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La proscripción a Warner y los jueguitos para la tribuna
No hace falta ser un experto en los vericuetos de la alta política del fútbol y los pasillos del edificio de FifaStrasse 20, Zurich, para entender que la primera medida que toma el Comité de Etica de la máxima entidad del fútbol mundial –la proscripción vitalicia del ex vice Jack Warner - desde que se conociera la posibilidad de que Joseph Blatter pueda ser encarcelado en su propio país, es apenas una tenue cortina de humo. Jueguito para la tribuna.
Si queda alguna duda, el comprometido dirigente caribeño, el ejemplo más exagerado del grado de corrupción que se puede alcanzar en los elevados estamentos de la dirigencia deportiva mundial, se encarga de señalar lo que resulta tan obvio.
"La FIFA quiere excluirme de por vida, sin ser escuchado. No creo, sin embargo, que esto sirva como una distracción a los problemas actuales de la FIFA, como la FIFA desea", apuntó ayer el ex dirigente, que a los 72 años trata de evitar para que su país, Trinidad y Tobago, lo extradite a los Estados Unidos para ser juzgado en la megacausa que investiga maniobras de corrupción por valor de 150 millones de dólares. "Teniendo en cuenta lo que está sucediendo en Zurich con Joseph Blatter, supongo que esto no es una coincidencia" concluyó. Es difícil –aunque resulte desagradable- no estar de acuerdo.
El Comité de Etica quedó en la mira el mismo viernes, cuando la justicia suiza anunció el procesamiento de Blatter. Se sugirió que una investigación interna sobre las denuncias que la fiscalía general helvética llevaba adelante –un contrato presuntamente espurio firmado por Blatter y Warner y un "pago desleal" a Michel Platini- bastaba para empujar al presidente de la FIFA a dejar inmediatamente su cargo. Pero nada de eso ocurrió aún.
Desde Suiza se afirma que hay elementos como para iniciar una investigación contra Blatter y Platini. "No temo ninguna suspensión porque no tengo nada que reprocharme", repite el francés. Pero tal procedimiento no termina de arrancar. "Sospechas no son pruebas", aseguran cerca de Cornel Borbely, el titular de la Cámara de Instrucción del Comité. Aunque el organismo sí estaría investigando a otro ex miembros del CE, el millonario surcoreano Chung Mong-Joon, por unas donaciones realizadas en 2010 a Pakistán y a Haití. Mong-Joon coquetea con la idea de presentarse a las elecciones de febrero.
El suspendido Warner ya había renunciado voluntariamente a todos sus cargos en el fútbol, años atrás, tras ser acusado de recibir sobornos del qatarí Mohamed bin Hammam, que pretendía postularse a suceder a Blatter en las elecciones de 2011. El escándalo fue de tal magnitud que el qatarí ni siquiera pudo presentarse en la elección, que Blatter ganó con el 90 por ciento de los votos.
Caído en desgracia por la impune grosería de sus procedimientos, ignorado por sus antiguos pares, el caribeño estaba condenado al ostracismo político. Seguramente no era imprescindible recordar ayer que "cometió continuada y repetidamente muchos y variados actos de mala conducta durante su época como dirigente en diferentes posiciones de alto nivel e influencia en la FIFA y la Concacaf" aunque nunca está de más recordar que un miembro dilecto del Comité Ejecutivo durante tantos años "fue un agente clave en una trama de ofrecimiento y cobro de pagos secretos e ilegales, así como de otras tramas para hacer dinero".
Sin embargo, parece que para la FIFA era necesario hacerlo porque el Comité de Etica había vuelto a investigar, en enero de este año, las actividades de Warner. Llamativamente, la decisión de suspenderlo de manera vitalicia se le comunicó el viernes 25, el mismo día del allanamiento; recién se conoció ayer de manera pública.
Platini insiste en que su integridad está fuera de discusión. Prefiere ignorar que no convenció su explicación sobre las razones por las cuales la FIFA le depositó dos millones de francos suizos en su cuenta en 2011 cuando ya era miembro del Comité Ejecutivo y continúa adelante con su proyecto proselitista. Ni siquiera pestañea aunque el fiscal general de Suiza, el país en el que vive y trabaja desde hace décadas, afirme que está preparado para allanar cuando sea necesario la sede central de la UEFA, en Nyon, así como hizo con las oficinas de la FIFA, en Zurich, el viernes pasado.
La justicia suiza avanza: ayer concedió la extradición del costarricense Eduardo Li, uno de los dirigentes detenidos en el raid del hotel Baur au Lac, en mayo pasado; Li sigue el camino del venezolano Rafael Esquivel, presidente de la Federación de su país y del uruguayo Eugenio Figueredo, vicepresidente y miembro del comité ejecutivo de la FIFA.
La justicia del fútbol, en cambio, y aunque se tome la tarea de disimular, hace juego para la tribuna.
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