lo llenaron de felicidad en sus últimos meses?
-Siempre dije que la cancha era su lugar en el mundo, pero meterlo en la picadora del fútbol argentino, y más en un equipo que peleaba el descenso, cuando el sistema emocional de Diego no era estable, no le iba a hacer nada bien. Diego no estaba para esos embates, y esto lo dije en su momento, eh, no lo digo ahora. Diego tenía que buscar algo más tranquilo, yo sugerí que lo llamara la AFA y le dijera: “Diego, venite a la selección, con los juveniles de Aimar y Placente, no para entrenar, sino para hablar con los chicos, para contarles tus vivencias”. O que el Ministerio de Cultura desarrollara un programa de visitas a colegios secundarios, y universidades para que Diego explicara cómo consiguió llegar a la cima desde un lugar tan humilde, y también para que contara qué es la cocaína, y cómo la enfrentó. Porque si lo llevaron los ingleses a Oxford, ¿por qué a nadie se le ocurrió hacerlo en Argentina? Hubiera sido fantástico para Diego.
88. -¿No lo hablaste con él?
-Si a mí me piden una opinión, yo la doy. Por lo demás, hacía mucho tiempo que no nos veíamos con Diego. El sabía que si me necesitaba yo estaba; si no me llamaba es porque no lo consideraba conveniente, a lo mejor tenía otro entorno. Yo no conocía absolutamente a nadie del entorno de los últimos años.
89. -¿Cuándo lo viste por última vez?
-El día del velorio de Don Diego (2015). Hacía mucho que no lo veía y fuimos con el periodista Guillermo Blanco. Cuando me vio, me miró a los ojos, me puso el índice de la mano derecha en la cara, me pegó en el pecho y me dijo: “Hoy estuve pensando en vos hijo de puta”. Le pregunté por qué. “Antes de un partido en Roma, te llamé a la medianoche porque no podía dormir, y nos sentamos con la espalda en la pared. Yo te dije que los quería tanto a mis viejos que prefería morirme antes que ellos y vos me dijiste que era un cagón, que cómo le iba a dar a mis viejos el peor de los dolores”. Me volvió a mirar y me pegó uno de esos abrazos que pegaba él.
90. -¿Nunca más?
-Nunca más, fuimos para distintos lugares, era difícil coincidir. Una vez me llamó desde Dubai. “Nos acordábamos de vos, Ciego hijo de puta”, me dijo y se reía, no me acuerdo por qué.
91. -¿Cómo era Don Diego?
-Era un tipo de una enorme cultura de vida. No en lo intelectual, sino en valores, en saber estar, en hablar poco y decir mucho. Yo le preguntaba de cuándo él era chico y se vino por el Paraná en el barco. Hablaba muy pausado, cada cosa que decía la iba leyendo en el recuerdo, a mí me encantaba escucharlo. Con Diego no hablaba, si decía 4 palabras seguidas ya era un discurso, eran gestos de aprobación o desaprobación, eran miradas, sonrisas, Don Diego sonreía con la mirada. Era una persona de una ternura infinita, con los nietos ni te digo, con los pibes de la calle. Diego sufrió muchísimo su muerte.
92. -¿Qué pensaste el día del cumple 60 de Diego?
-Noté un deterioro muy preocupante y le dije a un amigo: “Es el final, no le quedan más de tres meses a Diego”. No me gustaba la gestualidad, los ojos como vacíos, ojos sin vida, justo Diego que tenía una vista que parecían dos bolitas de fuego.
93. -No te sorprendió que se muriera, entonces.
-Uno esperaba que nunca pasara, pero ante el hecho consumado, no me sorprendió. En realidad, me sorprendía que estuviera vivo. Era un milagro que estuviera vivo, a cualquier ser humano normal le habría pasado 10 años antes. Yo hubiera preferido que el día que dijo “la pelota no se mancha”, al rayo del sol, con la tribuna llena, ese día dijera chau. Hubiera sido Diego.
94. -¿Qué sentiste al enterarte de su muerte?
