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La nueva vida de Mauro Laspada, un defensor emblema del juego rústico, recordado por sus patadas y su juego al límite: “El personaje superó al futbolista”
El exdefensor habló con LA NACION y recordó muchas anécdotas de su etapa como deportista
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“El personaje superó al futbolista”. Con esa frase describió lo que fue su carrera como jugador. Su estilo de juego es recordado por todos los que alguna vez lo vieron en una cancha o por televisión. No por un caño o una gambeta, sino por su rudeza, la que lo convirtió en uno de los defensores más rústicos del fútbol argentino. El protagonista es Mauro Laspada, dueño de una trayectoria que comenzó en un club grande, pero que se forjó en el ascenso. Ya en plena madurez llegó a primera, algo que nunca pensó que pasaría: “Por contextura física y por el ADN, era imposible”.
De su memoria surgen un sinfín de anécdotas de su época como futbolista. Desde el dirigente que lo describió como “bruto”, al rival al que “no lo pude agarrar ni para pegarle”. El VAR, hoy, sería su enemigo. Fue entrenador, pero por cuestiones vinculadas al entorno del fútbol esa etapa “se terminó”. Hoy forma parte de un proyecto de fútbol infantil en el que transmite los mejores valores con los que un niño puede formarse. Pero, sobre todo, se dedica al agro y vive en Salta junto a su mujer y sus hijos. La historia de un defensor que fue pedido -irónicamente- para la selección en una bandera y que llevó su carrera siempre con alegría.
Mauro Sebastián Laspada nació en Punta Alta, el 9 de enero de 1975. De chico se fue a jugar a Independiente de Avellaneda, club en el que cursó las divisiones inferiores. No debutó allí, pero haber estado en una institución de ese nivel le abrió los ojos para darse cuenta de lo que debía hacer si quería vivir del fútbol.
Sobre cómo describe su carrera como jugador, cuya trayectoria transcurrió por año en el ascenso, dijo: “Mauro Laspada, por contextura física y por el ADN, era imposible que juegue al fútbol en primera. Pero a base de esfuerzo y sacrificio personal me di el gusto de jugar con los grandes del momento. Estoy súper orgulloso de esa situación y tengo la satisfacción de haber cumplido con el objetivo”.
El fútbol siempre fue un estilo de vida para el acérrimo exdefensor, de 50 años: “Fue todo para mí. De chiquito no lo tenía como objetivo principal. Se fue dando a través de desafíos cortitos, pero una vez que llegué a Independiente me di cuenta de que eso requería del ciento por ciento de la cabeza y de lo físico para llegar. Ya que había hecho el esfuerzo de estar ahí, tenía que ser profesional y a partir de entonces fue siempre así, hasta que me retiré”.
Godoy Cruz, Atlético de Rafaela, Juventud Antoniana, Olimpo, Unión, Alvarado y Sporting de Punta Alta fueron todos los clubes que armaron el camino de este exfutbolista. Sólo tuvo una muy corta salida al fútbol del exterior: “Estuve un mes en Honduras, en un equipo que se llamaba Platense, pero la experiencia fue espantosa, entonces me volví”. En algún momento, hubo equipos poderosos del fútbol de primera que quisieron contar con él, pero hubo un dirigente que confió al ciento por ciento en sus condiciones: “Cuando estaba en Olimpo tuve la posibilidad de jugar en Racing, pero Jorge Ledo, el presidente de Olimpo en aquel momento, me dijo: ‘Bueno, cuando tengas todo definido, contame qué te ofrecen’. Cuando le dije, me igualó la oferta más grande que tenía. Él me quería”.
Su recorrido en el fútbol fue muy extenso. Desde su debut en el Tomba, allá por 1996, hasta el retiro en su Punta Alta natal en 2009, llegó un momento en el que las cámaras y los flashes se posicionaron sobre Mauro Laspada. Durante su paso por Olimpo, cuando el equipo militaba años gloriosos en el fútbol grande de la Argentina, un personaje empezó a gestarse ante cada desempeño suyo durante los partidos. Empezó a ser reconocido por su manera ruda de jugar, dejando en cada partido una imagen singular que fue tomada con simpatía en el ambiente futbolero. “Que me recuerden así lo tomo hoy con mucha alegría, entendiendo que de esa manera hay un montón de gente del fútbol en el país que hoy saben quién fue Laspada. Si no aparecía ese personaje, se iban a acordar poco, capaz de algún tiro libre o un gol de cabeza, pero me parece que el personaje superó al futbolista. Y eso lo hice sin buscarlo”, reveló.
