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La volatilidad de Boca: entrenadores despedidos e interinatos en tan sólo cuatro años de gestión
Un recorrido por la campaña de cada uno de los entrenadores elegidos por Juan Román Riquelme, que terminaron su ciclo antes de tiempo
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La historia dirá que Jorge Almirón estuvo a un solo triunfo de sentarse en la misma mesa que Juan Carlos Lorenzo, Carlos Bianchi y Miguel Ángel Russo como uno de los entrenadores que condujo a Boca a la cima de América. Pero no. Fluminense se lo impidió en el Maracaná. Precisamente en los vestuarios del mítico estadio de Río de Janeiro fue que el entrenador comenzó a evaluar cómo y cuándo anunciar su renuncia. Sería complejo hacerlo en la conferencia de prensa, e incluso después, todavía en tierra brasileña. Y entonces, lo hizo en terreno conocido: el predio de Boca en Ezeiza.
La decisión, irreversible, descolocó a Juan Román Riquelme. Habituado a llevar él las riendas de una charla y a tomar él las decisiones fuertes, esta vez el vice segundo quedó en offside como pocas veces. Jamás se esperó la intransigencia del entrenador para, al menos, sentarse a dialogar y a pensar. Aun cuando en sus planes ya sobrevolaba la idea de no renovarle el contrato.
Como un karma que persigue a esta gestión, el de Almirón es el cuarto ciclo de un DT que se interrumpe antes de tiempo desde que el trinomio Jorge Ameal, Mario Pergolini (ya no es parte de la gestión) y Riquelme ganó las elecciones en diciembre de 2019.
El regreso de Russo fue anunciado con bombos y platillos. “Miguel merecía tener un segundo ciclo en Boca”, dijo Riquelme cuando se confirmó su arribo a Brandsen 805. El entusiasmo de volver a contar con el último entrenador que ganó la Libertadores en el club xeneize fue grande. Y tuvo un impacto importante muy pronto: el 7 de marzo, Boca le ganó a River la Superliga en los últimos minutos de la última fecha. Aquel 1 a 0 sobre Gimnasia en una Bombonera que por única vez reunió a los cuatro números 10 más emblemáticos de la historia azul y oro (Carlos Tevez, autor del gol, Diego Maradona, DT del Lobo, Riquelme y Rojitas en el palco) fue un postal perfecta para el mundo futbolístico prepandemia.
Sin embargo, la variable siempre fue la Libertadores. El contundente 0-3 con Santos en el partido de vuelta de las semifinales de la edición 2020, que se disputaron en enero 2021, astilló ese ciclo. Aunque Russo siguió adelante.
En medio de un período inestable en el que encadenó más de una decena de partidos sin poder ganar, Boca quedó eliminado de la Copa 2021 en una serie muy polémica ante Atlético Mineiro, en la que marcó dos goles que le invalidó el VAR. Tras la derrota por penales en Belo Horizonte, el escándalo que se desató en el vestuario entre Raúl Cascini, Jorge Bermúdez, el plantel y la policía local también debilitó a Russo, que debió irse por la puerta de atrás luego de un hito: superar por primera vez al River de Marcelo Gallardo en una instancia de eliminación directa. Ni siquiera esa victoria por penales en La Plata, por los octavos de final de la Copa Argentina, le dio crédito al último DT campeón de América con Boca.
Su sucesor, Sebastián Battaglia, inició la era de los interinatos. Y luego de ganar la Copa Argentina 2020 (por penales) a fines de 2021, fue confirmado en el cargo. Apenas siete meses más tarde, campeón de la Copa de la Liga 2022 y con un plantel a gusto con su planteo e incluso mereciendo derrotar a Corinthians para avanzar a los cuartos de final de la Libertadores 2022 (cayó por penales de local), una declaración de más fue motivo suficiente para que Riquelme le baje el pulgar y despida al hombre que más títulos ganó en la historia del club azul y oro en una estación de servicio.
Hugo Ibarra repitió el Déjà vu: asumió como interino al frente de un plantel volcánico (la famosa discusión “por los premios” antes de jugar con Corinthians, los insultos de Benedetto en el túnel antes de salir a jugar, la eliminación, el enojo por el despido de Battaglia y la marginación de Carlos Izquierdoz del primer equipo). Unos meses más tarde se proclamó campeón en un final infartante: Boca no pudo ganarle a Independiente de local y Racing, el que peleaba el título, malogró un penal sobre la hora ante River (y frente a su gente en Avellaneda) y terminó perdiendo 2 a 1.
Entonces, con cuatro meses por delante de trabajo gracias al largo receso por el Mundial de Qatar y las vacaciones, los dirigentes volvieron a equivocarse al promover como DT a Ibarra, secundado por Roberto Pompei y Leandro Gracián.
