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La historia de vida de ‘Chimy’ Ávila: de ser un ex futbolista a estar en la agenda de Barcelona
El apodo ‘Chimy’ es un apócope de Chimichurri, aderezo picante que describía algún aspecto de la vida de Luis Ezequiel Ávila. Lo de picante no remite a su condición de goleador ni a sus movimientos en el área, rasgos que muestra desde hace dos años y medio en la Liga de España, y especialmente ahora en Osasuna, donde es la gran revelación, sino a un comportamiento social que lo tenía en el territorio del delito. "La vida era tan complicada que en mi barrio de Rosario yo me estaba yendo para la opción A, sabe, que era lo más fácil. La delincuencia, la mala vida. Podía acceder a algunos lujos, pero no dormía tranquilo", expresó Ávila hace un tiempo en una entrevista televisiva en España.
Una infancia en situación de vulnerabilidad, las inferiores en Tiro Federal de Rosario, club que en 2013 lo denunció por un robo en las instalaciones que llevó a la policía a detenerlo. "Parece mentira que jugadores del club nos hagan esto. Los chicos vienen con muchos problemas sociales y culturales", era la amarga reflexión del presidente Carlos Dávola.
Quedó libre y tampoco se interesó por él Rosario Central, que por esa época tenía un convenio con Tiro Federal y podría haberlo incorporado sin pagar nada. Pasó dos años sin jugar al fútbol, período en el que su hija pequeña estuvo internada, al borde de la muerte. Antes que volver a tentarse con la delincuencia y las malas compañías, salió a ganarse la vida como albañil, demoliendo paredes con una maza. Completaba 30 kilómetros en bicicleta por día para que el poco dinero que había lo utilizara su pareja para viajar en colectivo. Ya no era futbolista, pero agradece que Futbolistas Argentinos Agremiados le mantuviera la cobertura por la larga internación de su hija, algo que no hubiese podido pagar de su bolsillo.
Un día, mientras veía un partido de fútbol por televisión, su mujer le preguntó por qué se le caían las lágrimas. "Lloro por cómo se me escapó el fútbol. Por haber elegido mal, se me van las cosas", le contestó. "Yo te voy a ayudar para que no se te escape", lo consoló.
El fútbol le volvió a abrir una puerta a los 20 años. Entre José Di Leo, que era ayudante de campo de Edgardo Bauza en San Lorenzo, y Bernardo Romeo, que era director general de fútbol del Ciclón, lo rescataron. "Me acuerdo de que nos estábamos por ir al Mundial de Clubes. Nos habían avisado de la situación del ‘Chimy’. Yo le veía condiciones, era potente, se jugaba la vida en cada pelota, fuerte en el uno contra uno. Decidimos traerlo como una apuesta, para que fuera creciendo en la reserva", le comentó Romeo a LA NACION.
El traslado a Buenos Aires no significó una adaptación inmediata. Le costó insertarse en las responsabilidades del profesionalismo. "Tenía una vida difícil, desordenada, a veces venía a entrenarse sin ganas", agregó a LA NACION Hugo Tocalli, que por esa época ocupaba la dirección general de los juveniles y ahora acompaña a Diego Monarriz en el plantel profesional.
En San Lorenzo le dieron contención y trataron de que su carrera tuviera una proyección dentro de la primera división. "Era un delantero rápido, agresivo, se veía que tenía olfato para el gol. Tiene una contextura similar a la del ‘Kun’ Agüero. Aguanta bien la pelota y cuando gira no lo agarrás más. Y si la jugada viene por los costados, muestra instinto para saber dónde va a caer la pelota". lo analizó Tocalli.
En San Lorenzo no empezó como un centro-delantero de referencia, sino como un segunda punta. El hueco en la primera división se le hacía esperar. "Se mostraba ansioso. Yo le decía: ‘Chimy, tenés que tener paciencia’. En reserva tenía altibajos. Igual me lo pedían en préstamo de Defensa y Justicia y Temperley. En la primera estaban Blandi, Cauteruccio, Matos, no era fácil conseguir continuidad. Cuando se fue Bauza llegó Pablo Guede, que le gustaba cómo jugaba el ‘Chimy’. Después apareció Merlini y lo tapaba como una alternativa por la izquierda", comentó Romeo.
Ver esta publicación en InstagramGran persona y sobretodo buen amigo!!! @berniromeo
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Hoy, Ávila es un agradecido del Ciclón: "A San Lorenzo lo tengo muy arriba. Me dio la oportunidad de volver a ser futbolista, a hacer lo que amo, y sobretodo agradezco que me formó como persona y profesional".
Sus números en San Lorenzo eran bastante endebles. En dos años y medio disputó 668 minutos oficiales distribuidos en 28 partidos –promedio de 23 minutos por encuentro–, en la mayoría de los cuales ingresó desde el banco. Solo dos goles: uno a Liga de Quito por la Copa Libertadores y otro a Quilmes por la Superliga.
Ver esta publicación en InstagramGran victoria equipo. Que lindo dejar el clásico en casaaaa!!!
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Si el Ciclón había sido importante para volver a transformar a Ávila en futbolista, España fue la tierra prometida para que despertara el goleador. Romeo cuenta cómo fue el proceso: "A San Lorenzo había venido el arquero Leo Franco, que después se retiró en el Deportivo Huesca, donde ocupó al principio el cargo de director deportivo. San Lorenzo estableció un convenio con Huesca y Leo lo llevó a préstamo para jugar en la segunda división. Si bien Diego Aguirre lo tenía en cuenta, ‘Chimy’ quería asegurarse poder jugar más seguido".
En la campaña del ascenso a la primera, Ávila convirtió siete goles en 35 partidos. Tenía la continuidad que le faltaba en la Argentina. Huesca no se pudo mantener en la categoría superior, pero las condiciones de ‘Chimy’ tenían más visibilidad y repercusión mediática. Los 10 tantos en 34 cotejos lo dejaron en primera, mientras Huesca descendía.
"Se nota que le hizo muy bien la experiencia en España. Acomodó su vida", expresa Tocalli. San Lorenzo lo vendió en 3.100.000 dólares a Osasuna, uno de los tantos interesados.
Ver esta publicación en InstagramMomento inolvidable. Que te da el fútbol. ,,,,
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En el club de Pamplona terminó de explotar. Es el cuarto goleador de la Liga, con 9, detrás de Messi (13), Benzema (12) y Luis Suárez (11). Su producción llamó la atención de la prensa española. El columnista Santiago Segurola escribió en El País: "Chimy Ávila, un Kun con mala uva. Es un rematador obsesivo, instantáneo y eficaz. Optimista hasta la médula, nunca hace ascos a la soledad. Es vertiginoso, intempestivo y retador".
Con Suárez fuera de los campos durante cuatro meses por una lesión, Barcelona contempla al ‘Chimy’ como una opción para este mercado de pases, tras pagar una cláusula de rescisión fijada en 15 millones de euros. Un negocio que ya no está en manos de San Lorenzo, que con ‘Chimy’ a la distancia perdió tiempo y dinero con los colombianos Zalazar y Rentería, el segundo ciclo de Cerutti, Bareiro y Fértoli.
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