Muchas fueron las anécdotas que formaron parte de su paso por el fútbol y las recordó a todas con muchísimas risas: “Una de las que más me acuerdo fue cuando jugaba en el ascenso para Juventud Antoniana. En un partido contra Olimpo, el Pícaro (Fabián) Fernández cortó pasto con la mano, me lo mostró y me dijo ‘Tomá, comé, burro’. Yo me enojé porque era chico y se me había trabado la cabeza. Le dije que primero le iba a pegar en los pies, después en la espalda, pero lo que sí le juré era que lo iba a lastimar y lo iba a sacar de la cancha... Después de dos patadas pidió el cambio”, contó.
Pero de todo lo vivido, Laspada aseguró que siempre lo hizo con alegría: “Me divertí mucho con varios jugadores importantes. Una vez, jugando para Olimpo en Bahía Blanca, contra Vélez, el 9 titular de ellos era el Roly (Rolando) Zárate y después entró su hermano Mauro, en lo que eran sus primeros partidos en primera. En un momento se empezaron a reputear entre los dos, y yo me puse del lado del Roly para que lo putee más todavía a su hermano. Pero todo eso lo hacía para pasarla bien”.
Sus duelos “nunca fueron malos, siempre fueron con gracias”, revela el exfutbolista. “Una vez al Beto (Alberto) Acosta le pedí la camiseta antes de que empiece el partido porque en la familia de mi viejo son hinchas de San Lorenzo. En la mitad del primer tiempo, él me agarró de la camiseta y me la rompió toda. Al rato se acercó y me dijo: ‘Escuchame, cambiátela porque yo así rota no te la voy a cambiar’, contó.
Dentro de su juego vehemente, las patadas formaban parte de su esencia: “Todo lo que tenía que ver conmigo adentro de la cancha era así. A muchos les pedí disculpas por golpearlos, muchas veces lo hice sin querer... y otras no”. Su paso en el ascenso fue un aprendizaje para saber cómo ir a golpear a los rivales y recordó a un excompañero que también fue reconocido por su manera fuerte de jugar. “Cuando estás ahí practicás la forma de golpear. Imaginate que cuando yo debuté en Godoy Cruz en el Nacional B estaba Abelardo Vallejos. Era una eminencia pegando, yo aprendí mucho de él”, recordó. Luego mencionó cuál fue la patada que más se acuerda de su extensa trayectoria: “La que le di a Rodrigo Palacio en la Bombonera. Esa trascendió. Está hasta en el libro de los 100 años de Boca”, expresó. Se refiere a una entrada durísima sobre el delantero xeneize, durante un encuentro correspondiente al Torneo Clausura 2005, tras la cual curiosamente no fue expulsado. Al otro día, le pidió perdón públicamente a Palacio en un programa de radio: “Le pido disculpas. Me di cuenta de la magnitud de la falta cuando vi las imágenes por televisión, ya que en la cancha no me pareció que había sido para tanto”.
Dentro de todos los recuerdos que le quedaron del fútbol sobre ese personaje que llegó a formar, Laspada recordó con mucha gracia una conversación que tuvo con Jorge Ledo, el presidente de Olimpo por aquellos años. “Cuando me contrató para que vaya al club, le dije que me tenía que pagar una cierta cantidad de plata porque era un diamante en bruto, pero me respondió: ‘Sí, te voy a pagar lo que vos decís, pero en realidad vos sos un bruto que se cree diamante’.