Luego de un comienzo flojísimo, Ibarra corrió la misma suerte que Russo y Battaglia: desvinculado. Aunque los tiempos entonces se aceleraron. Entre la firma de su contrato (29 de diciembre de 2022) y el despido (28 de marzo de este año) pasaron solo tres meses. En el medio Boca perdió dos finales con Racing (Trofeo de Campeones y ese engendro bautizado como Supercopa Internacional), le ganó la Supercopa Argentina a Patronato y poco más. “Ojalá que siga 20 años”, declaró Riquelme cuando al formoseño se lo cuestionaba por haber sacado sólo 4 puntos en las primeras tres fechas y el equipo no andaba bien. Al poco tiempo fue desvinculado.
Entonces sí, consciente de que se jugaba la última carta fuerte para ganar la Libertadores antes de las elecciones, Román fue a buscar un DT experimentado. Sobrevoló el nombre de Ricardo Gareca, llegó a reunirse con Gerardo Martino, mientras aguardaba la respuesta del Tata habló por teléfono con José Pekerman y finalmente, de un día para otro, cerró con Jorge Almirón. Cuarto DT en tres años de gestión.
El ciclo comenzó de la peor manera posible: con el mercado de pases cerrado, con la pretemporada realizada bajo las órdenes (y el estilo) de otro profesional y el equipo complicado para seguir de cerca al líder River en la Liga. Pero la Libertadores es, desde 2007, la gran obsesión de Boca. Y entonces Almirón apostó todo a levantar la Copa, que tan cerquita tuvo en 2017 como DT de Lanús (cayó ante Gremio en las finales).
El resumen estadístico es inexplicable. De octavos en adelante Boca disputó 7 partidos, de los cuales empató seis y perdió la final. Ganó las tres definiciones por penales (ante Nacional de Montevideo, Racing y Palmeiras), igualó cuatro veces 0 a 0, marcó 4 goles y recibió 5. Nunca nadie había llegado a la definición del torneo sin ganar partidos durante el tiempo reglamentario después de la etapa de grupos.
A la vez, cometió el peor de los pecados: resignó cualquier chance de pelear el título en la Copa de la Liga. En 11 fechas apenas ganó tres partidos, empató 2 y perdió seis. Solo Argentinos, Barrancas y Tigre sufrieron tantas derrotas como Boca. Eso astilló el camino rumbo a la clasificación a la Libertadores del año próximo. Casi sin chances en la Copa de la Liga, se jugará el todo por el todo contra San Lorenzo este miércoles. Si no gana, también complicará sus posibilidades de acceder al torneo continental a través de la tabla anual. Entonces, sólo le quedará la posibilidad de coronarse en la Copa Argentina (en semifinales se enfrentará a Estudiantes y en una hipotética final a San Lorenzo o Defensa y Justicia).
Ante este escenario incendiario, aparece otra vez la figura de Mariano Herrón disfrazado de bombero. En abril de este año, el DT de la Reserva dirigió tres partidos: goleada 3-0 a Barracas, empate sin goles en el debut copero ante Monagas en Venezuela y derrota 2 a 1 frente a Colón, en la Bombonera. Con las elecciones a la vuelta de la esquina (se realizarán a comienzos de diciembre), resulta imposible que Boca contrate ahora a un DT un mes antes de los comicios. Entonces, en la agenda de Herrón aparecen tres encuentros por la Copa de la Liga: San Lorenzo, en el Nuevo Gasómetro, Newell’s, en la Bombonera y Godoy Cruz, de gran campaña, en Mendoza.
Curiosamente, San Lorenzo volverá a jugar contra un equipo xeneize con un DT interino. Pasó en julio de 2021 (triunfo 2 a 0 contra los juveniles de Battaglia por la sanción impuesta al plantel profesional como consecuencia de romper la burbuja sanitaria en Brasil) y en julio de 2022 (2 a 1 al equipo comandado por Ibarra). Y volverá a ocurrir este miércoles en el Bajo Flores, con Herrón en el banco azul y oro.
Cuatro años, cuatro entrenadores, cuatro interrupciones de sus contratos y cuatro interinatos. Suena a demasiado. Con un dato más que preocupa y expone a los dirigentes xeneizes: los ciclos fueron cada vez más breves y menos exitosos. Russo permaneció en su cargo 567 días y ganó cuatro títulos, Battaglia estuvo 346 días y logró tres estrellas, Ibarra fue DT de Boca 259 días y logró dos campeonatos y finalmente Almirón duró apenas 207 días y se va sin vueltas olímpicas.
Se sabe: la volatilidad y atarse a los resultados no suelen ofrecer las mejores opciones a la hora de hablar de proyectos a largo plazo. Boca sigue eligiendo ese camino una y otra vez.
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