-Volvía de correr, me dijeron “murió Diego”, prendí la tele, leí la noticia y apagué el teléfono. Por 10 días no contesté mensajes, elegí ese número por Diego, fue mi modo de respetarlo. Tenía más de 1.600 mensajes de periodistas de todas partes del mundo. Esa noche, o la otra, me habló el Gringo Heinze a ver si iba a ir al velorio. No quise, preferí quedarme.
95. -¿No te interesaba saludar a Claudia, Dalma y Gianinna?
-¿Qué les iba a decir? ¿Lo siento? Eso está descontado, no hace falta decirlo. Yo sentí que todo lo que le pude dar a Diego, no sé si era todo lo que necesitaba o no, pero se lo di, no me guardé nada. Tampoco lo iba a llorar, de ninguna manera. Y mucho menos iba a ir a llorar a los medios, hubo mucho llanto televisado, hubo muchos que se habrán frotado las manos con cebolla para que se le noten bien las lágrimas en la televisión. No, yo en esa no me prendía. Además, no le iba a dar el gusto a la puta muerte, preferí recordarlo con una sonrisa, recordarlo en los momentos maravillosos.
96. -¿Mantenés contacto con Claudia y sus hijas?
-La encontré a Dalma en un programa, me vino a abrazar, amagaba con un llanto y le dije: “Ni una sola lágrima, vamos a recordarlo con alegría”.
97. -¿Qué le pasó a Diego, para vos, a quién le creés?
-No sé, yo soy un simple y lejano espectador de los últimos años. Si hay culpables, que actúe la ley. En definitiva, hay algo indiscutible: Diego estaba con las personas que quería estar. Tenía momentos malos, pero también momentos de lucidez. Y la verdad es que a todos los entornos que tuvo Diego se los criticó, no sólo al último. Todos decían tener soluciones para Diego, y no sé si ni siquiera tenían soluciones para ellos. Es facilísimo vivir la vida del otro.
98. -¿Diego se entregó porque no quería vivir más?
-No sé cómo era la relación con Rocío u otras mujeres, sí creo que la pandemia lo alejó del día a día con los jugadores y seguramente en esas circunstancias se encontró solo con sus fantasmas, con sus ausencias, con los dolores que tenía por todo el cuerpo, y creo que habrá dicho “basta, ya está”.
99. “Con Diego voy hasta el fin del mundo, con Maradona ni a la esquina”. ¿Qué significa esa frase y cuándo surgió?
-Una noche fuimos a cenar a las afueras de Napoli, y cuando descubrieron a Diego se armó un despelote total, la gente empujaba, me metían codazos en la cabeza, a Diego le ponían papeles en el plato para que les firmaran, un fastidio tremendo. Además, la comida era buenísima pero no la podíamos disfrutar. Al otro día íbamos al entrenamiento en el auto, Diego manejaba por supuesto, y le dije: “Lo de anoche no se puede creer, yo con Diego voy hasta fin del mundo, pero con Maradona ni a la esquina, hacete cargo vos de Maradona”.
100. -¿Qué te respondió?
-Frenó, me miró y me dijo: “Tenés razón, Fer, pero si no fuera por Maradona, no hubiera salido nunca de Fiorito”. Y tenía razón, me cagó.
Ficha personal
- Fernando Irlando Signorini
- Nacimiento: 7/12/1950 en Lincoln, provincia de Buenos Aires.
- Edad: 70 años.
- Estudios: Profesor de Educación Física en Colegio Nuestra señora de Lincoln (1971-73).
- Trabajos: Preparador físico en Rivadavia de Lincoln, Selección de la Liga del Oeste, Club Atlético Quiroga de 9 de julio. Preparador del tenista Roberto “Tim” Azar. Personal trainer de Diego Maradona (1983-94). Personal trainer de Juan Román Riquelme (2003). PF de Maradona en Racing (1995) y Selección Nacional (2008-10). PF de Menotti en Independiente y Rosario Central. También lo fue de Cayetano Rodríguez en Banfield, de Angel Cappa en San Martín de Porres (Perú), de Rubén Rossi en Puebla (México), de Higuaín y Fillol en Racing y en Venados de Mérida, Coras de Tepic y Atlético Zacatepec (todos de México) con Marcelo Michel Leaño.
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