Con Olimpo en primera, la necesidad de sumar de a tres puntos era imperiosa. El equipo luchaba por no descender y cada vez que Laspada salvaba una jugada de peligro, era muy festejada por los fanáticos aurinegros. Una acción del exjugador se convirtió en una situación singular, y se trataba de cuando rechazaba la pelota afuera del estadio Roberto Carminatti. “Eso empezó a tener gracia y repercusión mediática cuando estábamos en primera. Hubo un partido contra Arsenal, que ganamos 1 a 0 con gol del Flaco (Alejandro) Delorte, con un centro desde la mitad de la cancha del Chispa (Diego) Cogliandro. Imaginate el partido, Olimpo-Arsenal, ¡horrible!, pero la gente que no había ido a la cancha había escuchado dos estruendos de gol, y el segundo grito fuerte había sido porque faltaba poquito y yo la paré de pecho al borde del área, la saqué fuera de la cancha y se festejó así. Eso me hizo tener una química con el hincha de Olimpo que era graciosa y que me inflaba el pecho”.
El amor que le brindaban los fanáticos del conjunto bahiense, quedó revelado un día en una bandera colgada de uno de los alambrados del Carminatti. Ese famoso trapo dirigido al entonces DT de la selección decía: ‘Bielsa: Laspada es argentino!!!’. El gesto le dio mucha alegría en su momento al exdefensor: “Lo disfruté un montón. Tenía que ver con un pedido genuino del hincha que veía que el 2 de su equipo se mataba por su camiseta y por hacer las cosas bien. Me hubiera encantado que tenga repercusión en la AFA, pero no tuvo”, dijo con humor.
Además de haber dejado un gran recuerdo entre la gente de Olimpo por los ascensos y las temporadas en primera, Laspada mencionó que los fanáticos de Juventud Antoniana también le demuestran afecto: “Se identificaron mucho en la temporada 98/99, cuando perdimos la final contra Chacarita para ascender a primera”. El exfutbolista contó el aprecio que le demuestran cada vez que viaja a otras partes del país: “Te aseguro que cuando estoy en Rosario por trabajo, y sin haber jugado en ninguno de los dos equipos de ahí, la gente se me acerca para saludarme o sacarse una foto conmigo. Ese cariño tiene que ver con el personaje que contaba, y está buenísimo que pase”.
Enfrentar a los mejores jugadores del fútbol argentino se convirtió para Laspada en algo de todos los fines de semana. Pero lo más difícil llegaba a la hora de tener que marcar a las grandes figuras, que se desempeñaban en puestos ofensivos. Sobre esa situación, recordó cómo era en cada partido que debía disputar: “Tuve problemas con todos, pero puntualmente, una noche contra Boca en Bahía Blanca, contra el brasileño Pedro Iarley. Ni siquiera para pegarle lo agarré”, contó casi sin poder terminar la frase, riéndose de aquel momento.
“¿Qué hubiera pasado si le tocaba marcar a Messi?”, consultó LA NACION. Y sin comenzar la frase, empezó a reírse. Luego, respondió: “No, no creo que hubiera podido”. De inmediato, se refirió a la tecnología en el fútbol, algo con lo que no se hubiera llevado nada bien: “No podría jugar en esta época porque tiene que ver con lo que te comenté antes. Cuando empecé a entrenarme con los chicos más grandes del plantel me enseñaban cosas que no se podían haber aplicado nunca con el VAR”, reveló.
En 2009, Laspada decidió retirarse, en Sporting de Punta Alta. Hubo un motivo por el que tuvo que dejar de jugar y lo rememoró con mucho humor: “Tenía 34 años y no podía bajar el peso que tenía que tener para jugar”. Su retiro fue muy fácil de asimilar; sólo se trataba de “dar vuelta la página e ir para adelante”. Con el curso de entrenador que ya había hecho mientras jugaba, comenzó a dirigir en Olimpo, en Bahía Blanca: “Primero en el equipo de la liga, también los menores de la AFA, la reserva de AFA y tuve un interinato en primera. Después me llamaron de Juventud Antoniana y también tuve experiencias en Sansinena y Deportivo Roca de Río Negro”.
