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La selección de Brasil está a tono con la situación del país: no encuentra un rumbo
En su peor campaña desde que se impuso el actual formato, el sexto puesto lo deja hoy fuera de Rusia 2018; un equipo extraviado, dependiente de Neymar y con un DT resistido
SAN PABLO.- Un día Brasil se acostumbró a perder. Al menos, ése parece ser el mensaje que los dirigentes de la Confederación Brasileña de Fútbol (CBF), los integrantes del cuerpo técnico y algunos jugadores de la selección pretenden transmitirle a los fanáticos que, en su mayoría, se resisten a aceptar que aquello de ser pentacampeones del mundo aparece hoy como una ilusión, un sueño borroso y lejano. "Ya les avisamos que esta sería la eliminatoria más difícil", dijo Dunga en Asunción, echando mano de su nueva excusa comodín, tras alcanzar un empate que sólo la impericia de Paraguay, que renunció a jugar los últimos 15 minutos de un partido que tenía en el bolsillo, hizo posible.
Más allá del punto conseguido en el estadio de los Defensores del Chaco, Brasil quedó 6° en la tabla de las eliminatorias, con los mismos 9 puntos que Paraguay (su peor campaña en el actual formato clasificatorio, vigente desde Francia 1998). Eso, en una competencia que tiene siete candidatos reales -Venezuela, Bolivia y, en menor medida, Perú comenzaron a despedirse- para los cuatro cupos de clasificación directa y la posibilidad de una quinta plaza para el repechaje.
Sólo dentro de cinco meses Brasil tendrá la oportunidad de corregir su camino hacia Rusia 2018; viajará a la altura de Quito para enfrentar a Ecuador (2 de septiembre) y cuatro días después recibirá a Colombia. Con esa presión de estar "afuera" del Mundial hasta entonces, deberá disputar la Copa América Centenario en los Estados Unidos, en junio, y los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro, en agosto, donde tiene la "obligación" de subir a lo más alto del podio. La inédita medalla dorada en el fútbol es la prioridad, la estrella faltante.
La inmensa mayoría de los torcedores clama por un nuevo entrenador. Consideran que hay tiempo antes de la Copa América, que ahora es el momento adecuado para reemplazar a Dunga. El preferido sigue siendo Tite, director técnico de Corinthians, que demostró una enorme capacidad de adaptar diferentes nombres a un estilo inconfundible que hace del Timão el mejor equipo brasileño del último lustro. Incluso, es el favorito para los hinchas de San Pablo y Palmeiras, acérrimos rivales del club que comanda actualmente.
Sin embargo, la CBF, en medio de una grave crisis institucional, prefiere ahorrarse ese problema. Por eso insiste hasta el hartazgo en que Dunga "es el indicado", más allá de que los equipos que planta demuestren una y otra vez lo contrario. Los futbolistas parecen no entender el "idioma" del ex campeón mundial. "Hicimos un buen segundo tiempo, los jugadores correspondieron a lo que les pedimos", dijo satisfecho el DT, tras la agónica igualdad en Asunción, lo que provocó miradas cómplices y hasta algunas sonrisas incrédulas en la prensa brasileña que presenciaba la conferencia. Poco después, dio a entender que perder con Paraguay hubiese sido lógico. Todo un síntoma.
Para peor, el técnico de Brasil está perdiendo la paciencia con Neymar, la carta excluyente del equipo. Dunga, al igual que los dirigentes de la CBF, no está conforme con la supuesta falta de compromiso del jugador de Barcelona. Primero, por las amarillas "tontas" que dejan al capitán excluido de duelos importantes, como el de anteanoche en Paraguay. Luego, por actitudes fuera del campo, como los invitados VIP en la concentración de Salvador de Bahía antes del partido frente a Perú, en noviembre del año pasado, o su presencia en un boliche poco después del último empate ante Uruguay.
Neymar es el crack, el único de esta versión insípida de Brasil. No es antojadizo el proyecto que la CBF le presentará a Barcelona para que los catalanes liberen a la estrella para que pueda participar en la Copa América Centenario y, más tarde, se presente como la bandera futbolística en Río 2016. Sin embargo, apenas marcó cuatro goles, fue amonestado cinco veces y expulsado otra desde comienzos de 2015, cuando Dunga le confió la cinta de capitán. Tal vez sea él un ejemplo claro de lo que sucede con este grupo de buenos jugadores, muchos de brillante presente en Europa, que comienzan a apagarse cuando abandonan las caricias de sus clubes y se borran por completo apenas aterrizan en su país para vestir la camiseta amarilla. "Tenemos que confiar en el DT, nos agrade o no. Llegamos de otras filosofías de juego, otros estilos. Aún así, debemos adaptarnos, no importa si estamos tristes o contentos", sostuvo Dani Alves, autor del gol del empate en Paraguay, en un particular intento por proteger al grupo.
A menos de dos años del estrepitoso 1-7 ante Alemania en la Copa del Mundo de 2014, esta campaña mediocre desde todo punto de vista es, por lo menos, inaceptable para la historia del fútbol brasileño. La ausencia de modificaciones drásticas que ayuden a torcer el rumbo demuestran que aquella humillación en el Mineirão parece increíblemente olvidada y, contra lo que se pensaba, el pozo puede ser aún más profundo. En tiempos de turbulencias políticas, ni el fútbol saca a Brasil del caos.
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