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La pandemia que no se va: el caso Kimmich
Estadios otra vez vacíos, partidos suspendidos, controles diarios, entrevistas a distancia y la pandemia eterna. Y Joshua Kimmich. El futbolista más valioso de la Bundesliga (solo superado por el goleador noruego Erling Haaland), figura de la selección alemana, jugador y ciudadano “ejemplar”. Versátil dentro del campo (Pep Guardiola lo usó hasta en ocho puestos distintos), Kimmich ganó aplausos cuando en 2020 apoyó la diversidad sexual y manifestaciones antirracistas. Y más todavía cuando con su compañero de Bayern Munich, Leon Goretzka, fundó la organización benéfica “We Kick Corona”. Recaudó cinco millones de euros para combatir la pandemia y donó vacunas a Unicef. En noviembre fue contacto estrecho primero, contrajo Covid luego y, cuando parecía listo para volver, los médicos detectaron líquido en sus pulmones. Cerrará 2021 sin jugar. Nunca se vacunó.
La información, que sorprendió a todos en Alemania, fue publicada por Bild, el diario más popular del país. A los pocos días, el mismo diario editorializó que vacunarse o no vacunarse era un asunto privado. Tarde. El caso Kimmich ya era debate nacional. “Libertad” vs. responsabilidad. El jugador (26 años, dos hijos) aclaró que no era un “negacionista”, pero confesó “preocupaciones personales” sobre las consecuencias de las vacunas. Las más altas autoridades médicas del país afirmaron que un ídolo deportivo como él debía informarse mejor antes de provocar alarma en un tema tan delicado de salud pública y reiteraron que las eventuales consecuencias de la vacuna, de surgir, eran infinitamente menores que las de no vacunarse. Hasta Angela Merkel, días antes de su retiro, tuvo que responder sobre Kimmich. “Se le conoce como un futbolista muy reflexivo”, confió la ex canciller. Su postura, advirtieron otros funcionarios, da letra a los críticos que impulsan protestas violentas cuando Alemania, como muchos otros países de Europa, implanta nuevas restricciones por los contagios masivos que está provocando Ómicron, la nueva y última variante del coronavirus.
Así como hay pobres que no pueden vacunarse también hay ricos que no quieren vacunarse. Las protestas más duras suceden en los países más opulentos. En Alemania casi invaden el Congreso. Un empleado de una gasolinera exigió barbijo y el cliente lo asesinó. Días atrás, una comediante afirmó en la TV que solo en la UE las vacunas habían matado a cinco mil personas. La mentira buscó ser amparada en la “libertad de expresión”. Hace un mes, Markus Anfang debió renunciar como DT del Werder Bremen (Segunda división) acusado de falsificar un pase sanitario. Bayern Munich es un símbolo no solo en el estado de Baviera, siempre orgulloso de sus libertades, y hoy con graves tasas de infección. Lo es también en Alemania. En 2020, Karl-Heinz Rummenigge, por entonces presidente de la Junta directiva ofrecía al club como modelo. Decía que “si un jugador de Bayern Munich se vacuna aumenta la confianza en la población”. Pero el caso Kimmich, agravado por un número alto de contagios dentro del equipo, se convirtió en un búmeran.
En rigor, el 94 por ciento de los jugadores de la Bundesliga tienen doble vacuna, mucho más que el 70 por ciento de la población. Y más también que el 77 por ciento de la Premier League, que este lunes decidió seguir adelante con su tradicional dura programación de fin de año, el Boxing Day, pese a que el último fin de semana debió suspender seis de sus diez partidos por contagios masivos, uno de ellos apenas dos horas antes del inicio. “Está en riesgo la salud de los jugadores”, protestó el DT alemán Thomas Tuchel. Chelsea, su equipo, fue obligado a jugar pese a siete jugadores aislados y un viaje de tres horas en autobús con un positivo confirmado. En marzo de 2020 la Premier League paró por dos casos. La última semana fueron noventa.
Prohibido volver a parar. Los equipos, decidieron los gerentes, deberán reforzarse con jugadores Sub 21 si es necesario. Tuchel promovió a once juveniles para jugar hoy contra Brenford (¿terminará habiendo un Enzo Pérez-arquero también en la Premier?). Jugadores que arriesgan “para entretenernos”, escribió Barney Ronan, “empujando sus cuerpos a capacidad aeróbica absoluta en medio de una emergencia global de enfermedades pulmonares y cardíacas”.
Kimmich, a quien Bayern Munich impuso un descuento salarial de casi cuatrocientos mil euros semanales, ya anunció que se vacunará y que debería haberlo hecho antes. “Fue difícil lidiar con mis miedos”. Los médicos todavía no garantizan que pueda estar recuperado para enero. Hay quienes temen una cronificación de los síntomas. Los anti aprovechan el caos para afirmar que los jugadores con problemas cardíacos son víctimas de las vacunas. La lista, que incluye videos con música dramática en la web, abre con Christian Erikssen, el danés que se desplomó en plena Eurocopa. El nombre más rutilante es el Kun Agüero. Sin embargo, Erikssen ni siquiera estaba vacunado. Y los médicos descartaron por completo que la arritmia del Kun haya sido por la vacuna. El mundo aplicó ya cerca de ocho mil millones de dosis. Pero la mentira es convertida en verdad. Y millones se la creen.
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