La llama de seguir siendo director técnico de equipos de primera, se apagó: “Es una etapa que se terminó”, confesó. Pero detrás de esta decisión, Laspada expresó el motivo mayor y tiene que ver con algunas desprolijidades que ve en el fútbol: “En las categorías del ascenso ya no tienen nada que ver ni el trabajo de los entrenadores ni los refuerzos de jerarquía, porque los partidos los definen desde un escritorio o con árbitros puntuales que sacan los partidos en favor de quien tiene la orden. Eso es lo que más me hizo perder la ilusión. Contra eso no se puede hacer nada, y cuando te da bronca no sabés cómo podés reaccionar, entonces prefiero que no haya una imagen de Mauro reaccionando contra ningún árbitro en ningún lado”.
Ante la consulta sobre los cambios que se dan sobre la marcha en los campeonatos de ascenso, también manifestó su descontento: “Si a vos te cambian las reglas del juego es una cagada. Y acá es peor, porque hay mucha plata en juego. Hay gente que invierte mucho dinero o pide plata prestada para armar equipos con objetivos, y después cambian todo faltando un mes para que termine el campeonato”. De todas formas, el fútbol continúa siendo parte de su vida: “Miro todo. Soy hincha de San Lorenzo. A los partidos de Olimpo los miro todos. Y acá en Salta tengo unos amigos que tienen programas de radio y televisión, y los acompaño siguiendo las campañas de Juventud Antoniana, Gimnasia y Tiro, y Central Norte”.
A pesar de que no dirige más equipos de primera, continúa como entrenador en La Academia, una escuelita de fútbol mixta para los más chicos, que lidera con dos amigos más en Salta: “Viendo la situación del fútbol infantil y de la locura que había con los niños que jugaban a la pelota, con Sergio Plaza y Adrián Cuadrado, que son dos exfutbolistas de acá, decidimos armar este proyecto”. El mensaje que transmiten es muy claro y determinante: “Acá los chicos tienen la posibilidad de jugar al fútbol, sin importar si lo hacen bien o mal. Los padres tienen la posibilidad de acompañar, pero no de opinar, y les tratamos de inculcar valores como compañerismo y respeto. A nosotros no nos importa el resultado deportivo”.
Con La Academia están desde hace cuatro años y el profesionalismo es absoluto con todos los servicios para que los niños se desarrollen de la mejor manera. Cuentan con 12 profesores, nutricionistas, psicólogas, y los chicos están asegurados en los entrenamientos y cuando van a jugar. Los socios fundadores están muy contentos por el recibimiento que tuvo en la sociedad salteña. “Acá van a crecer yendo a jugar a la pelota todas las semanas. En los partidos todos juegan los mismos minutos. Tampoco va a haber un padre insultando al árbitro, ni a los compañeros, ni a los rivales. Es de la forma en la que nos criamos nosotros y ojalá que la podamos hacer continuar en el tiempo”, declaró con orgullo.
¿Cómo llegó Laspada a vivir en Salta? “Cuando dirigí a Juventud Antoniana, en 2013 conocí a Maca y años después nos casamos. Dimos vueltas por algunos lugares y en 2019 nos radicamos acá definitivamente. Tenemos dos hijos: Giuliano, de 8, y Constanza, de 5; a ellos los cuido cuando tengo tiempos libres. También tengo un hijo de un primer matrimonio que tiene 18 años, vive en Bahía Blanca y se llama Thiago”.
Además de la escuelita de fútbol, en la actualidad Laspada integra una empresa agrícola que se especializa en la producción de aceite comestible. “Lo arrancamos después de la pandemia, con José Luis Martino, un amigo del fútbol del que fui compañero en Atlético de Rafaela”. La amistad de muchos años los llevaba a conversar mucho del tema y de ese modo fue que Grupo Cardones -nombre de la compañía- comenzó a tomar forma en la planta ubicada en Oliveros, en Santa Fe, a 40 kilómetros de Rosario.
“Él tuvo acopio con su familia y a partir de sus conocimientos armamos esta empresa en la que traemos aceite refinado. Tuvimos la posibilidad de conocer al Polaco Adrián Bastía, que tiene una aceitera de su propiedad, y nosotros se la alquilamos”. Laspada se dedica a la parte administrativa: “Estamos conociendo el rubro. Te mantiene entretenido, porque vas aprendiendo y te relacionás con gente de otro ámbito”, contó. Otra etapa, después de haber dejado, a su modo, una huella en el fútbol.
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